3. LAS ACUMULACIONES TOB ´
ACEAS: EXIGENCIAS GEOAMBIENTALES Y
DISTRIBUCI ´
ON ESPACIO-TEMPORAL
W¨
urm y el MIS-1 o Holoceno. Sin embargo, llama la atenci´
on la rareza de testigos vinculados al
MIS-3 y que ha sido justificada como una consecuencia de las condiciones bastante fr´ıas registradas
durante este Estadio. Pero conforme se avanza latitudinalmente hacia el sur, algunos dispositivos
tob´
aceos se desarrollaron tanto en el MIS-3 como en otros Estadios, ahora pares (MIS-8, MIS-6,
MIS-2), globalmente considerados como fr´ıos.
Las mismas exigencias bioclim´
aticas sirven para explicar el desarrollo de los dep´
ositos de tobas
en las regiones ´
aridas e hiper´
aridas: su progreso habr´ıa coincidido con etapas de pret´
erita humedad,
muy frecuentemente asociadas en estos ´
ambitos a los Estadios pares.
AGRADECIMIENTOS
Los autores de este cap´ıtulo queremos agradecer al Grupo Gemosclera, Asociaci´
on para la Difusi´
on del Conocimiento
de los Humedales y su Conservaci´
on, la cort´
es cesi´
on de algunas de sus im´
agenes subacu´
aticas incluidas en este
cap´ıtulo.
59
4.
PETROLOG´
IA, TEXTURAS Y MINE-
RALOG´
IA
M. A. Garc´ıa del Cura
1,3
y S. Ord´
o˜
nez
2,3
1. Instituto de Geociencias, IGEO. (CSIC,UCM). agcura@geo.ucm.es
2. Departamento de Ciencias de la Tierra y del Medio Ambiente. Universidad de Alicante. salvador@ua.es
3. Laboratorio de Petrolog´ıa Aplicada. Unidad Asociada Universidad de Alicante-CSIC.
INTRODUCCI ´
ON
Como se ha abordado en el primer cap´ıtulo de este libro, gen´
ericamente se reconocen como
tobas aquellas calizas que presentan numerosos moldes de plantas, si bien esta denominaci´
on no es
universal y algunos autores (Juli´
a, 1983, Emeis et al., 1987, Freytet et Verrechia, 2002) utilizan el
vocablo travertino, tambi´
en para este tipo de rocas. Por el contrario, otros investigadores aplican
la palabra toba para referirse a ambos tipos petrol´
ogicos (Linares et al., 2010). En ´
ambitos m´
as
generalistas que la sedimentolog´ıa de carbonatos continentales ha existido una cierta tendencia a
dar el nombre de travertino a los t´
erminos m´
as cristalinos de las calizas tob´
aceas. Sin embargo, no
todas las tobas o calizas tob´
aceas tienen la caracter´ıstica de su alta porosidad, existiendo rocas de
notable densidad, que han podido ser utilizadas como material de construcci´
on (Pentecost, 2005;
Garc´ıa del Cura et al., 2012b y 2012c; Garc´ıa del Cura et al., en este volumen)
1
.
Dado que las tobas est´
an relacionadas gen´
eticamente con aguas fr´ıas que permiten la presencia
de plantas superiores, la noci´
on desarrollada por Pentecost y Viles (1994) distinguiendo entre carbo-
natos precipitados por aguas mete´
oricas (meteogene travertines) y por aguas termales (thermogene
travertines) ha sido ampliamente aceptada, contribuyendo as´ı a lograr una cierto consenso en la
nomenclatura. Siguiendo el esquema conceptual utilizado en los yacimientos minerales, podr´ıamos
decir que tobas y travertinos tendr´ıan un ´
ambito de constituci´
on superficial mientras que el ´
ambito
generador de las tobas ser´ıa ex´
ogeno y el de los travertinos end´
ogeno.
Las tobas o calizas tob´
aceas, pueden tener variados ´
ambitos sedimentol´
ogicos de constituci´
on
y as´ı encontramos tobas relacionadas con el medio fluvial, con el lacustre, con el palustre, as´ı
como vinculadas a fuentes (perched spring). De ah´ı que al estudiar este tipo de materiales exista
una tendencia actual, especialmente en series antiguas, de considerar tres categor´ıas: carbonatos
de fuente (spring carbonate), carbonatos de corriente (stream carbonate) y carbonatos lacustres
(lacustrine carbonate) por estimarlos t´
erminos menos restrictivos que toba y travertino (Brasier,
2011). Esta complejidad ha motivado que se hayan adoptado t´
erminos petrogr´
aficos habituales en
las rocas sedimentarias generadas en los ´
ambitos citados, aumentando la complejidad de este tema.
Con objetivos no sedimentol´
ogicos sino de petrolog´ıa aplicada, como es el caso de las rocas
como material de construcci´
on, se han dise˜
nado clasificaciones sencillas como la de Garc´ıa del
Cura et al., (2012c), donde se distinguen dos categor´ıas de tobas en funci´
on de sus facies: tobas
homog´
eneas, caracterizadas por uno o dos tipos de texturas predominantes y tobas complejas
con varias texturas, incluyendo frecuentemente algunas de origen diagen´
etico que disminuyen la
porosidad y aumentan su resistencia mec´
anica, por lo que son las utilizadas como material de
1
V´
ease cap´ıtulo 25: Las tobas: un recurso p´
etreo, en la parte III
ª de este volumen.
