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Fundamentos de un Itinerario Filosófico:
la Filosofía en movimiento.
2015
Juan Pedro Aragoneses Maroto




TESIS DOCTORAL

AÑO 2015
TÍTULO DE LA TESIS:

Fundamentos de un Itinerario Filosófico:

la Filosofía en movimiento

AUTOR

Juan Pedro Aragoneses Maroto

TITULACIÓN DEL AUTOR

Máster en Filosofía Teórica y Práctica

CENTRO ACADÉMICO

UNED

FACULTAD DE FILOSOFÍA

DIRECTOR:

Francisco J. Martínez Martínez


A mi mujer, Adelina.


Todos los hombres por naturaleza desean saber

Aristóteles
ÍNDICE
Invitación ………………………………………………… 13

Título I. El itinerario como realidad metafísica ………… 19

Capítulo 1. El sujeto trascendental del itinerario: el itinerante como

el ser-aquí-ahora ………………………………………… 21 1. El ser de la itineraridad ………………………… 21

2. El ser-aquí como el espacio que cubre

el ser en la espacialidad ………………………… 26

3. El ser-ahora en cuanto el ser en la temporalidad … 30

Capítulo 2. El mundo de las cosas del itinerario: in itinere ……… 33

Capítulo 3. El movimiento: presentación metafísica de nuestra

disponibilidad ………………………………………............ 39

1. El pensamiento en el movimiento del itinerario … 43

2. El pensamiento del diálogo ……………………. 46

3. Las falacias del movimiento ……………………. 49

Título II. Descripción del itinerario como fenómeno ……… 51

Capitulo 1. Los datos empíricos del itinerario: ficha técnica ……… 53

1. El mapa intelectual ………………………………… 53

1.1. El caligrama …………………………… 60

1.2. Elementos de un mapa ………………… 61

2. Perfil y desnivel ………………………………… 61

3. La distancia y el tiempo: estructuras básicas del itinerario 63

3.1. La distancia: el espacio como itinere ………… 65

3.2. El tiempo: la adecuación temporal del itinerario … 67

4. Recomendaciones …………………………………… 70

5. Lugares de interés desde la itineraridad ……………… 71

5.1. Lugar de encuentro ………………………… 73

5.2. Lugar de salida y lugar de llegada: principio

y final del itinerario …………………… 73

5.3. Lugar de interpretación (punto de vista):

panorámica y perspectivismo ………… 75

Capítulo 2. El texto del itinerario: el pre-texto y el con-texto

en la itineraridad ………………………………………… 81

Capítulo 3. Otros elementos estructurales del itinerario filosófico … 86

1. La fotografía del itinerario: la memoria eidética ….… 86

2. Bibliografía y documentación utilizada: la dimensión ética 91

3. El nombre del itinerario filosófico …………….. 93

Título III. La motividad del Itinerario Filosófico: la experiencia

sensible fenomenológica …………..…………… 95

Capítulo 1. La motividad del Itinerario Filosófico ….……………. 97

Capítulo 2. La experiencia sensible fenomenológica como

resultado de la motividad …………………………………………… 99

1. El pensamiento del itinerante en el movimiento del itinerario … 99

2. Las dos dimensiones de la sensibilidad del itinerante:

el proyectar-se y el abandonar-se (dejar-se decir) ……… 103

2.1. Proyectar-se, primer principio …… … 104

2.2. Abandonar-se y dejar-se decir ………………… 106

3. Descubrir (desvelar) ……………………………… 109

3.1. Alternativa a la cotidianidad ……… 111

3.2. La disposición: pre-disposición ……… 112

4. La finalidad sensible del itinerario: eu-phoria …… 113

Capítulo 3. La invitación en el Itinerario Filosófico …… 117

Título IV. El Itinerario Filosófico:

