Gabriela mistral “la extranjera”: la complejidad poetica de su pertenencia y desarraigo



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Luis Alberto AMBROGGIO *:
GABRIELA MISTRAL “LA EXTRANJERA”:

LA COMPLEJIDAD POETICA DE SU DESARRAIGO Y PERTENENCIA
El 11 de Enero de 1957 muere en Nueva York Gabriela Mistral (Lucila Godoy Alcayaga) quien ha encarnado en su vida y poesía una itinerancia entre culturas e identidades, un desapego en movimiento, un sujeto extraño en continuo desplazamiento. Ya lo había profetizado en los versos del poema “Extranjera”: “Vivirá entre nosotros ochenta años,/pero siempre será como si llega,/…/  Y va a morirse en medio de nosotros,/ en una noche en la que más padezca,/con sólo su destino por almohada,/de una muerte callada y extranjera.”. Al contrario de lo que postula Saavedra Molina, el estudio crítico de su poética no puede prescindir de su biografía hecha de pérdidas desde el paraíso original: a los tres años abandonada por su padre, violada a los siete, expulsada de su escuela a los once; pierde a su madre, a sus amores, a su país, a su niño Yin-Yin; Desilusiones fuente del asombro que provocan la mirada y el conocimiento, experiencias que la convierten en la desarraigada por antonomasia y también en la “magnífica errante” o la “independiente soberana”, como fuese llamada (Verdugo). Es símbólico que tanto su nacimiento literario como su muerte física hayan acaecido en Nueva York, luego de abandonar su país natal inédita e iniciar una vida literal y profundamente itinerante.
Nutriéndose del rico corpus de estudios críticos mistralianos, este ensayo se concentra en analizar no sólo el texto del poema arriba mencionado, sino también su contexto con las características complejas del sentimiento de extranjería de Gabriela Mistral en el mapa autobiografico de sus experiencias como mujer, como poeta, su ontología viajera, con destierros y estadías en diferentes lugares de Chile y muchos otros países, su muerte y vivencia póstuma con esa transgresión pasional, dolor y experiencia vivencial de un desarraigo y pertenencia en pugna, en su patria poética. Son referentes además en este estudio su poema “País de la ausencia” (también de su poemario Tala, 1938) y su libro póstumo Poema de Chile.
En el trabajo “El exilio como condición poética” (Ambroggio 9-14), se afirma que ser poeta es estar lejos, lejos incluso de uno mismo, como si el poeta—por definición y condicionamiento de su ser—fuese un perenne extranjero, llevando un exilio a cuestas, o mejor dicho, adentro: “...Yo andaba por el mundo./Mi casa fueron mis palabras. Mi tumba el aire” (Octavio Paz), o en los versos de César Vallejo: “¡Alejarse! ¡Quedarse! ¡Volver! ¡Partir!/ Toda la mecánica social cabe en estas palabras!”. También, en el sentido del título del libro de Julia Kristeva: Extranjeros en nosotros mismos.
Se trata de una concepción y acepción amplia del término “exilio” y “extranjería”, a partir de sus etimologías (“exulare”, salir de lo propio o “ex solum” según la cuestionada etimología de Massimo Cacciari) y de “extranjería” (estrangier, extraño, fuera de la homogeneidad de la familia, de una nación, diferente, forastero con sentido de separación, diferencia, alienación, peregrinaje y vagabundez).1 Implica no sólo el aspecto político, sino también el socio-económico, profesional, personal, sicológico, entre otros. Una experiencia de algún modo forzada; el rechazo, el perenne movimiento desapegado, la inadaptación, la expulsión, el autoexilio, la amplitud de modalidades que abarca la idea de “irse de” y “vivir en” un lugar fuera del que conforma la identidad primaria del poeta con la dicotomía, la dualidad experimentada, entre “lo/s de acá” y “lo/s de allá” y el perenne sentido de extrañamiento. Todo en una personalización compleja de la Identidad, que se entiende como identificación (igualdad) y diferenciación, en el contexto del vínculo de integración espacial (individuación), integración temporal (mismidad) e integración social (pertenencia), conforme a la categorización de León Grimberg o a los modelos antropológicos resumidos por Robbins: identidad en equilibro (the identity health model), identidad interactiva (the identity inteaction model) e identidad como cosmovisión (the identity world-view model). Dentro de este discurso, “La extranjera” es un poema que condensa y magnifica el sentimiento casi identitario de Gabriela Mistral de ser de ninguna parte. Susana Munnich Busch, en su estudio sobre el mismo, concluye: “Como dijo muchas veces Nietzsche, para los hombres de la modernidad tardía todos los puentes se han roto y sólo un loco, que cree en lo imposible podría imaginar que se pueden reconstruir. Igual que a muchos individuos de fines del siglo pasado y de mediados del XX, a la extranjera el mundo entero se le ha transformado en un lugar extraño, temible, donde la pertenencia se ha reducido a utopía”. 
