sobrevivir- que las individuos que tienen ventaja, por ligera que sea, so-
bre otros tendrían más probabilidades de sobrevivir y procrear su espec-
ie? Por el contrario, podemos estar seguros de que toda variación en el
menor grado perjudicial tiene que ser rigurosamente destruida. A esta
conservación de las diferencias y variaciones individualmente favorables
y la destrucción de las que son perjudiciales la he llamado yo selección
natural o supervivencia de los más adecuados. En las variaciones ni úti-
les ni perjudiciales no influiría la selección natural, y quedarían abando-
nadas como un elemento fluctuante, como vemos quizá en ciertas espec-
ies poliformas, o llegarían finalmente a fijarse a causa de la naturaleza
del organismo y de la naturaleza de las condiciones del medio ambiente.
Varios autores han entendido mal o puesto reparos al término selec-
ción natural. Algunos hasta han imaginado que la selección natural pro-
duce la variabilidad, siendo así que implica solamente la conservación de
las variedades que aparecen y son beneficiosas al ser en sus condiciones
de vida. Nadie pone reparos a los agricultores que hablan de los podero-
sos efectos de la selección del hombre, y en este caso las diferencias indi-
viduales dadas por la naturaleza, que el hombre elige con algún objeto,
tienen necesariamente que existir antes. Otros han opuesto que el térmi-
no selección implica elección consciente en los animales que se modifi-
can, y hasta ha sido argüido que, como las plantas no tienen voluntad, la
selección natural no es aplicable a ellas. En el sentido literal de la pala-
bra, indudablemente, selección natural es una expresión falsa; pero
¿quién pondrá nunca reparos a los químicos que hablan de las afinidades
electivas de los diferentes elementos? Y, sin embargo, de un ácido no
puede decirse rigurosamente que elige una base con la cual se combina
de preferencia. Se ha dicho que yo hablo de la selección natural como de
una potencia activa o divinidad; pero ¿quién hace cargos a un autor que
habla de la atracción de la gravedad como si regulase los movimientos
de los planetas? Todos sabemos lo que se entiende e implican tales ex-
presiones metafóricas, que son casi necesarias para la brevedad. Del mis-
mo modo, además, es difícil evitar el personificar la palabra Naturaleza;
pero por Naturaleza quiero decir sólo la acción y el resultado totales de
muchas leyes naturales, y por leyes, la sucesión de hechos, en cuanto son
conocidos con seguridad por nosotros. Familiarizándose un poco, estas
objeciones tan superficiales quedarán olvidadas.
Comprenderemos mejor la marcha probable de la selección natural to-
mando el caso de un país que experimente algún ligero cambio físico,
por ejemplo, de clima. Los números proporcionales de sus habitantes ex-
perimentarán casi inmediatamente un cambio, y algunas especies
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llegarán probablemente a extinguirse. De lo que hemos visto acerca del
modo íntimo y complejo como están unidos entre sí los habitantes de ca-
da país podemos sacar la conclusión de que cualquier cambio en las pro-
porciones numéricas de algunas especies afectaría seriamente a los otros
habitantes, independiente del cambio del clima mismo. Si el país estaba
abierto en sus límites, inmigrarían seguramente formas nuevas, y esto
perturbaría también gravemente las relaciones de algunos de los habi-
tantes anteriores. Recuérdese que se ha demostrado cuán poderosa es la
influencia de un solo árbol o mamífero introducido. Pero en el caso de
una isla o de un país parcialmente rodeado de barreras, en el cual no
puedan entrar libremente formas nuevas y mejor adaptadas, tendríamos
entonces lugares en la economía de la naturaleza que estarían con seguri-
dad mejor ocupados si algunos de los primitivos habitantes se modifica-
sen en algún modo; pues si el territorio hubiera estado abierto a la inmi-
gración, estos mismos puestos hubiesen sido cogidos por los intrusos. En
estos casos, modificaciones ligeras, que en modo alguno favorecen a los
individuos de una especie, tenderían a conservarse, por adaptarlos mejor
a las condiciones modificadas, y la selección natural tendría campo libre
para la labor de perfeccionamiento.
Tenemos buen fundamento para creer, como se ha demostrado en el
capítulo tercero, que los cambios en las condiciones de vida producen
una tendencia a aumentar la variabilidad, y en los casos precedentes las
condiciones han cambiado, y esto sería evidentemente favorable a la se-
lección natural, por aportar mayores probabilidades de que aparezcan
variaciones útiles. Si no aparecen éstas, la selección natural no puede ha-
cer nada. No se debe olvidar nunca que en el término variaciones están
incluidas simples diferencias individuales. Así como el hombre puede
producir un resultado grande en las plantas y animales domésticos su-
mando en una dirección dada diferencias individuales, también lo pudo
hacer la selección natural, aunque con mucha más facilidad, por tener
tiempo incomparablemente mayor para obrar.
No es que yo crea que un gran cambio físico, de clima, por ejemplo, o
algún grado extraordinario de aislamiento que impida la inmigración, es
necesario para que tengan que quedar nuevos puestos vacantes para que
la selección natural los llene, perfeccionando algunos de los habitantes
que varían; pues como todos los habitantes de cada región están luchan-
do entre sí con fuerzas delicadamente equilibradas, modificaciones lige-
rísimas en la conformación o en las costumbres de una especie le habrán
de dar muchas veces ventaja sobre otras, y aun nuevas modificaciones de
la misma clase aumentarán con frecuencia todavía más la ventaja,
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