estructura básica, historia y proyecto ………………… 121

Capítulo 1. La Filosofía griega en el Itinerario Filosófico .… 124

1. Los manantiales del itinerario filosófico ………… 131

2. Aristóteles ………………………………………… 136

3. Conclusiones de la itineraridad: sin Aristóteles hay itinerario … 140

Capítulo 2. El homo viator: el peregrino y el viajero; un breve apunte

histórico desde la perspectiva de la itineraridad …………… 143

1. El Medievo y el peregrinaje ………………………… 146

2. La Modernidad y el viaje:

el peregrinaje como sucedáneo del viaje ……………… 151

3. Conclusión …………………………………………… 153

Capítulo 3. La filosofía española como basamento del itinerario

filosófico: un trabajo de arqueología filosófica ………………… 156

1. El pensamiento español del siglo XIX: el krausismo …… 158

2. El proyecto educativo de la Institución Libre de Enseñanza …… 161

3. La sierra del Guadarrama: paseos y visitas

didácticas por la naturaleza ……………………………… 165

4. Paseos y visitas por Segovia:

un trabajo de arqueología filosófica ................................... 168

4.1. Paseos y visitas escolares por la ciudad

de Segovia y sus alrededores, de Félix Gila y Fidalgo …… 170

4.2. Itinerario sentimental por la ciudad de Segovia o un paseo

por sus calles en una noche de luna llena, de Julián María Otero … 172

4.3. Conclusión …………………………………………. 175

Capítulo 4. El Itinerario Filosófico como singularidad

propia de la Filosofía ………………………………………… 177


  1. Justificación de la actualidad: una propuesta de futuro filosófico 177

2. El proyecto del itinerario filosófico: el deporte como juego y

la proyección didáctica …………………………………… 182

2.1. El itinerario como juego y deporte …………….………. 182
2.2. El Itinerario Filosófico como proyecto

didáctico para la Filosofía …………………………………… 183

Despedida ……………………………………………………… 187

Glosario ……………………………………………... 191

Bibliografía ……………………………………………… 197

Anexo I …………………………………………….. 203



Invitación
La presente investigación trae una nueva perspectiva para la Filosofía desde la invitación oportuna de recorrer un aspecto viejo y nuevo al mismo tiempo. El propósito es simple y modesto, nos proponemos hacer del paseo un motivo para la Filosofía. No pretendemos nuevos conocimientos sino recorrer los ya existentes. El peripato, el paseo con miras a la salud de Aristóteles, o aquellos paseos y visitas didácticas de principios de siglo XX de la Institución Libre de Enseñanza se perfilan como protagonistas. Aquí recuperamos el espacio abierto para la Filosofía, por el simple hecho de hacer un itinerario para conocer y para pensar, el paseo sencillo para el conocimiento y como didáctica donde se propone el diálogo. A todo en su conjunto lo hemos llamado Itinerario Filosófico.

El itinerario es movimiento simple, el Itinerario Filosófico es el movimiento del pensamiento, el movimiento del paseo mientras el pensamiento se mueve.

Es una invitación para recuperar la idea griega de paideia, la educación en el movimiento que acontece con el paseo. También, la invitación para recuperar a physis es hacer el itinerario en la naturaleza, siempre la misma siempre cambiante. Y como no, para recuperar también el logos griego en el diá-logo de la conversación. La suma de physis, logos y paideia o educación, naturaleza y diálogo constituyen los mimbres del Itinerario Filosófico.

Desde que nos dedicáramos a crear itinerarios decidimos establecer la costumbre de convertir la introducción en invitación, invitar a pasear y pensar al mismo tiempo, desde el humilde deseo de precipitar con palabras un recorrido filosófico. Nos ha parecido fundamental que un fenómeno como el itinerario comience con una invitación, pues de lo que se trata es de compartir, queremos que la obra sea movimiento para acometerse en la que el estudio sea recorrido con naturalidad, y por tanto, sea vivido. Un itinerario por sí mismo, es una invitación para asistir a un encuentro, bien con la naturaleza, bien con las personas, o como en nuestro caso con la Filosofía. Esto es, no sólo un acto de presentación sino un acto que implica el anhelo por compartir la experiencia, como hemos señalado en otra ocasión, la invitación se realiza no para repetir experiencias, sino para crear nuevas experiencias; no por decir sino por vivir, la invitación es para ir y ver, no sólo por sentir y vivir lo que otros han vivido, sino para sentir y vivir nuestras propias sensaciones.

