244
Resta → 282
sus naubia → 8.460
queda de naubia → 24.000
(UPZII. 157, Austin 251)
En notorio que en este ejemplo 37 de 1.080 personas potenciales (3,4 por 100
de la fuerza de trabajo potencial) fueran censadas como fugitivas.
En la misma época se desató una gran crisis con la tercera guerra siria o
laodicea, de la cual fue llamado Ptolomeo III para que sofocara una sublevación
nativa.
117
Fue durante los incios de la década de 230 cuando se dieron pasos para
ajustar el calendario de siembra (Austin 253, BD 87). Todo esto parece, a primera
vista, ser prueba del inicio de dificultades económicas. Pero si la economía estaba
funcionando mal en alguna forma, ¿cómo pudo este reino mantenerse unido aún más
de doscientos años?
Es posible que las crisis de mediados del siglo III fueran por su propio
carácter temporales y que estuvieran vinculadas a las exigencias militares de
momentos particulares. Incluso si se estaban extrayendo demasiados excedentes
mediantes tributos y otras imposiciones (y no tenemos manera de saber si los montos
exigidos fueron realmente entregados), no es necesario que tuvieran consecuencias
«económicas», como la ruina de la agricultura, para no hablar de una catástrofe
demográfica o alimentaria; podrían repercutir tan sólo generando resentimientos y
conflictos sociales y/o una caída de la recaudación del diezmo. Y ¿qué significa
«demasiada» extracción? No hay sugerencias de que una mayor presión sobre los
agricultores provocara el «sobrecultivo», la pérdida de cosechas o el agotamiento del
suelo, cosas difíciles de imaginar en un valle donde los suelos se renuevan
anualmente. Es cierto que las personas que se excusaban de pagar determinados
impuestos eran con frecuencia no productoras. Filadelfo exceptuó a los profesores de
griego, a los entrenadores atléticos y a los atletas victoriosos, y probablemente a los
artistas de Dionisio del impuesto a la sal, lo que al menos en 263 era efectivamente
un impuesto de capitación. En algunas circunstancias el ser empadronado como
heleno («griego») autorizaba a una persona —fuera o no étnicamente griego— a
ciertas exenciones, que probablemente beneficiaban a una clase ya privilegiada. Por
otra parte, hubo ocasiones en que el propio impuesto de la sal fue rebajado para todos
los contribuyentes; entre 253 y 231 las tasas para hombres y mujeres fueron
reducidas a menos de la mitad. Pudo haberse tratado de una rebaja constante de
exigencias tributarias —lo que no necesariamente significa que fueran recaudados
menos impuestos, en particular de los agricultores.
118
Ver la agitación social y los problemas militares de los Ptolomeos como
resultado de una deficiente gestión económica es quizá adoptar una perspectiva
demasiado moderna. (Es también vulnerable a la recriminación de que los anteriores
soberanos, incluyendo los faraones independientes del siglo IV, habían sido a veces
responsables de una situación parecida al caos).
119
Los Ptolomeos no eran gestores
sino principalmente dinastas militares, preocupados ante todo por su propio estatus y
la defensa de su territorio. Buscar testimonios de que esa intervención desde arriba
afectara al ciclo agrícola adversamente (en contraposición a provocar descontento
social) puede ser proyectar análisis derivados del capitalismo e imperialismo
modernos. Lo que una fuerte tributación podía generar era el abandono de la tierra
245
por los agricultores que no podían pagar. Esto a su vez afectaría el monto de los
impuestos recaudados.
Sin embargo, las pruebas de un deterioro en la gestión práctica de la
agricultura en el siglo II (por ejemplo, el sistema de irrigación y de drenaje) en un
sitio como Cerceosiris,
120
no necesariamente indican que los opresores cosecharan
(por decir así) lo que habían sembrado. Las quejas del abuso de poder por los
recaudadores y otros (véase, p. ej., Austin 258, 156 a.C; Austin 259, c. 138 a.C.)
121
pueden (como la agitación social) ser tanto un signo de las crecientes dificultades que
las autoridades encaraban para controlar la población como de un genuino aumento
de la injusticia. Sería un ejemplo de una resistencia pasiva, a veces activa, por parte
de una población colonizada crecientemente más asertiva, antes que la prueba de una
mala gestión sistemática.
Del mismo modo, los testimonios de crisis agrícolas persistentes, como la
notable secuencia de los años de 51 a 48 que experimentaron escasez de grano, malas
cosechas, sequías y una baja inundación del Nilo,
122
no significan necesariamente
cambios ecológicos fundamentales resultado de la mala administración; la
variabilidad interanual es típica de los sistemas agrícolas mediterráneos. Puede
simplemente haber sido más difícil lidiar con los cambios a corto plazo en un
momento en que el control central estaba debilitado.
Un factor económico que tuvo una creciente importancia en las etapas finales
de la dinastía fue el poder de Roma y los efectos negativos de sus guerras externas y
civiles. Las pérdidas de Cirene y Chipre fueron golpes a la economía egipcia, pero
posiblemente no menos perjudiciales que los donativos extravagantes, que en varias
ocasiones llegaron a miles de talentos, dados a lo largo de varios años a Roma y a los
jefes romanos por Ptolomeo XII Auletes. Sin duda políticamente necesarios,
excedían en total a los ingresos de un año entero de Egipto,
123
una cifra que el
comentarista contemporáneo Estrabón calcula en 12.500 talentos (17. 1. 13 [798]).
Probablemente el reino ptolemaico no fue ni un éxito completo (¿qué
aventura imperialista lo es?) ni burdamente opresor. Es tentador considerar las causas
subyacentes de la decadencia, incluso si no fue tan veloz ni tan absoluta como
algunos habían pensado. Algunos indicios de cambios se han esbozado antes. La
inmigración a gran escala, tanto de Grecia como de otras partes, retrocedió después
de comenzar el siglo III. Algunos estudiosos han señalado la relativa brevedad del
período espectacularmente creativo de la alta cultura alejandrina (véanse los
capítulos 7 y 9), que ocupó las primeras dos o tres generaciones posteriores a
Alejandro. Sin embargo, en una nueva situación cultural y política, el predecible fin
de la inicial euforia de innovación entusiasta en todo un campo cultural no es lo
mismo que la pérdida de energía creativa, por no hablar de un amplio malestar
socioeconómico. Por el contrario, los períodos de consolidación cultural que siguen a
las fases de innovación (en el presente caso, la exploración constante de formas
literarias existentes y la acumulación de nuevos descubrimientos científicos en líneas
ya planeadas) pueden ser la evidencia de tiempos estables y prósperos.
McGing ha sugerido que no es posible decidir si fueron más importantes los
sentimientos nacionalistas o los agravios socioeconómicos en las revueltas egipcias;
en efecto, parece haber varios factores apuntando en la misma dirección. El
resentimiento nacionalista ante el dominio extranjero no explica cuándo ocurrieron
las revueltas. Además de la necesidad de un jefe fuerte y exitoso para un
levantamiento violento, y el fenómeno ocasional de los habitantes de una zona