lo menos en sus establecimientos cien-
tíficos a Chuquisaca, el pueblo primo-
génito de la revolución.
Yo espero que V.S.M.I. me prestará su
ayuda para realizar estos sentimientos
que me inspira mi amor sincero a unos
patriotas generosos, que con tanto he-
roísmo han combatido por la prosperi-
dad de su país, y cuyos frutos deben re-
coger en este momento. Acepte
V.S.M.I. mi distinguida consideración y
dígnese transmitir a esos habitantes mi
singular aprecio a sus virtudes eminen-
temente patrióticas. (Sucre. A.J., re-
copilado por Salcedo Bastardo,
1973:242-243).
En la memoria que el General en
Jefe del Ejército Libertador encargado
de los Departamentos del Alto Perú,
presenta a la Asamblea General de los
mismos, el día de su instalación, Sucre
manifiestal:
(
) me he limitado a recoger los mate-
riales que faciliten al poder supremo la
propagación de la enseñanza pública en
las provincias. La creación de una uni-
versidad en La Paz, se hará sin duda por
los medios que se van tomando para
ello; el colegio de aquella ciudad será
mejorado con la creación de nuevas cá-
tedras prohibidas por el sistema colo-
nial, y aun será posible establecer otro.
Los colegios de Chuquisaca deben ade-
lantarse del mismo modo, y a uno de
ellos, a quien faltan rentas, pueden pro-
porcionársele suficientemente. En Co-
chabamba, Santa Cruz, Potosí se ha
mandado trabajar en el proyecto de es-
tablecer colegios que compitan con los
de Chuquisaca y La Paz. En Potosí y La
Paz se podría crear, además, una direc-
ción de minería y una escuela de mine-
ralogía, para lo cual están pedidos los
informes necesarios. Para estos esta-
blecimientos se necesitan fondos con-
siderables; pero los hay bastantes en
los departamentos, si la autoridad le-
gislativa, a quien corresponde, da los
decretos necesarios, a cuyo objeto se
le someterán los documentos que la
ilustren para resolver (Sucre. A.J., re-
copilado por Salcedo Bastardo,
1981:257).
Según la estimada pluma de Salce-
do Bastardo en prólogo del libro de An-
tonio José de Sucre, “De Mi Propia
Mano”, nos dice:
Todas las regiones de la nueva repú-
blica: Potosí, Santa Cruz, Cochabam-
ba, Oruro, Charcas, son contempladas
en el repertorio de sus actividades e
iniciativas de moderno desarrollo, en-
tre mayo y noviembre de 1825. Su fe-
cundo empeño de Gobierno depara a
Bolivia -en el transcurso de las trece se-
manas del 3 de febrero al 5 de marzo
de 1826- trece decretos referentes a la
creación de colegio de ciencias y artes,
más institutos para huérfanos y huérfa-
nas, en todos los departamentos, y a
establecer escuelas primarias en todos
los cantones de la república. La razón
que impulsa y mueve esta inquietud,
sin paralelo en los anales de cultura
americana por aquel tiempo, la expone
el Mariscal civilizado, civilista y civiliza-
dor, en mayo de 1826, al Congreso de
la Nación: < persuadido que un pueblo
no puede ser libre, si la sociedad que lo
compone no conoce sus deberes y sus
derechos, he consagrado un cuidado
especial a la educación pública. En me-
dio de las escaseces y de las cargas de
que me he visto rodeado, se han lleva-
do al cabo casi totalmente las intencio-
nes del Libertador en los estableci-
mientos de enseñanza. La generación
Revista Venezolana de Ciencias Sociales, UNERMB, Vol. 8 No. 2, 2004
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Rafael Daniel Meza Cepeda yBeatriz M. Arrieta de Meza
boliviana que ha de suceder a la que ha
luchado por la independencia, será el
mejor apoyo de la libertad de vuestra
patria. (Sucre. A. J., recopilado por
Salcedo Bastardo, 1981:250).
Trece decretos sobre educación,
en tres semanas, son de por sí una cre-
dencial de maestro. El ser el Alto Perú
un verdadero emporio minero, no sola-
mente es observado por el Gran Maris-
cal, sino que de una vez se preocupa por
tecnificar esos recursos con la creación
de una dirección de minería y una es-
cuela de mineralogía. Hay que hacer no-
tar que estas estructuras administrati-
vas o académicas, no son creadas por un
simple plumazo, sino que se piensa lle-
gar a ellas después de los estudios res-
pectivos.