El trabajo dedicado a la creación de itinerarios nos ha permitido forjar una experiencia y nos ha permitido desarrollar una forma diferente de pensar. En éste sentido, el trabajo que presentamos obedece a un proyecto que nos ha parecido apasionante y que nos ha permitido proyectar el pensamiento en el espacio abierto. Ahora situamos la invitación para volver sobre physis, para volver sobre el movimiento, sobre el cambio y la transformación, en itinerar una vez más lo griego como principio que es y fue en lo físico y en lo metafísico. Aristóteles forma nuestro punto de partida, el lugar filosófico desde el que comienza nuestra investigación. Lo hacemos porque estamos en deuda con la tradición griega, formamos parte de un itinerario filosófico muy particular que comenzó con la física jonia, del mismo movimiento propio de la Filosofía por querer saber dónde estamos y de dónde venimos. Desde el propio descubrir como reacción propia del asombro1 y admiración que nos causa el movimiento y con él, aquello que recorremos en el itinere o el simple sujeto ontológico acurrucado en el espacio que le marca la distancia en un tiempo singular.

Como paso previo a la propia invitación, se encuentra lo que representa el simple hecho de presentarse ante estas líneas, pues supone un acto de apertura, en el que implica una actitud intencionada en abandonar-se a la suerte del texto para dejar-se decir algo distinto. Pero en esta ocasión la fundamentación elaborada implica el propio movimiento, el reconocimiento de que el movimiento que nos lleva este trabajo producirá una nueva perspectiva, un nuevo punto de vista para tenerse en cuenta. A todo en su conjunto lo hemos llamado itineraridad.

El movimiento es observado por un sujeto que se encuentra en movimiento. No hablamos de las cosas, sino del movimiento como accidente, del clavo en el barco, o el cambio como la barca varada en un río. El movimiento ya no es observado por un sujeto pasivo, ahora el sujeto que ve golpear una pelota dentro de un tren se encuentra apresado del mismo movimiento y además del cambio imperceptible de sí mismo; en el itinerario el movimiento es movimiento del sujeto que pregunta, observa y mira el movimiento de la pelota, de tal manera que de lo que tratamos es del movimiento del pensamiento tanto en el propio movimiento del cambio de conocimiento como en el cambio de lugar del sujeto que piensa. Al sujeto consciente del propio movimiento lo hemos denominado itinerante, el ser-aquí-ahora.

Aristóteles en la Física nos presentaba la ciencia de los principios generales para el estudio de physis, la naturaleza en sus más diversas manifestaciones, el estudio de las causas del movimiento2, razón ésta por la que optamos a elegir la obra como punto de encuentro y de partida de nuestro particular itinerario. En esta misma línea, hemos establecido para el itinerario los elementos necesarios para realizar el estudio de la naturaleza desde la consideración más propia como es hacer el estudio en movimiento. Lo que nos ocupa fundamentar es el itinerario como el primer contacto con las cosas, el recorrido por la naturaleza desde el propio pensamiento en movimiento. Hay que señalar que la naturaleza que itineramos es idéntica a la que se enfrentaba el hombre griego pero distinta en su concepto. El cambio producido lo ha sufrido el hombre. Physis ha sido desgranada en muchas disciplinas como son las dedicadas a gaia, bios o kosmos, y han dejado de ser cambio y movimiento.

El itinerario es una vuelta a physis, para considerar la naturaleza en su conjunto y no en parcelas, a pensar el movimiento y el cambio como su idiosincrasia. A partir de esto, decimos que el itinerario es el primer estadio del conocer, lo proponemos como la base experimental para sentir la realidad, desde las cosas como fenómenos, ya sea como percepciones, ya sea como afectos. El movimiento lo percibimos en las cosas como parte implicada del propio movimiento. El itinerario es la filosofía en movimiento, el contacto con las cosas. Sin embargo, el itinerario no se queda en mera experiencia sino que construye un cuerpo con la Filosofía, así pues, el Itinerario Filosófico se estructura en la itineraridad, el itinerante y el itinere, en los que la distancia, el tiempo y el mapa son propiedades fundamentales.