1. El poema y su contexto
La extranjera
Habla con dejo de sus mares bárbaros, 
con no sé que algas y no sé que arenas; 
reza oración a dios sin bulto ni peso, 
envejecida como si muriera 
En huerto nuestro que nos hizo extraño, 
ha puesto cactus y zarpadas hierbas. 
Alienta del resuello del desierto 
y ha amado con pasión de que blanquea, 
que nunca cuenta y que si nos contase 
sería como el mapa de otra estrella. 
Vivirá entre nosotros ochenta años, 
pero siempre será como si llega, 
Hablando lengua que jadea y gime 
y que le entienden sólo bestezuelas. 
Y va a morirse en medio de nosotros, 
en una noche en la que más padezca, 
con sólo su destino por almohada, 
de una muerte callada y extranjera.
Auspiciado por Victoria Ocampo, “La extranjera” se publica en 1938, fuera del país natal de la poeta, dentro del poemario Tala, dedicado a su íntima amiga Palma Guillén y cuyas ganancias dona para ayudar a niños vascos huérfanos a raíz de la Guerra civil española. Dedicado a su amigo, el traductor francés Francis de Miomandre, aparece en la sección titulada Sausade y llama la atención que lo escribe entre comillas, hecho que la misma poeta explica en sus “Notas” diciendo que la poesía entrecomillada “pertenece al orden que podría llamarse La garganta prestada... A alguno que rehuía en la conversación su confesión o su anécdota, se le cedió filialmente la garganta” (Tala 159). Estrategia para poder decir lo no dicho desde una posición de alteridad, de observadora.
El marco anecdótico resumido en el que surgen estos versos y su título, dicen, fue el rechazo por parte de algunas maestras, escritores mexicanos, al hecho de que Vasconcelos hubiera llamado a una “extranjera” (como si fuera su apodo) a trabajar en México y, a la ola xenofófica de ataques que recibió. En especial, cuando Vasconcelos puso el nombre de Gabriela Mistral a una Escuela Hogar que se estaba abriendo con una estatua esculpida de la poeta por Ignacio Asúnsolo. Comentarios como: “-"...¿Qué venía a enseñar, que no supiéramos ya, esa ‘extranjera'?”; hicieron que Gabriela Mistral, al entererarse, decidiera irse en el acto, desairada y llena de dolor.2
Con endecasílabos clásicos y selectos elementos retóricos, Gabriela Mistral opta por parapetarse en el distanciamiento de una persona poética femenina para expresar, entre otras cosas, su experiencia y paradójicamente orgullo en el complejo fenómeno de la enajenación cultural y personal hasta el final. Maneja su misterio en tercera persona, incorporando la otredad en voces emblemáticas, multiples y extrañas que “constituyen posibles identidades en el exilio”, escribe Bernardita Llanos. El primer verso con el epíteto “bárbaro” (relacionado con su lenguaje y territorio) nos remite polisémicamente a los conceptos de otredad, de incultura, falto de civilización y modernidad. Los versos dos y tres recalcan esta dicotomía—extranjería/pertenencia—utilizando referentes topográficos y religiosos, con un cuarto verso que expresa el dolor agónico del desarraigo, desentendimiento. En los versos siguientes (5-10) reacciona con símbolos de aferramiento: a una fauna familiar, a la pasión de sus amores (rojos o blancos, ¿qué importa?) que configuran interiormente su universo ideal, celestial, que la habitan y la tornan reluciente, independientemente de lo que se ve o de lo que se diga. Versos después de los cuales, en los siguientes (11 al 18), se reafirma con orgullo e independencia, hasta atreverse a delinear su futuro, deletreando sus características: una vida larga, siendo de aquí y allá pero en continuo movimiento, sin estancarse, con la centralidad y modalidad del habla que entederán las criaturas (como Francisco de Asís; los humildes, los menos aventajados de su preferencia). Para finalizar con los versos 15 al 18, en el 15 proclama que “morirá en medio de nosotros” (deseo de compañía frente a ausencias y soledades; o soledad a pesar de la inevitable compañía superficial), con el padecimiento y dolor profundo que es oscuridad, rematando en el verso 18 su condición ontológica de extranjera hasta en la muerte.
Desenfado, desafío, aserción en lo que se es, en este difícil paso por la vida con tanta desolación, cuestionamientos, rechazos, triunfos, amores, desamores, injusticias, posibilidades, muerte; vividos y expresados todos con la transgresora libertad de la pasión. Según Paul Valéry, “La extranjera”, como toda la poesía de Gabriela Mistral, es “tierna y  a veces feroz” en su visión de alteridad, extranjería, exilio, transtierro, emigrante/inmigrante. Valéry (a quien la poeta le objeta el que no dominara el español), usa estos calificativos en el prólogo a la publicación francesa de los poemas de Mistral.
2. La complejidad de su extranjería

