El escepticismo antiguo



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262  «Pues, si las cosas existentes son visibles y audibles y observables por los sentidos comúnmente, como realidad externa, y, si de éstas las visibles son aprehendidas por la vista y las audibles por el oído y no viceversa, ¿cómo podrían, en efecto, ser mostradas a otro? (p¢V o_n d_natai ta_ta _t_r_ mhn_esqai)» SEXTO, M., VII, 83.

263  SEXTO, M., VII, 85-86: DK 82 B 3.

264  La cuestión se centra pues en que los hombres queremos dar a los sonidos los sentidos de las cosas a las cuales representan. Aunque desde otro punto de vista, este problema es presentado por Roland BARTHES, en «Semántica del objeto», Revista de Occidente, 104, Enero-1990, pp. 5-18; aquí, plantea esta misma dificultad, ya que nos previene de que son los objetos los que se nos presentan, en un primer momento, como un útil funcional; luego, en un segundo momento, la función sustenta un sentido. Sin embargo, el sentido no es transitivo; el sentido es siempre un hecho de cultura, de lenguaje; creemos estar en un mundo de objetos y estamos, por el lenguaje, en un mundo de sentidos y de razones: esa es la confusión.

265  Este espacio intransitable puede llevarnos a comprender la siguiente cuestión: ¿por qué y en qué sentido se dice que cada palabra realiza una cierta falsificación de la cosa a la que se refiere? dicho de otro modo ¿por qué la disfraza? Porque la palabra no transmite ni cosas ni objetos existentes sino que es por sí misma palabra, otra cosa muy distinta. Por tanto, querer reproducir fielmente la realidad no es más que engañarse con algo imposible: todo logos es hasta ese punto engaño. De ahí que se hable de un escepticismo lingüístico gorgiano, Cfr. CALVO, T., De los sofistas a Platón, Madrid, 1986, p. 94. Sexto que recompone la explicación de Gorgias lo expresa así: «pues, es por la palabra que damos a conocer (esas cosas), pero la palabra no es ni las cosas, ni los objetos existentes, pues no mostramos las cosas a los interlocutores sino palabras, las cuales son otra cosa que los objetos existentes». SEXTO, M., VII, 83-84: DK 82 B 3.

266  Aubenque afirma que la argumentación de Gorgias supone el carácter cerrado sobre sí mismo del discurso. Pero que aunque no pueda comunicar nada, pues nada hay que comunicar «al menos autoriza y facilita la coexistencia con otro», Cfr. AUBENQUE, P., Le problème de l'être chez Aristote, Paris, 1962, existe versión castellana de Vidal Peña, El problema del ser en Aristóteles, Madrid, 1981, p. 101. vid., también DUPRÉEL, E., Op. cit., p. 73.

267  Muchos años después WittgensteinWittgensteinWittgensteinWittgenstein volvió sobre esta misma cuestión cuando definía la filosofía de esta forma: «La filosofía es una lucha contra el embrujo de nuestro entendimiento por medio del lenguaje», WITTGENSTEIN, L., Philosophical Investigations, Oxford, 1953, & 109, existe traducción castellana de Alfonso García Suárez y Ulises Moulines, Investigaciones Filosóficas, Barcelona, 1988.

268  Esta es la tesis que defienden CALOGERO, G., Op. cit, pp. 247-251 y DUPRÉEL, E., Op. cit., pp. 68-70.

269  Reciben el nombre propio de abderitas por el nacimiento, Demócrito y Protágoras, además de Anaxarco. Nausífanes procedía de Teos mientras que Metrodoro de Quíos, parece que fue a Abdera en donde escuchó y siguió a Demócrito. Cfr. ALFIERI, V.E., Atomos idea, l'origine del concetto dell'atomo nel pensiero greco, Napoli, 1979, pp. 22-23 y GUTHRIE, W.K.C., Op. cit., vol., II, pp. 375-377, y la nota I, p. 365, (versión española, pp. 382-384 y la nota 7 p. 372).

