1.
LAS ACUMULACIONES TOB ´
ACEAS
J. A. Gonz´
alez Mart´ın1 y M
ª. J. Gonz´alez Amuchastegui2
1. Departamento de Geograf´ıa, Universidad Aut´
onoma de Madrid, Francisco Tomas y Valiente 1, 28049 Madrid.
juanantonio.gonzalez@uam.es
2. Departamento de Geograf´ıa, Prehistoria y Arqueolog´ıa, Universidad del Pa´ıs Vasco, Tomas y Valiente s/n, 01006
Vitoria-Gasteiz mj.gonzaleza@ehu.es
INTRODUCCI ´
ON
Los dep´
ositos tob´
aceos constituyen importantes indicadores paleoambientales y geocronol´
ogicos
en las regiones k´
arsticas emplazadas en diversos ´
ambitos morfoclim´
aticos. Ofrecen como peculia-
ridades generales: su naturaleza carbonatada, especialmente calc´ıtica y a menudo poco litificada;
una mayor o menor porosidad
1
y una precisa localizaci´
on geomorfol´
ogica siempre inducida por la
convergencia de factores estructurales, clim´
aticos y ambientales. Estas acumulaciones no suelen de-
parar una gran representaci´
on espacial aunque, en ocasiones, pueden mostrar ejemplos con notables
espesores que contrastan con los de otras formaciones superficiales de su entorno.
El inter´
es que, en las ´
ultimas d´
ecadas, han despertado los dispositivos tob´
aceos en distintas
disciplinas cient´ıficas radica en diversos hechos. Entre ellos:
- sus afloramientos constituyen aut´
enticos archivos paleoambientales donde pueden estudiarse
las pret´
eritas fluctuaciones clim´
aticas, especialmente del Pleistoceno y del Holoceno, tanto a trav´
es
de su se˜
nal isot´
opica (δ
18
O y δ
13
C) como de los testigos bot´
anicos, malacol´
ogicos, etc. que conservan
en su interior carbonatado;
- adem´
as, distintas t´
ecnicas de cronolog´ıa absoluta (U/Th,
14
C, Racemizaci´
on, Electron Spin
Resonance -E.S.R.-) permiten ubicar la informaci´
on paleoambiental en un marco evolutivo o en un
contexto cronoestratigr´
afico;
- la espectacularidad y el elevado valor de algunos de los paisajes asociados a estas formaciones
(sobre todo en el caso de cascadas, lagos, ciertos tramos fluviales, etc.) ha conllevado su catalogaci´
on
patrimonial y la necesidad de una adecuada protecci´
on dada la vulnerabilidad de las tobas y de las
din´
amicas de sus geosistemas;
- su valor arqueol´
ogico, hist´
orico y cultural pues en el transcurso del tiempo los sistemas tob´
aceos
han ofrecido al hombre un enorme atractivo en raz´
on de sus m´
ultiples posibilidades: lugar de refugio,
abundancia de caza y pesca, fuente de acopio de recursos naturales (madera, pastos. . . ), notable
fuerza motriz en los saltos de agua para el movimiento de los ingenios hidr´
aulicos, suelos muy
aptos para la agricultura, etc. Otro aspecto radica en el aprovechamiento que las tobas han tenido
como roca constructiva desde los tiempos protohist´
oricos hasta los actuales, unas veces en forma
de sillares y sillarejos y otras, para cubrir vanos aprovechando su bajo peso. Id´
entica aplicaci´
on hay
que hacer constar para los travertinos termales que, en ocasiones, han revestido un valor a˜
nadido
como piedra ornamental.
- los problemas de geotecnia ocasionados por los conjuntos tob´
aceos que sirven de emplazamiento
a edificios o, incluso, a grandes n´
ucleos de poblaci´
on. Se asocian a roturas y colapsos internos debido
1
Hace a˜
nos se consider´
o que la densidad de una toba esponjosa era aproximadamente de 1,1 g cm
-3
; es decir de
1100 Kg/m
3
; sin embargo la densidad especifica de la calcita, su principal constituyente, es de 2,7 gr cm
-3
, lo que
permiti´
o estimar que su seno se halla ocupado por cavidades y poros en un 60 % (Weijermars et al., 1986).
3
LAS TOBAS EN ESPA ˜
NA
a su elevada porosidad y alta deformabilidad ante presiones, sobre todo cuando est´
an empapados
de agua. El paradigma urbano coincide con la ciudad de Antalya (Turqu´ıa), existiendo en Espa˜
na
numerosas localidades apoyadas sobre este tipo de substratos. Tampoco faltan ejemplos de ca´ıda
gravitatoria de grandes paneles en escarpados cantiles tob´
aceos, como los acontecidos en Orbaneja
del Castillo (Burgos), Almonacid de Zorita o Brihuega (Guadalajara).
1.
