El escepticismo antiguo



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supra, p. 31, nota 25 y p. 32, nota 28

469  EUSEBIO, Praep. Evang., XIV, 18, 1-4: DECLEVA CAIZZI, 53: DIELS, 9 A 2.

470  Ibidem.

471  ARISTÓTELES, Metaf., I, 980 a.

472  Cfr. TRABUCCO, F.,«La polemica di Aristocle di Messene contro lo scetticismo e Aristipo e i cirenaici», art. cit., p., 116.

473  EUSEBIO, Praep. Evang., XIV, 17: MIGNE, P.G., XXI, 1244 C.

474  EUSEBIO, Praep. Evang., XIV, 17: MIGNE, P.G., XXI, 1244 B.

475  «Piensan que hay que rechazar las sensaciones y las apariencias (t_V m_n a_sq_seiV ka_ t_V _antas_aV katab_llein), y que hay que tener fe sólo en la razón ( t_ l_g_ piste_ein). Algo de eso decían en un principio Jenófanes, Parménides, Zenón y Meliso y después los seguidores de Estilpón y los megáricos». Ibidem.

476  Dice Trabucco que el ataque de Aristocles no está dirigido tanto a Pirrón como a sus discípulos. Pirrón no escribe nada y, por tanto, no deja base para ninguna crítica cfr. TRABUCCO, F., art. cit., p. 117. Sin embargo, en el mismo texto se fundamenta que lo que defiende Timón, primero lo declaraba Pirrón, por lo que hay que entender que la crítica de Aristocles a Timón, debe ampliarse a su maestro Pirrón.

477  «que quien quiera ser feliz ha de estar atento a estas tres cosas: primero, al modo como son por naturaleza las cosas; segunda, qué actitud debemos adoptar ante ellas; y en fin cuales serán las consecuencias a los que se comporten así». EUSEBIO, Praep. Evang., XIV, 18, 1-4: DECLEVA CAIZZI, 53: DIELS, 9 A 2. Ni ciencia empírica, ni filosofía de la naturaleza, ni metafísica, si Pirrón buscaba algo era simplemente llegar a ser un hombre feliz. La ética (Conche, op. cit., p. 44, afirma que es ética y no moral, pues la ausencia de realidad objetiva del bien y del mal implica la negación de la moral) juega y desarrolla un papel fundamental en el pensamiento de Pirrón.

478  Pensemos por ejemplo que «Per_ __sewV» literalmente «Sobre la naturaleza», «De la naturaleza» o «Alrededor de la naturaleza» es el título más corriente de los libros escritos por filósofos griegos de los que nos han llegado algún tipo de noticias.

479  Esta idea aparecía también en Aristóteles; el cual al criticar a algunos filósofos como Protágoras y Anaxágoras que niegan el principio de contradicción, apunta que estos filósofos parecen hablar de lo indeterminado («Así pues, -dice Aristóteles- estos filósofos parecen hablar de lo indeterminado (t_ __riston o_n _o_kasi l_gein), y, creyendo hablar de lo Ente, hablan del no-ente. Pues el Ente en potencia y no en entelequia es lo indeterminado». ARISTÓTELES, Metaf., IV, 1007 b, 26-29), de ahí su confusión. El pensamiento de Pirrón se enmarca en su propia tradición problemática, que ya había sido reconocida por Aristóteles. Por tanto, Aristocles presenta la filosofía de Pirrón no aisladamente, sino contextualizándola en una tradición escéptica más amplia.

480  No podemos estar de acuerdo completamente con CONCHE, M., Op. cit., pp. 58-61, para el cual Pirrón enfrenta a la verdad del ser, la verdad de la apariencia, convirtiendo la apariencia en apariencia universal, pura, como si de la caída de un ídolo y de la entronización de otro se tratara. En este sentido, DECLEVA CAIZZI, F., «Prolegomeni, art. cit., p. 105, también critica a Conche el poco respeto que ha tenido por la historiografía, al utilizar testimonios parciales y olvidar las dos reglas fundamentales en la interpretación de autores como Pirrón. La primera es la de la proximidad cronológica de los textos utilizados con Pirrón, esencial en una filosofía crítica y de oposición como es la escéptica. La segunda la de la separación, debemos tender a utilizar más aquellos textos que expongan la doctrina de Pirrón aisladamente, al margen de otros escépticos. Cfr., por último, REALE, G., «Ipotesi...», art. cit., p. 257, 277 y 336, que califica a Conche como escéptico radical de nuestro tiempo que hace una lectura antimetafísica-nihilista del phainómenon en Pirrón de Elis al elevar la apariencia pura a un elemento epistemológico generador de toda la filosofía pirrónica primero y escéptica después.