En Fundamentos de un Itinerario filosófico, abrimos una línea de investigación nueva pero vieja al mismo tiempo, en la que el ejercicio intelectual se apropia de la Filosofía en movimiento, en la que un nuevo peripato adquiere todo el protagonismo. La filosofía del itinerario arranca con los elementos fundamentales que dan sentido al itinerario y que se analizan en el primer título dedicado a la ontología. El itinerante, el itinere y el movimiento forman la parte ontológica del estudio, en el que el ser del itinerante se ajusta a un espacio y a un tiempo determinados en el ser-aquí-ahora. El segundo de los títulos recoge cada una de las definiciones que construyen el itinerario, estos son el mapa, la distancia y el tiempo como postulados mínimos a los que se añaden los lugares de interés, las panorámicas y perspectivas que forman los distintos puntos de vista, así como otros aspectos interesantes como puedan ser la fotografía o la dificultad a la que nos enfrentamos. El tercero de los títulos se dedica a la experiencia sensible del itinerario como producto afectivo del sujeto que itinera. Los elementos analizados tienen que ver con el motivo que nos lleva a descubrir nuevos espacios como proyectos de itinerario en el que abandonar-se significa la condición fenomenológica como paso previo al dejar-se decir, y todo ello provocando un efecto que hemos denominado eu-phoria, como una alternativa a la cotidianidad. El cuarto de los títulos describe la propuesta del itinerario filosófico a partir de la historia del pensamiento: desde el topos griego a nuestro contexto actual; comparamos al itinerante con el homo viator y con el peregrino; presentamos un trabajo de campo para la Filosofía en el que proyectamos las primeras palabras de Aristóteles de su Metafísica3, el itinerario se hace porque el hombre todavía quiere saber, y quiere que le cuenten cómo es una ciudad, le gusta que le expliquen una obra de arte y desea que le interpreten el gran libro de la naturaleza, y todo ello andando, un paseo tan necesario para la salud, tan necesario para el pensamiento: mente sana en cuerpo sano.

El final del periplo se hace con la Despedida resumiendo todo lo recorrido. El cierre de la investigación se hace con el Glosario oportuno de los términos empleados que no son otros que el lenguaje que hemos creado para esta fundamentación y que se hace imprescindible para entender nuestra propuesta. Por último, un itinerario por la Bibliografía consultada que hacemos a modo de recomendación.

Del mismo modo, el Itinerario Filosófico de esta tesis es nada más y nada menos que una reflexión sobre un fenómeno actual como es el itinerario contemporáneo. El Itinerario Filosófico no formula ninguna doctrina para la Filosofía, sin embargo, trata de poner la base sobre una fórmula nueva para el pensamiento. Por tanto, ofrece al itinerante un itinere para pensar el pensamiento y hacerse cargo de que moverse a la vez que se mueve, el objeto y el sujeto es propio del movimiento, el movimiento en sí. En este sentido, desde el pensamiento los motivos de un Itinerario Filosófico son para una investigación ontológica concretados en tres cuestiones: la primera, analizar el itinerario como realidad metafísica, en segundo lugar, describir el itinerario como fenómeno y por último, analizar la experiencia sensible que provoca.




Título I.

El itinerario como realidad metafísica.

Panorámica: aire, tierra, agua, en la meseta castellana.



Conceptos:

Itinerante (ser-aquí-ahora), in itinere, movimiento, pensamiento, diálogo.