La extranjería de Gabriela Mistral conlleva una marcada y peculiar complejidad conformada por su itinerancia múltiple entre culturas, identidades, aspectos socio-políticos y sicológicos, basados en sus experiencias de vida, con un sentido de complicados extrañamientos, rechazos, desplazamientos, enajenaciones, nostalgias, escape del entrampamiento y libertad de poetizar el país, la aferración deseada, en la raiz maternal de patria chica. En los primeros versos del poema “La extranjera”, por ejemplo, el vocablo “bárbaro” sitúa la extrañeza de la protagonista en una dicotomía entre las culturas primigenias (indígenas, bíblicas, identitarias) y la del contexto en que está transterrada y en la cual se la estereotipea. Extranjería, extrañeza encarnada entre la cultura de la “barbarie” y la cultura de la “civilización” presentes en el sujeto poético con toda la subversion de los terrenos en la cosmovisión mistraliana.


Otro aspecto de su extranjería, presente en este poema y otros de Tala, se relaciona con la ruptura de ciertos límites sociales o convencionales, como pueden ser las convenciones de las relaciones amorosas dentro de situaciones fuera del pacto social y de las tradiciones vigentes en la moral occidental católica, o fuera de su contexto heterosexual. Además de su desafío al patriarcado y al machismo, los versos 7 al 10 del poema han sido interpretados por Eliana Ortega3 como cultores de una ética-estética femenil de diferencia sexual, en los que se alude a una posible relación de amada-amante, sin ceñirse a la convención de la heterosexualidad, más allá de la refencia a su intensa vida erótica, como mujer soltera e independiente, en la realización de sus amores pasionales y carnales (como fueron con Alfredo Videla Pineda, Romelio Ureta que se suicidó, el distinguido joven Magallanes Moureé, el escritor mexicano José Vasconcelos, uno de los posibles padres de Yin-Yin—Juan Miguel—4un italiano, un francés, etc., en una de sus desapariciones en Marruecos). No importa para nuestro propósito que ni el tema del hijo (“sobrino adoptivo”) ni el de su mentado lesbianismo por Francisco Casas y Yura Labarca que Gabriela Mistral refutó, se hayan podido o no verificar.5 La mera posibilidad de estos diferentes puntos de vista con respecto a la poeta indica su apertura a una ruptura de límites semejante a la que protagonizaron las poetas chicanas en su traspaso de fronteras en cuanto a que desmantelaron el discurso binario (fronterizo) que el patriarcado había fijado históricamente. Utilizan la frontera, entre otros temas, como una metáfora socio-cultural, más que un límite geográfico, con una liguística peculiar y variada, bilingüe y tri-cultural para referirse a una identidad mezclada y dividida, para plantearse cuestionamientos ético-religiosos, cuestionamientos internos de valores, de alteridad en el contexto personal, la sexualidad y sus estereotipos, rompiendo barreras y proponiendo modelos femenimos abiertos.6
Finalmente, el aspecto territorial, familiar, de país, de raza, acaso el más obvio de su extranjería, que incluye los conceptos de extrañamiento de la familia, de la raíz natal, transitoriedad, del viaje “como si llega”, del desarraigo, del destierro; un deambular sin poder echar raíces en un mundo extraño, irreal y, a veces, hostil. Ya decía Octavio Paz que “la poesía es el alimento de los desterrados y disidentes del mundo burgués” (66). Las acciones de Mistral y sus múltiples voces provienen de ese continuo movimiento que ha señalado su vida y que se refleja en el lenguaje casi místico del poema aquí analizado: con hibridismo, desdoblamiento del lenguaje y sus referentes y disasociaciones del signo poético, típico de este tipo de experiencia. Mistral crea así su propio imaginario y patria poética, aferrándose con nostalgia a sus raíces americanas y al país de sus sueños, utópico con el sostén de la Cordillera. Vive desplazándose: emigra de su ambiente rural, se autodestierra de su país natal (reside 35 de sus 67 años fuera de Chile), se mueve como maestra en 10 ciudades chilenas diferentes, reside en numerosas partes del mundo (México, Italia, Portugal, España, Francia, Estados Unidos, Brasil, incluídas las doce ciudades donde encabeza el consulado de sus país, pero con una actitud de expatriada y “desasida”).
Por cuanto Gabriela Mistral elige continuamente el exilio, como sujeto moderno, cosmopolita, errante, siempre circundando lugares de crisis, rupturas, en estado de desaliento, asombro o ensueño, de estar “siempre ausente, siempre inaccesible para todos”, aferrándose “fieramente a lo que le falta, a la ausencia, a algún símbolo”.7 Dentro de estos parámetros, el discurso y la lírica mistraliana es en todo caso un discurso de resistencia, enfrentando con desafío la alienación impuesta por el orden social y sus diversas implementaciones identitarias (nacional, de género, de clase, de raza, de tradiciones, convenciones en la formación del “ego”, del “yo”, del “self”), permeándose en su poética, a través de su máscara y apariencia de incomunicación, el sentimiento íntimo constitutivo de su personalidad de marginalidad, de quiebre, de “muerte callada y extranjera”.
3. Extranjería e identidad

