129
Norte de Grecia (adaptado de Talbert, Atlas, p. 32).
Filipo no sólo conquistó, sino que creó un nuevo país. Los planes de
desecamiento fueron un elemento importante de su obra. Teofrasto (Sobre la causa
de las plantas, 5. 14. 5) escribió que después de que Filipo recuperó la llanura
boscosa y anegada de Filipoi, ésta se transformó en una región drenada, desecada y
cultivada.
4
Filipo también estableció el control de las regiones costeras mediante
ciudades griegas, comprendido el valle del río Strimón al este de la planicie central,
con la polis de Anfípolis, disputada largamente por los macedonios y los atenienses,
antes de emprender las conquistas más amplias de los vecinos «bárbaros» y,
finalmente, de los países griegos del sur. El pasaje de Arriano nos recuerda un
importante hecho sobre la ubicación de Macedonia: sus vecinos (los tracios, los
peonios, los epirotas y los ilirios) eran principalmente pueblos no urbanos con élites
más o menos helenizadas. Para Grecia en su conjunto, Macedonia aparecía como un
baluarte contra los «bárbaros».
Si Alejandro y los macedonios eran griegos sigue debatiéndose
encarnizadamente desde la antigüedad. Hacía mucho tiempo que el litoral era parte
de la conciencia griega; se habían fundado colonias en el período arcaico, mientras
que los atenienses ricos como Tucídices habían explotado los recursos auríferos y
argentíferos del interior. No obstante, antes del siglo IV, Macedonia podría haber
sido considerada como un área marginal, y durante ese siglo los políticos atenienses
pudieron negar, cuando les convenía, que los macedonios fueran griegos. Una vez
que los macedonios se convirtieron en una potencia amenazante, algunos escritores
griegos los representaron de todas las formas en que les fue posible como no
griegos.
5
Sin embargo, es probable que los dominantes Argeadas hayan estado más o
130
menos helenizados desde por lo menos inicios del siglo V, en que vemos que
establecieron relaciones culturales con los griegos meridionales. Los reyes
aseguraban descender de Zeus; Alejandro I participó en los Juegos Olímpicos, siendo
al parecer el primer macedonio en hacerlo, persuadiendo a los jueces de su helenidad
enumerando a sus antecesores que se remontaban hasta los reyes de Argos. Parece
haberse supuesto que los macedonios del pueblo, pese a su dialecto, no eran tan
griegos como sus reyes —Heródoto define a Amintas (c. 500) como «griego que
gobierna a los macedonios» (5. 20)—
6
pero, pese a las controversias antiguas y
modernas, es claro que los macedonios en su conjunto eran grecohablantes. Aunque
la élite se comunicaba naturalmente con otras élites en un griego normalizado, tal vez
ático, los macedonios comunes y corrientes parecen haber hablado un dialecto del
griego, aunque con préstamos del ilirio y el tracio lo que dio pábulo a sus
detractores.
7
Si es necesaria una prueba de la complejidad de Macedonia en esa época, uno
puede aportar los fragmentos del papiro literario griego más antiguo conservado, un
rollo carbonizado encontrado en una tumba colectiva de c. 340-320 en Dervéni cerca
a Tesalónica. Contiene parte de un texto filosófico sobre la cosmología presocrática y
órfica compuesto alrededor de 400, y seguramente tuvo una importancia religiosa
para el hombre en cuya pira funeraria fue colocado. El rollo de Dervéni proporciona
una prueba del alto nivel cultural de la aristocracia.
8
Macedonia era una monarquía con un territorio muy amplio; su capital estaba
en Aigai. En muchas áreas remotas que los reyes reclamaban era difícil garantizar la
lealtad de los aristocratas locales. Tucídides esboza un cuadro de una sociedad
cuasifeudal: «los lincestas, los elimiotas y otros pueblos del interior que son aliados y
súbditos suyos, pero conservaron sus propios reyes» (2. 99). Sin embargo, hacia las
postrimerías del período clásico, todo el reino, fuera de la propia tierra del rey, estaba
compuesto por territorios cívicos centrados generalmente alrededor de un centro
urbano. En las «nuevas tierras» más allá del Axio y el Estrimón, sobre las cuales
Filipo II restauró la hegemonía macedónica, éstos podían ser agrupados en
sympoliteiai (ciudades coligadas). Al oeste de la meseta central, más allá de las
montañas, las confederaciones de aldeas, llamadas ethnê subsistían desde las épocas
anteriores (ahora se considera que se basaban en lo geográfico antes que en lo tribal).
En el «antiguo reino» la forma política dominante era la polis. Las zonas fuera del
territorio nuclear tales como Tesalia, Tracia (que estaba gobernada por un stratêgos)
y Peonia no eran formalmente parte del reino. Como estado, Macedonia, tanto antes
como después de Alejandro, puede ser descrita como un estado monárquico federal,
en oposición a los estados federales republicanos que surgieron en la Grecia
meridional (pp. 158-165).
9
El rey ejercía el poder a través de un consejo o synedrion
cuyos miembros, en teoría, podía escoger; en la práctica, no obstante, había un
«gabinete de cámara» que reunía a los hombres más poderosos, al cual los demás
jefes del ejército y delegados de las poleis podían ser invitados a asistir.
10
Macedonia poseía ciudades griegas sometidas o «aliadas», principal o
exclusivamente en la costa. Algunas fueron originalmente colonias de los estados
griegos meridionales; bajo Filipo se convirtieron en súbditas de Macedonia. Su
posición era de ese modo diferente a la de las poleis griegas meridionales, aunque no
estaban solas en tener que lidiar con un poder real externo a la vez que mantenían su
carácter ciudadano. Para los reyes macedonios, representaban más que simples
baluartes estratégicos y fuentes de tributo, peajes y fuerza de trabajo. Era importante