La realidad metafísica se fundamenta en la existencia de un yo, de un sujeto consciente de lo que hay, un yo trascendental, un cogito pensante. La realidad metafísica de un Itinerario Filosófico se fundamenta en un sujeto que itinera, y que hemos definido en el itinerante, aquel que funda la propia realidad fenomenológica del itinerario como tal, en el que se nos indica el camino ontológico de nuestra realidad metafísica. En la filosofía cartesiana el yo es pensamiento; en el idealismo trascendental el yo es sujeto trascendental. En el itinerario filosófico, el yo es un itinerante, un sujeto que se estructura definido en el ser-aquí-ahora formulado en un itinere confiado y confinado en el movimiento. El itinerario es así, fenómeno ontológico existencial que nos ocupa recorrer a sabiendas de que lo que inicia es, precisamente un itinerario propio que recorre los mismos fundamentos que lo sustentan. Volvemos al pensamiento griego, a nuestras raíces, volvemos a pensar el espacio, volvemos a pensar el tiempo, desde una nueva perspectiva de espacio y tiempo, desde la panorámica de la naturaleza.

Puede que se nos tache de pretenciosos por querer equipararnos con los grandes pensadores, o de ambiciosos por hacer un supuesto ontológico atrevido. La verdad es que si no lo intentamos no existirá una forma distinta de hacer Filosofía, nos perderemos una forma de pensar el mundo, en nuestro caso in itinere.

El fundamento del movimiento como la fenomenología existencial del ser en el itinere provoca fenómenos de la espacialidad y la temporalidad, lo que tratamos en el ser-aquí y en el ser-ahora, que de una manera óntica se distinguen en la distancia y el tiempo del itinerario que trataremos en el título II y de manera afectiva se nos muestra en la eu-phoria que tratamos en la última sección del título III.

Capítulo 1.

El sujeto trascendental del itinerario: el itinerante.
En el presente capítulo nos corresponde realizar un itinerario inductivo con el sujeto protagonista del itinerario. Desgranar sus elementos, las partes para que sean analizadas en el contexto de su estructura. Por tanto, el sujeto, el yo del itinerario es el ser como existencia, como ser que es en su condición de espacio, ser-aquí, y de tiempo, ser-ahora, que constituye el ser-aquí-ahora en movimiento. Este sujeto ontológico que itinera lo llamamos itinerante. De esta manera, se procede a lo que hemos dado en llamar fenomenología del tiempo y el espacio en la existencia, una propuesta ontológica que no trata de solucionar problemas metafísicos y ni mucho menos físicos. Lo que trata nuestro estudio es recorrer los elementos que han preocupado a la filosofía desde sus raíces y ponerlos en un con-texto acorde con lo que entendemos hoy se presenta una manera de filosofar: la itineraridad.



  1. El ser de la itineraridad.

El tratamiento ontológico es central en el itinerario filosófico, es de suma importancia en tanto que el itinerario se estructura desde el ser. El ser es el primer paso en el que se fundamenta todo el andamiaje de la itineraridad. Siempre consideramos un principio y un final en el itinerario como apuntaremos a continuación, cuestión ésta que caracteriza una de las partes significativas dentro de nuestro tema. Por tanto, situamos en el ser el primero de los elementos que proyecta el itinerario. Una situación que la establecemos en el conjunto de los existentes del ser en cuanto existencia de las cosas, los entes del itinere y el ser en cuanto existencia particular del itinerante. Para ambos casos, el ser es conciencia de existencia de las mías y de las de los demás. El ser ontológico supone resaltar el ser como existencia misma.

El mero hecho de utilizar las palabras supone llevar a cabo la aplicación extensa del logos, con la sola pretensión de construir un espacio vital para la existencia. La tarea nos lleva a considerar la línea productiva de nuestra investigación, esto es, presentar el itinerario como un producto terminado y acabado. Sin embargo, la tarea productiva conlleva un componente técnico y un componente práctico. En el primero, el itinerario como técnica se presenta en el análisis metafísico, y en el segundo el itinerario como fenómeno, que nos lleva a una actuación en la que damos valor a una actividad por un lado, y damos valor a un aspecto concreto del itinerario.