Buen ejemplo a seguir en la crea-
ción de algunas de nuestras escuelas,
muchas de las cuales por precipitación
en el diseño de las mismas o por igno-
rancia, llevan al degradante título de
“escuela sin nombre”. Lo anterior, sin
entrar a considerar los grupos de profe-
sores que asignados a un plantel sin que
siquiera exista en planos la estructura fí-
sica de la escuela o liceo que deberá co-
bijarlos.
La imperiosa necesidad de los li-
bros, como respaldo al proceso educa-
tivo, está integrada a las ideas de Sucre
y Bolívar sobre educación, por ello, a
pesar de la continua necesidad de re-
caudar impuestos, sobre todo en las
aduanas, esta necesidad de dinero es
dejada de lado cuando se trata de ma-
terial educativo, incluyendo el más im-
portante de todos, la propia imprenta.
El ocho de noviembre de mil ocho-
cientos veinticinco, aparece Don Simón
Rodríguez en la correspondencia de Su-
cre. “El señor don Simón Rodríguez
está encargado por S.E. El Libertador
para recorrer y arreglar el colegio de
San Juan de esta ciudad a fin de ponerlo
en estado de situar en él los estableci-
mientos de nuevas escuelas. V.S. se ser-
virá facilitarle los auxilios que necesite
para llenar su encargo”. (Sucre. A.J., re-
copilado
por
Salcedo
Bastardo,
1981:275-276). Lamentablemente la
relación Sucre-Rodríguez no es muy
buena y este binomio, aparentemente
de gran fuerza, no va a funcionar como
es debido.
Una preocupación muy especial
muestra Antonio José en carta al señor
secretario general de S.E. el Libertador,
en ella nos parece reconocer la enseñan-
za que se puede deducir de los capítulos
3, 5 y 6 de la Cámara de Educación.
Puesto que el Señor Doctor José Men-
dizábal va a Buenos Aires con comisio-
nes relativas a este departamento,
creo útil someter a la consideración de
S.E. el Libertador si sería conveniente
encargarle que procurase en aquella
ciudad algunos maestros de matemáti-
cas, de dibujo, algunos catedráticos de
medicina, cirugía, y en fin los maestros
que quisiese S.E. para algunas de las es-
cuelas que van a establecerse en estas
provincias, y muy particularmente diez
o doce que propagasen la enseñanza
mutua, por el sistema Lancaster. Tam-
bién creo necesaria la adquisición de
una buena imprenta para el gobierno y
si es posible un taquígrafo para el con-
greso y libros para los colegios. Para
suplir a todo esto podían librársele fon-
Revista Venezolana de Ciencias Sociales, UNERMB, Vol. 8 No. 2, 2004
Antonio José de Sucre ysu afán por la educación
#
dos de los que hay en Buenos Aires co-
rrespondientes al gobierno peruano,
que se reintegrarían de las tesorerías
de estos departamentos (Sucre. A.J.,
recopilado por Salcedo Bastardo,
1981:279-280).
Si consideramos la fecha en que lle-
ga a Caracas el maestro Lancaster, 15 de
mayo de 1824, nos encontramos conque
Antonio José, ahora como General en
Jefe del Ejército Unido Libertador del
Perú, a menos de un año y medio de la
llegada del pedagogo inglés, parece que
ya se ha enterado de los adelantos del
método lancasteriano, cree en sus bon-
dades y pide para la zona de su adminis-
tración nada menos que diez o doce
maestros expertos en el susodicho mé-
todo. En correspondencia a Bolívar, se
desliza una frase muy significativa (cuan-
do el 12 de febrero de 1826): “las cosas
van marchando aquí muy regularmente ;
los establecimientos de educación los he
comenzado a arreglar por Cochabam-
ba”. La labor educativa de Sucre no es un
producto sentimental de poca profundi-
dad sensitiva, todo lo contrario, el Gran
Mariscal, ahora Presidente, actúa direc-
tamente y por ello sistematiza debida-
mente el trabajo docente que le organiza
a la República de Bolivia.
