Metabolismo entre sociedad y naturaleza Jorge Riechmann



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Metabolismo entre sociedad y naturaleza

  • Jorge Riechmann


Metabolismo biológico

  • La sociedad depende de flujos continuos de materia y energía desde su medio ambiente, y hacia él: ésta es la idea básica que vamos a explorar.

  • Etimología griega de la palabra “metabolismo”: metaballein, “arrojar más allá”, “llevar más lejos”.

  • La noción procede de la biología. La suma de todas las reacciones bioquímicas de una célula (o de un organismo vivo) constituye su metabolismo.



  • ¿Cabe aplicar el concepto a niveles superiores a los organismos individuales?

  • Se acepta en general que las comunidades bióticas y los ecosistemas tienen propiedades de autoorganización que les permiten optimizar la utilización de energía y nutrientes; y que, por tanto, puede aplicarse la noción de metabolismo a esos niveles.



Metabolismo entre sociedad y naturaleza

  • Las sociedades mantienen un metabolismo que, como mínimo, equivaldrá a la suma de los metabolismos biológicos de sus miembros humanos.

  • Pero, más allá de esto, nos interrogamos por el flujo de energía y materiales a través de los sistemas sociales, y hablamos entonces de metabolismo socio-ecológico, o socio-natural.



  • Las esferas interconectadas de la producción y el consumo configuran “el metabolismo socionatural, esto es, el conjunto de interrelaciones e interacciones entre los seres humanos y el medio natural del que obtienen los recursos y al que devuelven los residuos, en un complejo proceso en el curso del cual el ser humano transforma el medio natural y se transforma a sí mismo.” Joaquim Sempere, Mejor con menos --Necesidades, explosión consumista y crisis ecológica, Crítica, Barcelona 2009, p. 156.



Marx formula la idea de metabolismo entre el ser humano y la naturaleza...

  • En el marco de las nacientes ciencias sociales del siglo XIX, fueron Marx y Engels quienes aplicaron el término “metabolismo” (Stoffwechsel en alemán) a la sociedad.

  • La investigación clave sobre este asunto: La ecología de Marx de John Bellamy Foster (Libros del Viejo Topo, Barcelona 2004), especialmente el capítulo 5 (“El metabolismo de sociedad y naturaleza”).

  • El “metabolismo entre el ser humano y la naturaleza” aparece, en El Capital, asociado a la descripción básica --casi ontológica-- del proceso de trabajo.



...en El Capital

  • “El trabajo es, en primer lugar, un proceso entre el hombre y la naturaleza, un proceso en que el hombre media, regula y controla su metabolismo con la naturaleza. El hombre se enfrenta a la materia natural misma como un poder natural. Pone en movimiento las fuerzas naturales que pertenecen a su corporeidad, brazos y piernas, cabeza y manos, a fin de apoderarse de los materiales de la naturaleza bajo una forma útil para su propia vida. Al operar por medio de ese movimiento sobre la naturaleza exterior a él y transformarla, transforma a la vez su propia naturaleza.” Karl Marx, El Capital, vol. 1 del libro primero (ed. de Pedro Scaron), Siglo XXI, Madrid 1984, p. 215.



Y unas páginas más allá:

  • “El proceso de trabajo (...) es una actividad orientada a un fin, el de la producción de valores de uso, apropiación de lo natural para las necesidades humanas, condición general del metabolismo entre el hombre y la naturaleza, eterna condición natural de la vida humana y por tanto independiente de toda forma de esa vida y común, por el contrario, a todas sus formas de sociedad.” Op. cit. p. 223



Von Liebig, en los orígenes de la agronomía y la edafología modernas

  • El gran químico agrícola alemán Justus von Liebig hizo hincapié en la circulación de los nutrientes del suelo y su relación con el metabolismo animal. Justus von Liebig, La química orgánica en su aplicación a la agricultura y la fisiología, 1840.

