Naturaleza de las afinidades que unen los seres orgánicos. -Como los
descendientes modificados de las especies dominantes que pertenecen a
los géneros mayores tienden a heredar las ventajas que hicieron grandes
a los grupos a que ellas pertenecen y que hicieron predominantes a sus
antepasados, es casi seguro que se extenderán mucho y que ocuparán ca-
da vez más puestos en la economía de la naturaleza. Los grupos mayores
y predominantes dentro de cada clase tienden de este modo a continuar
aumentando la extensión y, en consecuencia, suplantan a muchos grupos
más pequeños y más débiles. Así podemos explicar el hecho de que to-
dos los organismos vivientes y extinguidos están comprendidos en un
corto número de grandes órdenes y en un número menor de clases. Co-
mo demostración de lo pequeño que es el número de grupos y de lo muy
extendidos que están por todo el mundo, es notable el hecho de que el
descubrimiento de Australia no ha añadido un solo insecto que pertenez-
ca a una nueva clase, y en el reino vegetal, según veo por el doctor Hoo-
ker, ha añadido sólo dos o tres familias de poca extensión. En el capítulo
sobre la Sucesión Geológica procuré explicar, según la teoría de que en
cada grupo ha habido mucha divergencia de caracteres durante el largo
proceso de modificación, por qué las formas orgánicas más antiguas pre-
sentan con frecuencia caracteres en algún modo intermedios entre los de
grupos vivientes. Como un corto número de las formas antiguas e inter-
medias han transmitido hasta la actualidad descendientes muy poco mo-
dificados, éstos constituyen las llamadas especies aberrantes u osculan-
tes. Cuanto más aberrante es una forma, tanto mayor tiene que ser el nú-
mero de formas de enlace exterminadas y completamente perdidas. Y te-
nemos pruebas de que los grupos aberrantes han sufrido rigurosas extin-
ciones, pues están representados casi siempre por poquísimas especies y
éstas generalmente difieren mucho entre sí: lo que también implica extin-
ciones. Los géneros Ornithorhynchus y Lepidosiren, por ejemplo, no ha-
brían sido menos aberrantes si cada uno hubiese estado representado por
una docena de especies en lugar de estarlo, como actualmente ocurre,
por una sola, o por dos o tres. Podemos, creo yo, explicar solamente este
hecho considerando los grupos aberrantes como formas que han sido
vencidas por competidores más afortunados, quedando un corto número
de representantes que se conservan todavía en condiciones extraordinar-
iamente favorables.
Míster Waterhouse ha hecho observar que cuando una forma que per-
tenece a un grupo de animales muestra afinidad con un grupo completa-
mente distinto, esta afinidad, en la mayor parte de los casos, es general y
no especial; así, según míster Waterhouse, de todos los roedores, la
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vizcacha es la más relacionada con los marsupiales; pero en los puntos
en que se aproxima a este orden, sus relaciones son generales, esto es, no
son mayores con una especie de marsupial que con otra. Como se cree
que estos puntos de afinidad son reales y no meramente adaptativos, tie-
nen que deberse, de acuerdo con nuestra teoría, a herencia de un antepa-
sado común. Por esto tendríamos que suponer: o bien que todos los roe-
dores, incluso la vizcacha, han descendido de algún antiguo marsupial
que naturalmente habrá sido por sus caracteres más o menos intermedio
con relación a todos los marsupiales vivientes; o bien que, tanto los roe-
dores como los marsupiales, son ramificaciones de un antepasado co-
mún, y que ambos grupos han experimentado después mucha modifica-
ción en direcciones divergentes. Según ambas hipótesis, tendríamos que
suponer que la vizcacha ha conservado por herencia más caracteres de
su remoto antepasado que los otros roedores, y que por esto no estará re-
lacionada especialmente con ningún marsupial viviente, sino indirecta-
mente con todos o casi todos los marsupiales, por haber conservado en
parte los caracteres de su común progenitor o de algún miembro antiguo
del grupo. Por otra parte, de todos los marsupiales, según ha hecho ob-
servar míster Waterhouse, el Phascolomys es el que se parece más, no a
una especie determinada, sino al orden de los roedores en general. En es-
te caso, sin embargo, hay grave sospecha de que la semejanza es sólo
analógica, debido a que el Phascolomys se ha adaptado a costumbres co-
mo las de los roedores. Aug. Pyr. de Candolle ha hecho casi las mismas
observaciones acerca de las afinidades de distintas familias de plantas.
Según el principio de la multiplicación y divergencia gradual de los
caracteres de las especies que descienden de un antepasado común, uni-
do a la conservación por herencia de algunos caracteres comunes, pode-
mos comprender las afinidades tan sumamente complejas y divergentes
que enlazan todos los miembros de una misma familia o grupo superior;
pues el antepasado común de toda una familia, dividida ahora por extin-
ciones en grupos y subgrupos distintos, habrá transmitido algunos de
sus caracteres modificados, en diferentes maneras y grados, a todas las
especies, que estarán, por consiguiente, relacionadas entre sí por líneas
de afinidad tortuosas, de distintas longitudes, que se remontan a muchos
antepasados, como puede verse en el cuadro a que tantas veces se ha he-
cho referencia. Del mismo modo que es difícil hacer ver el parentesco de
consanguinidad entre la numerosa descendencia de cualquier familia no-
ble y antigua, aun con ayuda de un árbol genealógico, y que es imposible
hacerlo sin este auxilio, podemos comprender la extraordinaria dificul-
tad que han experimentado los naturalistas al describir, sin el auxilio de
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