El héroe de Pichincha parece que
tenía razón en no querer comprometer
más su vida en una labor de estadista. Su
máxima preocupación y recelo eran el
no querer ejercer la presidencia en una
patria donde era extranjero
Si bien Antonio José de Sucre es
electo Presidente Provisional de Bolivia
por el Congreso Constituyente de ese
país, no resulta fácil lograr que el Gran
Mariscal acepte el mando, y vemos en la
edición dominical del 28 de mayo de
1826 del periódico “Cóndor de Bolivia”
se lee: “CONGRESO”
Hemos dicho en nuestro último
número, que el Congreso se instaló el
25 último con todas las formalidades
prevenidas por la ley, y conforme á la
convocatoria hecha por S.E. el LIBER-
TADOR.
El 26 se ocuparon los Señores Di-
putados del nombramiento de gobier-
no, que S.E. el Gran Mariscal de Aya-
cucho resistía hasta con tenacidad. Vi-
mos diferentes comisiones del Con-
greso ir en este día y el siguiente al pa-
lacio de S.E. con el objeto de comuni-
carle que admitiese el mando. Estos
dos días han sido verdaderamente de
amargura; mas, ayer tarde tuvimos el
inexplicable placer de saber, que el
Gran Mariscal se quedaba entre noso-
tros. Placer que han demostrado los
chuquisaqueños de la manera más ine-
quívoca ; el fuego de la artillería nos
anunció esta mañana, que S.E. debía
prestar el juramento como Jefe Su-
premo de la República, con cuya noti-
cia recibieron todas las sensaciones
más agradables. Un pueblo inmenso
asistió a las 12 del día á la sala del Con-
greso á presenciar este acto nacional”
(Blanco y Azpúrua, 1977:400-401).
En la contestación del Presidente del
mencionado Congreso, al Mariscal de
Ayacucho, hay que destacar el hecho
de que se le reconoce a Sucre su espe-
cial preocupación por la educación, y
más que ello la efectividad de su activi-
dad como General en Jefe, encargado
de los departamentos del Alto Perú.
En los sistemas representativos, la
ilustración de los pueblos es el firme
Revista Venezolana de Ciencias Sociales, UNERMB, Vol. 8 No. 2, 2004
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Rafael Daniel Meza Cepeda yBeatriz M. Arrieta de Meza
apoyo del gobierno. La ignorancia es la
causa de todos los males; como la sabi-
duría, la que da el triunfo á los princi-
pios. Fondos ingentes han proporcio-
nado el establecimiento de escuelas en
todo el territorio de la República. En
cada capital de departamento hay un
colegio de ciencias y artes donde los jó-
venes aprenderán con el nuevo plan de
enseñanza á ser útiles á su patria. Su ra-
zón no será confundida con el estudio
de abstracciones, que por fruto nos da-
ban unos eternos disputadores.
Por otra igual adquisición de fondos ve-
mos creando los hospicios, asilos de la
desgracia, donde se da cómoda subsis-
tencia de sus males físicos no pueden
dedicarse á la industria. Las casas de
huérfanos harán ciudadanos morales,
que por falta de educación se corrom-
pían. Las niñas sabrán ser buenas ma-
dres de familias, esposas fieles, y no
obligadas á la prostitución por la nece-
sidad. La moral pública ha hecho adqui-
siciones importantes (Blanco, 1977:
400-401).
Los indígenas, esta parte originaria de
nuestro pueblo, la más digna del goce
de los beneficios de la independencia,
oprimida todavía por la costumbre de
humillarlos, han sido rescatados en
gran parte de los ultrajes con que eran
tratados; pero ellos no están aún en la
dignidad de hombres. Toda la fuerza
del gobierno para arrebatarlos de la
injusticia del crimen no ha bastado
para volver a esta clase infortunada de
su condición y abatimiento. Su abyec-
ción en tres siglos de esclavitud los ha
sumergido en males de que sólo podrá
sacarlos la protección del cuerpo le-
gislativo, y la ejecución de las medidas
y decretos del gobierno en su favor y
en el de su educación (Sucre. A.J., re-
copilado por Salcedo Bastardo,
1981:301).
