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sistematización del conocimiento bajo el mecenazgo de los reyes crearon una nueva
sede social para la producción literaria, que abarcaba no sólo lo que podía ser
llamado escritura creativa o imaginativa sino que comprendía todas las formas desde
la historia local hasta la filosofía y la «ciencia».
El Museo dio origen a conflictos eruditos, los cuales se cree que el siguiente
comentario de Timón describe, desde la perspectiva de otra corte real:
Se apacientan en Egipto, rico en razas, muchos eruditos armados
de cálamo, que mantienen peleas infinitas en la jaula de pájaros de las
musas.
(Timón, ap. Aten. 1. 22d)
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Probablemente se refiere a las rivalidades y las polémicas surgidas entre los
intelectuales que trabajaban en Alejandría. Calimaco de Cirene escribió un catálogo
de las palabras raras y composiciones de Demócrito, y otro, más famoso, referido a
los hombres célebres en cada rama del conocimiento con una lista de sus trabajos,
que era un inventario en 120 libros organizado en secciones de todas las obras de la
biblioteca y las vidas de sus autores. Fue quizá el primer catálogo griego de
biblioteca, y aunque se perdió, indirectamente le debemos gran parte de lo que
conocemos sobre las obras clásicas perdidas. Aristarco de Samotracia respondió con
un tratado dirigido contra las listas de biblioteca de Calimaco, cuyo contenido no es
difícil de imaginar. El carácter evidentemente minucioso de la nueva erudición es
ejemplificado por obras como las de Aristófanes de Bizancio (un tratado sobre
palabras susceptibles de no ser usadas por los antiguos escritores), o el libro de
Ammonio sobre si hubo o no más de dos ediciones de la reseña de la Ilíada de
Aristarco. El grado de remisiones existente es notable; es realmente un ejemplo de
escritura de libros sobre libros sobre libros. Esencialmente, la creación de un lugar
determinado donde se realizara un trabajo literario de muchos tipos permitió una
mayor separación entre la interpretación y el libro. (La observación habitual de que
los antiguos siempre leían en voz alta ha sido cuestionada. La lectura silenciosa era
realmente practicada en Atenas clásica pero aún puede haber tenido un cambio de
énfasis en el período helenístico, pues las bibliotecas se hicieron más comunes y las
referencias intertextuales adquirieron un carácter literario más deliberado.)
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Estos escritos con remisiones mutuas, a los que podemos designar como
obras de erudición, eran parte de la literatura también. Lo mismo se aplica a las obras
que llamamos científicas. La erudición, en el sentido de examinar el «conocimiento»
escrito existente a la luz de un nuevo análisis, se había transformado en una profesión
sustentada por el estado en una escala amplia organizada por primera vez en el
mundo griego. Un hito distintivo del período es una literatura que no sólo se
ensambló internamente mediante las remisiones, sino que también se dispuso en un
cierto orden con respecto al cuerpo de la escritura griega antigua. La selección de
obras canónicas, apoyada por el financiamiento de la autoridad suprema, era una
actividad que creaba, y por tanto preservaba y legitimaba, una cultura, la cual
probablemente estaba en búsqueda de una identidad.
Recopilar todos los textos griegos conocidos y clasificarlos no era
simplemente una manera de hacer Alejandría grandiosa, era hacer una proclamación
casi sagrada de ser la guardiana y la vigilante de la cultura griega para todos los
griegos. Una función de las bibliotecas en todos los nuevos reinos era garantizar la
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memoria del pasado.
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Además, si el conocimiento es poder, entonces el control del
debate y la divulgación del conocimiento duplica el poder, y no sólo cultural
necesariamente. Este aspecto de apropiación y control puede ser detectado en
muchas áreas de la vida intelectual (como ha sido el caso, en diferentes
circunstancias, en la Atenas clásica). Reunir el conjunto de la cultura griega escrita
era también afirmar una relación particular entre los pueblos griegos y los no griegos;
entre la nueva monarquía macedónica en Egipto y la cultura griega en general, y
entre la élite dirigente cuyos predecesores habían sido apenas considerados como
pertenecientes a Grecia y la masa más amplia de los grecohablantes.
Sin embargo, es importante colocar esta realización ptolemaica en un
contexto más amplio. Se ha analizado el papel imperial y poscolonial de los
modernos museos,
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y lo mismo puede decirse de las bibliotecas. Hay una cierta
correlación en la historia entre la creación de imperios y la de colecciones:
considérese Roma, Viena, Londres, París. Una librería estatal puede ser expresión del
éxito imperial. Con todo, este no es el rasgo nuevo de los imperios helenísticos; los
antiguos imperios del Oriente Próximo tenían bibliotecas que contenían no sólo
archivos administrativos sino colecciones de textos sagrados y «literarios» con los
que los escribas trabajaban, incluso comparando diferentes versiones del mismo
texto;
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de modo que puede ser que lo que vemos como una creación distintivamente
griega fuera la fusión de la cultura filosófica de la Atenas del siglo IV con un modo
más antiguo de compilar y controlar la palabra escrita.
La compilación de información también es congruente con un cambio en la
relación entre la cultura oral y la escrita que ha sido detectado en la segunda mitad
del siglo IV. Aunque la sociedad griega, incluso en Atenas, era todavía
predominantemente oral, se sentía cada vez más la necesidad de asentar la memoria
colectiva en textos y registros documentales. Un síntoma de ello era la decisión
tomada por los atenienses en la década de 330, a sugerencia de Licurgo, de preservar
copias de las obras de Esquilo, Eurípides y Sófocles en un lugar público (quizá el
Metroón en el agora) y exigir a todos aquellos que desearan representar los dramas
que utilizaran los textos oficiales (Plut. Vidas de los diez oradores, 841 f),
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Se dice
que Ptolomeo II tomó prestados los originales y nunca los devolvió. Este caso
explícito de apropiación, y el esfuerzo más vasto de reunir la totalidad de la cultura
literaria, puede ser visto como un intento de demostrar que Egipto era parte del
mundo griego. Sin la transmisión escrita, tal transplante cultural sería considerado
necesariamente incompleto.
Tradición e innovación
Tradición e innovación. Dos términos que resumen de algún modo la posición
de Ptolomeo: una nueva dinastía con una nueva capital, ocupando un antiguo reino.
De la poesía en un sentido estricto, dejando de lado el drama, opina Tarn que
«La poesía, en la época de Alejandro, había casi perecido aplastada por el peso de los
grandes maestros; nadie podía emularlos, y no valía la pena intentarlo».
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Esta
opinión pesimista presupone que los poetas estaban tratando de escribir como (o
mejor que) los antiguos poetas; pero aceptarla sería ignorar el contexto social en que
escribían. Préaux no tiene una opinión muy diferente de la de Tarn: considera que la