EstratEgia NacioNal y PlaN dE accióN Para la coNsErvacióN dE la BiodivErsidad dEl Paraguay 2015-2020
EstratEgia NacioNal y PlaN dE accióN Para la coNsErvacióN dE la BiodivErsidad dEl Paraguay 2015-2020
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boscosa. El avance parcial en el desarrollo de la destrucción del bosque se encuentra señalado en las siguien-
tes etapas:
Década del 60. La construcción de las carreteras y la tala de los bosques, crea las condiciones aptas para la
aparición de varias colonizaciones, especialmente en los lugares con potencial agrícola. Tanto en el norte,
Concepción, como en el sur, Paraguarí hasta Itapúa, se presenta un crecimiento demográfico y se establece
las bases para un país agrícola. Desde 1945 y los siguientes 20 años, se explotan 1.763.000 ha. de los bosques,
lo que produce una reducción al 44% de la superficie boscosa de la Región Oriental (Facetti
et al., 2003).
Década del 70. Como resultado de los planes de desarrollo diseñados por el gobierno de entonces para la
región, se construyen dos carreteras principales para unir la capital Asunción con Ciudad del Este y Encar-
nación. El triángulo formado por dichas carreteras se transforma en una de las zonas de mayor intervención
y de mayor importancia desde el punto de vista agropecuario. Las dos ciudades fronterizas mencionadas,
adquieren un rol muy importante en la exportación de productos agropecuarios. Se registra un incremento
en la afluencia de los colonos brasileños, lo cual deriva en el aumento poblacional y en la introducción del
proceso de mecanización para el desmonte, tanto para el gran productor así como también para el mediano
y el pequeño. En este período, desaparecen 1.550.000 ha. de bosque y se reduce la superficie boscosa al 34%
(Facetti
et al., 2003).
Década de los 80. La aparición de nuevas ciudades y municipios, acompañada de la mecanización agrícola,
produce el mayor crecimiento demográfico registrado. Podría afirmarse que en este lapso se aplica plena-
mente el modelo denominado “Revolución verde”. Casi a mediados de la década se inicia un silencioso pro-
ceso de erosión hídrica, que pasa inadvertido para los productores. Así, en un período de 10 años se elimina
2.000.000 de ha. de bosques. La superficie boscosa existente hasta entonces, se reduce a menos del 25%, lo
cual constituye la mayor extensión deforestada hasta ahora en una década (Facetti
et al., 2003).
Década de los 90. El modelo de desarrollo agropecuario sigue el esquema de crecimiento a costa de la fer-
tilidad inicial de los bosques, permitiendo un aumento de la superficie agrícola, especialmente en las zonas
este y sur de la Región Oriental, sumándose al escenario, los intensos reclamos de tierra por parte de la
población campesina, especialmente en los departamentos de San Pedro, Caaguazú y Canindeyú, generando
una inestabilidad en la tenencia de la tierra (Facetti
et al., 2003).
Ante estos hechos se producen escenarios complejos y acelerados como: algunos propietarios de grandes
extensiones de tierra con coberturas boscosas inician desmontes de superficies extensas, quemando la bio-
masa sin un previo aprovechamiento pero dando cumplimiento al errado concepto de tierras productivas y
evitando que las mismas estén sujetas a la expropiación (Facetti
et al., 2003).
La compra de grandes extensiones de tierras realizada por el Instituto de Bienestar Rural (IBR) para las
nuevas colonizaciones y asentamientos campesinos. En todo este tiempo, el marco jurídico vigente (Esta-
tuto Agrario), considera al bosque como “tierra improductiva”. Así, la superficie que ha sufrido la práctica
de desmonte se convierte en la “tierra productiva”. Este incentivo perverso generado por la política de
desarrollo de entonces, ha hecho que la masa boscosa, con toda la rica biodiversidad que la contiene, sea
considerada sin valor y como un obstáculo para el desarrollo. Y se incrementa la oferta de madera, con una
visión que abarca un plazo muy corto, no se planifica la extracción de los recursos forestales y simplemente
se acompaña las habilitaciones de las tierras con un plan de aprovechamiento de las especies maderables
más valiosas (Facetti
et al., 2003).
