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intereses agrícolas de los monarcas. Hierón II de Siracusa y Átalo III de Pérgamo son
nombrados por los autores de tratados sobre agricultura (Varrón, RR 1. 1. 8;
Columela, RR 1. 8; Plinio, HN, índices de autores citados en libros 14, 15 y 18).
La mayor parte de los indicios sobre la intervención real concierne a Egipto.
Sabemos que Ptolomeo hizo un contacto personal con Teofrasto (Dióg. Laer. 5. 37;
pero no da detalles). Muchos cambios fueron hechos en los patrones de cultivo
existentes.
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Tenemos las noticias del archivo de Zenón de que Ptolomeo II
personalmente autorizó varias medidas en la propiedad de Apolonio con el fin de
promover la agricultura. Éstas comprendían nuevas variedades de árboles frutales de
los jardines botánicos del rey; Apolonio dispuso que se plantaran seis diferentes tipos
de higueras, así como granadas y albaricoques (PCZ 59033, 257 a.C.).
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Un tipo de
trigo que maduraba a los tres meses fue plantado en la tierra irrigada (PCZ 59155,
256 a.C.) y se introdujeron razas especiales de ovejas de Mileto y Arabia (PCZ
59195, 255 o 254 a.C; 59430, sin fecha).
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Aparte del trigo de rápida maduración, los
trasplantes de los que sabemos tienden a ser plantas ornamentales, como las vides
introducidas en Babilonia por los Seléucidas:
La vid, que no había sido cultivada allá [en Susis] primero, los
macedonios la plantaron aquí como en Babilonia, sin abrir surcos sino
sólo hincando estacas en el terreno con las puntas cubiertas de hierro, y
después quitándolas y poniendo inmediatamente la planta tierna en su
lugar.
(Estrabón, 15. 3. 11 [731])
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También del archivo de Zenón proviene el sorprendente documento de 257
a.C. sobre la promoción de la viticultura. Un agente escribe a Apolonio el
diokétés
sobre su enorme viña en Galilea, en ese momento bajo dominio ptolemaico:
Glaucias a Apolonio, saludos.
Sobre las cosas de que me ordenaste informar a Nicanor y
Antíoco, ya lo hice. Sé que están de acuerdo con ello. De las otras cosas
os informaré en cuanto lleguemos. Al llegar a Baitanós [Bethaneth] y al
llevar a Melas conmigo, visitamos las plantas y todo lo demás. Bien, me
parece que están cultivadas satisfactoriamente, y dice que el viñedo tiene
80.000 (en número). También ha construido un pozo y una vivienda
satisfactoria. Me dio vino para probar, y no distinguí si era de Chian o
local. De modo que vamos bien, con buena suerte en todas las cosas.
(P. Lond. 1948)
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A juzgar por su tamaño parece ser una empresa comercial, aunque dirigida al
sector de lujo del mercado.
Átalo III se dedicaba a la botánica con el propósito de cultivar plantas
medicinales, y Celso, Galeno y Plinio dicen que descubrió varios remedios.
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A
veces motivos más maquiavélicos habrían estado presentes; Plutarco nos informa de
que: «Átalo, llamado Filométor, cultivaba hierbas venenosas, no sólo el beleño y el
eléboro, sino también la cicuta, el acónito y el doriemo» (Plutarco, Demetrio, 20; cf.
Plinio, HN 25. 6. 28. 64; 25. 8. 55. 99; Justino, 36-4-3) y Galeno informan que
fueron utilizados para los criminales.
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360
A veces el interés en la flora y la fauna solía ser una combinación de fines
políticos con el deseo de realzar el prestigio real, como cuando Ptolomeo II incluyó
animales exóticos en su gran procesión (Calixeno ap. At. 5. 201 b-c: Austin 219;
véase pp. 93-94), o cuando Seleuco I envió un tigre indio a Atenas (At. 13. 590 a,
citando las comedias de Filemón [frag. 47; Kock, CAF ii, 490] y Alexis [frag. 204;
Kock, CAF ii. 372]). Cuando Ptolomeo VIII —que no era amigo del Museo—
importó pájaros exóticos para adornar su corte (At. 14. 654 c), ¿suponemos que sus
motivaciones estuvieran limitadas a un deseo de lujo? Cuando Filetairo se interesó
mucho en la cría de ganado, ¿estaba simplemente posando de intelectual,
promoviendo el nivel intelectual de su corte, interesándose como era debido en el
potencial de aumentar sus rentas de la tierra, o tratando de procurarse los mejores
tejidos posibles para la corte? Es difícil separar las motivaciones. A veces el interés
comercial puede haber estado presente (también parcialmente dirigido a mantener
altos los ingresos), como en los intentos seléucidas y ptolemaicos de aclimatar las
plantas
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productoras de especias y perfumes, pero no podemos descartar las mismas
consideraciones de prestigio que estaban detrás del patronazgo de la literatura y el
arte.
La medicina
Como los demás campos de la ciencia, la medicina no experimentó una
transformación fundamental, sino que evolucionó a partir de lo que había existido
antes. Los principales centros de enseñanza e investigación fueron la polis insular de
Cos, con su santuario curativo de Asclepios, y la nueva capital cultural de Alejandría.
Como con las demás ciencias, los investigadores médicos fundaron diferentes
filosofías y visiones del universo material. Como los filósofos, se agruparon en
«escuelas» con ideologías rivales y posiblemente enfoques opuestos de la práctica
médica, aunque no debemos exagerar las diferencias.
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Una figura importante que se destaca al inicio de la medicina helenística es la
figura bastante nebulosa de Proxágoras de Cos. En la segunda mitad del siglo IV
ganó fama de anatomista y maestro e hizo importantes descubrimientos, modificando
la antigua teoría hipocrática de los humores corporales.
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Entre los discípulos de Proxágoras estaba uno de los dos médicos más
famosos del siglo III, Herófilo de Calcedonia (c. 330 -c. 260 a.C). Descubrió los
nervios, distinguiendo entre nervios sensores y motores e identificando los del
cerebro y el nervio óptico, así como definiendo las distintas partes del ojo. Describió
el hígado, y las partes de los sistemas reproductores masculino y femenino y del
cardiovascular. Aunque teorizó sobre los desequilibrios de los «humores»
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como la
causa de la enfermedad, consideraba provisionales todas las explicaciones. Es más
famoso por analizar el carácter y la variación del pulso, que usó como medio de
diagnóstico. En suma, la obra de Herófilo estuvo entre las más fértiles de los
científicos griegos, estimulando una amplia gama de análisis favorables y contrarios
en muchos escritores médicos, filósofos y religiosos de la posteridad.
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Erasístrato, de Iulis de Queos (c. 315-c. 240 a.C), hizo importantes
descubrimientos sobre las válvulas del corazón, e introdujo una teoría única que unía
la respiración, la sangre, el sistema nervioso, los músculos, el apetito y la digestión,