En medio de esta vida de extranjería no resulta fácil delinear las pautas identitarias de Gabriela Mistral; la identidad entendida como identificación (igualdad) y diferenciación (alteridad), adaptando al caso complicado de la personalidad nomádica mistraliana los antes mencionados modelos de Robbins y Grimberg. La individualidad, el equilibrio, su mismidad, Gabriela Mistral la derivaba de la combinación dialógica entre el apego y el desapego en el conjunto de sus configuraciones en su identidad femenina de raíz rural y religiosa y plasmación en una errante extranjería con sus desvalores y traumas. Construye su identidad como mujer, como educadora y política social, como chilena y expatriada, de un modo relacional, abierto e irreversible. Por ello, no hay conflicto en la multiplicidad de sujetos, emociones, intensas objetivaciones. Sostiene: “De Chile, ni decir”8 y, sin embargo, vuelve lúdicamente a la geografía de la madre tierra, mejor aún a su patria chica, su lugar de nacimiento, en el huerto que cultiva en “La extranjera”. Este poema y el Poema de Chile reflejan una tensión interna que marca a la vez un retorno y un cuestionamiento poético de cómo se concibe la identidad nacional. Retorna, como dicen los estudiosos mistralianos, citando a Grinor Rojo, a la Matria: "un Chile que no es el del Padre (patria), sino el de la Madre… Idea que se relaciona con la lectura de Patricio Marchant en Sobre árboles y madres (1984), texto en donde—siguiendo teorías psicoanalíticas—se propone a la poesía de Mistral como manifestación del reconocimiento latente de una realidad originaria: la falta de madre, la pérdida de la Unidad Dual que el ser humano intenta restablecer a través del instinto filial expresado en la necesidad de 'agarrarse a'. No obstante, como argumenta Grínor Rojo en el capítulo VII de su libro Dirán que está en la gloria...(Mistral), la poeta no puede rebelarse sin conflicto al orden del Padre, a la idea de nación homogénea expresada en las tensiones que atraviesan el texto.