  • Relacionó el empobrecimiento de los suelos con la contaminación de las ciudades por desechos humanos y animales. En sus influyentes Cartas sobre la utilización de las aguas residuales municipales (1865), insistía en que un reciclado que devolviera al suelo los nutrientes contenidos en las aguas residuales formaban parte indispensable de un sistema urbano-agrícola racional.



Preservar el excremento líquido y sólido

  • Von Liebig escribió en 1840 al primer ministro británico sir Robert Peel, en un contexto marcado por la inquietud que causaba la contaminación de las aguas urbanas de un Londres en rapidísimo crecimiento:

  • “La causa del agotamiento del suelo debe buscarse en las costumbres y hábitos de las gentes de las ciudades, esto es, en la construcción de retretes que no admiten que se recoja y preserve el excremento líquido y sólido.”



  • “No regresan a los campos de Gran Bretaña, sino que son arrastrados por los ríos hasta el mar. El equilibrio en la fertilidad del suelo se ve destruido por esta pérdida incesante y puede sólo ser restaurado por un suministro equivalente... Si fuera posible hacer regresar a los campos de Escocia e Inglaterra todos esos fosfatos que han sido conducidos al mar en los últimos cincuenta años, las cosechas se incrementarían hasta el doble de la cantidad de los años anteriores.” Liebig citado en Herbert Girardet, Ciudades sostenibles, Eds. Tilde, Valencia 2001, p. 46



La noción de fractura metabólica

  • Estudiar las obras de von Liebig condujo a Marx --en El Capital-- a su concepto central de la fractura metabólica que se produce en la relación humana con la naturaleza, y explica la alienación con respecto a ella.

  • Las relaciones de producción capitalistas y la separación antagónica entre la ciudad y el campo habían causado una fractura en ese metabolismo.



“Una fractura irreparable” en el metabolismo social

  • Gran parte de esta crítica se resume en un pasaje muy notable al final de las páginas que dedica a “La génesis de la renta capitalista del suelo”, en el libro tercero de El Capital:

  • “El latifundio reduce la población agraria a un mínimo siempre decreciente y la sitúa frente a una creciente población industrial hacinada en grandes ciudades. De este modo da origen a unas condiciones que provocan una fractura irreparable en el proceso interdependiente del metabolismo social, metabolismo que prescriben las leyes naturales de la vida misma.”



  • “El resultado de esto es un desperdicio de la vitalidad del suelo, que el comercio lleva mucho más allá de los límites de un solo país.

  • (...) La industria a gran escala y la agricultura a gran escala explotada industrialmente tienen el mismo efecto. Si originalmente pueden distinguirse por el hecho de que la primera deposita desechos y arruina la fuerza de trabajo, y por tanto la fuerza natural del hombre, mientras que la segunda hace lo mismo con la fuerza natural del suelo, en el posterior curso del desarrollo se combinan, porque el sistema industrial aplicado a la agricultura también debilita a los trabajadores del campo, mientras que la industria y el comercio, por su parte, proporcionan a la agricultura los medios para agotar el suelo.” Hasta aquí la extensa cita del libro tercero de El Capital.



Metabolismo perturbado

  • “Con la preponderancia incesantemente creciente de la población urbana, acumulada en grandes centros por la producción capitalista, ésta por una parte acumula la fuerza motriz histórica de la sociedad y, por otra, perturba el metabolismo entre el ser humano y la tierra, esto es, el retorno al suelo de aquellos elementos constitutivos del mismo que han sido consumidos por el ser humano bajo la forma de alimentos y vestimenta, retorno que es condición natural eterna de la fertilidad permanente del suelo.”



  • “Con ello destruye, al mismo tiempo, la salud física de los obreros urbanos y la vida intelectual de los trabajadores rurales.

  • (...) Al igual que en la industria urbana, la fuerza productiva acrecentada y la mayor movilización del trabajo en la agricultura moderna se obtienen devastando y extenuando la fuerza de trabajo misma. Y todo progreso de la agricultura capitalista no es sólo un progreso en el arte de esquilmar al obrero, sino a la vez en el arte de esquilmar el suelo; todo avance en el acrecentamiento de la fertilidad de éste durante un lapso dado, un avance en el agotamiento de las fuentes duraderas de esa fertilidad.”



