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La Stoa
c. 301 I Zeno (Zenón) de Citio (c. 333-c. 261) (Dióg. Laer. 7.1-160)
c.261 II Oleantes de Aso (c. 332-232) (Dióg. Laer. 7.168-176)
232 III Crisipo de Soli (c. 280-C.206) (Dióg. Laer. 7.179-202)
Esfera de Borístenes (fl. década de 220) (Dióg. Laer. 7.177-178)
c. 206 IV Zenón de Tarsos
V Diógenes de Babilonia (c. 240-c. 152)
Blosio de Cumas (fl. década de 130)
c. 152 VI Antípatro de Tarso (m. 129)
129 VII Panecio de Rodas (c. 185-109)
Posidonio de Apamea (c. 135-C.55)
Epícteto (c. 50-120 d.C), obras publicadas por Arriano
Marco Aurelio (121-180 d.C; emperador 161-180)
Los escépticos
(nota bene: La Academia también adoptó el escepticismo bajo
Arquesilao)
Pirrón de Elis (n. c. 365) (Dióg. Laer. 9.61-108)
Timón de Fleio (c. 320-230) (Dióg. Laer. 9.109-116)
Sexto Empírico (finales del siglo II d.C.)
Los cínicos
(no es una escuela formal)
Diógenes de Sinope (contemporáneo de Aristóteles) (Dióg. Laer. 6.20-
81)
Crates de Tebas (c. 365-285), influencia a Zenón (Dióg. Laer. 6. 85-93)
Bión de Borístenes (c. 335-c. 246) (Dióg. Laer. 4. 46- 57)
Cercidas de Megalópolis, poeta (siglo III)
Teles (probablemente finales del siglo III)
Menipo de Gadara (siglo III) (Dióg. Laer. 6. 99-101)
El escepticismo comenzó a desarrollarse con Pirrón de Elis (n. c. 365) y
Timón de Flainte (c. 320-230); se remontaba al filósofo del siglo VI, Jenófanes de
Colofón que manifestó su deseo de cuestionar la autoridad convencional de Homero
y Hesíodo. Bajo Arcesilao de Pitane (m. 241) la Academia se acercó a esa postura;
como filosofía del conocimiento el escepticismo afirmaba que la certidumbre era
imposible y que el juicio debía ser suspendido. Sin embargo, un escritor cristiano del
siglo III nos dice que
según Timón, Pirrón declaró que las cosas son todas por igual
indiferentes, inciertas e indeterminables. Por esta razón ni nuestras
percepciones ni nuestros juicios no son ni verdaderos ni falsos. Por tanto
no deberíamos confiar en ellos,sino mantenernos inconmovibles, sin
inclinarnos en ningún sentido, antes bien ser firmes, diciendo, respecto a
cada cosa en particular, que no es más verdad que sea que que no sea, o
que tanto es como no es, o que ni es ni deja de ser. Para aquellos que
adoptan esta actitud la consecuencia será, primero, la reticencia a hacer
afirmaciones, y, en segundo lugar, la libertad de las perturbaciones.
(Eusebio, Praeparatio evangélica, 14. 18. 758 c-d)
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Si Eusebio reflejó exactamente las opiniones de Pirrón, parece que éste no era
un nihilista que negaba la realidad del mundo que percibimos, sino que buscaba lo
mismo que los epicúreos: la felicidad a través de la ausencia de perturbación. El
lector no está obligado a dudar de la evidencia de los sentidos, sino más bien a evitar
engañarse pensando que ésta sea evidencia de la realidad fundamental, la cual es
incognoscible. Esto equivale a un ataque contra los intentos de los filósofos como
Platón y Aristóteles de comprender la naturaleza fundamental del cosmos. Como
dice Diógenes Laercio:
Admitimos que vemos, y reconocemos el hecho de pensar en
algo; pero cómo vemos o cómo pensamos, lo ignoramos. Decimos
descriptivamente que algo parece blanco, mas sin estar seguros por
completo de que realmente lo sea.
(Dióg. Laer. 9. 103 = «Pirrón», 26)
Un filósofo actual podría comentar que es difícil saber en qué podría consistir
ser blanco, más allá de ser percibido como blanco; pero establecer si el enfoque
escéptico es lógicamente sostenible es menos importante para nuestros fines que
ubicarlo en la cultura de su época. El escepticismo era una posición filosófica, pero
implicaba determinadas actitudes por parte del ciudadano si debía ser considerada
como una justificación para desentenderse de la vida pública.
Arcesilao no escribió nada, quizá para evitar la acusación de haber llegado a
unas conclusiones definitivas sobre el mundo. Carneades, de la Academia del siglo
II, siguió su ejemplo, pero muchas de sus ideas fueron preservadas por el político y
orador romano Cicerón (en sus tratados De la naturaleza de los dioses y De la
adivinación), a quien fueron transmitidas por su conocido Antíoco de Ascalón,
miembro de la Academia; también fueron examinadas por Sexto Empírico (Contra
los profesores), un doctor filósofo escéptico de finales del siglo II d.C. Con respecto
a muchos filósofos helenísticos nos apoyamos en fuentes muy posteriores para
obtener un conocimiento detallado de las concepciones escépticas. Carneades
modificó su anterior escepticismo y rebatió tanto el estoicismo como el epicureismo
introduciendo el concepto de probabilidad: observó que aunque las impresiones de
los sentidos no pueden garantizar su propia validez, en la práctica aplicamos ciertos
criterios a las observaciones reales a través de los cuales evaluamos cuan confiables
son.
Por ejemplo, considerando que en el lugar del juicio [esto es, en
un tribunal] están presentes el sujeto que juzga y la cosa que se juzga y el
medio a través del cual se realiza un juicio, y la distancia y el intervalo, y
el lugar, el tiempo, el humor, la disposición y la actividad, de modo que
distinguimos la naturaleza de cada uno de estos factores: el sujeto que
juzga, a menos que su vista sea borrosa (porque una vista de este tipo es
incompetente para hacer un juicio); la cosa a ser juzgada, a menos que
sea demasiado pequeña; el medio a través del cual el juicio se realiza, a
menos que el aire esté en una condición opaca; la distancia, a menos que
sea demasiado grande; el intervalo, a menos que esté comprimido [que
sea demasiado corto]; el lugar, a menos que no se pueda medir; el tiempo,
a menos que sea (demasiado) rápido; la disposición, a menos que sea
considerada insana; y la actividad, a menos que sea inaceptable.