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RESEÑA
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GERMÁN VARGAS GUILLÉN –
LUZ GLORIA CÁRDENAS MEJÍA
Retórica, poética y formación, de las pasiones al entimema
Bogotá, Universidad Pedagógica Nacional – Universidad de Antioquia,
2005, 168 págs.
Juan Manuel Cuartas R.
Universidad del Valle
Primero son las pasiones, la retórica de la vida, la persuasión que logramos
en el otro movilizada desde el cuerpo, la mirada, la voz, la presencia rotunda
de quien exhibe un lenguaje regalado al otro en la forma del deseo, el odio,
la languidez, el entusiasmo. Se tiene en la persuasión la valoración máxima
de la comunicación, al punto de que no está productivamente en el mundo
quien no consigue comunicar; el intercambio humano se ciñe a esta exigencia
sin precisar lenguajes, porque procede de la totalidad del individuo su
determinación de comunicar, provocar y seducir. Y la persuasión será, como
afirman Vargas y Cárdenas que ha afirmado Carlo Michelstaedter, “la fuente
de la retórica y no su fin”
1
. Un retorno favorable a los sofistas por tanto,
que supieron disponer el recurso retórico en función de la experiencia que
se vive con la palabra, y no, como intentan infatigablemente corregir Sócrates
y Platón, en la verdad asumida como rectora del conocimiento.
Paul Ricœur lo dijo, según lo dicen Vargas y Cárdenas: “el interés de
Aristóteles con su estudio de la Retórica es poner la persuasión al servicio
de la verdad”
2
. Dos serían entonces los destinos de la persuasión: hacerse
teoría y vincular el concepto retórico con el concepto lógico, o hacerse
experiencia y desde las pasiones revelar a la persona como fuente de
propensiones que ponen en contacto las exterioridades que somos y
buscamos resolver. Aristóteles fundará la primera de estas fuentes de la
retórica tornándola teoría que dispone sus recursos argumentativos entre
1
Germán VARGAS GUILLÉN – Luz Gloria CÁRDENAS MEJÍA. Retórica, poética y
formación, de las pasiones al entimema. Universidad Pedagógica Nacional – Universidad
de Antioquia. Bogotá. 2005, pág. 17.
2
Ibíd., pág. 18.
Praxis Filosófica
Nueva serie, No. 23, Jul. - Dic. 2006: 159-161
ISSN: 0120-4688
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dialéctica y lógica. Los sofistas y en especial Gorgias, movilizarán la segunda
versión.
Vargas y Cárdenas harán ameno el recuento, pondrán los nombres
correctos para avanzar sin dificultad hacia “la retórica y la formación del
juicio”; porque será el juicio el encargado de dirimir los valores que se
proponen en la exposición ante un público. La retórica de las pasiones por
su lado, ilustrarán el aparato ético que somos a través de imágenes que son
sin reserva formas de vida. La obra de Vargas y Cárdenas avanza así
prestando atención a otras tantas configuraciones del discurso, la primera
de ellas, la poética, que ilustra en qué proporción la utilización de la palabra
está orientada significativamente; la Poética de Aristóteles, como se sabe,
es el texto fundador de la estética, la primera movilización de la mimesis, su
exploración minuciosa en diferentes discursos, que para la imaginería griega
eran ya constitutivos del pensamiento y la cultura, como la tragedia, las
odas, la epopeya y, aunque a regañadientes, la comedia.
Mucho habrá para decir por tanto entre retórica y poética, muchos autores
para involucrar, entre ellos a Paul Ricœur, quien despliega una hermenéutica
textual equivalente a una hermenéutica de la acción y quien en su exposición
de la triple mimesis indagará la historia, la narración y la filosofía decidiendo
la operatividad retórica enfrentada al esteticismo poético de las distintas obras.
En el aparte ‘el poeta y el historiador’, Vargas y Cárdenas afirman: “A nuestro
ser–en–el–mundo pertenece el tiempo, como ya lo había establecido
Heidegger, Ricœur mostrará además cómo se da “la refiguración efectiva del
tiempo, convertido así en tiempo humano, por el entrecruzamiento de la historia
y de la ficción”
3
.
De otro lado, está siempre por demostrar que los emplazamientos de la
retórica resultan guiados por la argumentación y por lo que se denomina
hoy, teoría de la elocución; en ambos casos es el espacio público, la retórica
en situación, lo que pareciera disponer la ejecución efectiva de la persuasión.
Los autores considerados por Vargas y Cárdenas serán en esta nueva fase
de tratamiento de la retórica, los bien conocidos teóricos de la argumentación:
la doctora L. Olbrechts–Tyteca y los doctores Toulmin y Ch. Perelman.
Todo partirá en este caso de la noción de ‘entimema’ que, introducido por
Aristóteles, se entiende como el silogismo basado en semejanzas o signos
que despiertan la inferencia lógica, cuando no la demostración efectiva. Lo
que se advierte de fondo es la estructuración lógica y ‘correcta’ de los
enunciados que llevan progresivamente a una comprensión. En adelante la
inferencia válida cobrará relevancia y cualquier equivocidad pareciera quedar
3
Ibíd., pág. 40.
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retirada del ámbito retórico. No obstante, Vargas y Cárdenas plantean la
siguiente reserva: “La pregunta que queda planteada para las ciencias sociales
es si ellas tienen que recurrir al uso de la inferencia necesaria, que Aristóteles
denominó el razonamiento verdadero – cuyo carácter es demostrativo –, o
si, por el contrario, cuando se estudia lo social – los fenómenos de la vida
comunitaria –, se mantiene abierta la perspectiva de la contradicción”
4
.
Estamos a un paso de postular, como lo ha hecho Perelman, el ‘auditorio
universal’ que concede verdad a lo que desde la argumentación ha sido
ofrecido como concatenación coherente de enunciados cuya persuasión
resulta incontrovertible, pues, un argumento es persuasivo si vale para uno
y vale para todos. De esta manera la retórica se transforma en teoría de la
comunicación persuasiva que bien puede ignorar el deseo y la sensibilidad,
como puede desdeñar los usos poéticos del lenguaje por parecer espurios e
inoperantes.
Otros serán sin embargo los campos que se abran cuando la relación que
se explora no sea ya entre retórica y argumentación, sino entre retórica y
hermenéutica, que, a decir de H. G. Gadamer, su principal proponente, se
puede ampliar en múltiples direcciones, sin privilegio de la lingüisticidad y
sin desmedro de la comprensión.
El libro de los profesores Germán Vargas G. y Luz Gloria Cárdenas M.
consigue ser abundante y equitativo, siendo por excelencia didáctico; su
ingreso en la bibliografía colombiana sobre las artes de la retórica es desde
todo punto de vista afortunado, ya como ilustración de los vínculos entre
teorías acerca de la retórica, ya como puesta en cuestión de diferentes
postulados. No quedarán por fuera de consideración problemas
epistemológicos y de formación o de inteligencia artificial y automatización,
mientras que otros asuntos realmente inquietantes como la reducción de la
retórica a la estructura entimemática son cuidadosamente abordados trayendo
a cuento la confrontación entre argumentación y mundo de la vida.
4
Ibíd., pág. 72.
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