270  No está del todo clara la cronología de este filósofo, nos encontramos para su nacimiento con la fecha de 460 (cronología de Apolodoro), o el 470 (según Trasilo) o con el 494 según Diodoro, para este problema de fechas confróntese un clásico estudio de STELLA, L. A., «Intorno alla cronologia di Democrito», Riv., di Filologia e d'Istruzione Classica, N.S., 20, 1942, Fasc., I, p. 21 y ss. y las páginas que ALFIERI, V. E., dedicada a resolver este enigma en Atomos idea..., Op. cit., pp. 27-36.

271  Todo acto de sensación implica, según esto, un contacto físico real. Lucrecio proclama esta idea de forma vehemente:«el tacto, sí el tacto, oh santos poderes divinos! es el sentido del cuerpo (tactus enim, tactus, pro divom numina sancta corporis est sensus)». LUCRECIO, De rerum natura, II, 434. Confróntese también con otro texto de Aristóteles , el cual en el De sensu, 4, 442 a 29, habla de que la necesidad del tacto como elemento principal en el conocimiento no se da sólo en Demócrito, sino en la mayoría de los naturalistas primitivos que no concebían otra realidad que la material.

272  «Leucipo y Demócrito, dicen que tanto las sensaciones como los pensamientos son modificaciones del cuerpo». AECIO, IV, 8, 5: DK 67 A 30.

273  «Pero, nosotros, en realidad, no conocemos nada invariable (_me_V d_ t_ m_n __nti o_d_n _trek_V sun_emen), sino lo que cambia de acuerdo a la disposición del cuerpo, de las cosas que penetran en él y de las cosas que se le oponen». SEXTO, M., VII, 136.

274  SEXTO, M., VII, 137. Ya Teofrasto señalaba que en definitiva, Demócrito hacía depender tanto las sensaciones como el pensamiento de la disposición del sujeto cognoscente. Por eso, cuando Demócrito, según Teofrasto, habla de cualidades sensibles de los objetos (excepto las del tacto) dice que son afecciones de la sensación alterada, «Además, de las otras cosas sensibles, ninguna tiene naturaleza (propia), sino que todas son afecciones de la sensación alterada», TEOFRASTO, De sensu, 63: DK 68 A 135.

275  No podemos estar de acuerdo, en este sentido, con la excesiva tesis de LANGERBECK, L., D_xiV _pirusm_h: Studien zu Demokrits Ethik und Erkenntnislehre, Editado por Jaeger, Berlin, 1935, el cual defiende que la filosofía presocrática no tuvo clara conciencia de la distinción sujeto-objeto, pilar básico en cualquier gnoseología. Sostiene que falta en los presocráticos el concepto de objeto que implica consecuentemente la relación al sujeto. Esta tesis refutada por ALFIERI, V.E., «Una nuova interpretazione di Protagora e di Democrito», Giornale Critico della Filosofia Italiana, 17, 1936, 1-2, pp. 66-78; 4-5, pp. 264-277, y por MONDOLFO, R., La comprensión..., Op. cit., pp. 166-167, queda sin efectividad ante el problema planteado por Demócrito entre las exigencias de la razón y la experiencia de los sentidos.

276  BAILEY, V.C., The Greek Atomists and Epicurus, Oxford, 1926, p. 179.

277  SEXTO, M., VIII, 184

278  «La prueba de que éstas [las cosas sensibles] no existen por naturaleza es que a todos los seres vivos no se aparecen las mismas cosas sino que aquello que nos parece dulce, a otros les parece amargo, a otros ácidos, a otros agrio, a otros acre y así con todo». TEOFRASTO, De sensu, 63: DK 68 A 135. Un argumento ya clásico que demuestra la convencionalidad de las sensaciones que debe contar con el sujeto perceptor que las tiene.

279  SEXTO, M., VII, 135: DK 68 B 9.

280  GALENO, De med. empir., fr. 8: DK 68 B 125. Diógenes Laercio también aporta aunque con alguna variante («Poi_thtaV d_ n_m_ e_nai× __sei d_ _toma ka_ ken_n») la misma idea, Cfr. D.L. IX, 45.

281  Diógenes Laercio parece estar confirmando esta hipótesis cuando en IX, 44, utiliza el verbo nenom_sqai como sinónimo de dox_zesqai (son de opiniones), refiriéndose, evidentemente, a que son objeto de opiniones, nombrando un poco más abajo en IX, 45, los términos n_m_ e_nai, con los que alude al carácter plenamente subjetivo que tiene el n_moV.

