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la metalurgia, la arquitectura, la carpintería y la pintura, y todas las cosas
que implicaban habilidad con las manos.
(Pappus, Colección, 8. 1-2, GMWii 615)
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Plutarco parece que expresa una distinción ligeramente diferente, y un
prejuicio ampliamente compartido por las élites griegas y romanas (no sólo de su
propio período), cuando dice que Arquimedes consideraba la aplicación prácticas de
sus matemáticas en los campos de la ingeniería y la guerra como «innoble y
ministerial», y valoraban sólo aquellas actividades «que llevan consigo lo bello y lo
excelente, sin mezcla de nada servil» (Marcelo, 17. 4). Pese a esto, se puede dudar
razonablemente que Arquimedes, un prominente ciudadano de una famosa polis
griega, hubiera despreciado las contribuciones prácticas que podía hacer para la
seguridad de sus conciudadanos. Plutarco estaría escribiendo para los lectores
griegos y romanos de su época que esperaban dijera este tipo de cosas, aunque
podían muy bien estarse beneficiando económicamente de algo tan tosco como el
comercio, la agricultura y las técnicas constructivas. Los estudios modernos sobre la
ciencia helenística quizá se hacen eco involuntariamente de la misma percepción
relativa de la ciencia pura y aplicada, al ocuparse de la pura antes que de la aplicada.
Si deseamos comprender el lugar del científico en la sociedad, haríamos bien en
considerar primero las invenciones y las aplicaciones prácticas de las cuales tanto los
reyes y otros griegos tendrían conciencia en sus vidas.
LA INGENIERÍA, LA MECÁNICA Y LA FÍSICA
Entretener a una élite
En su juventud, según Plutarco, Arquimedes inventó máquinas contra los
sitios «de todo lo cual hacía muy poca cuenta Arquimedes y sus inventos. No se
había dedicado a ellos ex profeso (parerga), sino que le entretenía y eran como
juegos de geometría a que era dado» (Plut. Marc. 14. 4). La combinación de la
inventiva científica, particularmente mecánica, con el tema de diversión es una
característica de muchas áreas de la ciencia helenística. Las descripciones de las
invenciones de Ctesibio pasan fácilmente de la utilidad al placer:
Habiendo advertido Ctesibio que de la percusión y expulsión del
agua, se formaban soplos y voces; siguiendo estos principios, inventó el
primero de todos las máquinas hidráulicas, los surtidores de agua,
autómatas, máquinas de movimiento recto y circular, con otras muchas
especies deliciosas (deliciae), una de las cuales fueron los relojes de agua.
(Vitruv. 9. 9. § 40)
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Vitrubio describe los órganos musicales movidos por agua, de tal modo que
implica que Ctesibio era un pionero (10. 7-8): no sabemos cuándo ni dónde tales
instrumentos fueron usados.
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Las diversiones de la élite coinciden con la astronomía
seria en la persona de Arquímedes, que además de sus muchas otras realizaciones,
hizo un planetario, quizá para entretener a sus amigos aristócratas (descrito por
Cicerón, De re publica, 1.14. 21-2).
Un texto clave en relación a esto proviene del ya mencionado Pappo, que
enumera las artes «más necesarias para los propósitos de la vida práctica». Las
primeras tres de la lista no son ninguna sorpresa: el arte de hacer poleas, el arte de
hacer máquinas de guerra como las catapultas y la construcción de máquinas para
elevar el agua desde una gran profundidad. Para un lector moderno es más
inesperado y, por tanto, más esclarecedor sobre los propósitos de la ciencia en la
época posterior a Alejandro, encontrar en el cuarto lugar,
los fabricantes de maravillas (thaumasiourgoi), entre los que algunos
ejercen su arte mediante neumáticos, como Herón en su Pneumatika;
otros parecen imitar los movimientos de las criaturas vivientes mediante
resortes y cuerdas, como Herón en su Autômata y Balancing; otros
mediante cosas portadas por el agua, como Arquímedes en su libro Sobre
los cuerpos flotantes; o mediante relojes , operados por agua, como
Herón en su Hydreia, que parece compartir un fundamento con el arte de
relojes de sol.
(Pappo, Coleción, libro 8, prefacio 2, GMWii. 617-619)
Finalmente, dice, viene el arte de hacer modelos esféricos de los cielos.
Pappo no está revisando ninguna sociedad pasada real, sino repasando la gama de las
obras científicas actuales que conocía. Sin embargo, es razonable suponer que su
orden de prioridades refleja de modo general el de los reyes e ingenieros
matemáticos en los siglos III y II, ya que se refiere a autores de ese período.
El tratado Pneumatika por Herón (Hêrón o Hero) de Alejandría, aunque
escrito en la segunda mitad del siglo I d.C, refleja una característica mezcla
helenística de teoría y de manufactura de diversiones —«maravillas»— para el solaz
de la élite.
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Estaba basado parcialmente en la obra de Estratón, sucesor de Teofrasto
a la cabeza del Liceo. Herón demuestra claramente los principios de la física
aristotélica con el resultado de sencillos experimentos con esferas metálicas; pero
describe numerosos artilugios para efectos trucados, tales como los vasos de beber y
un aparato que ha sido llamado, con cierto equívoco, «proto-turbina», y que era
simplemente una esfera de metal con tubos doblados y soldados, que rotaban sobre
un pivote como resultado de un vapor expelido por una caldera en la base (Herón,
Pneumatika,
proemio, 16. 23-24). Estaba probablemente concebido como una
«maravilla», con ningún propósito funcional salvo el de demostrar la ingeniosidad
del inventor.
Las aplicaciones civiles
Algunas invenciones proporcionaban un beneficio a la comunidad. La
referencia de Pappus a «instrumentos para elevar agua» probablemente denota la