Ahora que empieza, por enésima vez, una nueva campaña electoral me he propuesto, con su permiso, no hablar de política. Ni alabar ni denostar a ninguna de las múltiples opciones que se presentan

UN LAPSUS

Ahora que empieza, por enésima vez, una nueva campaña electoral me he propuesto, con su permiso, no hablar de política. Ni alabar ni denostar a ninguna de las múltiples opciones que se presentan. Dejemos que los profesionales de las campañas conduzcan a sus líderes hacia las metas propuestas, y no nos metamos en labores por las que no nos pagan. O bien planteémoslo de la siguiente forma: si hacemos el trabajo de hundir a quien no comparte nuestros planteamientos políticos o ha sido un inútil, dejaremos sin trabajo a un equipo humano que trabaja en la sombra para cada uno de los candidatos electorales. Y bastante bien está la vida como para privar de trabajo a esas pobres familias que dependen de ellos. La propuesta la hago extensiva para todo aquel que quiera gozar de cierta tranquilidad en estos escasos dos meses que se nos avecinan.

Obviamente les planteo una rara alternativa para los días de descanso merecido, y quizás, hasta podamos mejorar nuestras precarias economías. El primer punto lacerante es el no ver las cadenas de televisión. Subrayo, las cadenas de televisión, que no el aparato de televisión, así que si están apuntados a alguna de las plataformas digitales o “cableadas” es hora ahora de ahorrar. Al principio despiértense y oigan música mientras desayunan -cada cual tiene sus gustos-. Notarán a faltar algo, y ello, sin duda, será la lectura. Comiencen por leer la prensa escrita, por ejemplo, así no estarán desinformados. Si la cosa va bien, aventúrense a coger una novela, pónganse cómodos y a disfrutar visualmente, auditivamente e imaginativamente. ¡Qué lujazo! Lo de pasear, aperitivo, etc., lo dejo a su libre albedrío, puesto que ustedes ya han conocido la felicidad. Después de comer, con la siesta o después de ella, vean una película -LAS PROVINCIAS pone a su alcance una interesante colección- y sáquenle partido al televisor, ese aparato que tanto nos ha acompañado, y a la familia, esas tardes de antaño. No tendrán interrupciones publicitarias, los descansos los tendrán cuando quieran y ninguna llamada telefónica les incordiará. Películas y lectura con música lo pueden hacer extensivo al resto de la semana.

Joaquín Seguí Iváñez