Dioses y ritos Vudú



Yüklə 202 Kb.
səhifə1/9
tarix30.10.2018
ölçüsü202 Kb.
#76178
  1   2   3   4   5   6   7   8   9

INTRODUCCION

Las comidas y bebidas en la práctica voduista son de tal importancia que, sin ellas, verdaderamente, no hay culto.

Cada lúa se distingue no sólo por sus rasgos de carácter y sus actuaciones, sino asimismo por sus gustos y preferencias: Ercilí está indisolublemente asociada a la pareja de palomas blancas y a los peces fritos en aceite, así como a los dulces finos, al merengue y al liqué. A casi todos los Ogún se les relaciona con la ingestión desmesurada de bebidas alcohólicas y, a los luases diablos, con el sacrificio de verracos, signo inequívoco de su poder bestial.

Los santos "comen" como los hombres, se alimentan con la sangre y otras partes ofrendables de los animales y demás alimentos que se les entregan en las ceremonias conocidas, muy significativamente, con el nombre de manyé-luá.

Las ofrendas constituyen la materialización de la relación contractual establecida entre la divinidad y su caballo: ésto se las ofrece en pago a los servicios recibidos, al bienestar alcanzado y, en síntesis, a la labor realizada por aquélla en un período.

También, esperando buenos frutos como resultado de su actuación futura. Cuando el lúa no recibe lo que se le ofreció en recompensa por sus trabajos, se venga de su "hijo" de diversas maneras. De modo que el equilibrio en la relación servidor/luá se logra a base del cumplimiento de los "sacrificios" pactados entre uno y otro.

La ofrenda, en efecto, constituye un claro indicador de la relación mencionada. Si un lúa rechaza una comida, es una señal de que algo ha quedado mal y que la divinidad está disgustada. Todo debe disponerse en el manyé de modo riguroso de lo contrario se producirán reacciones negativas como la apuntada. Cuando Ercilí no se posesiona de su caballo es porque manifiesta ese rechazo y entonces deberá repetírsele la ceremonia, habitualmente al año siguiente.
Existen animales tabúes en las comidas de los santos; entre ellos cabe mencionar el pato, el pavo y la jicotea, entre otros. Los más recurrentes son el chivo, el cerdo y las aves como el gallo, la gallina y la paloma.
Los cigarrillos únicamente les son ofrendados a Ercilí, mientras que la mayoría de los luases fuman tabacos, en especial los miembros de la familia de los Ogún. Por último, tanto el agua como el café suelen colocarse en el altar en recipientes en número de dos; por lo general, en uno se pone café amargo y en el otro café normal, y se procede de idéntico modo con el agua.

LA FAMILIA DE LOS OGÚN

Los miembros de esta familia se caracterizan por su porte marcial y porque eligen como lugar de residencia el bosque. Existen diecisiete ogunes y todos visten y comen igual. En general, cuando hacen acto de posesión en un caballo, "llegan serenos, se muestran cordiales y les gusta conversar". A menos que haya problemas graves, no emplean la violencia gratuitamente.

Junto con los luases lbó, beben la sangre directamente de la herida del animal que se les sacrifica. Gustan de la bebida y del tabaco. No obstante, hay integrantes de este grupo que rompen con los rasgos caracterológicos aportados. Veamos en detalle la personificación de los más relevantes:



OGÚN DEL MONTE

Viste camisa roja —aunque en ella se observan motivos en negro— y pantalón azul marino. Sus atributos son un machete y una botella de aguardiente de caña, su bebida preferida. Los animales que se le sacrifican son el chivo y el pollo colorados. En su manyé lúa se incluye todo tipo de viandas. Los colores simbólicos son el rojo y el negro; en Cuba, son el morado y el verde y Belié Belcán porta un traje verde con adornos en rojo.


OGÚN BATALÁ

Éste es el esposo de Ercilí; viste igual que ella —es decir, completamente de blanco— y no ingiere bebidas alcohólicas, rechazadas por la santa. Esta última característica sólo la tiene Ogún Blanco, en Haití. Este santo vodú participa en el serví-luá dedicado a Ercilí, donde come la misma comida que ella. Se afirma que no es otro que Ogún Guerrero y se le representa con una espada en la mano y una gorra de plato.