El ser pone precio a la existencia, y viceversa. El acto de poner precio es lo mismo que hace el mundo de la economía, y sin embargo, el precio que ponemos al ser es el precio de la vida, el de la dignidad. El valor que demos al ser puede que sea muy etéreo y nada tangible por otro lado, pero hablamos del ser como aquello que posee valor incalculable del sujeto que itinera, valor inapreciable, sin cálculo ni precio. Ahora bien, el ejercicio de valorar es un ejercicio de la palabra, el vehículo ontológico sobre el que pivotamos. Así pues, en función del vocabulario podremos dar un sentido de valor al ser. De esta manera, ponemos el ser en el ente para extrapolar el ejercicio de puesta en valor a lo que de real tiene el itinerante, a lo que pueda ser valorable. Entramos así en la dualidad que ha marcado la Filosofía entre el ser y lo ente.

Una de las constantes ontológicas es distinguir entre el ser y el ente como paso previo antes de llegar a un punto de interés distinto. Otros autores ya se han ocupado de este asunto a lo largo de la historia del pensamiento, desde los primeros gramáticos hasta nuestra actualidad con Heidegger4. Para nosotros que itineramos, la distinción entre ser y ente nos es suficiente con señalar que todo lo que es ente se corresponde con las cosas que hay en el mundo de la realidad y que se dice en el logos de varias maneras; pero además, señalamos que dicha diferencia se apoya en que el ser es la toma consciente del propio ser y de lo ente. En nuestro modo de pensar la itineraridad, la diferencia es importante con el ser por cuanto el ser-aquí lo dejamos fuera de los objetos a itinerar pero analizados desde la consideración de coseidad5, pues considerarlo de otra manera como ente estaría fuera del proyecto. Convendría pues, distinguir entre cosas animadas y cosas inanimadas, o por el contrario considerar que todas las cosas, sin ser animales ni plantas obedecen a un movimiento, forman parte del movimiento, recorren un itinere esencial para ellos con un propio principio y final, sin ser sempiterno desde el amparo de la condición universal.

Así pues, el ser ontológico que itinera se presenta distinto al ente; el itinerante es ser consciente in itinere, que contiene un mapa descrito por su fenotipo que lo ajusta a la realidad natural, desbordado en el ser-aquí y el ser-ahora, en la distancia espacial y en el tiempo fenomenológico. Mas tiene una perspectiva propia de esa realidad mundana que contempla a partir de su intencionalidad como sujeto ontológico, mientras tanto en el itinerante como ser, no es consciencia intencional sino motividad que describe una parte del perspectivismo humano. El itinerante describe una leyenda, una biografía, una historia con un motivo propio. El ser por ser es ser, por su propia existencia es movimiento que mueve vida y que mueve en la vida.

El ser es un catalizador de miradas, captador de sentidos y sentimientos. El ser del itinerario está circunscrito a un aquí y un ahora; al espacio y al tiempo en todo mapa del itinere. De esta manera, el ser se incorpora al espacio en el itinerario a partir del ser-aquí; pero no es suficiente, el ser se incorpora al tiempo en el itinerario a partir del ser-ahora. El espacio y la distancia, junto con el tiempo asumen sentido con el descubrimiento del modo de ser, es el molde de su en-torno. El ser es lo que da sentido ontológico al espacio y al tiempo. Para el itinerario, el espacio se traduce a la distancia que se ocupa o al lugar que se determina en el mapa del itinerario.

El ser del itinerario, el ser-aquí-ahora, tampoco se identifica con la res extensa ni con la res cogitans6. La mirada del ser se encuentra en el mapa que se circunscribe al movimiento. No es un plano de la consciencia ni del conocimiento, ni hermenéutica filosófica, sino movimiento en el itinere del ser. El ser está en la posición de inicio, abierto a todo cuanto le pueda acontecer. No es un ser pasivo porque encierra dinamismo, tampoco es conformista en todo lo que ve y oye, es dinámico, moldeador de realidades, constructor de mundos, forjador de itinerarios.

