COMPLETA PERVERSION DE LA LEY
Por desgracia, es mucho lo que falta para que la ley esté encuadrada dentro de su papel. Ni
siquiera cuando se ha apartado de su misión, lo ha hecho solamente con fines inocuos y
defendibles. Ha hecho algo aún peor: ha procedido en forma contraria a su propia
finalidad; ha destruido su propia meta; se ha aplicado a aniquilar aquella justicia que
debía hacer reinar, a anular, entre los derechos, aquellos límites que era su misión hacer
respetar; ha puesto la fuerza colectiva al servicio de quienes quieran explotar, sin riesgo
y sin escrúpulos, la persona, la libertad o la propiedad ajenas; ha convertido la
expoliación, para protegerla, en derecho y la legítima defensa en crimen, para castigarla.
¿Cómo se ha llevado a cabo semejante perversión de la ley? ¿Cuáles son sus
consecuencias?
La ley se ha pervertido bajo la influencia de dos causas muy diferentes: el egoísmo carente de
inteligencia y la falsa filantropía.
Hablemos de la primera.
FATAL TENDENCIA DE LA ESPECIE HUMANA
La aspiración común de todos los hombres es conservarse y desarrollarse, de manera que si
cada uno gozara del libre ejercicio de sus facultades y de la libre disposición de sus productos,
el progreso social sería incesante, ininterrumpido, infalible.
Pero hay otra disposición que también les es común a los hombres. Es la que se dirige a vivir y
desarrollarse, cuando pueden, a expensas los unos de los otros. No es ésta una imputación
aventurada emanada de un espíritu dolorido y carente de caridad. La historia da testimonio al
respecto, con las guerras incesantes, las migraciones de los pueblos, las opresiones
sacerdotales, la universalidad de la esclavitud, los fraudes industriales y los monopolios, de
todos los cuales los anales se encuentran repletos.
Esta funesta inclinación nace de la constitución misma del hombre, de ese sentimiento
primitivo, universal, invencible, que lo empuja hacia el bienestar y lo hace huir de la
incomodidad, el esfuerzo y el dolor.
PROPIEDAD Y EXPOLILACION
El hombre no puede vivir y disfrutar sino por medio de una transformación y una apropiación
perpetua, es decir por medio de una perpetua aplicación de sus facultades a las cosas, por el
trabajo. De ahí emana la Propiedad.
Pero también es cierto que el hombre puede vivir y disfrutar, apropiando y consumiendo e
producto de las facultades de sus semejantes. De ahí emana la expoliación.
Ahora bien, siendo que el trabajo es en sí sufrimiento y ya que el hombre se inclina a huir del
sufrimiento, el resultado es -y ahí está la historia para probarlo- que prevalece la expoliación
siempre que sea menos onerosa que el trabajo; prevalece, sin que puedan impedirlo en ese
caso ni la religión ni la moral.
¿Cuándo se detiene pues la expoliación?
Cuando se hace más onerosa, más peligrosa que el trabajo.
Evidente es que la ley debiera tener por finalidad oponer el obstáculo poderoso de la fuerza
colectiva a aquella tendencia funesta; que debiera tomar partido por la propiedad y contra la
expoliación.
Pero, lo más frecuente es que la ley sea hecha por un hombre o por una clase de hombres. Y
siendo inoperante la ley sin sanción, sin el apoyo de una fuerza preponderante, es inevitable
que en definitiva quede aquella fuerza en manos de quienes legislan.
Este fenómeno inevitable, combinado con la funesta inclinación que hemos comprobado que
existe en el corazón del hombre, explica la perversión casi universal de la ley. Se concibe así
como, en lugar de constituir un freno contra la injusticia, se convierte en un instrumento y el
más invencible instrumento de la injusticia. Se concibe que, según sea el poder legislador,
destruya -en provecho propio y en grados diferentes, en cuanto al resto de los hombres- la
personalidad con la esclavitud, la libertad con la opresión y la propiedad con la expoliación.
VICTIMAS DE LA EXPOLIACION LEGAL
Está en la naturaleza de los hombres el reaccionar contra la iniquidad de que sean víctimas.
Así, pues, cuando la expoliación está organizada por la ley, en beneficio de las clases que la
dictan, todas las clases expoliadas tienden por vías pacíficas o revolucionarias a tener alguna
participación en la confección de las leyes. Tales clases, según sea el grado de esclarecimiento
a que hayan llegado, pueden proponerse dos finalidades muy diferentes al perseguir la
conquista de sus derechos políticos: o quieren hacer cesar la expoliación legal, o aspiran a
participar en dicha expoliación.
¡Desgraciadas, tres veces desgraciadas las naciones en las cuales sea este último
pensamiento el que predomine en las masas en el momento en que a su vez se apoderen de la
facultad de legislar!
Hasta la época presente, la expoliación legal era ejercitada por un pequeño número contra el
gran número, tal como se ve en los pueblos en los cuales el derecho de legislar se concentra
en pocas manos. Pero he aquí que se ha vuelto universal y se busca el equilibrio, en la
expoliación universal. En lugar de extirpar lo que la sociedad contenía de injusticia, se
generaliza esta última. Tan pronto como las clases desheredadas han recuperado sus
derechos políticos, el primer pensamiento que de ellas se adueña, no es el de liberarse de la
expoliación (eso supondría en ellas conocimientos que no pueden tener) sino el de organizar
contra las otras clases y en su detrimento, un sistema se represalias -como si fuera necesario,
antes del advenimiento del reinado de la justicia- que una cruel venganza viniera a herirlas, a
unas a causa de su iniquidad, a las otras a causa de su ignorancia.
RESULTADOS DE LA EXPOLIACION LEGAL
No podía pues introducirse en la sociedad un cambio más grande y una mayor desgracia que
ésta: la ley convertida en instrumento de expoliación.
¿Cuáles son las consecuencias de una perturbación semejante? Se necesitarían volúmenes
para describirlas a todas. Contentémonos con indicar la más sobresaliente.
La primera, es la de borrar en todas las conciencias la distinción entre lo justo y lo injusto.