OGÚN GUERRERO

Se le representa según la popular cromolitografía de Santiago Apóstol o de san Jacobo el Mayor, con una gorra colorada en la cabeza y una espada en la mano. Se dice que es la verdadera pareja de Ercilí, por lo que habría entonces que identificarlo con el san Jacobo el Mayor.



OGÚN DEL RÍO

Es un santo acuático, como su nombre lo indica. Su elemento distintivo es el agua dulce. Cuando se posesiona de su caballo lo prímero que pide es un vaso de ese líquido. Como a Ogún Balendjó, debe echársele mucha agua encima, no importa que esté empapado. Su iniciación no tiene que hacerse necesariamente en un río, pero sí deben emplearse en ella como prendas, piedras de él que son bautizadas en nombre de la divinidad para hacerle reconocer que ya no vivirá más en el agua, sino que se trasladará a otro lugar de residencia. Esas piedras son colocadas en un plato que se sumerge en la corriente. Luego ellas permanecen colocadas en una palanganita blanca sin usar, que se llena periódicamente con agua clara y limpia.
OGÚN CHAL

Se diferencia del resto de los ogunes por sus cualidades cleptómanas. Roba para compartir lo sustraído con sus hermanos.

OGÚN BUÁ

Es Ogún del Monte

GRAN BUÁ


Se le considera el dueño del monte y, como tal, debe pedírsele permiso para realizar en él cualquier acto. Como Criminel y Togó, pertenece a la clase de luases a los que hay que darle su manyé luá en "el centro de Guinea", es decir, en lo profundo del bosque. Se distingue por su carácter hosco y huraño: al comer "no mira a nadie". "Es malo siete veces", lo que lo sitúa —igual que a los dos santos antes mencionados—en el grupo de los loas diablos. Su poder resolutivo es excepcional: lo que no resuelve él, muy pocos santos Io pueden resolver. Muy vinculado en Haití a la actividad de hechicería terapéutica, como la preparación de los polvos mágicos con que trabajan los hunganes, y las curas. En cuanto hace su aparición "coge palo", es decir, necesita ponerse en contacto con la vegetación, en particular con los gajos de los árboles de los cuales se cuelga con gran eficacia: aquí se le conoce como el "señor de la horquetas". Mientras se desplaza, hace mucho ruido. Se le ofrenda un macho entero o verraco, que debe enterrársele en un hueco cavado al pie del árbol donde habita.

CRIMINEL

El color simbólico de Criminel es el rojo: símbolo también de su gusto por la violencia. En efecto, haciendo honor a su nombre, tiene una marcada predilección por los derramamientos de sangre .Tiene fama de bebedor incansable, fuma mucho y blande casi siempre un machete, con el cual realiza espectaculares juegos. Tiene porte de hombre decidido y brusco y, al hacer acto de posesión, se sube las piernas del pantalón a la altura de las rodillas. Vive en los árboles, por los cuales siente una especial predilección.


Sus poderes descomunales lo pueden llevar a revolcarse en el fuego de una hoguera o a introducir en ella a otra persona sin que ésta sufra lesiones. Cuando se encoleriza, puede ingerir aguardiente con picante (kimanga), frotarse picante en el rostro o agredir con él a terceras personas.

TOGÓ

Se le conoce como el "carnicero" por su predilección y uso de las armas blancas —por excelencia el cuchillo y el machete—. Al posesionarse de un caballo, lo hace con fuerza descomunal y con fuertes ruidos. Se afirma que despliega tanta fuerza que rompería una cadena, si lo ataran con ella. Es muy solicitado en el momento del sacrificio de animales, por la gran destreza y precisión que despliega en ese acto. Hay que tener extremo cuidado cuando Togó participa en estas ejecuciones cruentas, porque con mucha frecuencia hunde el arma en su abdomen.

Sus colores simbólicos son el rojo y el negro.


SENCHÉ

A pesar de que se afirman que es hijo de Cemiché —que vive en el cementerio—, por sus rasgos y atributos personales se le considera otro miembro de la familia de los Ogún. Quizás su nombre sea una derivación de Ogún saint Jean o de saint Michel Arcángel, quien se presenta en una ceremonia y se le proporciona un huevo o una copa de agua para calmarlo.