Un ecomarxismo actual...

  • “(...) La producción capitalista, por consiguiente, no desarrolla la técnica y la combinación del proceso social de producción sino socavando, al mismo tiempo, los dos manantiales de toda riqueza: la tierra y el trabajador.” Karl Marx, El Capital, libro primero, parágrafo 10 del capítulo 13.

  • Marx y Engels no desarrollaron suficientemente esta perspectiva. Pero un ecomarxismo actual, bien informado de los avances en economía ecológica a partir de Nicholas Georgescu-Roegen, podría hacerlo. Debería hacerlo.



Socialismo en términos de regulación consciente del metabolismo

  • En la futura sociedad de productores asociados que anticipaban Marx y Engels, sería necesario “gobernar el metabolismo humano con la naturaleza de una manera racional”, algo que escapaba a las posibilidades de la sociedad burguesa. Así, en el libro tercero de El Capital Marx escribe:

  • “La libertad en esta esfera [el reino de la necesidad natural] sólo puede consistir en que el hombre socializado, los productores asociados, gobiernen el metabolismo humano con la naturaleza de un modo racional, poniéndolo bajo su propio control colectivo, en vez de estar dominados por él como una fuerza ciega; realizándolo con el menor gasto de energía y en las condiciones más dignas y apropiadas para su humana naturaleza.”



  • Como dice Enric Tello, “Karl Marx fue el primero, setenta años antes que Lewis Mumford, en introducir el concepto de metabolismo social en el ámbito de la economía y la historia. A partir de la noción de intercambio metabólico desarrollada por Justus von Liebig y la biología de su tiempo, Marx definió el trabajo humano como la modulación intencional de aquel metabolismo, y en una de las contadas ocasiones en que concretó qué entendía por socialismo lo caracterizó como la organización consciente de un intercambio entre el ser humano y la naturaleza en una forma adecuada al pleno desarrollo humano”. Enric Tello, La historia cuenta. Del crecimiento económico al desarrollo humano sostenible. Libros del Viejo Topo, Barcelona 2005, p. 273.



La energética: Geddes...

  • Por otra parte, hay otro importante campo donde se formularon consideraciones sobre el metabolismo social en el siglo XIX: la energética.

  • Patrick Geddes intentó desarrollar un cálculo unificado basado en los flujos de energía, capaz de proporcionar un marco coherente para toda la actividad social y económica. No se prestó atención a este trabajo pionero. Patrick Geddes, “Un análisis de los principios de la economía” (1884), en Joan Martínez Alier (ed.), Los principios de la economía ecológica, Fund. Argentaria/ Visor, Madrid 1995, p. 26 y ss. Véase también Joan Martínez Alier y Klaus Schlüppmann, La ecología y la economía, FCE, Ciudad de México 1991, capítulo 5.



...Ostwald, Soddy...

  • Wilhelm Ostwald --premio Nobel de química en 1909-- hizo una contribución similar, señalando que cuanto más eficiente es la transformación de energía bruta en energía útil, mayor es el progreso de una sociedad. Recibió un buen rapapolvo de Max Weber. Joan Martínez Alier y Klaus Schlüppmann, La ecología y la economía, FCE, Ciudad de México 1991, capítulo 11.

  • Frederick Soddy, también premio Nobel de química, se interesó igualmente por la energética de la sociedad. Fue uno de los pocos teóricos sociales sensibles a la segunda ley de la termodinámica y consideraba la energía como un factor limitante crítico para la sociedad. Frederick Soddy, “Economía cartesiana: la influencia de la ciencia física en la administración del Estado” (1921), en Joan Martínez Alier (ed.), Los principios de la economía ecológica, Fund. Argentaria/ Visor, Madrid 1995, p. 145 y ss. Véase también Joan Martínez Alier y Klaus Schlüppmann, La ecología y la economía, FCE, Ciudad de México 1991, capítulo 8.



