50
los factores locales deben tenerse en cuenta, tales como la decadencia del poder de
los espartanos y la gradual erosión de su territorio en favor de las ciudades más
pequeñas de Laconia.
No parece haber un patrón claro en Grecia, un área para la cual los datos sean
relativamente completos. Uno podría haber supuesto, por ejemplo, que las áreas bajo
el control macedónico se comportaran de forma diferente a las otras; esto no parece
haber sido el caso. Tampoco es evidente, sin más, si la intensificación agrícola en un
área determinada debe tomarse como una medida de la prosperidad o de la crisis. Los
datos sugieren desde luego que los factores locales a veces prevalecieron sobre las
tendencias globales.
Por lo general en el mundo helenístico, desde Grecia occidental hasta
Afganistán, sobre la base de unos cincuenta proyectos de reconocimiento resulta
haber una amplia tendencia —que puede haber estado en marcha antes del inicio del
período— hacia una mayor urbanización, también con variaciones regionales: aquí
una situación estática, allá dispersión de la población en asentamientos rurales con
intensificación agrícola, más allá concentración de la población en las ciudades y
relativo abandono del campo.
68
Los datos son todavía material de análisis, sin
embargo pueden pasar muchos años antes de que los historiadores alcancen el
consenso en torno a cómo leerlos y desenmarañar sus implicaciones sociales.
CONCLUSIÓN
Espero que esta rápida revisión de la gama de testimonios habrá convencido
al lector de que, lejos de tratarse del período histórico inferior por el cual ha sido a
menudo tomado, la época posterior a Alejandro Magno es no sólo rica en
testimonios, sino que plantea cuestiones decisivas para la interpretación histórica que
toda sociedad que se llame civilizada haría bien en considerar. No menos que el
período clásico, este fue un período de rápido cambio social y cultural. Los cambios
en la ubicación del poder político y en cómo se configuró la autoridad política y
religiosa; el enfrentamiento (o, si se prefiere, el intercambio de información) de
culturas presuntamente extrañas; la lucha económica (o la simbiosis) del campo y la
ciudad; los roles sociales desempeñados por los creadores de literatura, filosofía y de
todo tipo de escritos académicos; los posibles cambios en la construcción del papel
del individuo en la sociedad civil y como miembro de un grupo sexual; todos estos
aspectos, y otros, hacen que el período helenístico sea especialmente digno de ser
investigado, y nos desafía a examinar nuestros presupuestos de cómo las sociedades
se
estructuran
y
qué
factores
son
esenciales
en
su
evolución.
1
Véase una deconstrucción exhaustiva y autorizada del término y sus usos en R. Bichler,
"
Hellenismus": Geschichte und Problematik eines Epochenbegriffs (Darmtadt, 1983)
51
2
J. G. Droysen, Geschichte des Hellenismus 1 (Gotha, 1877-1878). Sobre la invención del término y
los predecesores intelectuales de Droysen (incluidos Heyne, Niebuhr, Letronne y Boeckh), véase
Momigliano, «J. G. Droysen between Greeks and Jews», History and Theory, 9 (1970), pp. 139-153;
reproducido en Quinto Contributo, i, 109-126; en id., Essays inAncient and Modern Historiography
(Oxford, 1977), cap. 18 (pp. 307-323), y en A. D. Momigliano, Studies in Modern Scholarship
(Berkeley, CA, etc. 1994), cap. 10 (pp. 147-161).
3
La obra de Droysen fue particularmente importante en la traducción francesa de A. Bouché-Leclercq
et al., titulada
Histoire de hellenisme (París, 1883-1885). Entre los estudios científicos de instituciones
particulares escritos en las siguientes generaciones y todavía citados hoy en día están la obra de E. R.
Bevan sobre los Seléucidas (The House of Seleucus, Londres, 1902) y las propias historias de Bouché-
Leclercq sobre los Ptolomeos y los Seléucidas (Histoire des Lagides, París, 1903-1907; Histoire de
Séleucides (323-64 avant J C), París, 1913-1914.
4
J. Kaerst, Geschichte des hellenistischen Zeitalters, ii, 1: Das Wesen des Hellesnismus (Leipzig y
Berlín, 1909) sigue a Droysen al plantear una «hellemstische Gesamtkultur». También subraya la
relevancia de la historia helenística para los problemas de su propia época, y protesta contra el
diletantismo y el enfoque filológico (pp. v-vii).