Su manyé luá no tiene fecha fija en el calendario litúrgico, como el de otros luases. Se le arma una mesita en el suelo, al pie del poste central de la enramada o tonell. Se le cubre con hojas de jobo y encima de ellas son colocados los alimentos (dulces, licor, etc.) El primer día tenía lugar la ceremonia en que Zombi le sacrificaba un cerdo y pollos; al siguiente, el propio Senché sacrificaba una parte de los chivos y Zombi la otra, en una especie de segunda parte de la misma fiesta.

Viste un pantalón azul de brillo y una camisa roja, con una pieza terciada con estos dos colores, igual que los propios de un general. También lleva charreteras en azul y rojo. Se distingue por el brillo que irradia su vestuario. Al posesionarse de alguien, "llega formal, conversa muy bien, aunque se le nota un poco tristón, porque dice que los mejores obsequios se le entregaron a su compañero de actuación: Yudón".


YODÓN O YUDÓN

Es un "santo [vodú] de labor": no trabaja, sino que su función principal consiste en guiar a los demás santos. Cuando se presenta, les pregunta qué trabajo están haciendo los demás luases e imparte indicaciones. Se le considera como el cabecilla de los santos de labor o de fuerza. Al "llegar" a una fiesta puede consultar y se le pueden ofrecer obsequios.

Su manyé consiste en una inmensa tortilla con 21 huevos, arroz blanco, licor dulce, vino tinto o seco pero endulzado. Se le sacrifican, además, un par de palomas blancas únicamente. Vive en el agua; sus prendas hay que tenerlas sumergidas en una tinaja con agua. Entre ellas se distingue un collar blanco.

Se trata de un santo blanco. Hay quien afirma que es hermano de Senché: ambos comen de un mismo plato y participan en el mismo manyé, es decir, comparten la tortilla aludida. Los dos son generales. Yodón se distingue de Senché en que "llega" muy risueño.

Su vestuario es enteramente blanco. Porta una gorra de plato, con su "copa" encima. A su paso, se derrama mucho perfume.

Firma una especie de "pase" antes de empezar la fiesta y emplea para hacerlo un lápiz bicolor (azul y rojo). Luego moja los dedos en una tapita y hace como si estampara un cuño con ellos. Después hace una cruz y ese papel queda como constancia de que él ha pasado para autorizar la ceremonia.


PLAZAS DEL CULTO

EL SANTUARIO O CAYE-MYSTÉRE (CAI-MISTÉ)

Un practicante voduista puede haber llegado a adquirir la experiencia y condiciones exigidas para ejercer el oficio de modo independiente. En ese caso tiene que construir una casita (denominada en Haití caye-mystére (cai-misté) destinada exclusivamente a los luases, separada de su casa de vivienda. Para su confección se emplean diversos materiales. En las zonas rurales lo más común es que este templo, por lo general pequeño, tenga paredes de tablas de palma o se empleen yaguas y techo de guano, es decir, sea un bohío. En los centros de culto vodú existentes en áreas urbanas, estas "casas de los misterios" o de luases son construidas con una variedad mayor de materiales, que va de las paredes de tablas o de mampostería hasta el techo de zinc o de hormigón.

Es frecuente encontrar en las casas de vivienda de los haitianos y sus descendientes pequeños altares levantados en un lugar poco visible de un dormitorio; en ellos los inmigrantes, por lo general, colocan imágenes de santos católicos, arbustos y otros objetos propios del vodú. En el suelo de esa habitación, cuando se trata de un oficiante, pueden observarse también sobre una alfombra de saco de yute o, en la superficie del suelo, objetos tales como carreteles de hilo de coser, monedas fraccionarias, etc., y tal vez una mesita con otros objetos rituales.

Como la mayoría de los componentes de las religiones no tradicionales de base africana, la estructura de los centros de cultos voduistas puede ser simplemente la de un bohío independiente, casita anexa a la casa de vivienda principal del hungán o habitación en el interior de ésta. Sin embargo, dicha estructura puede ser algo más compleja. Veamos cómo se distribuye el espacio y con cuáles fines en este último caso:

1. Un primer espacio independiente de la habitación donde se coloca el altar y que está destinado a servir de despensa o almacén de los alimentos, bebidas, velas, etc., utilizados en la ceremonia.

2. Dormitorio del jefe de la despensa, encargado de administrar y suministrar la base material en ocasión de la realización de los manyé-luá.

3. Pequeña pieza con puerta de acceso, generalmente cerrada, que hace las veces de antesala de la pieza donde está instalado el altar.