También desde la antropología cultural del siglo XX

  • Leslie White

  • Julian Steward

  • Andrew Vayda

  • Roy Rappaport

  • Marvin Harris

  • El famoso análisis de Harner (1977) sobre el canibalismo azteca, disfrazado de sacrificio religioso…



¿De qué se compone el metabolismo de un sistema social?

  • Según Marina Fischer-Kowalski, lo componen los flujos de materiales y energía que mantienen los compartimentos materiales del sistema social.

  • Y estos son las entidades físicas que se están reproduciendo constantemente mediante el trabajo invertido en ese sistema.



  • Para una sociedad en su conjunto, esto abarca lo siguiente:

    • 1. La población humana.
    • 2. Los artefactos: edificios, máquinas, bienes de uso... (A veces se habla de “tecnosfera” en estos contextos.)
    • 3. Los organismos animales alimentados y criados por los seres humanos: animales domésticos...
    • 4. Los organismos vegetales “mantenidos” por los seres humanos: plantas de cultivo... Marina Fischer-Kowalski, “El metabolismo de la sociedad: sobre la infancia y adolescencia de una naciente estrella conceptual”, en Michael Redclift y Graham Woodgate (eds.), Sociología del medio ambiente. Una perspectiva internacional, McGraw Hill, Madrid 2002, p. 135.


Metabolismo (por habitante y año) de diferentes modos de producción



El tercer régimen metabólico: la sociedad “termoindustrial”

  • El primer régimen metabólico, el de las sociedades cazadoras y recolectoras, y el segundo, el de las sociedades agrarias, estaban basados en la energía solar.

  • Hoy os encontramos en el tercer régimen metabólico, basado en las energías fósiles.

  • Seguiremos aquí a Salvador Rueda en su texto “Metabolismo urbano: la ecuación de la sostenibilidad”, dentro del informe CCEIM/ Fundación CONAMA Cambio global España 2020/ 2050 --Programa ciudades, Madrid 2009, p. 177. Puede consultarse en http://www.conama9.org/bo/bancorecursos/banco_imagenes/encuentrolocal/Informe%20CGE-CIUDADES.pdf



  • Las sociedades agrarias no conocieron el crecimiento continuado, únicamente se movían de un estado de equilibrio a otro.

  • Las novedades técnicas y económicas que puntualmente aparecían quedaron frenadas por la escasez de energía y de combustible.

  • Desde el siglo XVIII hasta hoy tiene lugar un cambio de gran calado ecológico y energético: una ruptura con el anterior modelo.



Una economía de base mineral

  • La vieja base orgánica de la economía fue sustituida por una base mineral y las limitaciones en la movilidad fueron superadas con el desarrollo de la máquina de vapor.

  • En los últimos doscientos años se ha producido un crecimiento explosivo en el consumo de energía.



  • El consumo global de energías fósiles se ha multiplicado casi por mil desde principios del siglo XIX, lo que supone una tasa de crecimiento anual calculada en un 3’5%.

  • A escala mundial, se consume actualmente (a comienzos del siglo XXI), en sólo un año, tanta energía fósil como en todo el siglo XIX.



Todo ha sido movilizado

  • Este masivo uso de energía ha transformado, prácticamente, la totalidad de ecosistemas en el mundo, poniendo en circulación, a su vez, ingentes cantidades de recursos naturales y de personas.

  • Literalmente, todo ha sido movilizado. Las innovaciones técnicas e industriales ya no tienen el limitante de la escasez energética de la etapa anterior.



  • Estamos cambiando a gran velocidad y aceleradamente todos los ecosistemas de la Tierra, perturbándolos sistemáticamente de una manera que admite una descripción sorprendentemente breve: aumentar la tasa de renovación, disminuir el resto de la biosfera y acelerar la oxidación de la necrosfera (Ramón Margalef en 1991).