282  Cfr. HERODIANO, p. mon. l_x., p. 41, 5: DK 21 B 38, vid., supra, p. 106, nota 16.

283  Vid., infra, pp. 215-216, nota 90; Cfr., además, D.L., IX, 105: DIELS, Poet., 9 B 69: S.H. 843.

284  SEXTO, H.P., I, 20; Cfr. H.P., II, 63.

285  «Pero, se dice también que la filosofía democrítea tiene en común algunas cosas con el escepticismo, es decir, que parece usar el mismo material que nosotros; pues del hecho de que la miel aparece dulce a unos y amarga a otros, dicen que Demócrito infiere que no es ni dulce ni amarga realmente, y en consecuencia pronuncia la fórmula «no más» («o_ m_llon») que es una fórmula escéptica (_wn_n skeptik_n o_san)». SEXTO, H.P., I, 213.

286  «Sin embargo, los escépticos y la escuela de Demócrito emplean la expresión «no más» de diferentes formas». SEXTO, H.P., I, 213.

287  DE LACY, PH., «Ou mâllon and the antecedents of ancient scepticism» Phronesis, III, 1958, pp. 59-71, principalmente pp. 59-60.

288  Cfr. ARISTÓTELES, Metaf., I, 985 b, 7-9.

289  SIMPLICIO, Phys., 28, 4: DK 67 A 8 y SIMPLICIO, Phys., 28, 15: DK 68 A 38.

290  Cfr. TEOFRASTO, De sensu., 69: DK 68 A 135.

291  ARISTÓTELES, Metaf., IV, 1009 b, 10-11.

292  Cfr. DE LACY, PH., art. cit., p. 60.

293  Cfr. ARISTÓTELES, Metaf., IV, 1009 b, 3-4. Aunque, no obstante, debemos ser cautos con los testimonios de Aristóteles. En otros pasajes la interpretación difiere sensiblemente, así dice que Demócrito se adhería a aquellos que confunden el pensamiento con la sensación y ésta con las variaciones o alteraciones de la persona en un momento determinado, llegando a la conclusión de que lo que aparece según la sensación es verdadero de por sí: «Y, en suma, por suponer que el pensamiento es sensación, y que ésta es una alteración, afirman que lo que parece según la sensación es verdadero de necesidad», ARISTÓTELES, Metaf., IV, 1009 b 12. Parece que Aristóteles condena a Demócrito a las mismas conclusiones que surgían del planteamiento de Protágoras. En Metaf., 1009 b 7 critica a Protágoras, justamente con Demócrito, Anaxágoras y Empédocles por sus teorías referentes al conocimiento. Parece claro que estas conclusiones que Aristóteles deduce sobre Demócrito pertenecen más al mismo Aristóteles que al propio Demócrito. Cabe pensar que el peripatético interpreta la teoría democrítea como defensora de una reducción de toda la realidad a lo sensible, teoría que de ser cierta, en cualquier caso, corresponde más a Protágoras que a Demócrito. Esta interpretación aristotélica es bastante polémica, posiblemente fue la ausencia de teleologismo, así como la reducción de la forma a lo puramente cuantitativo de los átomos lo que llevó a Aristóteles a pensar que Demócrito no superó el ámbito de lo sensible. Entre los autores que califican de arbitraria esta interpretación de Aristóteles, vid. ALFIERI, V.E., Op.cit., pp. 124, 132-136; CHERNISS, H., Aristotle's Criticism of Presocratic Philosophy, Baltimore, 1935, pp. 81-83, el cual utiliza los fragmentos DK 68 B 6,9 y 11, del mismo Demócrito para rechazar estas afirmaciones de Aristóteles; y MONDOLFO, R., La comprensión..., op.cit., pp. 169-172.

294  Véase, D. L., IX, 107, y IX, 72. Demócrito niega el fenómeno al contrario que Epicuro; D.L., X, 8. Cfr. el epígrafe del primer capítulo dedicado a la crítica epicúrea a los que arruinan el conocimiento, entre los que se encuentra Demócrito.

