La Ley por Frédéric Bastiat



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Ninguna sociedad puede existir, si no impera en algún grado el respeto a las leyes; pero es el 

caso que lo que da más seguridad para que sean respetadas las leyes, es que sean 

respetables. Cuando la ley y la moral se encuentran en contradicción, el ciudadano se 

encuentra en la cruel disyuntiva de perder la noción de lo moral o de perder el respeto a la ley, 

dos desgracias tan grandes una como la otra y entre las cuales es difícil elegir.

Hacer reinar la justicia está tan en la naturaleza de la ley, que ley y justicia, es todo uno en el 

espíritu de la gente. Todos tenemos una fuerte inclinación a considerar lo legal como legítimo, 

hasta tal punto que son muchos los que falsamente dan por sentado que toda justicia emana 

de la ley. Basta pues que la ley ordene y consagre la expoliación, para que ésta parezca justa y 

sagrada para muchas conciencias. La esclavitud, la restricción, el monopolio, encuentran 

defensores no solamente entre los que de ello aprovechan, sino aún entre los que por ello 

sufren.


SE CONDENA A LOS DISIDENTES

Si alguien pone en duda la moralidad de aquellas instituciones se dirá: "Sois un innovador 

peligroso, un utopista, un teórico, despreciáis las leyes; conmovéis la base sobre la cual reposa 

la sociedad".

Si uno dicta cátedra sobre moral o economía no tardan en aparecer instituciones oficiales que 

hacen llegar al gobierno peticiones como las siguientes:

"Que en adelante se enseñe la ciencia, no ya desde el único punto de vista del libre 

intercambio (de la libertad, la propiedad y la justicia) como hasta ahora ha ocurrido, sino que 

también y sobre todo, sea enseñada desde el punto de vista de los hechos y de la legislación 

(contraria a la libertad, propiedad y justicia) que rige la industria nacional.

"Que en las cátedras públicas, remuneradas por el Tesoro, el profesor se abstenga 

rigurosamente de llevar el menor ataque al debido respeto a las leyes en vigor".

De manera que si existe una ley que consagra la esclavitud o el monopolio, la opresión o la 

expoliación en una forma cualquiera, no se podrá siquiera hablar de ella; porque ¿cómo podría 

hablarse de esa ley, sin conmover el respeto que inspira? Más aún, habrá que enseñar moral y 

economía política desde el punto de vista de aquella ley, es decir basándose en el supuesto de 

que es justa, sólo por ser ley.

Otro aspecto de la deplorable perversión de la ley, es el que da una preponderancia exagerada 

a las pasiones y luchas políticas, y en general a la política propiamente dicha.

Podría probar mi afirmación de mil maneras. Me limitaré por vía de ejemplo a relacionarla con 

el asunto que recientemente ha ocupado el espíritu de todos: el sufragio universal.

¿QUIEN DEBE JUZGAR?

Piensen lo que piensen al respecto los afectos a la escuela de Rousseau -que se dice muy 

avanzada y que para mí tiene un atraso de veinte siglos- el sufragio universal (tomando la 

palabra en su aceptación rigurosa) no es uno de esos dogmas sagrados, con respecto a los 

cuales el examen y la duda misma constituyen crímenes.

Pueden oponérsele graves objeciones.




Para empezar, la palabra universal oculta un sofisma grosero. Hay en Francia treinta seis 

millones de habitantes. Para que el derecho de sufragio fuera universal, tendría que serle 

reconocido a treinta y seis millones de electores. En el sistema más amplio, no se le reconoce 

sino a nueve millones. Luego, quedan excluidas tres de cada cuatro personas, y lo que es más 

importante, quien excluye a los otros es la cuarta persona. ¿Sobre qué principio se funda tal 

exclusión? Sobre el principio de la incapacidad. Sufragio universal quiere decir: sufragio 

universal de los que tienen capacidad. Quedan en pie estas cuestiones de hecho: ¿Quiénes 

son capaces? ¿Acaso la edad, el sexo, o las condenas judiciales, son los únicos signos por los 

que puede reconocerse la incapacidad?

RAZON PARA RESTRINGIR EL VOTO

Si se mira de cerca, muy pronto se percibe el motivo por el cual el derecho de sufragio se basa 

en la presunción de capacidad y a ese respecto el sistema más amplio no difiere del más 

restrictivo, sino en la apreciación de los signos por los cuales puede reconocerse la capacidad; 

lo cual no constituye una diferencia de principio sino de grado.

El motivo está en que el elector al votar no compromete sólo su interés sino el de todo el 

mundo.

Si, como lo pretenden los republicanos de tipo griego o romano, nos estuviera conferido el 



derecho de sufragio junto con la vida, sería inicuo que los adultos impidieran votar a mujeres y 

niños. ¿Por qué se les excluye? Porque se les presume incapaces. ¿Y por qué la incapacidad 

es motivo de exclusión? Porque al elector no le toca a él sólo la responsabilidad de su voto; 

porque cada voto compromete y afecta a la comunidad entera; porque la comunidad bien tiene 

el derecho de exigir algunas garantías en cuanto a los actos de los cuales depende su 

bienestar y su existencia.



LA SOLUCION ESTA EN RESTRINGIR LA FUNCION DE LA LEY

Sé lo que puede contestarse. También sé lo que se podría replicar. No es éste el lugar para 

agotar tal controversia. Lo que quiero hacer observar es que esa misma controversia (como 

también la mayor parte de las cuestiones políticas) que agita, apasiona y trastorna los pueblos, 

perdería casi toda su importancia si la ley hubiera sido siempre lo que debía ser.

En efecto, si la ley se limitara a hacer respetar a todas las personas, a todas las libertades y 

todas las propiedades, si no fuera más que la organización del derecho individual de legítima 

defensa, el obstáculo, el freno y el castigo opuesto a todas las opresiones y a todas las 

expoliaciones, ¿puede creerse que hablamos de disputar mucho, entre conciudadanos, a 

propósito del sufragio, más o menos universal? ¿Se cree que por eso se pondría en cuestión el 

mayor de los bienes, la tranquilidad pública? ¿Se cree que las clases excluidas no habrían de 

esperar tranquilamente que les llegará su turno? ¿Se cree que las clases admitidas al voto, 

estarían muy celosas por conservar su privilegio? ¿Y acaso no es claro que siendo idéntico y 

común el interés, los unos actuarían sin causar inconvenientes a los que no votan?



LA FATAL IDEA DE LA EXPOLIACION LEGAL

Pero si llega a introducirse el principio funesto de que so pretexto de organización, 

reglamentación, protección y apoyo, la ley puede quitar a los unos para dar a los otros, echar 



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