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9. LA COMPRENSIÓN DEL COSMOS: LA «CIENCIA»
DESPUÉS GRIEGA DESPUES DE ARISTÓTELES.
LOS PENSADORES GRIEGOS EN LA SOCIEDAD
No hay un equivalente exacto en griego para el término «ciencia».
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El propio
campo semántico de la palabra ha variado, incluyendo no sólo una rama objetiva del
conocimiento, basada en la observación sistemática, la experimentación y las
pruebas, y dirigida a entender el mundo material, el principal sentido de la palabra
hoy, pero también de otros tipos de conocimiento sistematizado (como «ciencias
políticas»).
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Pese a esta dificultad de definición y traducción, podemos justificar el
uso de «ciencia» con la debida prudencia —como una categoría analítica aun cuando
los miembros de una sociedad en el pasado no la habrían reconocido; pues para
explicar el pasado en términos satisfactorios tenemos que hacerlo significativo para
el presente, dejando claras a la vez las diferencias entre cómo conceptuamos las
cosas y cómo lo hicieron los antiguos. Aquí, entonces, la palabra «ciencia» será
usada para abarcar una gama de investigaciones y teorías sobre el funcionamiento del
mundo material (filosofía natural, como distinta de la filosofía ética y la política);
pero parte del propósito será clarificar cómo las investigaciones antiguas eran
distintas de las modernas, sin la presunción de que tuvieran rasgos en común.
Debemos evitar juicios gratuitos y comparaciones indeseadas sobre un punto
relacionado. Muchas obras generales publicadas sobre la historia helenística incluyen
una evaluación de los «logros» de los pensadores helenísticos, esencialmente en
términos de cuan interesantes eran (casi como si la cultura griega estuviera
compitiendo en un concurso de talento). Antes que adoptar este enfoque, deberíamos
tratar de entender el pensamiento helenístico y la inventiva en áreas científicas en el
trasfondo de la sociedad (o sociedades) que les dieron origen. Al hacerlo, seguiremos
ante todo la obra de Geoffrey Lloyd cuyos numerosos escritos han redefinido todo el
tema de la ciencia griega.
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Tampoco debemos evaluar la ciencia helenística (como se
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ha hecho muchas veces) según si fue precursora de descubrimientos posteriores, o
condujo a ellos. Se ha advertido que Posidonio (frag. 49 Edelstein-Kidd [frag. 28
Jacoby] = Estrabón, 2. 3. 6 [102], cf. 1.4.6 [65]) dedujo, quizá de Eratóstenes, que al
navegar hacia el oeste más allá de las columnas de Hércules (el estrecho de
Gibraltar) llegaría a la India. Una idea parecida aparece en una tragedia de un
aristócrata romano del siglo I d.C:
Tiempos vendrán al paso de los años
en que suelta el océano las barreras del mundo
y se abre la tierra en toda su extensión
y Tetis nos descubre nuevos orbes
y el confín de la tierra ya no sea Tule.
(Séneca, Medea, 375)
Algunos estudiosos han sido de la opinión de que estas ideas llevaron al
descubrimiento de América.
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pero no significó una revolución del pensamiento
plantear esa hipótesis, y aun si Cristóbal Colón hubiera sido consciente de estas
ideas, eso no nos serviría para comprender la práctica de la ciencia en la época
helenística, ni la importancia de la proposición de Posidonio en el momento en que la
formuló. La búsqueda de los orígenes del conocimiento moderno arriesga el
convertirse en una indagación esencialmente anacrónica si ignora los términos, los
objetivos y la transmisión de las antiguas investigaciones.
Sobre todo no debemos apreciar a los investigadores de este período en
función de cuan lejos estuvieron de lo que podrían haber logrado, o porque no
hicieron las cosas que no hicieron.
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Por el contrario, nuestro objetivo debe ser
comprender sociológicamente lo
que era investigado, por quién, para quién y con qué
propósitos (los cuales deben ser medidos en los términos del discurso antiguo, no
evaluados y ponderados según los cánones de la ciencia moderna).
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En las sociedades modernas occidentalizadas, los científicos son
profesionales asalariados que son titulares de un determinado puesto, financiado por
el gobierno o la industria, y que poseen credenciales reconocidos oficialmente.
Pueden seguir una carrera durante toda su vida enseñando o investigando en una
rama o subárea del conocimiento. Estas ramas se han hecho cada vez más
especializadas: hoy no tenemos sólo química, metalurgia y física, sino química
inorgánica, la metalurgia de semiconductores y física teórica de partículas. En el
mundo griego no había credenciales educativas formales; y aunque las disciplinas
generales tales como la filosofía y las matemáticas se diferenciaban explícitamente
una de otra, no estaban subdivididas tan precisamente como ahora. Además, los
científicos en sus investigaciones con frecuencia atravesaban lo que podría ser visto
como las fronteras de las disciplinas.
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Eratóstenes de Cirene (275-200) que estudió
en Atenas bajo el filósofo estoico Aristón antes de trasladarse a Alejandría, escribió
sobre geografía, matemáticas, astronomía, historia y literatura. Su entrada en el Suda
nos dice que «debido a que estaba en segundo lugar en todas las ramas de la cultura
(paideia), aunque tocaba la cima, fue llamado "Beta", la segunda letra del alfabeto
griego, lo que significaba número dos»
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—aunque la anécdota puede ser irónica, al
implicar que en realidad era considerado el científico más importante en general.
Respecto a grandes campos de la ciencia nos basamos en autores griegos y
romanos del período imperial; la interpretación de éstos plantea problemas