1. LAS ACUMULACIONES TOB ´
ACEAS
(40-140 mm a
-1
), Cratoneuron commutatum (30-110 mm a
-1
) y Catoscopium nigritum (10-30 mm
a
-1
). En el Monasterio de Piedra, el crecimiento de tobas de musgo fue evaluado, mediante el m´
etodo
de agujas, en unos 33 mm a
-1
fluctuando los valores m´
aximos y m´ınimos entre 41 mm a
-1
y 22 mm
a
-1
(V´
azquez Urbez et al., 2004).
Los valores de crecimiento (10 mm a
-1
) descienden un 75 % en las facies propias de un geotopo
diferente como son las barreras de los Lagos de Plitvice; tambi´
en en los saltos de agua de otros
dominios latitudinales (4,15 mm a
-1
) como los intertropicales (Drysdale and Gillieson, 1997). Estos
datos permiten, desde una perspectiva actualista, por un lado, la adecuada adopci´
on de medidas
conservacionistas y correctivas de impactos en medios tob´
aceos y por otro, comprender mejor el
significado de los valores de crecimientos pret´
eritos (Tabla 1.3). No obstante, cuando se trate de
prolongados lapsos de tiempo hay que considerar la posible existencia de episodios erosivos: las
mismas aguas que precipitaron las tobas pasaron a destruirlas cuando se alteraron determinadas
condiciones ambientales (Fuller et al., 2011).
Tabla 1.3: Tasas de precipitaci´
on pret´
erita (Pleistoceno y/o Holoceno) en diversos ´
ambitos k´
arsticos.
TASAS DE SE-
DIMENTACI ´
ON
TIPO DE FACIES/
MORFOTIPO
PARAJE
REFERENCIA
1 mm a
-1
Tobas fondo de valle
Tobas holocenas (Subboreal)
B´
elgica
Geurst, 1976a y 1976b
2,3 mm a
-1
Tobas fondo de valle
Tobas holocenas. Valle del r´ıo
Molinar. Cuenca del Ebro. Espa˜
na
Gonz´
alez Amuchastegui
y Serrano, 2007
4-5 mm a
-1
Tobas fondo de valle
Tobas holocenas. Valle del r´ıo
Mijares. Espa˜
na
Pe˜
na et al., 2000.
6 mm a
-1
Tobas fondo de valle
Tobas holocenas (Atl´
antico).
B´
elgica
Geurst, 1976a y 1976b
12 mm a
-1
Tobas fondo de valle
Tobas holocenas (Preboreal).
B´
elgica
Geurst, 1976a y 1976b
26 mm a
-1
Tobas fondo de valle
Tobas holocenas (Boreal). B´
elgica
Geurst, 1976a y 1976b
0,8 mm a
-1
Tobas fondo de valle
Tobas pleistocenas. Valle del r´ıo
Mijares. Espa˜
na
Pe˜
na et al., 2000
4.
LOS DEP ´
OSITOS DE TOBA: CONTEXTOS GEOMORFOL ´
OGICOS
Los dep´
ositos tob´
aceos, adem´
as de su enorme valor paleoambiental y geocronol´
ogico, revisten
un elevado inter´
es geomorfol´
ogico que se incrementa si sus carbonatos pasan lateralmente, o se
interestratifican entre los sedimentos de otras formaciones superficiales: entonces permiten abordar
la evoluci´
on regional de los ´
ambitos geogr´
aficos en los que se emplazan suministrando informaci´
on
sobre: su evoluci´
on k´
arstica, su comportamiento tect´
onico y los procesos de agradaci´
on o de incisi´
on
de sus redes fluviales.
De igual modo, existe otro hecho de notable trascendencia: a pesar de su inicial fragilidad
frente a la erosi´
on, las formaciones tob´
aceas pueden conocer eficaces procesos de diagenetizaci´
on
que pueden dotarlas de una compacta litificaci´
on, capaz de resistir con eficacia los embates erosivos
desencadenados tras su sedimentaci´
on. As´ı, las tobas, al igual que los travertinos termales, pueden
estar afectadas, sobre todo si su edad pleistocena es notable, por fen´
omenos postdeposicionales
como la cementaci´
on diagen´
etica y la karstificaci´
on. La consecuencia de este fen´
omeno determina,
a veces, que consistentes dispositivos tob´
aceos, con ciertas dimensiones, se conserven como los
´
unicos testigos morfol´
ogicos en muchas ´
areas donde la erosi´
on diferencial ha desmantelado otras
formaciones cuaternarias con menor grado de perdurabilidad (o, incluso, los vulnerables sustratos
–yeso, arcillas, etc.- sobre los que se asientan), eliminado su registro en la evoluci´
on geomorfol´
ogica
regional. Este hecho se ratifica bien en Espa˜
na al disponerse de numerosos ejemplos donde las
13
LAS TOBAS EN ESPA ˜
NA
tobas constituyen los vestigios pleistocenos m´
as antiguos: unas veces, como aut´
enticos mogotes
en el interior de los valles; otras coronando cerros troncoc´
onicos asimilados a verdaderos relieves
invertidos, como acontece en numerosos valles ib´
ericos (Agudo et al., 1993; Ordo˜
nez et al., 1987a ...)
y de otras regiones (Dur´
an, 1996; Delannoy et al., 1993; Arana, 2007); tampoco faltan parajes en
los que los materiales tob´
aceos han protegido en su seno diversos tipos de acumulaciones, de gran
importancia morfogen´
etica y con bajo potencial de preservaci´
on –como coluviones o aluviones-, que
habr´ıan desaparecido si no hubiera existido una previa fosilizaci´
on carbon´
atica.