La transición necesaria: hacia un cuarto régimen metabólico

  • Hemos de reducir de manera drástica las perturbaciones que hoy infligimos a los ecosistemas.

  • Necesitamos pasar a un nuevo régimen metabólico, el cuarto, basado en las energías renovables.



El metabolismo de la sociedad española

      • En España, la población creció de 28 a 45 millones de habitantes entre 1950 y 2005, pero su impacto ambiental se multiplicó por un factor varias veces mayor.
      • En efecto: las emisiones de gases de efecto invernadero han aumentado más del 45% sólo entre 1990 y 2005 (triplicando ya el incremento tolerable según el Protocolo de Kioto).
      • El requerimiento total de materiales por habitante se multiplicó por cuatro en el último medio siglo.


  • La huella ecológica por habitante casi se triplicó en el mismo período, pasando de las 1,79 ha/hab (52 millones de hectáreas) en la primera de esas fechas a las 4,85 ha/hab (208 millones de hectáreas) estimadas para 2003: esta cantidad supera en tres veces por sí misma la superficie total (terrestre y marítima) correspondiente a nuestro país (62 millones de hectáreas), lo que muestra bien a las claras la insostenibilidad actual de nuestro modo de producción y consumo. Óscar Carpintero, El metabolismo de la economía española: recursos naturales y huella ecológica (1955-2000), Lanzarote, Fundación César Manrique, 2005.



Otro cálculo de la huella ecológica en España

  • Se trata de un informe oficial, el del Min. de Medio Ambiente en 2007.

  • 6’4 ha/ habitante en 2005 (frente a una biocapacidad de nuestro territorio de 2’6; y a una biocapacidad mundial de 1’7 ha/ persona).

  • La relación huella ecológica/ biocapacidad es de 2’6: se trata de una insostenibilidad del 260%, como si dijéramos.

  • Consumimos y contaminamos más del doble de lo que soportaría nuestro territorio. AAVV, La huella ecológica como elemento de valoración integrada de la sostenibilidad del desarrollo, Ministerio de Medio Ambiente, Madrid 2007.



El déficit ecológico de España

  • Oscar Carpintero: “A mediados de la década de los cincuenta, la superficie ecológicamente disponible (esto es, la ecológicamente productiva menos el 12 por 100 reservado a otras especies no humanas, e incorporando la zona económica exclusiva marítima) permitía que en 1955 cada habitante dispusiese de 1,68 hectáreas para satisfacer su modo de producción, consumo y asimilación de residuos en forma de CO2; lo que comparado con la huella ecológica para ese año, arrojaba un déficit ecológico ‘tolerable’ de 0,11 ha/hab. (el déficit ecológico se define como el número de hectáreas totales o per capita en las que la huella ecológica de un país excede a su superficie ecológicamente productiva o, alternativamente, a la superficie disponible).”



  • “Cincuenta años después las condiciones empeoran por un doble motivo. De un lado, el incremento de la población reduce la disponibilidad de tierra en un 30 por 100 para dejarla en 1,19 ha/hab, circunstancia a la que hay que sumar la expansión en las emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera que no es suficientemente compensada por el aumento en el rendimiento de las tierras agrícolas y forestales.

  • Si prescindimos del factor energético, los datos revelan que el exceso de la huella sobre la superficie disponible llegó en 2003 a los 17 millones de hectáreas, lo que incluye, por ejemplo, los casi 4 millones de tierra agrícola ocupada en terceros países para sostener nuestro modo de alimentación; los 3,8 millones de superficie forestal o los 6 millones de hectáreas de superficie marítima necesaria para satisfacer una dieta rica en pescado.” Óscar Carpintero, El metabolismo de la economía española: Recursos naturales y huella ecológica (1955-2000), Lanzarote, Fundación César Manrique, 2005.



