perfeccionadas, adaptadas a condiciones sencillas de vida; es igualmente
compatible con el que algunas formas hayan retrogradado en organiza-
ción por haberse adaptado mejor en cada fase de su descendencia a con-
diciones de vida nuevas e inferiores. Finalmente, la asombrosa ley de la
larga persistencia de formas afines en el mismo continente -de marsupia-
les en Australia, de desdentados en América y otros casos análogos- es
comprensible; pues, dentro del mismo país, los seres vivientes y los ex-
tinguidos han de estar muy unidos genealógicamente.
Considerando la distribución geográfica, si admitimos que durante el
largo transcurso de los tiempos ha habido mucha migración de una parte
a otra del mundo, debida a antiguos cambios geográficos y de clima y a
los muchos medios ocasionales y desconocidos de dispersión, podemos
comprender, según la teoría de la descendencia con modificación, la ma-
yor parte de los grandes hechos capitales de la distribución geográfica.
Podemos comprender por qué ha de haber un paralelismo tan notable en
la distribución de los seres orgánicos en el espacio y en su sucesión geo-
lógica en el tiempo, pues en ambos casos los seres han estado unidos por
el lazo de la generación ordinaria y los medios de modificación han sido
los mismos. Comprendemos toda la significación del hecho portentoso,
que ha impresionado a todo viajero, o sea que en un mismo continente,
en condiciones las más diversas, con calor y con frío, en las montañas y
las tierras bajas, en los desiertos y en los pantanos, la mayor parte de los
habitantes, dentro de cada una de las grandes clases, tienen evidente pa-
rentesco, pues son los descendientes de los mismos antepasados, los pri-
meros colonos. Según este mismo principio de antigua emigración, com-
binada en la mayor parte de los casos con modificaciones, podemos com-
prender, con ayuda del período glaciar, la identidad de algunas plantas y
el próximo parentesco de muchas otras que viven en las montañas más
distantes y en las zonas templadas septentrional y meridional, e igual-
mente el estrecho parentesco de algunos habitantes del mar en las latitu-
des templadas del Norte y del Sur, a pesar de estar separados por todo el
océano intertropical. Aunque dos regiones presenten condiciones físicas
tan sumamente semejantes que hasta exijan las mismas especies, no he-
mos de sentirnos sorprendidos de que sus habitantes sean muy diferen-
tes, si estas regiones han estado separadas por completo durante un lar-
go período; pues como la relación de unos organismos con otros es la
más importante de todas, y como cada una de las dos regiones habrá re-
cibido en diversos períodos y en diferentes proporciones colonos proce-
dentes de la otra o de otros países, el proceso de modificación en las dos
regiones habrá sido inevitablemente diferente.
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Según esta teoría de la migración con modificaciones subsiguientes,
comprendemos por qué las islas oceánicas están habitadas sólo por pocas
especies y por qué muchas de éstas son formas peculiares o endémicas.
Comprendemos claramente por qué especies que pertenecen a aquellos
grupos de animales que no pueden atravesar grandes espacios del océa-
no, como los batracios y los mamíferos terrestres, no habitan en las islas
oceánicas, y por qué, por el contrario, se encuentran frecuentemente en
islas muy distantes de todo continente especies nuevas y peculiares de
murciélagos, animales que pueden atravesar el océano. Casos tales como
la presencia de especies peculiares de murciélagos en islas oceánicas y la
ausencia de todos los otros mamíferos terrestres son hechos absoluta-
mente inexplicables dentro de la teoría de los actos independientes de
creación.
La existencia de especies muy afines o representativas en dos regiones
cualesquiera implica, dentro de la teoría de la descendencia con modifi-
cación, que en otro tiempo habitaron ambas regiones las mismas formas
progenitoras, y encontramos casi invariablemente que, siempre que mu-
chas especies muy afines viven en dos regiones, algunas especies idénti-
cas son todavía comunes a ambas. Siempre que se presentan muchas es-
pecies muy afines, aunque distintas, se presentan también formas dudo-
sas y variedades pertenecientes a los mismos grupos. Es una regla suma-
mente general que los habitantes de cada región están relacionados con
los habitantes de la fuente más próxima de que pueden haber provenido
inmigrantes. Vemos esto en la notable relación de casi todas las plantas y
animales del archipiélago de los Galápagos, de la isla de Juan Fernández
y de otras islas americanas con las plantas y animales del vecino conti-
nente americano, y de los del archipiélago de Cabo Verde y de otras islas
africanas con los del continente africano. Hay que admitir que estos he-
chos no reciben explicación alguna dentro de la teoría de la creación.
El hecho, como hemos visto, de que todos los seres orgánicos, pasados
y presentes, puedan ser ordenados dentro de un corto número de gran-
des clases en grupos subordinados a otros grupos, quedando con frec-
uencia los grupos extinguidos entre los grupos actuales, es comprensible
dentro de la teoría de la selección natural, con sus consecuencias de ex-
tinción y divergencia de caracteres. Según estos mismos principios, com-
prendemos por qué son tan complicadas y tortuosas las afinidades mut-
uas de las formas dentro de cada clase. Vemos por qué ciertos caracteres
son mucho más útiles que otros para la clasificación; por qué caracteres
adaptativos, aunque de suma importancia para los seres, no tienen casi
importancia alguna en la clasificación; por qué caracteres derivados de
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