481  Cfr. LONG, A.A., Hellenistic philosophy, London/New York, 1974, existe versión española de P., Jordán de Urries, LONG, A.A., La Filosofía Helenísitica, Madrid, 1ª ed. 1977, la edición manejada es de 1984, p. 90; esta opinión, con algunos matices ya era defendida por Stough cfr. STOUGH, CH., Greek Skepticism. A study in Epistemology, Berkeley, 1969, pp. 15-20.

482  Cfr. STOUGH, CH., Op. cit., En este misma línea también se encuentra DAL PRA, M., Op. cit., Cfr. capítulo I, p. 62. Según esta idea, las cosas no son aprehensibles porque «verdadero y falso» no caracterizan nuestros procesos cognoscitivos.

483  Este era el sentido que en Sexto Empírico tenía el doxast_V l_goV de Jenófanes como criterio de verdad, cfr. SEXTO, M., VII, 110-111.

484  Así lo han entendido BROCHARD, V., Op. cit., p. 54 y DECLEVA CAIZZI, F., Op. cit., p. 223, la cual basa esta traducción en algunos pasajes de Aristóteles, el cual añade a _di__ora el adjetivo _moioV cfr. ARISTÓTELES, Anal. Post., 97 b 7; De caelo, 310 b, 5; Rhet., 1373 a 33 y sobre todo en el uso de t_ __rist_n, lo indeterminado, en Metaf., IV, 1007 b 29 y de ti e_h _rism_non Ibidem, 1008 a 34.

485  Cfr. SEDLEY, D., «The Motivation of Greek Skepticism», pp. 9-29 en The Skeptical Tradition, ed. by Myles BURNYEAT, Berkeley, Los Angeles, London, 1983, vid. principalmente, p. 14. Sedley también afirma que al declarar Pirrón como «simple verdad dogmática» que el mundo es, en su propia naturaleza, indeterminado, sin estabilidad e indiscernible, no era necesario seguir a partir de aquí, ninguna investigación, con lo que Pirrón hubiese quedado atrapado en sus propias declaraciones. Nosotros no estamos totalmente de acuerdo con Sedley, si bien la declaración de que las cosas y no el mundo, son indeterminadas, sin estabilidad e indiscernibles, actúa aquí como una declaración positiva y por tanto dogmática, también se comporta como declaración suspensiva ante la imposibilidad de saber cómo son por naturaleza las cosas. No es que yo acierte a calificar al mundo como indeterminado, sino que la indeterminación del mundo me impide conocerlo, por lo que tengo que suspender mi juicio indicando la razón de esta suspensión.

486  El punto de partida es evidentemente ontológico, Sexto conserva aspectos de este punto de partida ontológico, tendiendo inmediatamente, a lo gnoseológico; podemos ver sobre este particular los siguientes pasajes: SEXTO, H.P., I, 8, 190 y 196; II, 202; III, 234-235.

487  Mantienen esta interpretación TRABUCCO, F., art. cit., p. 120-121 y DECLEVA CAIZZI, F., Op. cit., pp. 225-226.

488  Por ejemplo CREDARO, L., Lo scetticismo degli Accademici, Op. cit., II, p. 214 traduce «Los sentidos y el intelecto no nos manifiestan ni la verdad ni el error».

489  Schol. in LUCIANO, Bis acc., 25: DECLEVA CAIZZI, 5

490  EUSEBIO, Praep. Evang., XIV, 18, 1-4: DECLEVA CAIZZI, 53: DIELS, 9 A 2.

491  Esta tesis que propone la derivación democrítea de estas sentencias es mantenida por CAUJOLLE-ZASLAWSKY, F., «La méthode des sceptiques grecs», Revue philosophique de la France et de l'étranger, 1982, 107, pp. 372-375; sin embargo, no estamos muy de acuerdo ni con el enfoque excesivamente epistemológico que según él tiene la fórmula, ni con la calificación positiva que le da a la fórmula o_ m_llon, sino que pensamos, por el contrario, que para Pirrón la acción humana se desarrolla en un mundo en el que las cosas quedan indeterminadas, por lo que la realidad queda traducida a opiniones que no son ni verdaderas ni falsas. Por eso las cosas no son más esto que eso.

492  Independientemente de que la fórmula haya sido empleada por el abderita, lo que sí va a ser original del escepticismo es la utilización con carácter especial que hacen de esta fórmula. Cfr. SEXTO, H.P., I, 213-214, aquí Sexto Empírico describe expresamente las semejanzas y diferencias que existen entre la filosofía de Demócrito y los escépticos.