Metabolismo y sostenibilidad

  • La sostenibilidad de un sistema (en particular, de la economía española) no tiene demasiado que ver con las mejoras marginales en su eficiencia (lo cual no quiere decir que no tengamos que perseguir con tesón la ecoeficiencia):

  • tiene que ver más bien con su metabolismo básico, con las pautas de intercambio de materia y energía entre el sistema y su entorno.



Insostenibilidad y comercio internacional

  • “Cuando se analiza la realidad en términos biofísicos de flujos de materia y energía, resulta patente la absoluta dependencia actual de los países del Norte de los servicios generados por los ecosistemas del Sur.

  • El hecho de que los países desarrollados puedan mantener un metabolismo socioeconómico creciente en términos de tasas de consumo y acumulación de materiales y energía que se introduce al sistema para salir en forma de residuos sin incrementar el nivel de explotación de sus territorios no se debe a una desmaterialización real de sus economías, sino a un desplazamiento geográfico de las fuentes de recursos y de los sumideros de residuos.”



  • “Esto es debido a que el actual sistema de comercio internacional permite a los consumidores de dichos países obtener servicios de los ecosistemas de todo el planeta a través de los mercados globalizados.”José A. González, Carlos Montes e Ignacio Santos: “Capital natural y desarrollo: por una base ecológica en el análisis de las relaciones Norte-Sur”, Papeles de relaciones ecosociales y cambio global 100, CIP, Madrid 2008, p. 68.

  • El texto básico para profundizar en este análisis: José Manuel Naredo, Raíces económicas del deterioro ecológico y social, Siglo XXI, Madrid 2006.



Diseño “de la cuna a la cuna” según MBDC

  • La basura es comida (waste equals food), como proponen William McDonough y Michael Braungart que han fundado MBDC, McDonough Braungart Design Chemistry Véase www.mbdc.com

  • Avanzar desde los ciclos de vida “de la cuna a la tumba” para los productos y materiales hacia ciclos “de la cuna a la cuna”.



Metabolismo biológico/ metabolismo industrial

  • Una economía ecologizada distinguiría entre dos tipos de “metabolismo económico”:

  • todo lo que fuera a parar al metabolismo biológico de la naturaleza sería perfectamente biodegradable, y no contendría tóxicos en absoluto;

  • por otro lado, lo que fuera al metabolismo industrial circularía una y otra vez en ciclos cerrados, sin mezclarse con el metabolismo biológico.



Residuo cero

  • Así, todos los productos de la economía serían clasificados o bien como nutrientes biológicos o bien como nutrientes técnicos.

  • El planteamiento en cualquier caso ha de ser residuo cero en el sentido de que los residuos de los procesos productivos serían aprovechados íntegramente como materia prima –igual que sucede en los ciclos de materiales que se dan en la biosfera.



Precisamos regular racionalmente el metabolismo entre humanidad y naturaleza

  • “Las técnicas introducidas desde la Revolución Industrial moderna han transformado profundamente el metabolismo socionatural hasta poner en peligro la continuidad de la vida humana civilizada, obligando a los seres humanos a preguntarse por vez primera en la historia sobre la posibilidad de que la propia especie humana destruya la viabilidad de su existencia sobre la faz de la Tierra.” Joaquim Sempere, Mejor con menos --Necesidades, explosión consumista y crisis ecológica, Crítica, Barcelona 2009, p. 164



...pero sin olvidar que a menudo descarrilamos...

  • La crisis ecológica nos hace pensar en desequilibrios: desequilibrios energéticos, territoriales, en los flujos de materiales...

  • “Debemos aceptar que nunca alcanzaremos la sostenibilidad, porque no es un estado sino un proceso: nunca alcanzaremos una posición de equilibrio que se pueda mantener indefinidamente.” Graham Woodgate en Sociología del medio ambiente (coord. por Woodgate y Michael Redclift), McGraw-Hill, Madrid 2002, p. xxx.