Por una parte, a Chile, ese “país de la ausencia, país extraño”, nunca lo deja del todo a pesar de afirmar “Patria y nombre te devuelvo, para fundirte el olvido, antes de hacerte dormir con tu sueño y con el mío”. Por otra parte, como escribe en el Cuaderno de California: “Quiero morirme en paz en este destierro que parece enteramente voluntario, pero que no lo es”.9 Así en su misma voluntad de ser, en el carácter nomádico de su personalidad, combina la relación con el Otro en ella/ Otros/Otras, en un diálogo interno con sus propios aspectos plurales de países, patrias, mujer, occidental y andina, de muchas residencias, de múltiples y extrañas voces que conforman paradójicamente la identidad o identidades mistralianas a lo largo de su vida transeúnte. Es curioso cómo Gabriela Mistral maneja esta complejidad indefinible, esta combinación ambigua de influencias más allá de los paradigmas como factores esenciales en su identidad y cosmovisión que contrasta con el binarismo occidental. Dice al respecto: “Yo no soy de esos dualistas y el dualismo en muchas cosas me parece herejía.”10 Pero, desde esa identidad de huérfana, como en todo proceso de extrañamiento, de extrañeza, de extranjería, de exilio, de desarraigo, hay siempre una búsqueda, un movimiento nato, un regreso, un aferramiento, a las raíces, expresado en nostalgias, deseos, idealizaciones. De allí que los temas de extranjería y búsqueda de la identidad configuren un proceso dialéctico.
Este encuentro y rechazo, deseo de y desapego de patria lo ilustran los poemas “País de la ausencia” de Tala y su poemario póstumo Poema de Chile, que creó a lo largo de los últimos veinte años de su itinerancia, de su desplazamiento. En estos poemas, sobre todo en la estructura del Poema a Chile, realiza un retorno, un viaje interno a lo largo de la patria, que es a la vez un abrazo y enfrentamiento con Chile. Nos permiten así completar el entendimiento sintético de “La extranjera” porque para describir la extrañeza, la extranjería, se debe sentir en contraposición de dónde venimos, qué somos, qué fuimos. Pero, en el caso de Mistral, todo esto permanece ambiguo. Por eso morirá “callada y extranjera”. Lo apunta alguien que ha aproximado detalladamente este tema, Adriana Valdés: “Me gustaría leer con detención Tala [...] no como el establecimiento de una identidad poética determinada, sino como el campo de batalla de varias; como el titubeo; como la oscilación de la identidad” (75-85). Y, sin embargo, en medio de esta situación compleja de intersecciones identitarias, observamos en Gabriela Mistal una identidad inequívoca centrada en su panamericanismo y una subjetividad mestiza latinoamericana, su andinidad. “Andina Gabriela”, la bautiza Cecilia Vicuña11 por su amor por el habla, por la lengua-madre, cósmica, precolombina y el lenguaje español. Ciudadana de las Américas” la llama el poeta Jaime Quezada y añade que Mistral misma se definirá muchas veces como “una mujer de acérrima lengua Americana en la tonada criolla que es mi poesía”, recordándonos además lo que la Academia Sueca señalaba en uno de sus fundamentos al otorgarle el Premio Nóbel de Literatura en 1945: que la poesía de Gabriela Mistral estaba "inspirada en poderosas emociones y que ha hecho de su nombre un símbolo de las aspiraciones idealistas de todo el mundo latinoamericano."12
Es simbólica en este sentido la centralidad del apartado “América” en el poemario Tala, especialmente en “Sol de Trópico” y “Cordillera”, los versos: “¡Cordillera de los Andes, Madre yacente y Madre que anda” y los dos Himnos anexos: Al Maiz y al Mar Caribe (inspirado en Puerto Rico, pero que menciona a la máxima divinidad quechua). De hecho, Mistral privilegió siempre este poemario porque en su juicio allí expresó la raíz de lo “indo-americano” con la que se identificaba en su tambaleo y obtuvo un anclaje redentivo en la fe cristiana. En fin, nada mejor que sus propias palabras para definirla:
Ya sabe Ud. cómo me importa la raza indo-española de punta a cabo. Ya sabe cómo el mapa de nuestra América es para mí una cosa de carne, y no un carton ni una geología. Hay muchas flaquezas, muchas confusiones y muchas miserias en nuestra sangre tendida a lo largo de un Continente; pero ¿quién dice todo el bien latente, la sensibilidad maravillosa que Dios nos dio, las posibilidades inmensas de nuestro mestizaje cuando se discipline y se oriente la generosidad de una parte, al inteligencia de otra, que hasta el extraño nos nota? Siento un orgullo vivo e intenso de ser de donde soy, de hablar español, de cargar con mi raza mestiza a cuestas, y de saber que el éxito definitivo de nuestra América es cosa de un siglo más, tan seguro como nuestro sol y nuestras estaciones 13.