295  Cfr. SEXTO, M., VII, 135 y 203-216.

296  Un pasaje de Diógenes de Oeonanda en el fragmento VI califica a Demócrito casi como un escéptico, criticándolo por defender que los átomos son objetos de conocimiento verdaderos y a las demás cosas sólo les corresponde un conocimiento opinable y convencional: actitud que impide no sólo encontrar la verdad sino simplemente vivir: «También Demócrito erró de un modo indigno de sí, afirmando que sólo los átomos existen verdaderamente en la realidad y que todas las demás cosas son opinables y convencionales. En efecto, oh Demócrito, según tu discurso, no podemos ni encontrar la verdad, ni siquiera vivir». DIÓGENES DE OENOANDA, Frag. 6. Hemos utilizado la edición de C. W., CHILTON, Diogenis Oenoandensis Fragmenta, Leipzig, 1967. Según Chilton, este fragmento se basa en un texto de PLUTARCO, Adv. Col., 1107, D, cfr C.W., CHILTON, Diógenes of Oenoanda. The fragment, translation and commentary, London, 1971, p. 46. BIGNONE, E., L'Aristotele perduto e la formazione filosofica di Epicuro, Firenze, 1973, véase vol. I, pp. 16-18, es de la misma opinión citando en comparación con la última frase de Oenoanda el pasaje de PLUTARCO, Adv. Col., 1108, F, o_d_ z_n dunhs_meqa, como indicio seguro de que Diógenes se sirve de la famosa obra de Colotes, que Plutarco intenta refutar.

297  «Si algunos físicos entre los que se encuentran los democríteos, han abolido todas las cosas que aparecen, así como los seguidores de Epicuro y de Protágoras las han establecido todas». SEXTO, M., VII, 369: DK 68 A 110.


298  SEXTO, M., VIII, 6; Cfr., M., VIII, 184 y 355. Por poner algún ejemplo, está a favor de esta interpretación GOEDECKEMEYER, A., Epikurs Verhältnis zu Demokrit, in der Naturphilosophie, Strassburg, 1897, p. 69, y en contra de la misma ALFIERI, V.E., Atomos Idea..., op. cit., p. 125.

299  SEXTO, M., VII, 136-137: DK 68 B 10. Otro fragmento de Demócrito refuerza esta idea: «Resultará, sin embargo, evidente, que es impracticable conocer cuál es en verdad la naturaleza de cada cosa». SEXTO, M., VII, 137: DK 68 B 8.

300  Cfr. ZELLER-MONDOLFO, La Filosofia dei Greci nel suo sviluppo storico, (traducción de la obra de Zeller, editada y aumentada por R., MONDOLFO), Florencia, 1932 y 1938, parte I, vol., V, p. 244, nota 66. En esta nota Capizzi realiza un recorrido a través de las hipótesis de diversos autores clásicos Ritter, Diels, Windelband, Natorp... sobre la distinción democrítea entre el conocimiento claro, racional y la percepción sensible oscura y turbia. Sin embargo, de las conclusiones a las que llega, no podemos destacar ninguna tesis concluyente sobre este particular.

301  SEXTO, M., VII, 138-139: DK 68 B 11.

302  La distinción en Sexto entre _ain_menon y _dhloV a lo largo de toda la obra es muy prolífica, cfr., H.P., I, 13, 197, 138; II, 7-10, 88-94, 124, 127-129, 167; III, 138; M., I, 30; III, 23; VII, 130, 140, 213-214, 358, 369; VIII, 17-31, 239, 268, 280, 316-321, 374; X, 251; XI, 233.

303  CICERÓN, Acad., II, XXIII, 73; Cfr. también TEOFRASTO, De sensu, 71: DIELS, Dox. Graec., p. 520.

304  SEXTO, M., VIII, 60-62.

305  «t_laina _r_n, par_ _m_wn labo_sa t_V p_steiV _m_aV katab_lleiV_ pt¢m_ toi t_ kat_blhma». GALENO, De medic. empir., 1259, 8: DK 68 B 125.