4. Sigue a la anterior una segunda pieza, con otra puerta de acceso, en la que oficia el hungán y donde está emplazado el altar principal. Éste consiste en una mesa de madera encima de la cual se colocan las piedras o fundamento de los luases que posee el sacerdote, algunos recipientes y los atributos de los misterios entre otros objetos rituales. A un lado del primero, puede haber otro altar más pequeño cuyos componentes denuncian las creencias espiritistas o santeras de sus dueños. Este segundo altar es más bien bastante común entre los descendientes de haitianos y pertenece a éstos o a sus esposas. El espacio de esta habitación puede admitir incluso un lugar donde se depositan las ofrendas y otro donde se sitúan la orquesta y el coro durante las celebraciones festivas.

En los altares existe un plato con agua o bebida alcohólica donde permanecen sumergidas la o las piedras que representan a las divinidades voduistas. El líquido de este recipiente será renovado cada cierto tiempo. A propósito, nos informó un oficiante voduista que su papá trajo de Haití una pequeña piedra que se tragaba al mismo tiempo que ingería ron; después de tenerla cierto tiempo en el estómago, la "devolvía" al exterior, o sea, la vomitaba. Ahora nuestro informante la mantiene en su altar dentro de un recipiente con ron y rellena esta vasija cada vez que observa que su contenido se volatiliza. No debe faltar en el altar la botella con el conocido tifei.

A modo de ilustración, describiremos en sus elementos fundamentales un altar voduista visitado en ocasión de un manyé-luá que tuvo lugar en la comunidad haitiano-cubana de Pilón de Cauto, ubicada en el firme de la Sierra Maestra, y que pertenece al municipio de Palma Soriano. En la entrada y parte superior del templo "nos dan la bienvenida" varias calaveras de chivo. El altar ocupa el lugar central del hunfó y se aprecian en él los siguientes objetos: en su parte superior banderas rojas, blancas y negras; en orden descendente, cadenas colgadas; varios pomitos, o sea, pequeños frascos de vidrio que pensamos contengan perfume y otras sustancias; una botella gigantesca de las antiguas Pepsi-Cola familiar a la que se denomina por la bebida ritual que contiene butei-gasine; varias velas encendidas; machetes y cuchillos dispuestos según su orden ritual y en el piso de tierra apisonada, un plato con piedras chinas de río sumergidas en agua. También en la tierra, al pie del altar, han colocado varias fuentes con alimentos frescos (carne de chivo, ñame blanco y amarillo cocidos, diversos tipos de dulce de harina de los que normalmente venden en los establecimientos comerciales públicos). Por último, se aprecian cromolitografía de varios santos, como santa Bárbara, la virgen de la Caridad del Cobre y san Lázaro.

Pegado a la misma pared, y muy próximo al altar voduista, hay un altar muy pequeño, con otras cromolitografías e imágenes de bulto entre las que se destacan la de san Lázaro y la de santa Bárbara. Un informante nos atestiguó que este último altar pertenecía a la esposa del "dueño de la fiesta", es decir, del hungán, que es cubana.

Cuando penetramos en el recinto sagrado, el sacerdote estaba sentado en un taburete situado en uno de los extremo frontales del altar. En la tierra, justamente al pie de éste, había un caldero de hierro cuyo contenido no alcanzamos a distinguir por la oscuridad; además había un orificio de unos treinta o cuarenta centímetros de diámetro. Frente al altar y en los ángulos que hacen las paredes de la habitación, cavaron dos huecos grandes en los que recibían sus ofrendas un lúa diablo (Ibó-la-famí) y otro miembro de su grupo. En señal de alegría fuimos recibidos con el saludo ritual: nos dieron primero la mano derecha y luego la izquierda. Esta misma disposición de ánimo se materializó en un brindis con una de las bebidas rituales -el tifei-, aunque luego nos invitaron a beber aguardiente de caña, si lo deseábamos. Alguien nos dijo que a veces también allí se ofrecen astillas de maderas olorosas como muestra de amistad



Yüklə 202 Kb.

Dostları ilə paylaş:
  1   2   3   4   5   6   7   8   9




Verilənlər bazası müəlliflik hüququ ilə müdafiə olunur ©genderi.org 2024
rəhbərliyinə müraciət

    Ana səhifə