327
(gigantes, amazonas, persas, gálatas) que son llamadas la
Pequeña consagración
pergamense (sólo quedan también copias romanas).
140
También habría pagado
la stoa
en Delfos y las fortificaciones para los etolios.
La apreciación de Polibio sobre Átalo es favorable (18. 41, Austin 199).
Pérgamo estaba ya instalada en el núcleo de la conciencia cívica griega. Había
disfrutado un siglo de independencia, gracias a su lejanía de los núcleos seléucidas, a
su fértil territorio y a la antigua y sólida riqueza de las ciudades griegas del Asia
Menor occidental. La duración del reinado de Átalo puede haber promovido la
estabilidad, y en términos de fortaleza y creciente estatus su reinado puede haber, en
cierto sentido, representado la cumbre del éxito pergamense; pues aunque las
décadas posteriores a su muerte vieron la monumentalización más espectacular de la
ciudadela de Pérgamo, y un masivo aumento territorial, también acarrearon
problemas.
Eumenes II (r. 197-159) preservó los estrechos vínculos de su padre con los
estados del sur de Grecia, contribuyendo a las campañas de los aqueos contra Esparta
(195, 192) y concediendo espléndidas dotaciones a Delfos. Livio comenta
explícitamente que «todas las ciudades de Grecia y la mayor parte de sus notables
estaban en deuda con Eumenes por su buen comportamiento y su generosidad» (42.
5. 3). Pese a la antigua amistad con Antíoco III, Pérgamo sufrió un ataque en 198, lo
cual la hizo pasarse definitivamente al campo romano, convirtiéndose en su principal
aliada en la guerra contra Antíoco.
141
Con la paz de Apamea en 188, Pérgamo obtuvo
la porción seléucida del Asia Menor septentrional y se convirtió en el reino más
poderoso de la región.
Un notable hallazgo epigráfico contiene una profesión pública de Eumenes de
su deuda con Roma. En su respuesta a una petición de una pequeña comunidad en
Frigia (probablemente una mezcla de colonos griegos y gálatas) que después de 188
solicitaba la categoría de polis.
Con buena fortuna
El rey Eumenes a los habitantes de Toriaion [i.e. Tiriaion],
saludos.
Los hombres de entre vosotros, Antígenes, [B]reno y Helíades, a
quienes enviasteis para felicitarnos por haber conseguido todos nuestros
objetivos y haber llegado a este lugar con bien, razones por las cuales, en
verdad, hicisteis ofrendas de agradecimiento a los dioses y presentasteis
los sacrificios adecuados, y para pedir, en razón de la devoción que
abrigáis hacia nuestros asuntos, que os sea otorgado una constitución de
polis (politeia) y vuestras propias leyes y un gymnasion y tantas otras
cosas que vienen con éstas, han hablado de estos temas con gran
entusiasmo...
Y considero, por una parte, que concederos vuestras peticiones no
es poco importante para mi, en relación a muchas cosas más grandes;
pues ahora (un favor) que yo os conceda sería duradero, pues he obtenido
autoridad plena [sobre el país] al haberlo recibido de los romanos, que
ganaron tanto en la guerra como en los tratados, mientras que este favor
decretado por aquellos que no tienen dicha autoridad no sería (duradero),
pues justamente sería considerado vacío y engañoso por todos.
Pero debido a la devoción que abrigáis hacia nosotros y que
habéis demostrado en el momento justo, os concedo a vosotros y a los
que viven con vosotros en los lugares (chôria) (fortificados) que os
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organicéis en un solo cuerno ciudadano y uséis vuestras propias leyes. Si
estáis satisfechos de estas (leyes), enviádnoslas de modo que podamos
ver que no contengan nada contrario a vuestro provecho. Si no,
informadnos y os daremos los hombres capaces de establecer un consejo
y magistrados y de dividir el demos y distribuirlo en tribus, después
formar un gymnasion, de proporcionar aceite a los jóvenes...
(Epigraphica Anatolica, 29 [1997], 3-4, líneas 1-11, 17-34)
142
En una epístola posterior el rey promete disponer que se asignen las rentas
para sostener el suministro de aceite. Explícitamente vincula sus obligaciones para
con los romanos con las obligaciones que tiene como soberano de tratar bien a sus
nuevos súbditos.
Aunque Pérgamo había ganado una cantidad considerable de territorio, el
Ponto permanecía independiente en el noreste de Asia Menor. En las fronteras de
Pérgamo estaban situados los reinos de Bitinia, Galacia céltica y Capadocia, de los
cuales sólo el último era amistoso. Desde aproximadamente 187 a 183 Eumenes
estuvo en guerra con Prusias de Bitinia, que aunque era proromano había perdido
territorio ante Pérgamo por la paz de 188, y con los gálatas. Las amenazas de Roma
forzaron la cuestión en favor de Eumenes. (Entre los jefes de Prusias estaba el
exiliado Aníbal, a quien Prusias fue obligado a entregar en 183 y que se suicidó
entonces.) La victoria sobre los gálatas hizo que los griegos de Asia Menor llamaran
a Eumenes «Nicéforo» (Portador de la victoria), y en 181 inauguró un festival
panhelénico de Atenea Nicéfora en Pérgamo.
La guerra de Eumenes contra el Ponto y sus aliados (183-179) fue ganada
igualmente con la ayuda de la diplomacia romana. Como en la paz de Fenice, otros
estados fueron en cierto sentido colaboradores de la paz, incluida la Gran Armenia y
algunas ciudades griegas del Propontis y el mar Negro (Polib. 25. 2. 12-13). El poder
del reino estaba en su apogeo, no sólo por sus propios esfuerzos, y esto se reflejó en
la mayor elaboración del ya enorme complejo de la acrópolis y en los donativos de
grano y monumentos arquitectónicos de Eumenes a ciudades como Atenas (la Stoa
de Eumenes). Este fue el período durante el cual la nueva moneda «cistofórica» fue
introducida en celebración de los logros de la dinastía (y de su nueva separación
política de los Seléucidas), quizá inmediatamente después de Apamea.
143
Cuando Eumenes apoyó las pretensiones de Antíoco al trono seléucida, debe
haberse sentido invulnerable, pero su apoyo a Roma contra Perseo (172-168) y la
derrota de Macedonia a continuación eliminó la razón por la que los romanos lo
necesitaban. No pasó mucho tiempo antes de que el Senado encontrara razones para
sospechar de su lealtad y se mostrara favorable a su hermano Átalo (Polib. 29. 22;
30. 1-3). Los senadores rehusaron incluso dar audiencia a Eumenes (Polib. 30. 19.
12). Animaron a los gálatas a rebelarse (así lo sugiere Polib. 30. 3. 7-9; 30. 30. 6),
después los declararon libres (30. 28) —un acto que no tenían poder legal para
realizar. A su vez, los vecinos enemigos de Pérgamo, como Prusias II de Bitinia,
encontraron audiencia en Roma. Eumenes recibió amplia simpatía en Asia Menor
por el trato que le dieron los romanos (Polib. 31.6. 6).
144
Los homenajes que le
ofrecieron al rey, como los espléndidos honores que aceptó de la liga jónica en
167/166 (Austin 203, BD 41, Burstein 88, RC 52, OGIS 763), reflejan su fama. (La
guerra que emprendió contra los gálatas, 168-166, es mencionada por Átalo en una
carta a la ciudad de Amlada: Austin 205, RC 54, OGIS 751).