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Desde 301 hasta la narración de Polibio en 229 a.C., no hay un relato
continuo; lo más próximo a una narración que tenemos es una versión de segunda
mano de una obra perdida escrita a finales del siglo I a.C. o inicios del siglo I d.C.
Pompeyo Trogo, un galo romanizado de la Galia Narbonense, escribió sus Historias
Filípicas en el reinado de Augusto. Han quedado en la forma de un epítome
(resumen) de Justino (M. Iunianus Iustinus), un escritor de fecha incierta, quizá de
finales del siglo II d.C.
23
El sumario tiene 262 páginas de traducción al inglés [en la
versión castellana de Gredos, suman 457 pp.]; el original fue probablemente de cinco
a diez veces más largo. Los resúmenes de libros individuales variaban de longitud
entre una y diecinueve páginas, y eran particularmente cortos en los períodos medio
y tardío; los libros 26-35 (272-145 a.C.) ocupan tan sólo unas setenta páginas en la
versión castellana. La conservación de la obra se debe a su popularidad en la Edad
Media, cuando el epítome era ampliamente leído en términos relativos, junto con una
serie de prologi (índices de contenido) de autoría indeterminada; éstas son
independientes de Justino puesto que evitan algunos de sus errores. Tanto su
brevedad como su relativa precisión son ilustradas por el prologus del libro 27, que
abarcaba nada menos que la historia de veinte años (246-226/115 a.C). La siguiente
cita mantiene la grafía latina en los nombres:
24
En el volumen vigésimo séptimo se contiene lo siguiente: la
guerra de Seleuco (II Calinicus) en Siria contra Ptolomeus Trifo;
igualmente en Asia contra su hermano Antiocus Hiérax, guerra en la que
fue vencido por los galos en Ancura; y cómo los galos, vencidos en
Pergamum por Atalus, mataron al bitinio Zielas. Como Ptolomeus (III)
mató a Adeus, después de haberlo hecho prisionero por segunda vez, y
Antigonus venció a Sofron en Andros, en una batalla naval. Cómo
Antiocus, derrotado por Seleucus III Calinicus en Mesopotamia, escapó
de Ariamenes, que maquinaba contra él, y después huyó de los
guardianes de Trifo; matado Antiocus por los galos, también su hermano
Seleucus murió, y Apaturius mató al mayor de sus hijos.
(Trogo, Prólogos, 27)
Un ejemplo de las deficiencias de Justino, o de cómo sus intereses eran
diferentes a los nuestros, es que en el epítome más completo del mismo libro deja de
nombrar por completo la batalla de Ancura (hoy Ankara), y erróneamente se refiere a
Átalo de Pérgamo como «el rey de Bitinia, Eumenes» (27.3.1).
La obra de Trogo abarcó el Oriente Próximo (libros 1-6), Macedonia (7-12),
los reinos helenísticos (13-40) y la historia de los partos (41-42); añadida a ésta están
los primeros reyes de Roma (43) y la historia de España y Cartago (44). Las
secciones helenísticas incluían muchos episodios de la historia siciliana y
cartaginesa, y el epítome de Justino de los libros 24-25 preserva un valioso relato de
las invasiones gálatas de Grecia, así como una notable historia que pretende mostrar
cómo Ptolomeo Cerauno (Trueno), hijo de Ptolomeo I, engañó a su hermana (media
hermana) Arsínoe II para que se casara con él y mató a los hijos de ella, de modo que
pudo quitarle la ciudad de Casandrea (24, 2-3), un caso raro de una narración
específica sobre los primeros Ptolomeos, aunque no más confiable por ello. Justino
es la principal fuente de ciertos episodios, tales como un golpe en la ciudad
peloponesia de Elis alrededor de 270 a.C. (26, 1-4); en este caso particular el epítome
y el prólogo apenas si se yuxtaponen.
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El epítome de Justino es efectivamente una selección personal antes que un
sumario literal, y puede demostrarse que es impreciso y confuso en muchos puntos;
pero su posición se ha elevado al reconocerse que Trogo puede haber usado
ampliamente a Posidonio (directamente o a través de un historiador intermediario), y
que Justino y los prólogos son particularmente importantes para la historia griega
occidental y cartaginesa.
El último gran historiador, particularmente importante para el período
helenístico tardío, es Apiano de Alejandría (últimas décadas de la primera mitad del
siglo II d.C.). Más o menos contemporáneo de Arriano, trabajó como abogado en
Roma y tuvo un cargo público bajo el emperador Antonino Pío. Su historia de Roma
comprende varios libros que describen determinados pueblos y cómo los romanos los
conquistaron. El libro 9, la Makedoniké (Historia macedónica), es fragmentario, pero
los tres siguientes han quedado completos. El breve libro 10, Ilyriké (Historia iliria)
se centra en la intervención de Roma en la Grecia noroccidental en 230-119 y 50-33
a.C. El libro 11, Syriaké (Historia siria, generalmente llamado Las guerras sirias)
describe con detalle la guerra de Antíoco contra los romanos (caps. 1, 1-7. 44) y
resume la historia seléucida tardía hasta la conquista romana y la época posterior
(caps. 8. 45-51, 11. 66-70). Una digresión sobre los acontecimientos previos (caps. 9.
52-11. 66) contiene el famoso esbozo de Seleuco I y sus triunfos. El libro
duodécimo, el extenso Mithradateios (o Mithridateios; Las guerras de Mitridates)
narra las tres guerras de Mitridates (o Mitradates) VI Eupátor contra los romanos,
conservando episodios clave tales como la masacre de los romanos en Asia Menor
(cap. 4. 22-3)), la tiranía de Aristión en Atenas, y la captura de la ciudad por Sila
(cap. 5. 28-6. 41). Apiano hace más que resumir sus fuentes para nosotros; preserva
material de obras perdidas de Jerónimo de Cardia, Polibio, y sobre todo del tratado
antirromano Sobre los reyes de Timagenes de Alejandría, escritor del siglo I (FGH
88).
Para el período 69 a.C.-46 d.C. también tenemos los libros 36-60 (de los
ochenta libros originales) de la
Historia romana de Casio Dión (c. 164 d.C-después
de 229), otro griego miembro de la clase senatorial de Asia Menor. Los libros que
quedan se refieren principalmente a la historia romana, pero contienen importantes
datos para las fases tardías de las guerras mitridáticas de Roma (véase el capítulo 10).
Otras fuentes con contenido histórico
Los escritores no griegos que escribieron en griego son una fuente ocasional
pero esencial de datos. Para la historia de los judíos bajo el régimen seléucida,
particularmente el conflicto con Antíoco IV en el siglo II a. C, los libros primero y
segundo de los Macabeos, ambos en griego, son una fuente clave (pp. 289-290, 330),
mientras que Josefo (siglo I d. C), otro ejemplo de literatura greco-judía (p. 289), nos
da más apreciaciones de éste y otros episodios.
Babilonia y Egipto tienen cada una un portavoz. Quedan los escuetos
fragmentos de la Babyloniaka del sacerdote babilónico Beroso (p. 285), quien, se
dice, la dedicó a Antíoco I (r. 280-261). Se afirma que fundó una escuela para
astrólogos en la isla de Cos, que estaba dentro de la esfera ptolemaica (Vitruvio 10.
6.2). En la antigüedad su obra fue leída principalmente en la forma de un sumario por