TOBAS Y TRAVERTINOS: APROXIMACI ´
ON CONCEPTUAL
Es objeto de controversia en las Ciencias de la Tierra, el uso espec´ıfico de los t´
erminos Toba
y Travertino (Juli´
a, 1983; Viles and Goudie, 1990) o su aplicaci´
on como sin´
onimos. Aunque son
muchos los expertos que utilizan estos litotipos carbonatados de modo dual, sin concretar apenas
distinciones entre ambos, tampoco faltan los que matizan ciertos contrastes entre ellos. Estos ´
ulti-
mos precisan diferencias relativas a la temperatura del agua, a la procedencia del CO
2
disuelto en
aquella, a la porosidad de los materiales y/o a su grado de compactaci´
on. Ambas posiciones han
dado lugar a una cierta confusi´
on que ha sido abordada metodol´
ogicamente (Pedley, 1990, 2003
y 2009; Cappezzuoli and Gandin, 2004; Gandin and Capezzuoli, 2008) invoc´
andose la necesidad
de unas definiciones m´
as precisas (Jones and Renaut, 2010) que sustituyan a las aproximaciones
descriptivas.
Etimol´
ogicamente, la palabra toba deriva, seg´
un el Diccionario de la Lengua de la Real Academia
(1970) del lat´ın tofus y hace alusi´
on a una piedra caliza muy porosa y ligera, formada por la cal que
llevan en disoluci´
on las aguas de ciertos manantiales y que van deposit´
andola en el suelo o sobre
las plantas u otras cosas que se hallan a su paso. Curiosamente, este acreditado Diccionario no
incluye el vocablo travertino. El t´
ermino toba se asocia, seg´
un un ge´
ografo franc´
es (Fenelon, 1967),
a una onomatopeya que aludir´ıa al sonido etouff´
e producido por el martillo sobre una roca ligera
y porosa. Por ello, esta voz se aplicar´ıa a materiales con estas propiedades, tanto de naturaleza
carbon´
atica, como pirocl´
astica de origen volc´
anico. Al parecer, la distinci´
on geol´
ogica entre unas
y otras tobas fue realizada por Townson, a finales del siglo XVIII (Pentecost, 2005), para quien
las tobas calizas consistir´ıan en una formaci´
on ligera y porosa generada por la precipitaci´
on de los
carbonatos disueltos por el agua.
Por su parte, travertino proviene de travertinus, vocablo vinculado al top´
onimo Tibur (Tibur-
tinus o Tivertino), actual Tivoli muy cercana a Roma. Consistir´ıa en una formaci´
on carbon´
atica
integrada por peque˜
nos lechos muy compactos, separados por vacios ondulados, resultado de la pre-
cipitaci´
on de capas sucesivas del bicarbonato de calcio en carbonato c´
alcico (Fenelon, 1967). Sin
embargo, un famoso diccionario geogr´
afico de la ´
epoca (George et Verger, 1974) sosten´ıa, estricta-
mente, que el t´
ermino travertino s´
olo pod´ıa aplicarse a materiales calc´
areos mientras que el de toba
deber´ıa destinarse a volc´
anicos.
Los distintos manuales espa˜
noles de Geolog´ıa, Estratigraf´ıa, Petrolog´ıa. . . , publicados en el
´
ultimo tercio del siglo XX, as´ı como numerosos art´ıculos sol´ıan distinguir entre toba y travertino.
Ambos t´
erminos ten´ıan como factor com´
un su origen continental, su naturaleza integrada por
carbonato de calcio producto de la desgasificaci´
on del CO
2
y la presencia de soportes org´
anicos
vivos, muertos o inertes. El elemento diferenciador era la textura m´
as cavernosa o esponjosa de
las tobas y donde su car´
acter reciente se traduc´ıa en la deleznabilidad de sus componentes, nada o
poco litificados. Por su parte, los travertinos ofrec´ıan mayor consistencia al haber sido ´
estos, en su
mayor parte, tobas antiguas cuyos intersticios han sido sellados al rellenarse con calcita (Atabey,
2002). En esta l´ınea, la distinci´
on entre toba y travertino se apoy´
o durante alg´
un tiempo en el
grado de cementaci´
on de los carbonatos (Pentecost and Viles, 1994) aunque, entonces, un amplio
espectro de expertos hac´ıa un uso terminol´
ogico indiscriminado creando una notoria confusi´
on:
- Muchos de ellos aplicaron con asiduidad el vocablo toba en detrimento de travertino (Iron and
M¨
uller, 1968; Carvalho & Romariz, 1973; Pedley, 1987, 1990. . . ).
- Por el contrario, otros -franceses (Vaudour, 1982, 1985, 1986a, 1986b, 1988, 1994. . . ), italia-
nos (Soligo et al., 2002; Anzalone et al., 2007), portugueses, alemanes (Frank et al., 2000), suecos
4