384
109
Lloyd, Magic Reason and Experience, esp cap 4. En Adversarles and Authorilies, también, Lloyd
observa que mientras la ciencia china refleja la ausencia de enfrentamiento político característico de la
sociedad griega, con su noción de «la radical puesta en cuestión de los presupuestos básicos», la
ciencia griega evoluciono «sin un profundo sentido de cohesión política tal como el que es
ejemplificado en China y sin la idea directriz de que lo que importaba no era la capacidad de generar
un relato, menos aun de ganar un debate, sino el ideal del sabio como la encarnación viviente del
saber» (p 227)
110
Preaux, i, p 390.
111
Cf P J Rhodes con D M Lewis, The Decrees of the Greek States (Oxford, 1997), que se opone a la
opinión de De Ste Croix sobre «"la destrucción de la democracia griega"» después del periodo
clasico»
112
Lloyd, Greek Science after Aristotle, p 77.
113
Lloyd, «Hellenistic science», p 337.
114
Preaux, ii 633, cita en p 631, «Le type humain ideal n'est pas lechercheur, mais l'orateur efficace
dans les conseils du roí» (subrayado en el original) Agradezco a Cehne Marquaille y Paul Tipper por
su consejo sobre como traducir mejor la segunda oración.
115
Recalcado correctamente por Lloyd, Revolutions of Wisdom, pp 335-336, se refiere a «nuevo tipo
de saber» en pp 49, 214, en p 335 a «una sabiduría que significara una diferencia»
385
10. ROMA Y GRECIA
La conquista de Grecia por Roma no es una parte separada de la historia del
período helenístico, ni siquiera fue el fin de la cultura helenística, aunque la
continuación de la historia de la cultura griega en el imperio romano maduro (y
posteriormente en el imperio romano de oriente o bizantino, hasta 1453 d.C. y
después) no puede ser parte del presente estudio.
La conquista de Siria y Egipto y de Pérgamo ha sido examinada en los
capítulos 6 y 8. Este capítulo mostrará cómo, entre 229 y 30 a.C, casi todas las
restantes partes del imperio de Alejandro, fuera de los territorios seléucidas
orientales se integraron al imperio romano. El proceso revela la evolución del
imperialismo romano. También ilustra el debilitamiento de la cultura política griega,
basada en la ciudad-estado y que permitía un grado mayor o menor de participación
ciudadana, que hasta 250 años después de 323 a.C. permitió a las clases propietarias
—para bien o para mal— competir, como habían hecho anteriormente, por el control
de las ciudades, negociar cuestiones clave de autonomía y lealtad externa, representar
los intereses de sus ciudades tal como los concebían y rivalizar por los honores.
Cuando la peor época, particularmente los inicios y mediados del siglo I a.C, llegó a
su fin para las ciudades de Grecia y Asia, y comenzaron a florecer una vez más
económica y culturalmente, lo hicieron como unidades administrativas en un sistema
muy diferente. Las élites de la ciudad, aunque debidamente recompensadas por su
docilidad, no tuvieron ya un papel en decidir los temas clave en relación a la suerte
de sus comunidades. Fue la conquista romana, no la macedonia, la que alteró de
modo fundamental el carácter de la polis.
La narración bastante pormenorizada de este capítulo refleja los testimonios,
relativamente abundantes, proporcionados por las fuentes; en efecto, las páginas
relevantes de Livio hasta el año 167 (libros 26-45) son una de las más completas
narraciones para un período de la historia griega, y en términos de interés y
esclarecimiento compensan bastante bien el esfuerzo de leerlas. Estos pasajes de
Livio y la historia parcialmente fragmentaria de Polibio contienen muchas nociones
explícitas e implícitas en la naturaleza y la práctica del imperialismo romano en
Grecia hasta 146. Los límites de espacio impiden un examen del carácter y las causas
del imperialismo romano en la república tardía.
1
Aunque se evita un análisis
detallado de puntos de vista alternativos, las páginas que siguen intentan deducir las
386
implicaciones políticas y morales de los momentos decisivos en las acciones de los
romanos.
2
Sobre el período posterior a 143, particularmente las guerras con Mitrídates,
también estamos bien provistos de fuentes, aunque no siempre completas y nunca
coetáneas al estilo de Polibio, quien, en un pasaje muy citado casi al inicio de su
obra, resume que el propósito de su historia es explicar
¿cómo y por qué género de constitución política fue derrotado casi todo
el universo en cincuenta y tres años no cumplidos y cayó bajo el imperio
indisputado de los romanos? Se puede comprobar que antes esto no había
ocurrido nunca.
(Polib. 1. 1.5)
Tiene en mente los años que van 220 a 167, desde el inicio de la segunda
guerra púnica (contra Aníbal) hasta el fin de la monarquía macedónica. Escribe desde
el punto de vista de un griego que conoce de cerca a los aristócratas romanos y ha
llegado a creer que su dominio podía convertirse en algo beneficioso para los pueblos
conquistados. Su propia explicación de la historia está encuadrada en términos de la
superioridad de la constitución romana, con su mezcla teóricamente tripartita de
monarquía (los dos cónsules), oligarquía (el senado) y democracia (las asambleas
populares). Esto no satisface a los comentaristas modernos, que prefieren considerar
la estructura de la sociedad griega y la romana, y los puntos fuertes y débiles de sus
sistemas políticos.
Se ha sugerido que el expansionismo romano fue fundamentalmente el
resultado del carácter de la política romana. La élite social romana estaba totalmente
predispuesta para la hazaña militar; el éxito político dependía de dirigir ejércitos que
triunfaran en el campo de batalla y así conseguir la popularidad ante el pueblo y el
senado. Sin embargo, el sistema dependía de que los jefes individuales no lograran
demasiado en detrimento de las carreras de otros aristócratas. El senado aprendió a
adoptar una perspectiva más amplia, a la vez que sacaba provecho de las
circunstancias, y la política y la conducta romanas cambiaron —algunos
contemporáneos pensaban que para peor— cuando los romanos se acostumbraron al
ejercicio del poder en nuevos lugares. Se sostiene que, al intensificarse la rivalidad
entre los aristócratas combinada con una siempre creciente reserva de fuerza de
trabajo, la tentación de ejercer el poder enviando un ejército al próximo lugar, y
luego al siguiente, fue casi irresistible.
3
Hay mucho de verdad en esto, pero cualquier
explicación en términos de la estructura social requiere ser respaldada por una
percepción comprensiva de las percepciones romanas. Las invasiones de Italia por
Pirro en 280-275 y por Aníbal en 218 pueden haber condicionado a los romanos a
tomar la iniciativa en la agresión antes que dejar que los potenciales invasores
actuaran primero.
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