Palabras que corrobora Palma Guillén: “Había bebido el espíritu de la raza nuestra en los grandes escritores de América -en Bolívar, en Sarmiento, en Rodó, en Martí- y era una hispanoamericana (ella que venía de la tierra que hizo suyo al venezolano Bello) al mismo tiempo que una chilena cabal, es decir, que creía en la unidad esencial de la América Latina y la sentía no sólo en la Historia y en la lengua, sino también en la sangre y en la tierra que nos liga y nos identifica.14


4. Desde el exilio original: deseo de patria y vivencia póstuma recuperando el paraíso ideal (de “la extranjera” al Poema de Chile)

Insistimos en varias oportunidades en apuntar que Gabriela Mistral, como otros escritores y poetas, establece su poética a partir de pérdidas, en el desarraigo y aislamiento, en la extrañeza y exilio de sí mismos, en la salida del paraíso original, cumpliéndose la frase del filósofo Leszek Kolakowski “la creación es hija de la inseguridad, de alguna clase de exilio, de la experiencia del lugar perdido” (161). A partir de esta experiencia como sujeto dinámico, "en fuga" , como “tráns” fuga, moviéndose siempre, entrecruzando otredades, cruzando y descruzando límites, en ese dejar de ser, para ser, y seguir siendo otra en el mismo ser, en las transformaciones del vivir, Gabriela Mistral comienza a expresar su patria poética, su rico imaginario, aferrándose a su/s cuerpo/s y su lenguaje a veces profundamente erótico como en los versos “A ti me vuelvo, a ti me entrego,/ en ti me abro, en ti me baño!”. Crea alucinada su paraíso y eventualmente su gloria,15 su identidad existencial. Es su esfuerzo por formular lo que Deleuze y Guattari postulan en sus obras como la sociedad del deseo.16 Desterritorializa y reterritorializa colectivades, con su existencia nomádica que fundamentádose en la intensidad le permite construir libremente, sin ataduras, un nuevo modo de vivir, de sentir, de crear y de relacionarse. Utiliza para esto diversas personas, personajes, máscaras de identidades o proyecciones, como fragmentos que de un modo misterioso constituyen y reconstituyen su todo. Es iluminador vislumbrarlo siquiera en la frágil transparencia de sus textos transformados en nuestro entendimiento. Nos encamina con los versos iniciales de Poema de Chile (“Hallazgo”), poemario que intenta ordenar (a veces no lo consigue) conforme a los lugares aludidos de norte a sur hasta su “Despedida”:


Bajé por espacio y aires

y mas aires, descendiendo,


sin llamado y con llamada
por la fuerza del deseo,
y a más que yo caminaba
era el descender más recto
y era mi gozo más vivo
y mi adivinar más cierto,
y arribo como la flecha
éste mi segundo cuerpo
en el punto en que comienzan
Patria y Madre que me dieron.

¡Tan feliz que hace la marcha!...


Mistral construye entonces esta patria poética, este conjunto de sostenes personales, de país o patria,17en su paso o huida por el universo. Con el poder de sacedotisa, como asceta acaso con la identidad de la sabia vejez, huyendo del mundo en cuanto puede significar placer y del propio deseo, para superar el sufrimiento del amor en sus pérdidas. Cuenta su patria, como queriendo resolver conflictos y fisuras; reinventa su mundo, su pequeña historia, su espacio interior/inferior al centro (redondez de equilibro y sexo), frente del discurso, recorriendo su autobiografía. Dice al respecto Adriana Valdez: “La sibila conquista, con esas privaciones, el dominio de la vida y la comprensión de la muerte. Su proceso de desprendimiento la vuelve "salvaje", “solitaria", y "sin miedo", e increíble para los demás, para el cielo burlón, "que se asombra que haya mujer así sola”. Y adquiere una movilidad en las constelaciones, un des­plazamiento espacial por los territorios del zodíaco; la sibila goza de las compensaciones de las brujas, y paga su precio, la vejez. Sujeto imaginario (difícilmente tolerable para la cultu­ra en la que ella producía sus versos) a través del cual habla el duelo transparente de cualquier identidad, habla el fantasma que lo ha perdido todo en un juego "de tomar / y de desasir”, "de patrias y patrias / que tuve y perdí”. Habla desde el "País de la ausencia”. El tiempo transcurrido vuelve fantasmales los lugares; el cambio de lugares vuelve fantasmal al tiempo y la identidad aquí ni siquiera se construye como máscara. Deja la huella de algo lamentable, de algo que no llega a constituirse a los ojos de los hombres; el puro miedo de Vallejo, del que partimos; la pura ausencia”18. Otra lectura también plausible es la de Luis Oyarzún cuando sintetiza:
Ella es la Madre Gea que inventaría—o inventa—un país imaginario—su país—. Es la huerta, el jardín humilde de las viejas aldeanas como ella; pero es más huerta que jardín, pues éste ya le parece demasiado lujo… Es el hondón mítico de la tierra, esa Gea permanente que la sobresalta en el amor. Y con ella, fundiéndose ensimismada, vive. (547)
Hegel se expandió en el análisis de la extranjería intrínseca de la cultura. Nietzsche estableció que somos siempre extranjeros para nosotros mismos. Kristeva, citando las teorías de Freud, afirma que si reconocemos nuestra extranjería no la sufriremos ni la gozaremos fuera de nosotros mismos. Si todos somos extranjeros, no hay extranjeros (192). En tal conciencia colectiva, universal, Gabriela Mistral, como ejemplo paradigmático, se puede desprender de la pérdida de su yo e identidad, en la ecología (Poema de Chile) y en su multiplicidad subjetiva. Porque en el “pasar” fabuloso (ver “Cabalgata”) de su escritura, su lenguaje, sus versos (su verdadera patria), se manifiesta esa conciencia transgresiva19 que le permite superar las brechas entre padre/madre, entre hombre/mujer, entre clase dominante/ clases dominadas, entre europeo/indio, cuerpo/no-cuerpo, entre el yo y el otro y los otros del yo, su propia diversidad como sujeto de vida y escritura, con un misterioso centro de equilibro y de eros. Gabriela Mistral viaja en ellos por sus referentes espacio-temporales dentro de connotaciones negativas y no exenta de excentricidades, tratando de recuperar lo entrañable. En el proceso, funda con libertad desafiante un nuevo espacio de trascendencia corpóreo-espiritual, acaso mítico, donde tanto ella en su persona, alma, y el alma de su pueblo se redimen antes de morir y callar en el paraíso universal, en armonía y comunión transterritorial con su extranjería real, sicológica y ontológica.
Bibliografía

