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El lejano oriente
Áreas más remotas como Gándara (una antigua satrapía persa junto con
Sind),
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Gedrosia (Baluchistán: una meseta desértica a c. 1.500 m)
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y las zonas que
rodean las ciudades de Taxila y Pushkalavati en el valle del Indus, fueron cedidas a
Chandragupta.
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Su imperio maurya era poderoso y potencialmente un vecino
peligroso de los Seléucidas. Bajo su sucesor Bindusara o el siguiente rey, el famoso
Asoka, se expandió para abarcar la mayor parte del subcontinente indio fuera del
extremo sur, incluida la Aracosia occidental. Asoka era un converso al budismo (la
religión fue fundada en el siglo VI) e intentaba propagar su religión a las zonas de
asentamiento griego; envió misioneros a los reyes griegos, y ha dejado una serie
notable de inscripciones grabadas en piedra (los edictos de la roca) en las que hace
declaraciones moralizadoras (aunque los textos tal como los tenemos son versiones
corregidas por funcionarios locales y fueron ajustados a la cultura de las comarcas en
las cuales fueron introducidas).
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En una inscripción greco-aramea de Kandahar de
modo
parecido expone sus logros; aquí la traducción de la versión griega:
Habiendo completado diez años, el rey Piodasses [Asoka] hizo
que los hombres conocieran la piedad, y después hizo que los hombres
fueran más píos y que las cosas florecieran por todo el país; y la
abstinencia que el rey tuvo de las cosas animadas, y también otros
hombres, y todos los que eran cazadores o pescadores del rey habiendo
cesado de cazar, y si había algunos hombres incontinentes, cesaron su
incontinencia hasta donde fue posible, y obedecían a su padre y a su
madre y a sus mayores a diferencia de antes, y en futuro vivirán con más
provecho y mejor en todo sentido haciendo estas cosas.
(Burstein 50)
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El comercio con India, particularmente de bienes suntuarios como las
maderas preciosas, las especias y piedras preciosas, continuó bajo los Seléucidas.
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Sin duda los reyes lo promovieron, tanto por los bienes que proporcionaba como por
el monto de peajes que podían recaudar. Seleuco envió a Megástenes a hacer un
informe sobre la India, quizá con perspectivas de una empresa militar; parece haberlo
pensado mejor, pero la obra de Megástenes quedó como un adición importante a la
etnografía griega sobre los no griegos.
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Demodamas (aquel que avanzó más allá del
Jaxartes, véase arriba) escribió sobre la India (FGI 428).
La conquista de la frontera noroeste de la India nunca fue conseguida por los
Seléucidas, sino que tuvo que esperar a la expansión del reino greco-bactriano a
mediados y finales del siglo II, particularmente bajo los llamados reyes indogriegos
(o grecoindios) Demetrio II (c. 185-175?) y Menandro (Menander, r. c.155-c.130).
Demetrio II era el primer rey grecobactriano cuyo título, «Aniceto» (No vencido) fue
traducido al indio en las monedas. El budismo recuerda a Menandro como Milinda:
se convirtió al budismo y se dice que debatió sobre la doctrina con un monje (véase,
p. ej., Plutarco, Preceptos de estado, 821 d-f).
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A partir de este momento, sin
embargo, los reyes grecobactrinanos e indogriegos quedaron casi perdidos para la
historia. Se conocen las monedas de aproximadamente veinte soberanos posteriores;
probablemente representaban varias dinastías. Los grecobactrianos parecen haber
dominado mas allá del Oxus hasta c. 140, más o menos por la época en que los
chinos expulsaron a los pueblos escitas a la margen opuesta del río; éstos, derrotados
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por Mitrídates I (o II) de Partia, se asentaron en Dragiana por varias generaciones.
Después de Menandro, los fondos de monedas sugieren un período caótico en las
regiones oriental y meridional de los territorios griegos. Hacia el año 100, más o
menos, los yuehzis se habían adueñado de la propia Bactriana; a su vez, fueron
expulsados por el pueblo saka que procedía del Pamir y por los escitas, ahora
llamados escitopartos, que se dirigieron al norte desde Dragiana. Se cree que el
último rey conocido, Hermao, trató de unificar las ramas bactriana y griega del reino
griego; pero hacia 50 a.C. aproximadamente los diferentes invasores se habían
repartido los territorios griegos entre sí.
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Toda la región descrita en las cuatro secciones previas estaba constituida por
cuatro zonas orográficas principales, aunque abarca una amplia variedad de tipos de
territorio. Aunque más o menos definida de modo natural por las barreras geográficas
en cada lado, difícilmente se podría decir que forma una unidad natural. Para la parte
oriental solamente (Irán, Afganistán y Asia central):
es claro que no podía haber unidad ni grandes poblaciones como en las
cuencas del Nilo y del Tigris-Eufrates. Vastas áreas, en su mayor parte,
sólo podían ser gobernadas por un corto tiempo por estados nómadas o
tribales, o por cierto tipo de alianzas feudales. Los problemas para la
comunicación y el mantenimiento de la lealtad eran enormes...
(Frye)
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Con cuánta eficacia se enfrentaron los Seléucidas a estos problemas, y a los
del resto del imperio, es una cuestión importante. Habían tenido un comienzo
ventajoso al heredar de los Aqueménidas un sistema que había controlado toda el
área con mayor o menor éxito durante doscientos años. En el estudio del imperio
seléucida, es mejor suponer que su dominio triunfó a menos de que haya pruebas de
fracaso, antes que concentrarse exclusivamente en lo que ha sido tildado de
decadencia.
CRISIS Y CONTINUIDADES EN EL PODER SELÉUCIDA, 312-
164 a.C.
Seleuco I y Antíoco I (312-261 a.C.)
A la muerte de Alejandro, Seleuco I (r. 305-281) fue nombrado para gobernar
Babilonia. Expulsado por Antígono, fue reinstalado en 312 con la ayuda de
Ptolomeo. Antígono siguió siendo un enemigo poderoso, y puesto que Seleuco no
había sido encargado del gobierno del conjunto de las conquistas orientales de
Alejandro, si hubiera deseado más provincias habría tenido que luchar por ellas,