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con «Ateneo y Sosandro y Menógenes, pero también otros de mis parientes»
(anangkaioi, literalmente «personas intrínsecamente vinculadas»; RC 61, líneas 3-5),
un cumplido interesante aunque quizá hiperbólico.
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Desde el punto de vista de una
ciudad griega, una vinculación especial con un amigo del rey ofrecía una vía
incomparable de comunicación con la esfera superior.
Las negociaciones con los reyes y entre las ciudades
Las ciudades no estaban forzosamente reducidas a la impotencia, pues los
reyes dependían de su apoyo práctico e ideológico, y a veces era posible un
intercambio. Uno puede dar por sentado que las ciudades rivalizaban entre sí en
ofrecer regalos y alabanzas a los reyes; de igual modo los reyes podían realzar su
reputación de modo más pronunciado al ser considerados como benefactores de las
ciudades. El siguiente pasaje proviene de una carta fragmentaria de Seleuco I y su
hijo enviada a un funcionario en el santuario de Plutón y Core en Nisa, en Caria:
El rey Seleuco y Antíoco [saludan a] Sopatro.
Los atimbranios [nos envían] en representación a Yatrodos,
Artemidoro y Timoteo sobre el tema de los privilegios de poder recibir
suplicantes, el derecho de asilo y la exención de tributos. Te hemos
escrito para que les favorezcas lo más posible. Pues preferimos siempre
agradar a los ciudadanos de las ciudades griegas, haciendo beneficios y
no menos contribuir a aumentar piadosamente [las honras] de los dioses
para obtener siempre su favor con nosotros.
(RC 9, Syll2 467)
A veces el proceso es descrito de modo que se deduce una transacción
mutuamente beneficiosa, como en la larguísima inscripción de mediados del siglo III
de Esmirna (246-226/225 a.C), cuyo inicio es el siguiente:
Resolución del pueblo, a propuesta de los generales.
Desde antes, en el tiempo en que el rey Seleuco (II) pasó a
Seleucis, y muchos y graves peligros amenazaron a nuestra ciudad y su
territorio, el pueblo mantuvo su buena voluntad y amistad hacia él, y no
fue intimidado por la invasión del enemigo y no pensó en la destrucción
de sus posesiones, sino que consideró que todo era secundario al
mantenimiento de la política de amistad y a defender los intereses del rey
con lo mejor de su capacidad tal como había prometido al inicio:
y como el rey Seleuco, que muestra su piedad hacia los dioses y
afecto por sus padres, siendo generosos y sabiendo cómo corresponder
con gratitud a sus benefactores, honró nuestra ciudad por la buena
voluntad y el celo manifestado por su pueblo hacia sus intereses...
(Austin 182, BD 29, OGIS 229)
¡Es asombroso que la ciudad se presente como la benefactora del rey! Dar por
hecho la existencia de lo que se desea realizar es una retórica eficaz.
Esto no sólo contribuyó a que el rey pudiera afirmar que actuaba con justicia
y piedad; a veces lo obligaba a probarlo administrando justicia en la práctica. Desde
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el período arcaico, las ciudades griegas que entraban en conflicto solían llamar a una
tercera ciudad en calidad de árbitro. A juzgar por la creciente frecuencia con que se
documenta la acción de la justicia entre los estados, se había convertido en una suerte
de industria en el siglo III, tomando en cuenta incluso la mayor regularidad con que
los documentos se grababan en piedra. No hay prueba de que se tratara de un
procedimiento exitoso generalmente, pero su popularidad implica que era a veces
efectivo y en verdad era ampliamente alabado.
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Una razón puede ser que para todos
los efectos y fines las ciudades no podían ya levantar ejércitos en el campo para
combatir entre sí.
Con frecuencia se agradecía a una ciudad por haber enviado a un grupo de
dikastai (jurados o jueces) para resolver las disputas internas en otra ciudad. El rey
podía aprovechar el sistema: en una ocasión el almirante ptolemaico Filocles de
Sidón dispuso que Miletos, Mindos y Halicarnaso enviaran dicastas a Samos para
resolver los pleitos entre los ciudadanos. El decreto samiano subsiguiente en honor
de los dicastas mindianos se conserva y nos ofrece un panorama de la administración
de una ciudad-estado en este período.
Resuelto por el consejo y el demos a propuesta de los prytaneis:
Referente a las cosas sobre las que el consejo pidió un parecer
preliminar, de modo que los dicastas que vinieron de Mileto y Mindos y
Halicarnaso sobre los contratos no resueltos pudieran ser cumplidos:
Mientras, cuando los ciudadanos tengan diferencias entre sí sobre
contratos no cumplidos, Filocles rey de los sidonios, queriendo estar en
concordia con la polis, escribió que el demos de los mindios debería
enviar una corte para conciliar los contratos no resueltos; y los mindios,
permitiéndose toda buena voluntad y deseo hacia la reconciliación de los
ciudadanos, seleccionaron hombres respetables (kalous k'agathous) y los
enviaron a la polis, (a saber) Teocles hijo de Teógenes (y) Hierofanto hijo
de Artemidoro; y estos hombres (solucionaron) bien y con justicia todos
los casos que les trajeron, juzgando algunos y reconciliando otros,
prefiriendo que aquellos de los ciudadanos que habían tenido diferencia
fueran reconciliados y llevar sus asuntos públicos en libertad de cargos
levantados entre sí.
El consejo y el demos han resuelto que el demos de los mindios
sea elogiado por enviar a estos hombres y que estos hombres que vinieron
sean también elogiados, (a saber) Teocles hijo de Teógenes (y)
Hierofanto hijo de Artemidoro, por haber reconciliado bien y
apropiadamente algunos de los casos y juzgado otros; y coronarlos con
una corona de oro y proclamar la corona en el festival trágico de las
Dionisíacas, y que sean ellos proxenoi de la polis y benefactores, y que la
ciudadanía les sea otorgada en términos similares e iguales, y asignarlos
en una tribu y mil cien y genos
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exactamente como otros samios; y que
el privilegio de sentarse delante esté a su disposición en cualquiera de las
luchas que la polis organice; y que el acceso al consejo y al demos les sea
dado en primer lugar después de los sacrificios y los rituales reales; y que
tienen el derecho de navegar dentro y fuera, en tiempos de paz y de
guerra, sin sylé y sin tregua; y que las autoridades establecidas después
velen por sus necesidades.
Y de este modo el demos de los mindios puede saber que ha sido
votado (ha sido resuelto) escoger un emisario que, viniendo de Mindos,
lleve el decreto al consejo y al demos; y lo inscriba en una piedra stêle