306  Cfr. D.L., IX, 67.

307  «A Protágoras (lo llamaba) porteador de juncos y escriba de Demócrito, que enseñaba a leer y escribir por las aldeas», D.L., X, 8. Otro texto de Atenodoro coincide parcialmente con el mencionado más arriba, ya que según su testimonio: «Dice Epicuro que también el sofista Protágoras, porteador de juncos y de leña primero, llegó a ser, por cierto, escriba de Demócrito», ATENODORO, VIII, p. 354 c: DK 68 A 9.

308  «Protágoras fue discípulo de Demócrito». D.L., IX, 50: DK 80 A 1.

309  «Protágoras de Abdera fue sofista y discípulo de Demócrito en su propia patria». FILÓSTRATO, vit. sof., X, 13, 1: DK 68 A 9.

310  «De él Demócrito, de él Protágoras y Nesa». EUSEBIO, Praep. Evang., XIV, 17, 10: DK 69 A 1.

311  «Fueron discípulos de Demócrito, Protágoras de Abdera y Metrodoro de Quíos». CLEMENTE, Strom, I, 64: DK 70 A 1.

312  «(Demócrito)... de modo que fue adversario del sofista Protágoras porque afirmaba esto, y preparó contra él numerosos escritos convincentes». PLUTARCO, Adv. Colot., 1108 f: DK 68 B 156.

313  «Como Demócrito y Platón enseñaban refutando a Protágoras». SEXTO, M., VII, 389: DK 68 A 114; Cfr. PLATÓN, Teeteto, 171 a y Eutidemo, 286 b-c.

314  «Protágoras que era sofista... de la misma edad que su compatriota Demócrito el físico». APULEYO, Flor., 18: DK 80 A 4.

315  Por ejemplo, UNTERSTEINER, M., I Sofisti..., Op. cit vol., I, pp. 15-20, principalmente nota 7, p. 21, nos dice que normalmente se ubicaba el nacimiento de Protágoras alrededor del 486-485, pero que hoy está tomando fuerza otra hipótesis que favorece el dato de un nacimiento más lejano en torno al 492. Así, apoyan esta última versión DAVISON, J.A., «Protagoras, Democritus and Anaxagoras», Classical Quaterly, 1953, pp. 33-45, que sitúa su nacimiento en torno al 492/491 y CAPIZZI, A., en ZELLER-MONDOLFO, La filosofia dei Greci..., Op. cit., parte I, vol., IV, pp. 326-329, dice que fue contemporáneo de Demócrito, tal y como señala Apuleyo, aportando en su libro Protagora, Op. cit., p. 223 las fechas aproximadas de 490/487, para su nacimiento y 420/417, para su muerte.

316  Cfr. PLATÓN, Protágoras, 349 a 2-4. Podemos acercarnos también a la lectura del pasaje de Diógenes Laercio, D.L., IX, 52, en el que se hace expresa referencia hasta del salario que recibía Protágoras por sus enseñanzas.

317  Este término era usado, primariamente, con dos sentidos muy similares. Uno de ellos era el que solían utilizar los «físicos jonios», para referirse a la totalidad de la realidad, o a la fuente o constituyente material más permanente. Pero también podía usarse, en el segundo sentido, referido a la constitución o conjunto de caracteres de una cosa particular o clase de cosas, de ahí que se pudiese hablar, por tanto, de la naturaleza de un caballo o de un hombre. En los dos casos, el vocablo sintetiza por un lado las características propias de la cosa en cuanto tal y, por otro, las adquiridas o impuestas. Así, los dos significados pueden ser reunidos, definiendo el término __siV con el concepto estático de «el modo en que las cosas son».

Ocasionalmente, esta palabra es también usada con un significado algo parecido a «nacimiento, génesis o crecimiento», pero tales casos son bastantes raros. Esta circunstancia parece notarla Aristóteles cuando en el léxico filosófico de este término propone este pasaje: «Se llama «phýsis», en un sentido, la generación de las cosas que crecen; por ejemplo, si uno pronunciara la «y» alargándola», ARISTÓTELES, Metaf., V, 1014 b, 16-17. Aristóteles se refiere a que el alargamiento de esa vocal recoge la relación con __w. Quizá la razón de este sentido y de otros que nos propone el mismo Aristóteles venga dado porque en la mayoría de los contextos y en la mayoría de las aplicaciones este término guarda una acepción dinámica, por lo que no es sorprendente que Aristóteles concluya la discusión sobre el sentido de la palabra __siV, haciendo clara referencia al movimiento: «Así, pues, de acuerdo con lo que ha sido dicho, «naturaleza» en el primario y estricto sentido es la substancia de las cosas que tienen en sí mismas, en cuanto tales, el principio del movimiento». ARISTÓTELES, Metaf., V, 1015 a, 13-15.