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Cacciari, Massimo. “La paradoja del extranjero”. Archiepiélago 26-27 (1996): 16-20.

Deleuze Gilles, Guattari Félix. El Anti-Edipo: capitalismo y esquizofrenia. Traducción de Francisco Monge. Barcelona: Ediciones Paidós, 1985.

Grimberg, León. Teoría de la identificación. Madrid: Tecnipublicaciones, 1985.

Kristeva, Julia. Extranjeros en nosotros mismos. Barcelona: Plaza & Janés Editores, 1991.

Llanos, Bernardita. “Más allá dela ciudad letrada, escritoras de nuestra América. Edición del retorno y sus fantasmas: Tala y la patria de Mistral”. Cyber Humanitatis 22 (Otoño del 2002).

Munnich Busch, Susana. “La extranjera”. http://cabierta.uchile.cl/revista/7/extranjera.htm

Oyarzún, Luis. Diario íntimo. Santiago de Chile: Departamento de Estudios Humanísticos, Universidad de Chile: 1995.

Paz, Octavio Vol. 1: Obras completas: La casa de la presencia, poesia e historia. Mexico: FCE, 1994.

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Rojo, Grinor. Dirán que está en la gloria...(Mistral). Santiago: Fondo de Cultura Económica, 1997.

Solís, Pedro Xavier. Pablo Antonio Cuadra Itinerario. Managua: Academia Nicargüense de la Lengua, 2008.

Valdez, Adriana. “Identidades tránsfugas (Lectura de Tala)”. Raquel Olea y Soledad Fariña, editoras.



Una palabra cómplice. Encuentro con Gabriela Mistral. Santiago: Ed. Corporación de Desarrollo de la Mujer La Morada, Editorial Cuarto Propio, Isis Internacional, 1990.

Verdugo, Waldemar. “Gabriela Mistral y los maestros de México”.



http://www.letras.s5.com/gm230905.htm

* Luis Alberto AMBROGGIO, poeta y ensayista; miembro de la Academia Norteamericana de la Lengua y otras instituciones.
(FDP288)
[POESÍA CHILENA] [MISTRAL, GRABRIELA] [AMBROGGIO, LUIS ALBERTO]
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1


Notas

 Ver la conferencia de apertura del seminario “¿Qué es el Extranjero?” por Pierre Stanislas LAGARDE en http://www.psf-esp.com/spip.php?article25.

2 Lo cuenta detalladamente Palma Guillén de Nicolau en su Prólogo Lectura para mujeres. Gabriela Mistral compiladora. (México: Ed. Porrúa, 1988). IX-X.