Conclusión
Sucre fue un hombre que siempre
se preocupó por la educación, faceta
que aún es desconocida por muchos la-
tinoamericanos. En tal circunstancia,
se nota cierta decepción en el mensaje
cuando Sucre reconoce que ...las es-
cuelas de mineralogía, que el gobierno
se propuso establecer, no están aún
plantificadas por la falta de profesores,
instrumentos y máquinas encargadas a
Europa, y porque no han transcurrido
ni el tiempo preciso para su venida (Su-
cre. A.J., recopilado por Salcedo Bas-
tardo, 1981:301).
El tiempo pasa y Sucre conoce de
dulzuras y amarguras de respaldo y de
traición, de amistad y enemistad, siem-
pre, según sus biógrafos con un factor a
su favor: el pueblo boliviano sí lo quería.
La canallada unida a la traición lo deja
prácticamente inválido, al no poder uti-
lizar su mano derecha. Es tomado
rehén y recluido contra su voluntad en
diferentes lugares, antes de poder diri-
girse a la Capital Boliviana, para allá dic-
tar otro de sus grandes memoriales.
Memorial de recomendaciones, me-
morial para perdonar ofensas, memo-
rial para buscar la paz. En ese gran men-
saje, también tiene su puesto de honor,
la educación.
La despedida del primer presiden-
te de Bolivia se efectúa el dos de agosto
de 1828. Convaleciendo aún de la heri-
da que le han inflingido en el brazo de-
recho, lee su último mensaje al Congre-
so de la República que él mismo ayudara
Revista Venezolana de Ciencias Sociales, UNERMB, Vol. 8 No. 2, 2004
Antonio José de Sucre ysu afán por la educación
#!
a fundar. Reconoce errores, presenta
proyectos, deja ideas para el desarrollo,
aconseja sobre todo sobre la deuda pú-
blica y también manifiesta haber cum-
plido con obras completas, quizás la
principal sea:
En el departamento del interior la edu-
cación pública es lo que ha hecho más
progresos. Los colegios quedan esta-
blecidos y marchan bien en todas las
capitales de los departamentos, donde
también se han abierto escuelas de en-
señanza mutua que adelantan rápida-
mente, y en tres de ellas las hay para
ambos sexos. Las escuelas primarias
por el antiguo método se han multipli-
cado en las provincias y cantones. Para
la enseñanza, el gobierno ha dado un
plan de estudios análogos a la ilustra-
ción del siglo.
Los establecimientos de beneficen-
cia se han aumentado, y casi están com-
pletos los decretados. Necesitan, sin
embargo, perfecciones en su régimen,
para que los acogidos a ellos sean más
útiles. Sus rentas, como las de la educa-
ción pública, son más que las que hubo
esperanzas de adquirir; pero los cole-
gios necesitan aumento para dotar sufi-
cientemente a sus profesores, si es que
ha de haberlos buenos y hábiles (Sucre.
A. J., recopilado por Salcedo Bastardo,
1981:353).
Aquí es imprescindible un comen-
tario sobre el sistema educativo que el
presidente Antonio José de Sucre deja
en Bolivia.
Por una parte, existen en el mo-
mento de su despedida, colegios lan-
casterianos o de enseñanza mutua en
todas las capitales de departamento,
incluyendo algo especial para América
y para el mundo, tres escuelas mixtas.
Es decir, que podamos anotar la exis-
tencia de escuelas experimentales, si
utilizamos el lenguaje actual. Por otra
parte, no se ha destruido lo que existe, y
se continúa con escuelas “por el antiguo
método”, no solamente sosteniendo las
que están funcionando sino multiplican-
do su número. Otra preocupación de
primer línea, es la de conseguir fondos
para ofrecer buenos sueldos a los maes-
tros del Estado docente, preocupación
que justifica si los queremos “buenos y
hábiles”.
La historia continúa y ella nos dice
que el Gran Mariscal, sin haber recupe-
rado por completo la fuerza de su mano
derecha, asume el mando del ejército
colombiano y tiene la fuerza y el coraje
más que suficiente para triunfar en Tar-
qui (Ecuador), el 27 de febrero de 1829.
En gesto inigualado en los anales de la
guerra, ofrece la más honrosa capitula-
ción a las tropas peruanas, todo en
nombre de la fraternidad americana,
tratando de que no queden heridas en
el alma guerrera de los combatientes.
Al presentarse como Diputado al Con-
greso Admirable es designado Presi-
dente de ese Congreso, con la triste si-
tuación de no poder entrar libremente
a territorio venezolano, del cual es re-
chazado. La traición alcanza a Sucre en
la selva de Berruecos y el cuatro de ju-
nio de 1830 muere físicamente el Abel
de América.