493  GALENO, Subfig. emp., 62, 18: DECLEVA CAIZZI, 67.

494  FOCIO, Bibl., cod. 212, 170 a1-3. En este texto, la sintaxis es ambigua como en el caso de Aristocles.

495  GELIO, Noct. Att., XI, V. Aunque las noticias que deja Gelio no se refieren exclusivamente a Pirrón, aportan unos elementos de evaluación imprescindibles. La propuesta filosófica pirroniana tiene una doble vertiente: sus discípulos aprenden no sólo a través de las enseñanzas filosóficas del maestro, sino también a través del ejemplo que constantemente da Pirrón con su vida y su conducta. Esta apreciación no es anecdótica, sino reveladora de un proceso donde lo importante no es sólo la doctrina sino la actitud que surge a partir de ella. La teoría pirrónica no se establece definitivamente, sino que está abierta, siempre en construcción debido a su actitud constante de búsqueda, de investigación. Así pues, a pesar de que Gelio escribe alrededor de 400 años después de Pirrón y que, con toda seguridad, en ese tiempo ya se habían añadido nuevos elementos a sus enseñanzas, la sólida fundamentación sigue siendo de Pirrón de Elis: de ahí que tanto tiempo después siga interesando su figura y el movimiento filosófico que él encarna «de manera más manifiesta que los demás».


496  Exceptuando Goedeckemeyer, Die Geschich..., op. cit., pp. 23-24, ningún otro estudioso ha reivindicado los pasajes sobre el fenómeno como una original contribución del discípulo sobre el maestro. Cfr. DECLEVA CAIZZI, F., «Timone di Fliunte: i frammenti 74, 75, 76 Diels», pp. 92-93.

497  Cfr., D.L., IX, 104.

498  D.L., IX, 103.

499  D.L., IX, 105: DIELS, Poet., 9 B 74; En este sentido, otro ejemplo de Sexto advierte la misma idea, pues dice que si la miel nos aparece dulce, debemos admitir este hecho pues nos sabe dulce sensiblemente, pero si quisiéramos investigar según el razonamiento si es «verdaderamente» dulce, entonces no podríamos llegar a ninguna conclusión, ya que esto último no forma parte del fenómeno, sino que es algo que decimos del fenómeno. Cfr. SEXTO, H.P., I, 20 y SEXTO, H.P., II, 63.

500  La percepción es uno de los problemas más estudiados en la psicología moderna. Sin embargo, no encontramos mucha coincidencia en las definiciones de percepción. No obstante, parece que la percepción es un proceso constructivo, el simple acto de mirar los objetos no me proporciona ninguna información acerca del mundo a mi alrededor. Para deducir alguna información de la percepción es necesario que yo sepa reconocer los objetos que encuentro en mi campo perceptual, y para reconocerlos es necesario que yo sea capaz de identificar los objetos y para identificarlos es necesario que tenga ya un cuerpo de información relevante. Es decir, se puede decir que la percepción parece ser siempre significativa.

501  Según Diógenes Laercio, Ascanio Abderita observaba que «decía [Pirrón], en verdad, que no hay nada bueno ni vergonzoso, justo o injusto; e igualmente, que nada es en verdad, sino que los hombres se comportan en todo según la ley y la costumbre». D.L., IX, 61: DECLEVA CAIZZI, 1 A, texto con clara intención ética, pero que añade una característica general al problema.

502  Esta distinción es muy importante, no sólo para Pirrón, sino para todo el escepticismo en general. La distinción ser/aparecer está constantemente actuando en el escepticismo. Cuando Sexto aclara los significados un tanto confusos del verbo «ser» que son tan necesarios, simplemente, para poder hablar sobre las cosas, afirma: «La palabra «es» significa dos cosas: una, que es realmente... otra, que aparece, (_ti t_ _sti d_o shma_nei, ka_ _n m_n t_ o_on _p_rcei,... _teron d_ t_ o_on _a_netai)». SEXTO, M., XI, 18. Sexto apunta una distinción entre _p_rcei (es realmente) y _a_netai (aparece) necesaria para la vida. El significado del verbo aparecer puede ser sutilmente ampliado a todo tipo de declaración positiva. Todas las declaraciones escépticas deben ser entendidas en el sentido de aparecer. Es decir, siempre que el escéptico afirma o declara algo, incluso cuando utilice el verbo «ser», el sentido que debemos darle es el de «aparecer»: la palabra «es» o «son» no significa una existencia real, sino una apariencia para el escéptico.