318  Para la historia temprana de los términos nómos-phýsis, el tratamiento más amplio lo encontramos en HEINIMANN F., Nómos und Phýsis: Herkunft und Bedeutung einer Antithese im griechischen Denken des 5. Jahrhunderts, Basilea, 1945, (reimpr. 1965). Una abierta crítica al trabajo de Heinimann es la del artículo de POHLENZ, M., «Nómos und Phýsis», Hermes, (1953), pp. 418-438. Más actuales son las páginas dedicadas a esta controversia en KERFERD, G.B., Op. cit., pp. 111-130.

319  Ahora bien, ese aparecer, ese fenómeno, puede interpretarse de dos maneras; o bien pensamos en «la cosa apareciendo», en cuyo caso es la cosa misma lo que aparece, o bien pensamos que lo que aparece es «la apariencia de la cosa», pero no la cosa en sí. En este segundo caso, observamos una separación entre la cosa misma y la apariencia, en el primero, no existe esa separación, esa distancia entre la cosa y el fenómeno. La interpretación de la teoría de Protágoras por parte de Sexto, parece fluctuar, ambiguamente, entre estas dos fórmulas o maneras de entender el fenómeno.

320  SEXTO, M., VII, 60-61: DK 80 B 1. Este texto está citado también en las Hipotiposis H.P., I, 216 de Sexto; además es repetido por Diógenes Laercio Cfr., D.L., IX, 51. Platón expone también este pasaje aunque sustituye el o_k _ntwn por m_ _ntwn cfr. PLATÓN, Teeteto, 152 a, 2-4. Otras versiones las podemos encontrar en ARISTÓTELES, Metaf., X, 1053 a35-36; XI, 1062 b, 13-15 y en PLATÓN, Crátilo, 385 e6-386 a1.

321  Cfr. PLATÓN, Teeteto, 161 c.

322  Cfr. SEXTO, M., VII, 60: DK 80 B 1.

323  Los siguientes estudios dan testimonio de la importancia que tiene la exposición platónica de esta doctrina: de los que se han dedicado por entero cfr. los de WOLFF, E., Num Plato quae Protagoras de sensuum et sentiendi ratione recte exposuerit, Fever, 1871.; ILLMANN, W., Die Philosophie des Protagoras nach der platonischen Darstellung, I, Erkenntnistheorie, Friedland in Meklemburg, 1908; KREIS, F., «Die Lehre des Protagoras und ihre Darstellung in Platons «Theätet», Archiv für Geschichte der Philosophie, N.S., 28, 1923, pp. 43-49; LEVI, Adolfo, «Studies on Protagoras. The Man-Measure principle: its meaning and applications», Philosophy, 15, 1940, n. 58, pp. 147-167; parcialmente se han ocupado de esto entre otros ZELLER, E., I, 2, 1352-53; NATORP, P., Op. cit., 1-62; GOMPERZ, H., Op.cit., pp. 227- 231; BODRERO, E., Protagora, Bari, 1914, pp. 220-229; DUPRÉEL, E., Op. cit., pp. 17-19; UNTERSTEINER, M., I sofisti..., Op. cit., I, pp. 36-37; LANA, I., Protagora, Torino, 1950, pp. 66-70; BUCCELLATO, M., «La retorica sofistica negli scritti platonici», Rivista critica di storia della filosofia, 1952, , pp. 431-446; CAPIZZI, A., Protagora, Op. cit., pp. 29-61; MCDOWELL, J., Plato Theatetus, Oxford, 1973, pp. 172-173; KERFERD, G.B., Op. cit., pp. 104-110.

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