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que estar en armonía con los dioses de Egipto, o la estabilidad de su gobierno estaría
en peligro.
Los templos, con sus grandes propiedades, y la influyente jerarquía
eclesiástica representaban una importante estructura de poder paralelo. En Menfis
ocupaban quizá un tercio del área de la ciudad y probablemente empleaban el
número mayor de personas, funcionando como centros de redistribución y comercio
para la comunidad en su conjunto. En Egipto antes de Alejandro, los templos, aunque
en algunos aspectos controlados por la corona, eran los principales propietarios (por
licencia del rey) y recaudadores de impuestos. Los miembros del templo podían ser
eximidos del trabajo obligatorio (véase, p. ej., Austin 246, PCZ 59541). Diodoro
conserva la afirmación de que un tercio de Egipto fue dado a los sacerdotes por la
diosa Isis para sostener las actividades de culto (Diod. 1. 21. 7, cf. 1. 73. 2-3); la
segunda parte, dice, está en manos de los reyes para sostener las guerras, una corte
espléndida y las donaciones reales (1. 73. 6), la tercera era para la clase militar (1. 73.
7).
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Bajo los Ptolomeos, el ingreso de la corona se desvió a los templos bajo dos
rubros: los
apomoira, impuestos pagados por los viñedos y manzanares, fue
transferido al culto real, mientras que la syntaxis se constituyó en una garantía para
sostener las actividades normales de los templos. Esta última era parcialmente un
reemplazo de la renta que los templos habían recaudado previamente de sus propias
tierras, parte de las cuales eran ahora controladas por el estado, mientras que otras
fueron devueltas a los templos.
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La complejidad y la solidez de la organización social egipcia significa que no
hemos de suponer que encontraremos todo un nuevo sistema impuesto por los
«racionales» griegos a un paisaje precivilizado, ni siquiera que hubo cambios rápidos
y de largo alcance. El Egipto ptolemaico no era, en ningún grado notable, una
creación «desde arriba» de los griegos y macedonios. En muchos aspectos el período
de la dominación ptolemaica, aunque duró cerca de tres siglos, no ocasionó una
ruptura drástica en la sociedad y la economía; la población agrícola continuó como
bajo los faraones egipcios y los persas, y así lo haría después bajo la dominación
romana. La sociedad estaba evolucionando, como todas las sociedades, pero los
cambios estructurales tuvieron lugar de modo gradual y no necesariamente como
resultado de la invasión macedónica.
LOS TESTIMONIOS
Entre los estados helenísticos, Egipto es el único que ha producido decenas de
miles de documentos administrativos diarios en forma de papiros, escritos en griego
o en demótico (la versión menos formalizada de la escritura egipcia).
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Muchos se
han preservado porque durante el período ptolemaico inicial se volvió una práctica
común reciclarlos como cartón, una especie de papel maché utilizado para hacer
cajas de momias. A partir de aquellos descubiertos en excavaciones de tumbas, han
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sido reconstruidos muchos papiros importantes y extensos, incluidas secciones de
textos literarios como las obras de Menandro. Otros papiros han sido recuperados en
su forma original por medio de la excavación de los antiguos asentamientos, como
los llamados archivos de Zenón de Filadelfia. Todo esto da a la historia del Egipto
ptolemaico (e incluso a la historia política, particularmente de los últimos Ptolomeos)
un nivel de detalle no encontrado en otra parte. Sin embargo, es necesario tener
prudencia al generalizar a partir de Egipto hacia el mundo helenístico más amplio (el
llamado problema de la tipicidad),
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puesto que algunas características de los
testimonios pueden haber sido específicas para esta área e indicar tradiciones
políticas y culturales locales diferentes a las de Grecia y el Asia occidental.
Además, los testimonios papirológicos, particularmente en griego, están
distribuidos de modo desigual. El papiro se preserva mejor en condiciones estables
de sequedad; en consecuencia, la mayoría de los hallazgos se han hecho donde no
hay asentamientos ni cultivos hoy en día, como las fronteras del desierto o los
antiguos cementerios.
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Debido a que el desierto posteriormente invadió El Fayum,
se han encontrado allí la mayoría de los documentos en papiro que quedan del
período ptolemaico. El valle del Nilo, rico y densamente poblado, ha generado
relativamente pocos papiros, aunque hay importantes excepciones como (entre los
papiros desenterrados) el archivo del Serapeo del nomo menfita y los archivos de los
soldados del Patirita, mientras que los hallazgos de cartonaje comprenden textos del
siglo III de Hibeh y un importante corpus de material del siglo I del nomo
heracleopolita (Abusir el Melek). La Tebas egipcia generó una proporción más
grande de textos en demótico. Los papiros de El Fayum provienen principalmente de
las aldeas, mientras que muchos del valle del Nilo proceden de contextos urbanos.
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(Entre aquellos ejemplos de documentos del valle del Nilo revisados en este capítulo
se incluyen los casos de Peteharsemteo y Driton).
Hay variaciones cronológicas. Algunos yacimientos principales, como el
oasis occidental y la ciudad de Oxirrhinco en el Egipto medio, han generado papiros
de fecha romana principalmente. En muchos casos sólo cubren un período muy
corto, puesto que los papiros con frecuencia aparecen en conjuntos particulares de
documentos, convencionalmente llamados «archivos» (como los archivos de Zenón).
Este es un término equívoco, puesto que los documentos no estaban usualmente
catalogados o clasificados con el fin de ser archivados, y pueden haber permanecido
juntos simplemente porque trataban asuntos de una familia, de un funcionario o de
una comunidad.
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Finalmente, miles de papiros han quedado inéditos; este es en especial el caso
de aquellos escritos en demótico, puesto que hay menos estudiosos preparados para
leer en esa lengua.
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De modo que aunque tenemos muchos documentos ilustrativos
para utilizar, la tarea de generalizar sobre Egipto en su conjunto, a partir de períodos,
grupos sociales y comarcas particulares, suele ser extremadamente compleja, pues la
variación regional siempre es una probabilidad.
Otro grupo importante de documentos son los ostraca, trozos de vasijas rotas
que el pueblo usaría para comunicaciones efímeras y como borradores, antes que
desperdiciar el costoso papiro. Queda un número muy grande del Alto Egipto pero su
distribución es menos desigual que la de los papiros, ya que su permanencia no
dependió tanto de las condiciones del suelo. En particular, han servido a los
estudiosos para formar una imagen de la tributación ptolemaica.