92
por sus armoniosas relaciones no sólo con los hijos bellos y legítimos que tuvo, sino
también con su nuera (Austin 204, OGIS 308). La formulación de sus virtudes y
logros en términos tan estrechamente vinculados con su papel de esposa y madre es
característica del énfasis que se proyectaba sobre el rey y sus parientes, en particular
de los Atálidas, como familia modelo.
LA NEGOCIACIÓN DEL PODER
La «libertad griega» y los reyes
Parte del deber de un rey era dar muestra patente de respetar la libertad de las
comunidades griegas en su territorio. Los documentos registran los esfuerzos de los
generales y los reyes por convencer a las ciudades de que estaban luchando por su
libertad. Esta reclamación, hecha en el siglo V por los espartanos y sus aliados,
cuando luchaban contra la Atenas imperial, fue posiblemente expresada antes por el
regente Poliperconte en 319. Diodoro (18.55) informa de que Poliperconte y sus
consejeros, al hacer frente a una alianza de Casandro, Antigono y Ptolomeo,
decidieron
dar libertad a las ciudades griegas y derrocar a las oligarquías
establecidas en ellas por Antípatro: pues de este modo debilitarían la
influencia de Casandro y también se asegurarían una mayor gloria y
muchos aliados de consideración.
El cambio, no obstante, estaba redactado en términos de un decreto de los
reyes, y en verdad representaba otra invasión de la independencia de la ciudad. El
decreto concluye:
Los griegos hemos de aprobar un decreto de que ninguno se
oponga a nosotros, y que si uno desobedece, sea exiliado el responsable
junto con su familia, y sus bienes confiscados. Hemos ordenado a
Poliperconte que siga de cerca este negocio así como los demás.
Obedecedle, como ya os hemos escrito anteriormente; pues si alguno deja
de respetar estas órdenes, no lo toleraremos.
(Diod. 18, 56)
Varios años después, en el 314, en la más famosa de tales declaraciones (pero
en modo alguno la última), Antigono denunció a Casandro en una asamblea general
de su ejército, mencionando los crímenes contra la familia de Alejandro y
proclamando que
93
todos los griegos eran libres, exentos de guarniciones y autónomos.
Cuando los soldados votaron la moción y Antigono despachó mensajeros
a todas partes para anunciar el decreto. He aquí su razonamiento: las
esperanzas de los griegos en la libertad los convertirían en aliados llenos
de celo en la guerra, mientras que los generales y los sátrapas de las
satrapías superiores, que sospechaban que Antigono trataba de derrocar a
los reyes que habían sucedido a Alejandro, cambiarían de opinión y se
someterían prontamente a sus órdenes cuando vieran claramente que
emprendía la guerra en su favor...
Ptolomeo, habiendo sabido del decreto concerniente a la libertad
de los griegos que los macedonios junto con Antigono habían aprobado,
puso por escrito una proclama con casi las mismas palabras haciendo
saber a los griegos que él no se preocupaba menos por su autonomía que
Antigono. Cada parte veía que ganar la devoción de los griegos sería de
no poca importancia, y de este modo rivalizaban por otorgarles favores.
(Diod. 19. 61, Austin29)
Igualmente, en una inscripción de Skepsis en la Tróade (Asia Menor
noroccidental), en una de las muchas copias expuestas en diferentes poleis, hace
amplias afirmaciones acerca de cómo tratará a los griegos:
Hemos escrito una cláusula en el acuerdo de que todos los
griegos deberían unirse para proteger su libertad y autonomía mutuas, en
la creencia de que durante nuestra vida serían en toda la expectativa
humana conservados, pero que en el futuro, estando los griegos y los
hombres en el poder unidos por juramento, la libertad de los griegos sería
garantizada con mucha más seguridad.
(Austin 31, BD 6, Harding 132, RC 1, OGIS 5).
26
Autonomía (al menos en una interpretación reciente) significaba no
meramente «autonomía», la libertad de aprobar leyes; significaba independencia
real.
27
En tales proclamas había una disyuntiva irreconciliable entre la libertad como
beneficio del rey y la libertad desde el punto de vista de la ciudad y su clase
dominante, para quienes la libertad no era real si se trataba de algo otorgado y
retirado al capricho del rey, «una condición pasiva».
28
Sin embargo la última frase del extracto deja claro que era un proceso doble,
una observación que deriva de la fuente principal de Diodoro sobre los diadocos,
Jerónimo de Cardia. Es demasiado simple ver a los reyes como embusteros; las
ciudades hostiles eran en potencia sumamente problemáticas, y un rey al que se
considerara estar «contra» la libertad griega estaba destinado a que no le fuera muy
bien. En este sentido, en ocasiones las ciudades griegas pudieron influir en su destino
con un buen resultado.
A veces uno se puede preguntar si los cacareados logros de los reyes fueran
bien recibidos por las ciudades, como cuando Lisímaco refundo Éfeso. Un extenso
documento de finales del siglo IV (Austin 40, BD 7, RC 3-4, Syll3 344)
29
registra el
minucioso planeamiento implicado en el esquema de Antígono I de «sinoicizar» —
fusionar en una sola ciudad— la diminuta polis de Lebedos en Jonia con su vecina
mayor de Teos, y posiblemente trasladar ésta a un nuevo lugar. Como señala Austin
en su comentario: «resulta evidente que el plan era el del propio Antígono, impuesto
a colectividades reacias y en efecto el sinoicismo nunca se efectuó».
30
Sin duda los