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Como con otras intervenciones reales en las
poleis griegas, es posible que
sólo un grupo de ciudadanos sacara ventajas de las acciones de Demetrio, que mostró
cierto desdén por la sensibilidad de la polis en Atenas en 304-303 y en 303-302,
haciéndose sumamente impopular, si hemos de confiar en nuestras fuentes, por su
estilo de vida inmoral y complaciente. Esto se tradujo en el campo político, por
ejemplo, cuando un joven persuadió al rey de exigir a los magistrados que eximieran
a su padre de una fuerte multa que debía pagar (Plut. Demetr. 24). Esta vez, los
ciudadanos se negaron, pero en 302 se les convenció de cambiar el nombre de un
mes temporalmente para que los misterios eleusinos (las festividades oficiales de
Démeter y Coré realizadas en Eleusis) pudieran ser repetidos en beneficio de
Demetrio especialmente (Plut. Demetr. 26).
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En 302 Demetrio expulsó a las guarniciones de Casandro de Tesalia, pero su
éxito fue limitado por la guerra contra Lisímaco y Seleuco en el Asia Menor, que
terminó con la guerra de los Antigónidas en Ipso (301). Los atenienses decretaron
que jamás se diera entrada a ningún rey en la ciudad (Plut. Demetr. 30. 4). No sería la
última vez que adoptarían una posición de neutralidad, y fueron premiados con dones
de grano tanto por Casandro como por Lisímaco en 299, pero probablemente
perdieron Lemnos e Imbro.
No es seguro si Casandro hizo algún intento activo de recuperar el control de
otras ciudades meridionales. Desempeñó un papel en suspender la democracia en
Atenas, al alentar a Lacares, stratêgos de los extranjeros y antiguo (se dice) campeón
del demos, a convertirse en tirano
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(Paus. 1. 25, Austin 23; véase también FGH
275a, Burstein 5, extractos de un papiro cronológico del siglo II a.C). Lacares parece
no haber interferido de otro modo con la constitución. Es posible que acordara las
urgentes donaciones de grano y quizá la construcción de una nueva stoa en el
santuario de Asclepio.
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La muerte de Casandro en 297 dio a Demetrio I la oportunidad de sitiar la
ciudad. Los atenienses sufrieron terriblemente. Pagaban 300 dracmas por un
medinnos de trigo que normalmente costaba unas 5 dracmas y comían ratones
mientras que Demetrio talaba las cosechas (Plut. Demetr. 33-34). En 295 expulsaron
a Lacares, y Demetrio les dio 100.000 medimnoi de grano. Aunque se le entregaron
El Pireo y Muniquia, Demetrio fue tan lejos que se le autorizó a poner una
guarnición en el monte Museo, al suroeste de la Acrópolis (Plutar. Demetr. 34); antes
había sido él quien sacara a la guarnición de Muniquia. Demetrio recibió honores
para reemplazar aquellos que habían sido otorgados en 307 y después rescindidos —
un mes nombrado en su honor, una nueva festividad de Demetria (Plut. Demetr.
12)—, pero mientras aseguraba que daba a los atenienses los magistrados que éstos
deseaban, hizo que la boulê se convirtiera en un cuerpo electo, antes que designado
por sorteo, y su flota permaneció en El Pireo. Un arconte epónimo que, sin
precedente alguno, había permanecido ilegalmente en el cargo por dos años seguidos,
Olimpiodoro, fue probablemente el representante de Demetrio para supervisar la
ciudad, tal como el historiador Jerónimo de Cardia lo hacía en Beocia.
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El último
decreto de Calías de Esfeto (más abajo) designa a este período como una
«oligarquía».
Por otra parte, mucho antes el rey se ausentó permanentemente para controlar
grandes zonas del Peloponeso, ejercer influencia en Beocia y en 294 recuperar
finalmente Macedonia, que había sido perdida en Ipso. En 291 o 290 visitó Atenas,
donde el pueblo lo celebró como un dios y lo llamó en su ayuda contra los etolios,
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que se habían apoderado del santuario de Delfos. En Atenas fundó un sustituto de los
juegos pitios de Delfos (Plut. Demetr. 49. 7-8), pero la invasión de Etolia fue
rechazada por Pirro del Épiro. Sin embargo, su objetivo final era reconquistar Asia y
Egipto, y encargó quinientas naves de guerra en los astilleros de El Pireo, Corinto,
Calcis y Pela (Plut. Demetr. 43), pero en 288 su dominio de Macedonia terminó a
causa de la invasión de Pirro y Lisímaco, y por el envío de una flota de Ptolomeo al
Egeo.
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En 287 o 286 Atenas se sublevó otra vez. Dirigidos por el antiguo títere de
Demetrio, Olimpiodoro, los atenienses asaltaron la guarnición macedonia. Muchos
años después, en 270-269, la asamblea de Atenas aprobó un decreto en honor de
Calías de Esfeto, que revela la preocupación del pueblo por el suministro de grano en
esa época:
El pueblo (corona a) Calías hijo de Timocares, de Esfeto...
Resuelto por el consejo y el pueblo ... puesto que, en el momento
del levantamiento del pueblo contra aquellos que estaban ocupando la
ciudad, cuando el pueblo expulsó a los soldados de la ciudad pero el
fuerte en el Museo estaba todavía ocupado, y la guerra arrasaba en el
campo debido a los (soldados) de El Pireo, y Demetrio estaba viniendo
con su ejército desde el Peloponeso contra la ciudad, Calías, al saber del
peligro que amenazaba la ciudad, escogió mil soldados que estaban
acantonados con él en Andros, les dio salarios y raciones de comida, y
vino inmediatamente a rescatar a la gente de la ciudad, actuando según la
buena voluntad del rey Ptolomeo (I) hacia el pueblo, y conduciendo a los
soldados que lo seguían al campo, protegió la cosecha del grano,
haciendo todos los esfuerzos para asegurar que se llevara a la ciudad
tanto grano como fuera posible...
(Austin 44, Burstein 55)
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El resto de la inscripción nos informa de que Calías ayudó a Ptolomeo a
negociar con Demetrio en favor de Atenas, y después (283-282) consiguió una
donación de 50 talentos de plata y 20.000 medimnoi de grano del nuevo corregente,
Ptolomeo II. Más tarde Calías dirigió la embajada sagrada ateniense a la primera
Ptolomea, y hacia 270-269, cuando sus conciudadanos le concedieron una corona de
oro, una estatua de bronce y un asiento de honor, estaba al servicio de Ptolomeo de
modo permanente.
Las sublevaciones de 287 o 286 no consiguieron la liberación de El Pireo ni
de las fortificaciones rurales, menos aún una ruptura absoluta con Macedonia, pero
Demetrio concedió una cierta independencia. Su atención probablemente estaba
puesta en la inminente invasión de Asia. El Pireo había tenido tropas acantonadas
desde 295, y seguiría así (como Salamina) hasta 229; un segundo ataque de los
atenienses una vez que Demetrio hubo vuelto la espalda resultó vano. Eleusis fue
reconquistada alrededor de 286-285, Ramnunte antes de 268, pero Sunion se
mantuvo macedonia hasta 268. Podría ser que después de la recuperación de Eleusis
los atenienses introdujeran el sistema de dos generales (stratêgoi), uno en Eleusis, y
el otro responsable del Ática oriental y meridional.
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Una vez más la libertad (relativa) de los atenienses dependía de cómo las
potencias más poderosas estuvieran dispuestas a tratarlos. Seleuco optó por devolver
Lemnos a Atenas en los últimos años de su vida (poco después de arrebatársela a