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produjeron obras menos innovadoras en el período helenístico, y fueron
ensombrecidas por las nuevas modas del estoicismo y el epicureismo. Estas eran dos
de las llamadas «escuelas» en que los escritores modernos así como les antiguos han
clasificado usualmente a los filósofos del período. Otras escuelas eran los cínicos, los
escépticos y los utópicos. Sin embargo, se diferenciaban en el grado en que eran
asociaciones estrictamente definidas con estructuras y adhesiones formales. Muchos
de los miembros de una escuela particular eran instruidos por un filósofo y
permanecían en su círculo, uno de ellos heredaría la dirección del grupo; pero en
algunos casos las etiquetas aceptadas pueden oscurecer no sólo las diferencias entre
los miembros de una misma escuela, sino también las yuxtaposiciones entre las
enseñanzas de las diversas escuelas.
Nuestro conocimiento detallado de la obra de los filósofos posteriores a
Aristóteles y Teofrasto, y de sus escritos, es intermitente. Algunos pasajes continuos
de Epicuro se preservan en papiros carbonizados de Herculano en Italia, enterrados
en 79 d.C. por la erupción del Vesuvio; los libros casi con toda seguridad provienen
de la biblioteca de Filodemo, un maestro epicúreo que pasó tiempo en Herculano.
Quedan algunas cartas y aforismos (dichos cortos, sucintos) de Epicuro. De otros
filósofos sólo tenemos citas breves, o listas de títulos de sus libros,
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por lo demás, la
mayor parte de lo que conocemos proviene de Diógenes Laercio. Por suerte, quizá
significativamente, dedicó más espacio a los fundadores del estoicismo y el
epicureismo que a cualquier otro filósofo, a excepción de Platón.
La academia, el Liceo (Peripatético) y el escepticismo
A comienzos del siglo IV, Platón fundó la Academia en Atenas. Su nombre,
Akademeia (o
Hekademeia) no tenía connotaciones de escolástica en la torre de
marfil, como ocurre con nuestra palabra «académico», sino que se refería al santuario
del héroe ático Academo (o Hekademos) en las afueras de los muros de la ciudad,
donde el círculo de Platón solía reunirse. En sus primeros diálogos desarrolla las
ideas de su mentor Sócrates, quien no dejó obra escrita y fue ejecutado por impiedad
por los antenienses en 399. Platón sustenta la existencia de verdades y valores
eternos, e imagina una sociedad ideal gobernada por reyes filósofos. Su «idealismo»
fue moderado por sus sucesores, y bajo Polemón (director de la Academia desde
314) el acento se puso en la ética (cuestiones prácticas en torno a la conducta
correcta). Platón no había descuidado este campo, pero su filosofía resultaba difícil
de poner en práctica, y el énfasis principal acabó poniéndose en interpretar su obra a
la luz de la filosofía ética. El platonismo tuvo una larga vida, que culminó en la obra
neoplatónica de Plotino, un griego del siglo III d.C.
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Aristóteles (384-322 a.C), del pueblo griego de Estágira en Macedonia,
estudió en la Academia pero la abandonó. Volvió a Atenas en la década de 330 y
enseñó en el Liceo (Lykeion, el área circundante del santuario de Apolo Lykeios) o
Peripatético (El Paseo, después un lugar de reunión en la misma área); este último
dio nombre a la escuela peripatética de filosofía.
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Sus preocupaciones, como las de
otros continuadores de Platón, eran más pragmáticas que las de éste, como lo
demuestran sus obras sobre ética (tales como Eudemo y Ética nicomaquea). Antes
que intentar llegar a las verdades universales y sacar reglas de conducta generales a
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partir de ellas, tomó como punto de partida lo que las personas realmente hacían y
por qué. Su actitud se refleja en sus numerosas obras sobre las ciencias naturales;
fue, por ejemplo, el pionero de la clasificación biológica, un campo en que su trabajo
resultó inmensamente importante —quizá excesivamente— hasta después de la Edad
Media.
Bajo Teofrasto (c. 371 -c. 287), ciudadano de Eresos en Lesbos y sucesor de
Aristóteles, el Liceo se convirtió en un instituto filosófico regular. Además de la
filosofía natural, Teofrasto se ocupó de la retórica y el estilo literario, la poesía, la
comedia y (en los Caracteres) sobre la naturaleza humana; era también conocido,
principalmente entre sus contemporáneos, como historiador de la filosofía.
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Uno de
sus asociados fue el dictador ateniense Demetrio de Falero (Dióg. Laer. 5. 75-85),
que intervino en ayudar a Ptolomeo I a organizar su biblioteca y el Museo (capítulo
7) y es notable por haber formado la primera colección de las Fábulas de Esopo.
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El
sucesor de Teofrasto como jefe del Liceo, Estratón, fue un prolífico investigador de
los fenómenos naturales, pero no queda ninguna obra suya. La información sobre el
trabajo de Estratón y sus sucesores en el Liceo es escasa; sin embargo, en el siglo I
a.C, sabemos que el redescubrimiento de los manuscritos de Aristóteles promovió un
interés renovado en su obra.
Principales miembros de las «escuelas» filosóficas.
La Academia
c. 369 I Platón (de Atenas) (427-347) (Dióg. Laer. 3)
347 II Speusipo de Atenas (c. 497-339)
339 III Jenócrates de Calcedonia (c. 396-314), se iría con Aristóteles en
347
314 IV Polemón de Atenas (Dióg. Laer. 4.16-20)
270 V Crates de Atenas (Dióg. Laer. 4. 21-23)
VI Argesilao de Pitane (m. 242/241) (Dióg. Laer. 4.28-45)
Carneades de Cirene (c. 129/128) (Dióg. Laer. 4. 62-66)
Plotino («neoplatónico», c. 205-270 d.C), ensayos publicados por
Porfirio c. 301-305 d.C.
El Peripatético o Liceo
I Aristóteles de Estagira (384-322) (Dióg. Laer. 5.1-35)
Aristógeno de Taras (c. 370-después de 322), estudió la armonía y el
ritmo
322 II Teofrasto, establecimiento formal de su escuela (372/370-288/286)
(Dióg. Laer. 5.36-57)
288/6 III Estratón de Lampsaco (c. 328-270/267) (Dióg. Laer. 5.58-64)
El Jardín de Epicuro
307/6 I Epicuro (Epicuro de Atenas, nacido en Samos) (341- 271)
(Dióg. Laer., libro 10)
Filodemo de Gadara (c. 110-40/35), quedan algunos fragmentos y
epigramas
Diógenes de Oinoanda (n. c. 150/160 d.C), autor de una larga
inscripción que sintetiza las ideas epicúreas