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personales y nos permite saber que hubo diferentes versiones, parece ser cierto que
Lisímaco o Arsínoe II procuraron la muerte de su obvio heredero, Agatocles (hijo
mayor del rey y su primera esposa, Nicea):
Suelen venir a los hombres muchas desgracias por causa del amor.
Efectivamente, Lisímaco, cuando era ya de edad avanzada y era considerado
feliz en lo que concierne a sus hijos y Agatocles tenía ya hijos de Lisandra, se
casó con Arsínoe (II), hermana de Lisandra. De esta Arsínoe, que temía por sus
hijos no fuera que al morir Lisímaco quedaran en manos de Agatocles, se dice
que por este motivo conspiró contra Agatocles. Y también han escrito que
Arsínoe se enamoró de Agatocles y que al no obtener su amor, dicen que
proyectó su muerte. Dicen también que Lisímaco se enteró después de las
maquinaciones de su mujer, pero no tenía ya ningún poder, pues se había
quedado sin amigos. En efecto, como Lisímaco permitió a Arsínoe que matara a
Agatocles, Lisandra se refugió en la corte de Seleuco, llevándose consigo a sus
hijos y a sus hermanos.
(Pausanias, 1. 10. 3-4)
El joven era un jefe militar de probada capacidad, y según las fuentes
antiguas su asesinato suscitó repulsa y desató revoluciones en las ciudades regidas
por Lisímaco. Esto a su vez provocó que los demás diadocos formaran una coalición
contra él, que llevó a su derrota y a su muerte en el 281.
La afirmación de que Lisímaco era un gobernante inepto puede no tener otra
base que su fracaso en fundar un reino y una dinastía duraderos —como si esta fuera
la única medida u objetivo de la trayectoria del personaje. Existe también el peligro
de un argumento circular. Ninguna prueba de su incompetencia o brutalidad supera el
escrutinio; las afirmaciones de que estaba senil, y que el poder de Arsínoe era
excesivo, carecen casi por completo de valor; incluso la muerte de Agatocles no va
en contra de él, si era políticamente necesaria. Se ha sugerido que «el gran error de
Lisímaco estaba en su resistencia a reconocer los derechos de la nueva generación
que dejaba clara su propia mortalidad»,
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pero sería deseable buscar una explicación
política además.
No es posible sustentar la teoría antigua de que Agatocles era tan popular que
cuando fue asesinado las ciudades en el territorio de Lisímaco se indignaron y
llamaron a Seleuco para que las ayudara a rebelarse; pero puede ser que, al dar la
impresión de inseguridad al verse forzado a ordenar la muerte de su heredero,
Lisímaco generara una crisis de confianza que despejó el camino para que la causa
de los grupos partidarios de los Seleucidas avanzara a su costa.
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Es probable que la
rivalidad entre Agatocles y Ptolomeo de Termesos, primer hijo de Lisímaco con
Arsínoe II, llevara a una crisis dinástica que provocara que Lisímaco se deshiciera de
su heredero obvio. Como superviviente, Ptolomeo de Termesos debería haber
ocupado el trono, pero el hundimiento del poder lisimáqueo era tan total que fue
rápidamente expulsado por Antígono,
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y tuvo que refugiarse con Ptolomeo II
Filadelfo de Egipto. Como posibilidad alternativa o complementaria, el hecho de que
la madre de Ptolomeo de Termesos casara ahora con su hermano, que no era otro que
Filadelfo, puede hacer sospechar que el rey egipcio tuviera algo que ver en los
acontecimientos. Tal maniobra podría haber estado motivada por el deseo de
controlar el Egeo nororiental; los Ptolomeos eran muy activos en el Egeo en esa
época, por ejemplo, a través de la liga de los insulares.
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El desmantelamiento del poder de Lisímaco no estaba inscrito en el destino;
fue en parte una cuestión de mala suerte y en parte el resultado del desastre en
Corupedio (281), si no estaríamos hablando de la dinastía agatóclida de Macedonia
antes que de la antigónida. Durante su vida Lisímaco tuvo exactamente tanto éxito
como sus rivales en desempeñar el papel de un rey de nuevo estilo.
Otros gobernantes
Los gobernantes de territorios menores también adoptaron el título de rey,
sobre todo en Asia Menor. El más importante de estos reinos fue Pérgamo en el
noroeste de Asia Menor, que fue independiente de los Seléucidas desde 283. Sus
gobernantes fueron llamados reyes desde más o menos 240, y su historia se trata en
el capítulo 8.
Otros reinos disfrutaron de un poder limitado, pero son zonas importantes de
interacción griega con los no griegos, ya que algunos permanecieron bajo
gobernantes no griegos. El tracio Zipoites gobernó Bitinia, al oriente de Asia Menor
noroccidental, desde 297/296 hasta 279. Sus aspiraciones helenizantes son evidentes
en que diera un nombre griego a su hijo, Nicomedes I (rey 279-250), que fundó una
capital griega en Nicomedia en el Propontis. El tercer rey, Ziailias (r. 250-c. 230)
cultivó la amistad de los Ptolomeos. En el Ponto, en Asia Menor septentrional,
Mitrídates I, quizá descendiente de una familia persa que en el siglo IV había
gobernado la ciudad de Quíos (Cios, Cius) en el Propontis, fue proclamado rey en
281, aunque hizo retroceder su época reinante hasta 297/296 (Diod. 20. 111). A
diferencia de Bitinia, el Ponto estaba generalmente aliado con los Seléucidas, y el
segundo rey, Mitrídates II (rey c. 250-c. 220) se casó en la casa real seléucida.
Bactriana (Afganistán septentrional) logró la independencia bajo Diodoto en algún
momento a mediados del siglo III, quizá en el año 250 o después. Eutidemos (rey c.
226-186) llegó a ser rey, un hecho reconocido formalmente por Antíoco III en el 206
después de la victoria de Eutidemo sobre los «bárbaros» (Polibio 11, 34, Austin
150).
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En
el occidente griego, el tirano Agatocles de Siracusa asumió el título
real en
el 304, unos doce años después de arrebatar el poder en su ciudad a un régimen
oligárquico, «puesto que pensaba que ni en poder ni en territorio ni en hazañas era él
inferior a aquéllos» (los diadocos; Diod. 20. 54. 1). (Diodoro 19. 5-31. 17 passim es
nuestra principal fuente, quien la mayoría de veces se basa en Timeo). Exiliado ya
dos veces, al parecer Agatocles fue llamado por el pueblo y, con la ayuda
cartaginesa, volvió en 319/318, convirtiéndose en «strategos (general) con plenos
poderes sobre los baluartes en Sicilia» (Parían Marble [FGH 239], B 12, Austin 21,
Harding 1 a). Tres años más tarde derrocó a los seiscientos oligarcas y se convirtió
en el strategos a cargo de la ciudad y, de hecho, en un tirano (Diod. 19. 9. 4). Intentó
erradicar una provincia cartaginesa en Sicilia occidental pero fracasó, siendo
abrumadoramente derrotado en África en 308/307; esto lo dejó como antes, dueño de
las ciudades griegas de Sicilia, pero en sus años postreros consiguió un éxito parcial
en ampliar el poder siracusano sobre las ciudades griegas del sur de Italia, quizá con
la aspiración a unir los griegos de Sicilia con los de la península. Antes de que
muriese en 289/288, su hijo Agatocles había sido asesinado en el norte de África por