503  SEXTO, M., XI, 20. Así, la apariencia tiene un carácter relativista y no absoluto, muy afín al carácter escéptico que no se compromete más allá de sus posibilidades. Aunque sólo hemos señalado los primeros versos, el texto completo genera una gran controversia entre los que creen que existe en Timón cierto dogmatismo y los que intentan reducir ese dogmatismo a los límites aceptables de un escéptico. Además de lo dicho, el texto se completa con lo que sigue: «Que la naturaleza de lo divino y de lo bueno permanece siempre, de las cuales obtiene el hombre una vida más equitativ­a». Es difícil armonizar las dos partes del texto, a no ser que convoquemos lo que dice Sexto en M., XI, 18 y ss., es decir que el verbo «ser» ha de interpretarse como equivalente a aparecer y que los términos «bueno», «malo» e «indiferente» son usados no tanto referidos a la naturaleza de las cosas, sino a la naturaleza de lo que se me aparece. En este sentido, la primera parte del texto manda y orienta todo el pasaje: Timón dice al principio «yo diré, tal como se me aparecen las cosas». De ahí que coincidan en interpretar este texto de Timón dentro del ámbito de lo subjetivo por ejemplo, ZELLER, E., Op. cit., III, 1, P. 506; DUMONT, J.P., Op. cit., p. 132; STOUGH, Ch., Op. cit., pp. 25-27; LONG, A., Op. cit., p. 88-90 y el más reciente BURNYEAT, F.M., «Tranquillity without a Stop: Timon frag. 68», Classical Quarterly, 72, 1980, p. 88. Expresamente reacios a esta interpretación se encuentran DECLEVA CAIZZI, F., Op. cit., p. 257 y REALE, G., art. cit., p. 308 y ss. Por su parte, HIRZEL, R., en Untersuchungen zu Ciceros philosophischen Schriften, III, Leipzig, 1883, pp. 50 y ss., intenta reconducir el dogmatismo de Pirrón hacia el ámbito práctico dejando intacto el ámbito teórico, mientras ROBIN, L., Op. cit., pp. 31 y ss. refuta la distinción entre un ámbito teórico y otro práctico, encontrando y orientando un valor positivo en la filosofía de Pirrón que es su convicción de que la felicidad es posible.

504  Un escéptico moderno puede apuntar que el fenómeno, lo que se me aparece, acontece, pues es una percepción del sujeto, pero no es válido ni inválido al no ser susceptible de verdad o falsedad como enunciado. El sujeto percibe lo que aparece, pero no puede saber qué es lo que se aparece a los demás, a lo máximo que puede aspirar es a que esa opinión subjetiva que tiene del fenómeno se convierta en una convención estable para muchos.

505  D.L., IX, 104. Es interesante observar cómo los seguidores de Pirrón utilizan el término t_ _ain_menon con preferencia al de _antas_a (apariencia), más utilizado por los estoicos y epicúreos por su referencia a los datos que aportan los sentidos.

506  D.L., IX, 105: DECLEVA CAIZZI, 55 y 63 A.

507  Este ejemplo puede haber sido tomado de Pirrón, sobre todo si atendemos a la noticia que nos da Antígono de Caristo de que fue pintor antes de dedicarse a la filosofía, cfr. D.L., IX, 62.

508  Como, por ejemplo vemos en este texto, con el cual hace Sexto referencia a la opinión de algunos dogmáticos: «Además, algunas cosas existentes son manifiestas, como ellos dicen, pero otras no-evidentes; y las cosas que aparecen son significativas, pero lo no-evidente es significado por lo que aparece. Por tanto, de acuerdo con ellos, las cosas que aparecen son la visión de lo no-evidente». SEXTO, H.P., I, 138. Si se tiene interés en otros casos de la obra de Sexto en donde se observa esta distinción entre _dhlon y _ain_menon, cfr. JANÁ_EK, K., Sexti Empirici Opera, op. cit., vol. IV, Indices, pp. 3 y 243-244.

509  Este es el sentido que tiene en este fragmento de Sexto: «Junto a éstos, hay quien examinando atentamente qué palabras corresponden a la experiencia habitual y qué otras a meras conjeturas, a cada una le da lo que le corresponde. Así pues, según la experiencia habitual al baño se le llama «casa de varones» (_ndre_on) porque sirve para la higiene de los varones (_ndraV). Pero que la muerte se incluya entre las cosas malas y la riqueza entre las cosas buenas, eso no es manifiesto, es mera conjetura (_dhlon ka_ doxast_n)». SEXTO, M., II, 53.

510  Cfr. HIRZEL, R., Op. cit., III, pp. 52-53, junto a Hirzel siguen su misma línea BROCHARD, V., Op. cit., pp. 56-57; DAL PRA, M., Op. cit., I, p. 104 y DUMONT, J.P., Op. cit., pp. 132 y ss.