El desafío de definir el ser en el itinerario se diferencia del ente en cuanto el primero es aquello de lo que de ser tiene el que itinera en el itinere de los entes en cuanto cosas que conforman una realidad en su conjunto. El ser es lo que es y lo que no es no es, en verdad que lo apuntado es una vuelta a la filosofía antigua del eleata Parménides7. No para negar el movimiento sino para afirmarle por el sólo hecho de considerar el movimiento como un fenómeno pensable. Sin embargo, no es nuestro motivo detenernos en esta cuestión, en la pregunta por el ser8, ni quedarnos con la pregunta por los entes ni preguntarnos por la esencia en definitiva del ser y de lo ente. El itinerario es movimiento precisamente del ser que es, de lo actual y concreto, no es parada en el sitio del no ser o de lo que puede ser y no es, o de aquello que puede llegar a ser. No, no hay cuestiones, hay un ser y unas existencias que por ser existencias se encuentran en movimiento. El sólo hecho de considerar el movimiento es una vuelta a pensar el ser desde los propios límites de la razón y los límites del ser. Pero vamos más allá, una nueva reflexión sobre el pensamiento eleata es romper con aquello que representaba dicho pensamiento para la filosofía de la Grecia Arcaica en la que la circunstancia del ser ha cambiado por completo. El cambio es movimiento y por eso podemos volver a pensar el ser pero no volver a pensar cómo lo pensaron los griegos antiguos9.

A lo largo de la Historia de la Filosofía no ha sido prolífica la búsqueda de la diferencia entre lo que es el ser y lo que es el ente teniendo en cuenta que partían de una misma raíz semántica. Desde Aristóteles a Heidegger se ha producido un vano por hallar la diferencia en la designación de lo que es el ser y aquello que designa lo ente. En ambos casos, el uso ha sido distinto pero los dos términos han participado de la existencia, de lo que es y de lo que designan. El primer punto, el topos de interés filosófico nos detiene en esta reflexión.

Tener conciencia de existencia no nos debería otorgar el arrojo ni la prepotencia de distinguirnos del ente y poner todo lo que es el ser en la existencia como pueda proponer Heidegger. Sólo el hecho de que el ser y lo ente, al margen de que coincidan en lo filológico, formen parte del movimiento, es suficiente para nuestro itinerario. Sin embargo, por qué insistimos en un ser consciente de su existencia y un ente ajeno a la consciencia. En principio, por dos razones fundamentales; una de ellas por la conciencia de itineraridad que posee el ser en lo que ya hemos apuntado: la capacidad del ser de disponer de un mapa aunque este pueda que sea mudo en una distancia y un tiempo por el que dejar-se decir y llevar en las distintas panorámicas que se nos ofrecen. La segunda porque potenciamos el logos de manera intrínseca y por ende, la consideración de posibilidades del mismo logos, el ser que nombra en lo que es ontología y el ser que piensa en lo que es epistemología; el ente forma parte del mapa, el ente no hace lenguaje, no define no significa, sino que el ser en su existir por ser como es, en sí mismo, hace lenguaje para interrogarse y preguntar, hace explicación y definición, hermenéutica, en definitiva, aquello que es ontología. Ahora bien, ese hacer en el ser y desde el ser, es movimiento circular y lineal, uniforme y discontinuo, caótico y ordenado.

Uno de los miradores que establecemos en este asunto es la propia pluralidad de sentidos del ser como lo auténticamente primero que apunta el padre del peripato10, en contra de lo apuntado por la tradición eleata: primero viene el principio y después se aplica al concepto del ser.

El ser es posibilidad de itinerarios, por tanto, la fundamentación de un Itinerario Filosófico ha de contemplar previamente su aspecto ontológico. Es por ello que definimos en la analítica existencial el ser en cuanto a su propio condicionante de itineraridad y nos vemos conducidos a ponerlo en el sujeto que itinera: el ser-aquí-ahora del itinerante. Primeramente la consideración del ser pero en dos tareas necesarias: la del ser en la distancia como categoría del espacio, el ser-aquí, y en segundo lugar el ser en el tiempo, el ser-ahora. Esta tarea es la que nos ocupa desde una interpretación que toma como horizonte la construcción del itinerario como fenómeno. La tarea encomendada es comprender el ser desde dos estructuras contemporáneas del itinerario: el espacio y el tiempo. El primero, el ser-aquí como el espacio que cubre el ser en la espacialidad y el segundo, el ser-ahora en cuanto el ser en la temporalidad.


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