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Precisamente antes de esto, Filadelfo debeló una revuelta de su medio
hermano Magas en Cirene (Magas como posible protegido de Antíoco II, quien
aspiraba a derrocar a Ptolomeo). En la década de 260 apoyó a Esparta y a otros
estados griegos en su fracasada rebelión contra Macedonia, la guerra cremonidea,
durante la cual (o después de ella) sufrió derrotas navales en Cos y en Éfeso y habría
perdido el control de la liga de los insulares.
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Las guerras «sirias».
c. 274-271 primera
guerra siria
260-c. 253 segunda guerra siria
246-241 tercera guerra siria (laodicea)
219-211 cuarta guerra siria
202-200 quinta guerra siria
169-168 sexta guerra siria (invasión de Egipto por Antíoco IV)
Poco después de 261, el rey seléucida Antíoco II recuperó Samos y territorios
en Asia Menor como resultado de la segunda guerra siria, que llegó a su fin con la
boda de Berenice II, hija de Filadelfo. Ese matrimonio a su vez llevó a la guerra
laodicea o tercera guerra siria, en que Ptolomeo III Evergetes («el benefactor», r.
246-221; también llamado Evergetes I) invadió Asia Menor y Mesopotamia; aunque
sus únicos triunfos permanentes se dieron en Asia Menor, además de Samos otra vez.
(Fue a su regreso a Egipto cuando recibió el título de Evergetes). La invasión de Siria
se narra claramente en nombre del propio rey, en un relato histórico fragmentario
conservado en papiro (FGH 160, Austin 220, BD 27, Burstein 98). Un texto de
carácter más monumental, muy en el estilo de los monarcas tradicionales del Oriente
Próximo, lista sus triunfos en Asia y se atribuye el mérito de la recuperación de
objetos sagrados sacados de Egipto por los persas (Austin 221, BD 26, Burstein 99,
OGIS 54; cf. el Decreto de Canopo, Austin 222, BD 136, OGIS 56, línea 11). Se han
encontrado una estela con una inscripción de los mercenarios ptolemaicos de servicio
en Siria quizá en este momento (Austin 274),
33
así como testimonios de la regulación
ptolemaica de ganado y esclavos en Siria y Fenicia en 260 a.C. (Austin 275,
C. Ord.
Ptol. 21-22).
El inicio del reinado de Ptolomeo III atestiguó el primer levantamiento nativo
documentado en Egipto, el cual parece haber sido reprimido sin haber tenido efectos
duraderos
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. Fuera de Egipto, ambos Filadelfo y Evergetes dieron apoyo a la liga
aquea contra los macedonios. Cuando Arato selló un pacto con Antígono Dosón
(capítulo 4), Evergetes estaba deseoso de recibir al rey espartano exiliado Cleómenes
III en Egipto pero no para ayudarlo activamente; puede haber considerado que
Antígono era ahora demasiado fuerte para que valiera la pena oponerse de esta
manera.
Figura 6.5. Moneda con retrato de Ptolameo III Evagetes, que muestra al
rey con un corona radiada y otros símbolos de la realeza egipcio-
macedonia (BMC Ptolomeis, lám. 12. 4) (Museo Británico, Londres.)
220
El ascenso de Ptolomeo IV Filopátor («el que ama a su padre», r. 221-205) se
presenta a menudo, siguiendo a Polibio, como un giro desastroso para el poder
ptolemaico. El joven rey y sus consejeros Sosibio y Agatocles, presuntamente ruines,
fueron culpados por la pérdida de la supremacía naval en el Egeo y por las
consecuencias catastróficas de la invasión de Antioco de Siria (en la cuarta guerra
siria, 219-211; cf. Polib. 5. 67, Austin 148).
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Inmediatamente después de estos sucesos [la cuarta guerra siria],
Ptolomeo se vio obligado a guerrear contra sus propios súbditos. Este rey
[Ptolomeo IV], en efecto, había armado a los egipcios para la guerra
contra Antioco: tal determinación le resultó acertada para el presente,
pero equivocada para el futuro. La victoria de Rafia ensoberbeció a
aquellas gentes [los egipcios] y ya no soportaron más la autoridad. Se
creían capaces de bastarse a sí mismos y se buscaron un capitán bien
figurado, cosa que acabaron por lograr y muy pronto.
(Polibio, 5. 107. 1-3. Austin 225 a)
En 217 había sido necesario por primera vez reclutar egipcios nativos en gran
número para el ejército con el fin de rechazar a Antioco en la batalla de Rafia cerca
de Gaza (Polib. 5. 63, 65, Austin 224; para las fuerzas sirias véase Polib. 5. 79,
Austin 149). Como resultado, Ptolomeo ganó la ciudad clave de Seleucia de Pieria; la
acusación levantada por Polibio y Justino de que falló en aprovechar su triunfo
adecuadamente es de algún modo refutado por esta adquisición y las cantidades de
botín capturadas.
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Sin embargo, Polibio critica el reclutamiento de tropas nativas por
la subsiguiente agitación.
Realmente hubo episodios turbulentos después de Rafia. Uno al que Polibio
se refiere es el segundo levantamiento conocido bajo los Ptolomeos, y fue más grave
que el primero. Polibio no nombra al jefe aunque parece mencionar la misma
revuelta en otra parte (5. 87; 14. 12, Austin 225 b). Se alude a él en la Piedra Rosetta
(Austin 227, BD 137, Burstein 103, OGIS 90), donde se dice que Ptolomeo V
Epífanes castigó a los hombres que habían sido los jefes rebeldes bajo su padre
(líneas 27-28, cf. 22-23). No obstante, la cronología polibiana se contradice, y es
posible que la sublevación tuviera lugar bastante después de Rafia, más bien que
poco después. Además, la Piedra Rosetta registra que entre los numerosos blancos de
la ira de los rebeldes estuvieron los templos nativos; quizá veían a los sacerdotes
como colaboradores del soberano extranjero.
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Por otra parte, el reinado de Ptolomeo IV ha sido reevaluado como una época
en que la influencia ultramarina de Egipto se mantuvo con éxito;
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y los Ptolomeos
continuaron reinando por casi dos siglos más, considerablemente más tiempo que sus
rivales. El vínculo casual entre la batalla de Rafia y los disturbios en Egipto no es
firme. Hay mucho más en al historia del Egipto ptolemaico en los años intermedios,
comenzando con un breve examen de los propósitos de las empresas de los reyes en
territorios ultramarinos durante el siglo posterior a la muerte de Alejandro.