511  Cfr. ROBIN, L., Op. cit., pp. 18-19.

512  Cfr. STOUGH, CH., Op. cit., pp. 20-31.

513  Cfr. CONCHE. M., Op.cit., pp. 56, 73-74, 128-130.

514  Cfr. REALE, G., art. cit., p. 321.

515  Cfr. ARISTÓTELES, Metaf., IV, 1001 a 18-24.

516  Cfr. BURNYEAT, F.M., «Can the Sceptic live his Scepticism?, in Doubt and Dogmatism, Oxford, 1980, p. 31.

517  DIELS, Poet., 69 y 79: D.L., IX, 105.

518  Cfr. D.L., IX, 106.

519  D.L., IX, 105.

520  Para Sexto el escepticismo es un movimiento que está orientado por el «fenómeno» como clave o criterio epistemológico. Nadie puede negar que para llegar al escepticismo fenoménico que defiende Sexto, debió existir toda una tradición histórica que mantuviese los principios pirronianos y que los desarrollase y ampliase en otros mucho más complejos. La obra de Sexto complementa, pero no suple, toda una serie de testimonios sobre Pirrón mucho más cercanos al filósofo de Elis. A pesar de esto, hay autores que han intentado fundamentar una lectura de Pirrón basándose casi exclusivamente en la obra de Sexto Empírico, pero no creemos muy acertada esta hipótesis que, aunque válida, no es capaz de explicarnos todos los matices de la figura de Pirrón. Esta es la teoría de DUMONT, J.P., Op. cit., que no es capaz de explicar otros aspectos que también aparecen en Pirrón y que son ignorados en la obra de Sexto. Esta posición de Dumont no deja de ser una simplificación de la figura y el pensamiento de Pirrón que no da cuenta de la variedad de elementos que tiene, Cfr. DECLEVA CAIZZI, F., «Prolegomeni... art. cit., pp. 95-97, la cual critica también la anterior hipótesis de Dumont sobre Pirrón.

521  «Era de hecho necesario que el filósofo aporético, no siendo del todo inactivo ni falto de actividad vital, tuviese un criterio tanto de elección como de renuncia (_cein ti krit_rion a_r_sewV _ma ka_ _ug_V), esto es, lo que aparece, como también testimonió Timón diciendo: «pero lo que aparece prevalece siempre, en cualquier parte que llegue [en cualquier parte donde aparezca]». SEXTO, M., VII, 30: DECLEVA CAIZZI, 63 B. La última proposición de Timón también aparece, como hemos visto, en D.L., IX, 105. Sobre este mismo problema Cfr. un texto de GALENO, De dignosc. puls., I, 2: DECLEVA CAIZZI, 63 C en donde confirma las palabras de Timón «p_nt_ sq_nei, o_per _n _lq_».

522  El fenómeno puede aparecer de forma distinta a dos perceptores. Cada uno de ellos tiene apariencias diferentes sobre el fenómeno o lo que le aparece. Esto último es incuestionable, porque en un caso u otro se les aparece algo, pero las apariencias pueden ser discutidas.

523  SEXTO, M., VII, 228; Cfr. H.P., I, 49 y M., IX, 197; cfr. también CICERÓN, Acad., II, XVIII, 58 y II, XXIV, 77.

524  SEXTO, M., VII, 230.

525  D.L., IX, 107.

526  D.L., IX, 106. Ciertamente, si traducimos el ka_ de la última parte del texto _V ka_ A_nes_dhm_V _hsin, con el valor de «también» cambiaría el sentido. En este caso, significaría que Enesidemo evaluaba el fenómeno de la misma forma que los escépticos. De cualquier modo el único nombre que aparece en el texto es el de Enesidemo y puede servir para ver la derivación del concepto.

527  SEXTO, H.P., I, 8.

528  Cfr. SEXTO, H.P., II, 246.

529  Cfr. SEXTO, M., VIII, 85-88, donde plantea el problema de la relación entre el objeto y las impresiones que tenemos de él, vid., también SEXTO, H.P., III, 242.

530  Cfr. los siguientes pasajes en los que aparecen todas estas expresiones, SEXTO, H.P., I, 187-209.

531  SEXTO, H.P., I, 206.

532  «Y a su vez, así como no es imposible para el hombre que ha ascendido a un lugar elevado mediante una escalera, lanzar la escalera con su pie tras el ascenso, así tampoco es imposible que el escéptico tras haber llegado a la demostración de su tesis por medio del argumento que prueba la no-existencia de la prueba, como si fuera una escalera debería invalidar este mismo argumento». SEXTO,
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