4.1.
LAS TOBAS Y SU ENTORNO GEOMORFOL ´
OGICO REGIONAL
Entre las aptitudes que derivan del estudio de las acumulaciones tob´
aceas y su contraste con
los escenarios geomorfol´
ogicos donde se insertan, cabe destacar:
4.1.1.
CORRELACI ´
ON GEN ´
ETICA CON LAS MORFOLOG´
IAS K ´
ARSTICAS
Las relaciones gen´
eticas entre morfolog´ıas k´
arsticas y las acumulaciones tob´
aceas han sido re-
conocidas incontestablemente en m´
ultiples trabajos y por numerosos expertos. Especialmente en
diferentes ´
ambitos no s´
olo mediterr´
aneos –Francia, Italia Turqu´ıa, Chipre, etc.- (Vaumas, 1967;
Nicod, 1972; Magnin et al., 1991; Vaudour, 1982 y 1985; Manzo et al., 2012. . . ) y del norte de ´
Afri-
ca (Mart´ın, 1981; Weisrock, 1985; Weisrock et al., 1986), sino tambi´
en intertropicales (Jolly and
Tickell, 2011) y alpinos (Chardon, 1992), pudi´
endose vincular el origen de los carbonatos tob´
aceos
con los procesos de disoluci´
on desarrollados sobre las morfolog´ıas exok´
arsticas modeladas en un
entorno m´
as o menos pr´
oximo. En Espa˜
na, ejemplos de esta asociaci´
on han sido contemplados,
desde hace tiempo y en diversas regiones. Es el caso de Andaluc´ıa donde se estableci´
o la relaci´
on
existente entre ciertas tobas villafranquienses y el polj´
e de Zafarraya (Lh´
enaff, 1968), as´ı como de
otras cuaternarias asociadas a manifestaciones exok´
arsticas y endok´
arsticas (Cruz San Juli´
an, 1981;
D´ıaz del Olmo y Delannoy, 1989; D´ıaz del Olmo et al., 1992; Delannoy, 1992; Baena et al., 1993;
Dur´
an, 1996; Mart´ın Algarra et al., 2003, ...). Id´
enticos v´ınculos fueron detectados en formaciones
tob´
aceas del NE (Mart´ınez Tudela et al., 1986) y del centro peninsular (Ordo˜
nez and Garc´ıa del
Cura, 1983), as´ı como en el Sistema Ib´
erico donde numerosas acumulaciones tob´
aceas han sido
alimentadas a partir de los carbonatos liberados en morfolog´ıas k´
arsticas del entorno (Pe˜
na et al.,
1984; Agudo et al., 1993; Gonz´
alez Amuchastegui, 1993a; Sancho et al., 1997; Pe˜
na et al., 2000. . . ).
M´
as al sur, se ha identificado la misma coalici´
on gen´
etica entre las tobas desarrolladas al pie de
importantes surgencias –Los Chorros, La Toba, etc.- y el extenso modelado k´
arstico que domina
las alturas del Calar del Mundo (L´
opez Berm´
udez, 1974; L´
opez Berm´
udez y L´
opez Limia, 1989).
En otras ocasiones, las acumulaciones tob´
aceas se emplazan estrictamente en el interior de
morfolog´ıas k´
arsticas como sucede en ciertas depresiones de la Serran´ıa de Cuenca (Alonso et al.,
1987) o en el interior de alg´
un paleoca˜
n´
on labrado en los relieves b´
eticos de Sierra Prieta (Delannoy
et al., 1989a), etc.
A su vez, las acumulaciones tob´
aceas, sobre todo si revisten cierta antig¨
uedad pleistocena, pue-
den ofrecer importantes s´ıntomas de disoluci´
on en sus estructuras carbonatadas que llegan a tallar
ciertas morfolog´ıas exokarsticas y conductos endok´
arsticos. Uno de los ejemplos m´
as notorios coin-
cide con las dolinas y cavernas (de hasta 100 m de longitud), modeladas sobre las terrazas tob´
aceas
de un ´
ambito eslovaco (Mitter, 1981). En Antalya abundan las cavidades k´
arsticas desarrolladas
en la masa tob´
acea que sirve de sustrato a los barrios de esta ciudad turca lo que ocasiona, con
relativa frecuencia, colapsos que afectan a sus edificios (Dipova and Doyuran, 2006a). En Espa˜
na
sobresalen, entre otros ejemplos, los numerosos conductos subterr´
aneos que avenan el gran edificio
del Puente de San Pedro, en el Alto Tajo: adosados a sus paredes se desarrollaron notables espeleo-
temas que fueron objeto de an´
alisis isot´
opicos siendo a˜
nadidos a los realizados en el seno tob´
aceo
(Hentzsch et al., 1987; L´
opez Vera, 1989; L´
opez Vera y Mart´ınez Goytre, 1988 y 1989).
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