61
LAS TOBAS EN ESPA ˜
NA
construcci´
on; adem´
as el comportamiento h´ıdrico, derivado de las peculiaridades de su porosimetr´ıa,
coadyuva a su durabilidad.
1
1.
LAS TOBAS CARBON ´
ATICAS EN EL MARCO DE LA PETROGRAF´
IA
DE CALIZAS
Las tobas o calizas tob´
aceas han sido catalogadas a veces aplicando principios generales de
las rocas carbon´
aticas y as´ı se han utilizado criterios de clasificaci´
on de calizas con texturas de-
posicionales como los que se proponen en la clasificaci´
on de Dunham (1962). En ella se establece
la categor´ıa de boundstone para aquellas calizas cuyos componentes est´
an unidos originalmente
debido a su g´
enesis relacionada con organismos constructores, bien organog´
enicos, es decir que
fragmentos de su organismo (esqueleto) forman parte de la caliza construida (corales, briozoos,
algas coralinas. . . ), o bien biog´
enicos cuando la roca se construye como consecuencia de su activi-
dad biol´
ogica, caso de las cianobacterias. Esta categor´ıa, creada recientemente para el ´
ambito de
estudio de reservorios de petr´
oleo en calizas marinas, fue subdividida por Embry & Klovan (1971),
que distinguieron las categor´ıas de framestone, para organismos que edifican una construcci´
on r´ıgi-
da; bindstone para organismos que encostran y cementan los componentes y bafflestone para rocas
constituidas por organismos s´
esiles que act´
uan como pantalla frente a las corrientes contribuyen-
do a depositar otros elementos, principalmente sedimentos carbon´
aticos. Estos autores tambi´
en
consideraron dos t´
erminos para rocas biocl´
asticas con fragmentos mayores de 2 mm, originadas a
partir de bioconstrucciones: floatstone si no presentan empaquetamiento denso, es decir prevalece
la matriz y rudstone si ofrecen esqueleto denso, es decir predominan los elementos gruesos y est´
an
en contacto unos con otros. Esta sistem´
atica, muy ´
util para su aplicaci´
on en arrecifes coralinos,
tiene adem´
as, en nuestra opini´
on, el inconveniente del car´
acter de la terminolog´ıa que no es de f´
acil
traducci´
on al castellano. Esta clasificaci´
on ha sido adoptada por autores espa˜
noles, principalmente
de la Universidad de Zaragoza como Arenas Abad et al., (2010b) y V´
azquez-Urbez et al., (2012) y
otros (Mart´ın-Algarra et al., 2003).
En el caso de tobas constituidas por fragmentos tambi´
en se ha usado el t´
ermino de tobas
detr´ıticas (intraclast tufa, seg´
un la denominaci´
on de Pedley, 1990) e, incluso, calcarenitas tob´
aceas,
cuando los fragmentos alcanzan un tama˜
no predominante del orden de 2 mm (Garc´ıa del Cura
et al., 1997a). En castellano estas facies han sido descritas asiduamente como calizas biocl´
asticas
(Ej. Arenas et al., 2010b). Es frecuente que estos materiales presenten estructuras propias de rocas
detr´ıticas como granoselecci´
on, estratificaci´
on cruzada,..(Ord´
o˜
nez et al., 1981 y Ord´
o˜
nez & Garc´ıa
del Cura, 1983, entre otros). En estas rocas, junto a bioclastos propiamente dichos (fragmentos de
tobas), es habitual la presencia de oncolitos, que de una manera sencilla podr´ıamos definir como
estromatolitos desarrollados en torno a un n´
ucleo m´
ovil que, en el caso de estas facies tob´
aceas,
puede ser un fragmento de vegetal, encostrado o no, por carbonato, una concha, etc.
En otros ´
ambitos regionales y sedimentarios, caso de ciertos medios fluviales australianos (Cart-
hew et al., 2006), la presencia de facies de tobas detr´ıticas ha servido para elaborar reconstrucciones
paleoclim´
aticas que han considerando a sus materiales una consecuencia de los acarreos vinculados
a avenidas ocasionadas por las precipitaciones estacionales monz´
onicas. Estos autores diferencian
en sus arrastres “facies litocl´
asticas” (>60 % de clastos no tob´
aceos), “facies fitocl´
asticas al´
octo-
nas” (acumulaciones de hojas, fragmentos de tallos. . . ), y “facies intracl´
asticas” (constituidas por
fragmentos tob´
aceos muy heterog´
eneos al oscilar su tama˜
no desde el de las arenas hasta el de
los bloques). De igual modo determinaron c´
omo la presencia, en las facies tob´
aceas, de oncoides
(muy escasos y con envueltas del orden de 1 mm) as´ı como de dep´
ositos finos microcristalinos se
correlacionaban con las etapas sin inundaciones.
Para referirse a las tobas tambi´
en se ha utilizado el t´
ermino de biolitita (Folk, 1962), si bien
el de fitohermo, como forma abreviada de fitoherm framestone (Pedley, 1990 y 1992; Garc´ıa del
Cura et al., 2000; Ord´
o˜
nez et al., 2005) lo ha reemplazado progresivamente. Estas facies son las
que constituyen el n´
ucleo principal de las represas tobaceas y de los dep´
ositos de fuente.
62