La Ley por Frédéric Bastiat



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Y al igual que el jardinero, que para efectuar la poda de los árboles, necesita hachas, 

serruchos, sierras y tijeras, el público necesita para el arreglo de su sociedad fuerzas que sólo 

puede encontrar en las leyes; la ley de aduana, ley de impuestos, ley de seguridad social y ley 

de instrucción.



LOS SOCIALISTAS PRETENDEN SUPLANTAR A DIOS

Tan cierto es que los socialistas consideran a la humanidad como materia destinada a 

combinaciones sociales, que si por casualidad no están muy seguros del éxito de aquellas 

combinaciones, reclaman por lo menos una porción de humanidad a titulo de material de 

experimentación: es bien sabido cuán popular es entre ellos la idea de experimentar todos los 

sistemas, y se ha visto a uno de sus jefes llegar a la asamblea constituyente a pedir con toda 

seriedad que se le diera una comuna con sus habitantes, para realizar su ensayo.

Así procede todo inventor que fabrica su máquina en pequeño antes de realizarla en grande. 

Así el químico sacrifica algunos reactivos, y el agricultor sacrifica ciertas semillas y un rincón de 

su terreno para ensayar una idea.

¿Pero qué distancia separa al jardinero de sus árboles, al inventor de su máquina, al químico 

de sus reactivos, al agricultor de sus semillas?

El socialista cree de buena fe que la misma distancia es la que lo separa a él de la humanidad.

No hay que asombrarse de que los escritores del siglo XIX consideren la sociedad como una 

creación artificial salida del genio del legislador.

Tal idea, producto de la educación clásica, ha dominado a todos los pensadores y a todos los 

grandes escritores de nuestro país. Han visto entre la humanidad y el legislador la misma 

relación que existe entre la arcilla y el alfarero.

Mucho más aún; si han consentido en reconocer que hay en el corazón del hombre un principio 

de acción y en su inteligencia un principio de discernimiento, han pensado que con ello Dios les 

ha hecho un don funesto y que la humanidad, bajo la influencia de aquellos dos motores, iba 

fatalmente hacia su degradación. Han señalado como un hecho cierto el de que abandonada a 

sus inclinaciones la humanidad no se ocupará de la religión más que para desembocar en el 

ateísmo; de la enseñanza sino para llegar a la ignorancia y del trabajo e intercambio más que 

para extinguirse en la miseria.

DESPRECIO DE LOS SOCIALISTAS POR LA ESPECIE HUMANA

Felizmente, según aquellos mismos escritores, existen algunos hombres, llamados 

gobernantes y legisladores, que han recibido del cielo tendencias opuestas, para beneficio no 

solamente de ellos sino para el de todos los demás.

Mientras la humanidad se inclina al mal, ellos se inclinan al bien; mientras la humanidad 

camina hacia las tinieblas, aspiran ellos a la luz; mientras la humanidad es arrastrada al vicio, a 

ellos los atrae la virtud.

Y ya eso dado por sentado, reclaman la fuerza a fin de que les dé la posibilidad de sustituir sus 

propias tendencias a las tendencias del género humano.



Basta con abrir un libro de filosofía, de política o de historia, más o menos al azar, para advertir 

cuán fuertemente se encuentra arraigada aquella idea en nuestro país, hija de los estudios 

clásicos y madre del socialismo, según la cual la humanidad es materia inerte, que recibe del 

poder público la vida, la organización, la moral y la riqueza; o lo que es aún peor, que por sí 

misma la humanidad tiende hacia su propia degradación, y no es detenida en esa pendiente 

sino por la mano misteriosa del legislador.

El convencionalismo clásico siempre nos dice que detrás de la sociedad pasiva, un poder 

oculto, bajo el nombre de ley, legislador o usando una expresión más cómoda y vaga, mueve, 

anima, enriquece y moraliza a la humanidad.

DEFENSA DEL TRABAJO COMPULSIVO

Bossuet, Tutor del Delfín en la corte del Rey Luis XIV enseñaba: "Una de las cosas que eran 



inculcadas (¿por quién?) con más fuerza en el espíritu de los egipcios, era el amor a la 

patria... No era permitido ser inútil al Estado; la ley asignaba a cada uno su función, que 

se perpetuaba de padres a hijos. No se podía tener dos (funciones) ni cambiar de profesión... 

Pero había una ocupación que debía ser común, y era el estudio de las leyes y de la sabiduría. 

La ignorancia de la religión y de las reglamentaciones del país no se toleraba en ninguna clase 

social. Por otra parte, cada profesión tenía su cantón que le era asignado (¿por quién?). Entre 

las buenas leyes lo mejor que había era que todo el mundo era adiestrado (¿por quién?) en el 

espíritu de su observancia... Sus artífices han llenado a Egipto de invenciones maravillosas, y 

no lo han dejado ignorar casi nada de lo que podía hacer la vida más cómoda y más tranquila".

Es así que los hombres, según Bossuet, nada sacan de sí mismos: patriotismo, riqueza, 

actividad, sabiduría, invenciones, labranza, ciencias ' todo , les llegaba por el funcionamiento 

de las leyes o por intermedio de los reyes. Para ellos sólo se trataba de dejarse manejar.



DEFENSA DEL GOBIERNO PATERNALISTA

Se llega hasta tal punto, que cuando Diodoro acusa a los egipcios de no ser afectos a la lucha 

y la música, Bossuet se lo reprocha: "¿Cómo es eso posible, dice él, ya que aquellas artes 

habían sido inventadas por Trimegisto, el Canciller del Dios Osiris?"

Lo mismo entre los persas. "Uno de los primeros cuidados del príncipe era el de hacer florecer 

la cultura." " . tal como existían cargos establecidos para la conducción de los ejércitos, los 

había también para velar por los trabajos rústicos... El respeto que era inspirado a los persas 

por la autoridad real llegaba hasta el exceso".

"Los griegos, aún cuando llenos de ingenio, no resultaban menos extraños a su propio destino, 

hasta el punto de que por sí mismos no se habrían elevado, como los perros y los caballos, 

hasta la altura de los más sencillos juegos. Clásicamente, es cosa convenida que todo les 

viene a los pueblos desde afuera".

"Los griegos, naturalmente llenos de ingenio y de valor habían sido cultivados desde 

temprano por reyes y colonos llegados de Egipto. De ahí es de donde habían aprendido los 

ejercicios corporales, la carrera a pié, a caballo y en carros... Lo mejor que les habían 

enseñado los egipcios era volverse dóciles, a dejarse formar por leyes, para el bien público... ".



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