5
K. J. Beloch, Griechische Geschichte 2 (Estrasburgo, Berlín y Leipzig, 1912-1927), iv. 1-2. Sobre
Beloch, su preferencia por la cultura griega antes que la romana, su simpatía por el capitalismo
burgués y sus tendencias modernizantes, véase Momigliano, Studies, cap. 8 (pp. 97-120), esp. 110-
111.
6
C. Schneider, Kulturgeschichte des Hellenismus (Munich, 1967-1969), en una exhaustiva síntesis de
documentos y artefactos (no ilustrada) distingue (en ii, pp. 963-988) cuatro fases del «helenismo»,
temprano (hasta 280), alto (280-220), crisis e invasión romana (hasta 133) y tardío (en el período
impenal). Incluso este enfoque matizado resulta demasiado esquemático, y la idea de que la cultura
griega conquistó la cultura oriental y romana («Der Spáthellenismus bedeutet den Sieg des
Gnechischen über den Orient und das Lateinertum im geistigen, künstlerischen, Philosophischen,
religiósen und allgemein menschlichen Bereich» [«El helenismo tardío significa el triunfo de lo griego
sobre lo oriental y lo latino, en la esfera espiritual, artística, filosófica, religiosa y humana en general»]
ii, p. 983) no parece sostenible ya. Para una crítica demoledora de un punto de vista más extremo,
véase la reseña de H. Bengston, Die hellenistische Weltkultur (Stuttgart, 1988) por A. Kuhrt en CR
103 [n.° 38] (1989), 286-288.
7
Moralia, 326 d-333 c.
8
Sobre la construcción de lo «oriental» por el moderno colonialismo, véase E Said, Orientalism
(Londres y Nueva York, 1978).
9
A. H. M. Jones, The Greek City: From Alexander to Justmian (Oxford, 1940).
10
Esto se destaca en Schneider, Kulturgeschichte, i, pp. 78-117.
11
Por ejemplo, W. W. Tarn, «Alexander: the conquest of the far east», CAH', vi (1927), cap. 13 (pp.
387-437), esp. pp. 423-437;
Alexander the Great (Cambridge, 1948);
The Greeks in Bacina and India
(Cambridge, 4938, 1951; Chicago, 1985.
12
Rostovtzeff, SEHHW. Véase también Momigliano, «M. I. Rostovtzeff», Cambridge Journal, 7
(1954), pp. 334-346, reimpr. en A. Momigliano,
Studies in Historiography (Londres, 1966), cap. 5
(pp. 91-104); Momigliano, Studies, cap. 3 (pp. 32-43). No intento disminuir la contribución de estos
historiadores; es, desde luego, un mero ejercicio retórico presentar sus diversas euvres de modo tan
reductivo.
13
Por ejemplo, A. Momigliano, Alien Wisdom: The Limits of Hellenization (Cambridge, 1975); id.,
«The fault of the Greeks», en Momigliano,
Essays, cap. 2 (pp. 9-23); id., «Greek culture and the
Jews», en M. I. Finley, ed., The Legacy of Greece: A New Appraisal (Oxford, 1981), cap. 11 (pp. 325-
346). Las personalidades de Tarn y Rostovtzeff dejaron su impronta en la primera edición de la
importante Cambridge Ancient History.
14
M. Hadas, Hellenistic Culture: Fusion and Diffusion (Nueva York, 1959).
15
F. W. Wallbank, Aratos de Sicyon (Cambridge, 1933); id, Philip V of Macedon (Cambridge, 1940);
Wallbank, HW.
16
Véase esp. C. Préaux, L'Économie royale des Lagides (Bruselas, 1939); id., Le monde hellénistique:
la Gréce et l'Orient de la mort dAlexandre a la conquéte romaine de la Gréce (323-146 av. J.-C.)
(París, 1978).
17
J. Ferguson, The heritage of Hellenism (Londres, 1973); id., Utopia and the Classical World
(Londres, 1975). P. Green,
Alexander toActium: The Hellenistic Age (Londres, Berkeley, etc., 1990).