La frase de Sucre del 27 de abril de
1828, puede repetirse ahora, con más
lágrimas, con más vergüenza, con más
tristeza y con más hondo pesar que
nunca “llevo la señal de la ingratitud de
los hombres en un brazo roto cuando
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Rafael Daniel Meza Cepeda yBeatriz M. Arrieta de Meza
hasta en la guerra de la Independencia
pude salir sano”.
En Berruecos cae el cuerpo de un
hombre que simboliza la libertad de
los pueblos por los cuales luchó, lite-
ralmente a brazo partido, pero que-
dan vibrando en su América, las ondas
de un cerebro que latió y palpitó, a
conciencia, en gran parte por los prin-
cipios fundamentales de la educación.
El también cumanés, Manuel Nor-
berto Vetancourt (1955) hace una pre-
cisa síntesis de la carrera y la moral de su
gran paisano:
Desilusionado de la faz política y de la
mayoría de sus compañeros de epope-
ya, se reiteró a la sedante penumbra de
la vida privada, luego de veinte años de
perínclita existencia pública, en los que
fue Militar, Diplomático, Legislador,
Estadista, Dictador y Magistrado, selló
la creación de Colombia con el triunfo
de Pichincha, liberto al Perú, creó a Bo-
livia y descabezó la hidra de la nefanda
contienda civil en el Portete de Tarqui.
En víspera de su connubio sólo tenía
mil pesos en su modesta escarcela, la
prueba más inconclusa de su honradez
en la administración del erario, Jefe de
los Ejércitos Unidos del Perú y Colom-
bia, Presidente de Bolivia y Arbitro del
Alto Perú, y no embargante la natural
confusión imperante en el estado de
guerra y poder manejar, a su voluntad,
los dineros del pueblo, quedó limpio de
peculado y prefirió los trabajos rustíca-
les en las apartadas heredades del Ma-
yorazgo de la Casa de Solanda, al pres-
tigio y los halagos que más aún que los
merecimientos personales, proporcio-
na siempre la riqueza (Vetancourt, N.
1955:147).
Es el mismo Antonio José de Sucre
quien resume toda su vida educadora,
toda su obsesión por el proceso docen-
te, su permanente inquirir por maes-
tros y alumnos, y escuelas, su continua
preocupación por darle vida intelectual
al pueblo, mediante la educación: cita-
do en la convocatoria a las Terceras Jor-
nadas de Investigación en la Universi-
dad de los Andes del 29 de octubre al 03
de noviembre de mil novecientos no-
venta y cinco, sus palabras deben reper-
cutir en todos los ambientes educati-
vos, no sólo de nuestro país, sino en los
del mundo. “Educar es el más sagrado
deber de las autoridades delante de
Dios y de los Hombres”.
Referencias bibliográficas
Blanco, José Félix y AZPÚRUA, Ramón (1977). Documentos para la historia de la vida pú-
blica del Libertador. Tomo X. Ediciones de la Presidencia de la república de Venezuela.
Caracas.
Fundación Vicente Lecuna (1974). Archivo de Sucre. Conmemoración del sesquicentenario
de Ayacucho. Tomo I. Caracas.
Hoover, John P. (1975). Sucre, soldado y revolucionario. Traducción de Francisco Rivera.
Editorial de la Universidad de Oriente. Cumaná.
Sherwell, Guillermo Antonio (1975) Biografía de Antonio José de Sucre. Traducción de
Francisco Rivera. Editorial de la Universidad de Oriente, Cumaná
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Antonio José de Sucre ysu afán por la educación
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Salcedo Bastardo, J.L. (1973). El primer deber. Equinoccio. Universidad Simón Bolívar. Caracas.
Sucre, Antonio José (recopilado por Salcedo Bastardo (1965). De mi propia Mano. Biblioteca
Ayacucho. Vol. XC. Caracas.
Vetancourt, Manuel (1955). Sucre, Marco Aurelio de América. Imprenta Nacional. Caracas.
Revista Venezolana de Ciencias Sociales, UNERMB, Vol. 8 No. 2, 2004
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Rafael Daniel Meza Cepeda yBeatriz M. Arrieta de Meza
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