3 En el artículo: “Otras palabras aprender no quiso”: la diferencia mistraliana”, Revista Nomadías 3 Santiago de Chile, Universidad de Chile, Facultad de Filosofía y Humanidades, Programa de Género y Cultura, Ed. Cuarto Propio. (1998): 38-43 y en el artículo "Amada Amante. Discurso femenil de Gabriela Mistral." En Raquel Olea y Soledad Fariña, editoras, Una palabra cómplice. Encuentro con Gabriela Mistral. (Santiago: Ed. Corporación de Desarrollo de la Mujer La Morada, Editorial Cuarto Propio, Isis Internacional, 1990). 41-45.

4 Según la profesora Sakoto Tamura lo es; según otros no es así.

5 Ver una discusión exhaustiva de estos temas en el libro de Susana Munnich: Gabriela Mistral: Soberbiamente transgresora. (Santiago de Chile: Editorial LOM, 2005).

6 Gloria Anzaldúa, “compañera, cuando amábamos”.

7Kristeva citada por Eliana Ortega en “Otras palabras aprender no quiso”: la diferencia mistraliana”, Revista Nomadías 3 Santiago de Chile, Universidad de Chile, Facultad de Filosofía y Humanidades, Programa de Género y Cultura, Ed. Cuarto Propio. (1998): 38-43.

8 En Jaime Quezada, Bendita mi lengua sea: diario íntimo de Gabriela Mistral (1905-1956). (Santiago de Chile: Planeta/ Ariel, 2002). Contiene el Cuaderno de California (1946-1947).

9 En Jaime Quezada, nota 16.

10 La Lengua de Martí. (La Habana: Secretaría de Educación, 1932). Citado por Luis de Arrigoitia. Pensamiento y forma en la prosa de Gabriela Mistral. (Río Piedras, Puerto Rico: Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 1989). 99.

11 “Andina Gabriela” en Raquel Olea y Soledad Fariña, editoras, Una palabra cómplice. Encuentro con Gabriela Mistral. (Santiago: Ed. Corporación de Desarrollo de la Mujer La Morada, Editorial Cuarto Propio, Isis Internacional, 1990).

12 En Jaime Quezada, nota 16.

13 En Gabriela Mistral íntima, citada por Luis de Arrigoitia, Pensamiento y forma en la prosa de Gabriela Mistral. (Río Piedras, Puerto Rico: Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 1989). 100.

14 En el prólogo de Palma Guillén de Nicolau, Lecturas para mujeres. Gabriela Mistral (1922-1924). (México: Editorial Porrúa, 1988). Esta es la 7a. edición. La primera fue hecha por la Secretaría de Educación de México, Departamento Editorial, 1923.

15 Temas desarrollados en el libro de Grinor Rojo: Dirán que está en la Gloria(Mistral). (Santiago de Chile, Fondo de Cultura Económica, 1997).

16 Ver de Gilles Deleuze & Félix Guattari El Anti-Edipo: capitalismo y esquizofrenia. Traducción de Francisco Monge. (Barcelona: Ediciones Paidós, 1985).

17 Véase la oportuna distinción que hace Susana Munich en su artículo “Deseo de Patria en Gabriela Mistral”, Revista Signos 35 (2002): 51-52, 101-117: “Cuando nombramos la patria decimos autoridad, poderes públicos, fuerzas armadas, policía, aparato judicial y legislativo, fiestas patrióticas, escudo, bandera, canción nacional, tradiciones, folclore, historia tal como se la cuenta. En un cierto sentido el país es la relación sensorial con los elementos de la patria. Si hubiese que improvisar una correspondencia entre las nociones de madre y padre con "país" y "patria", diríamos que el primero es madre, mientras que a la segunda la veríamos organizada por el padre. Pienso que el Diccionario de la Real Academia nos da la razón, Entiende por país la "nación, región, provincia, territorio. Pintura o dibujo que representa cierta extensión de terreno". De la patria en cambio dice "tierra natal o adoptiva ordenada como nación a la que se siente ligado el ser humano por vínculos jurídicos, históricos, y afectivos".

1818 Cita de Gabriela Mistral en“Identidades tránsfugas (Lectura de Tala)”. Raquel Olea y Soledad Fariña, editoras, Una palabra cómplice. Encuentro con Gabriela Mistral. (Santiago: Ed. Corporación de Desarrollo de la Mujer La Morada, Editorial Cuarto Propio, Isis Internacional, 1990). 75-85.

19 Ver artículo de Elizabeth Horan: “Gabriela Mistral: Language is the only Homeland." A Dream of Light and Shadow. Portraits of Latin American Women Writers. (Albuquerque, University of New Mexico, 1995). 119-142.





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