... con la idea de control racional

  • Una imagen para visualizar la sostenibilidad: el equilibrista sobre el sendero escarpado o la cuerda floja. Equilibrio dinámico: el funámbulo ha de avanzar para mantenerse en equilibrio. Los equilibrios posibles para nosotros no son estáticos ni cómodos, no cabe dar nada por sentado (¡hermosa imagen, si pensamos la expresión en su literalidad!).

  • Necesidad de (re)construir una red de seguridad por debajo del equilibrista. La expansión en el desarrollo de las capacidades humanas ha de ir de consuno con una potente autolimitación en el metabolismo entre las sociedades humanas y la naturaleza. A ese punto de equilibrio podemos llamarlo sostenibilidad.



¿Pero qué equilibrio?

  • Recordemos que, para el físico y premio Nobel Ilya Prigogine, los sistemas vivos, y la biosfera en su conjunto, son “sistemas apartados del equilibrio” que tienen eficientes “estructuras disipativas” para extraer el desorden. En términos termodinámicos, equilibrio es muerte.

  • Habrá que pensar en un metaequilibrio, una proporción o razón de nuestros vitales desequilibrios.



Lo contingente, lo imprevisible

  • “...quien crea que puede diseñar un plan para la salvación ecológica de la especie humana no comprende la naturaleza de la evolución, y ni siquiera la de la historia, que es la de una lucha permanente bajo formas siempre nuevas, no la de un proceso físico-químico predecible y controlable como los de cocer un huevo o enviar un cohete a la Luna.” Nicholas Georgescu-Roegen, 1972

  • “...es como si la naturaleza se reservara siempre el derecho de introducir cosas absolutamente imprevisibles y capaces de trastocar nuestros esquemas. Hay que aceptarlo así y no se le pueden dar más vueltas.” Ramón Margalef, 1991 (citados ambos en Ernest García, El trampolín fáustico, Tilde, Valencia 1999, p. 5 y 25).



Dejar margen para la incertidumbre

  • Hay que dejar margen para la contingencia y la incertidumbre, porque podemos intentar orientar la evolución de sistemas complejos, pero nunca vamos a tener certeza sobre los resultados.

  • Esto quiere decir, por ejemplo, que si el maximum sustainable yield de un caladero determinado son 10.000 toneladas de una determinada especie de pez al año, será prudente limitar las capturas a 5.000 toneladas;

  • y que los bancos de germoplasma no son una buena alternativa a la conservación de variedades vegetales (silvestres y domesticadas) in situ.



Final: René Dubos contra el ansia de crecimiento

  • “Una de las fuerzas más demoníacas de la civilización tecnológica es el ansia de crecimiento, que se ve intensificada por mecanismos institucionales que van desde el prestigio nacional al fomento de la adquisición de bienes inmuebles y diversas formas de propaganda comercial.

  • Si al ser humano moderno se le alienta a expandir aún más su apetito por los productos industriales, si continúa dándose por sentado que vale la pena adquirir toda innovación y se justifica el abandono de costumbres dignas sólo porque son antiguas, (...)”



  • “(...) si la población sigue aumentando sin tener en cuenta la capacidad del planeta para mantenerla y absorber sus desechos, entonces los desastres son inevitables, independientemente de las mejoras en los procesos tecnológicos.

  • Ni la riqueza ni el conocimiento son capaces de proporcionar formas eficaces de lucha contra los excesos humanos.

  • Así pues, los demonios que hay que exorcizar no están en la tecnología sino en las mentes de los seres humanos.” René Dubos, Un dios interior, Salvat, Barcelona 1986, p. 182.



Para ampliar estas reflexiones

  • Para ampliar estas reflexiones, véase el capítulo 3 de José Manuel Naredo, Raíces económicas del deterioro ecológico y social, Siglo XXI, Madrid 2006 (“El metabolismo de la civilización industrial en el contexto planetario”).

  • También, de Manuel González de Molina y Víctor M. Toledo, Metabolismos, naturaleza e historia, Icaria, Barcelona 2011.

  • Y el ppt de Óscar Carpintero “La cara oculta del desarrollo económico español”...



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