Con la apertura de las nuevas vías de acceso, el desmonte se incrementa en todo el territorio nacional. En
el año 1992, el Servicio Forestal Nacional (SFN) implementa tardíamente, los aprovechamientos previos al
desmonte bajo un instrumento técnico más sostenible, estructurado en los Planes de Ordenamiento Fores-
tal. Sin embargo, la cobertura de cumplimiento es baja (Facetti
et al., 2003). Se incrementa la superficie de
las tierras abandonadas (kokuere) y la de los barbechos o tierras en descanso. Los productores empiezan a
buscar nuevas tierras a habilitar, debido a la disminución de la fertilidad de los suelos, sin seguir criterio algu-
no en la planificación del uso de la tierra. Las altas precipitaciones en suelos poco cubiertos incrementan los
procesos erosivos. Así en el año 1991 se cuenta con aproximadamente 500.000 ha de tierras en barbecho y
kokuere y tasas de erosión de suelos de 20 a 80 toneladas / ha /año. Como respuesta, el gobierno nacional,
apoyado por la cooperación internacional de la GTZ, implementa uno de los proyectos, hasta la fecha, más
exitosos en la conservación de suelos. Este evento es relevante debido al hecho de representar la capitali-
zación de la experiencia generada en casi una década, relativo corto tiempo, con una rápida transformación
del modelo productivo; en el que si bien el problema es la externalidad negativa de la producción agrícola
(erosión del suelo), el productor y los técnicos focalizan el problema en la “baja productividad”, optando
por la estrategia y la necesidad de cambio del sistema productivo mecanizado tradicional, por un nuevo
sistema que permitiera disminuir significativamente los procesos erosivos e incrementar la productividad
de los cultivos, mediante sistemas de siembra directa, sembrar sin arar. De este modo, en diez años, desde
finales de la década hasta principios del año 2000 se logra la explotación de 1.200.000 ha bajo el sistema de
siembra directa (Facetti
et al., 2003).
Si bien el sector agropecuario ha intentado con éxito el cambio en el modelo de producción agrícola, dis-
minuyendo algunas externalidades negativas y con amplia difusión en áreas de la agricultura empresarial, el
avance de la tecnología en fincas de pequeños productores y en sistemas de producción ganadera es aún
incipiente (Facetti
et al., 2003).
El nuevo milenio. Al finalizar la década de los noventa se inicia el nuevo milenio con un resultado: Paraguay,
el país con una de las más altas tasas de deforestación en Latinoamérica, con bosques que en su origen
presentaron las características de tipo alto y denso, que a partir de diferentes modificaciones, pasando
por extracciones selectivas, conversiones y desapariciones de su masa ha quedado en la actualidad con
superficies boscosas remanentes, discontinuas y altamente fragmentadas. Diferentes autores han y siguen
cuantificando su extensión, arrojando resultados atendiendo a los diferentes objetivos, escalas de trabajo,
cartografías y metodologías implementadas. Sin embargo existe una constante en la tasa de deforestación y
en la disminución del bosque alto a medio denso que a la fecha abarcaría un poco más de 700.000 ha (SFN-
JICA 1999 citado por Facetti
et al., 2003), que presentaría un volumen de entre 50 a 80 m
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/ha., y que en el
mejor de los escenarios representaría un stock de madera de 56.000.000 m3 en total. Las demás superficies
boscosas remanentes, discontinuas y altamente fragmentadas presentan rangos de 1.300.000 ha. a 2.900.000
ha. (Facetti
et al., 2003).
Lo relevante no es sólo la exacta cantidad de bosque fragmentado remanente, sino que además demuestra
que han sido intervenidas en diferentes oportunidades, con diferentes grados de extracción. Entonces, el
stock de maderas en el bosque ha disminuido significativamente, por lo que necesariamente las tasas de
crecimiento anual han variado y la formación forestal requiere de un tiempo (descanso) para su recupera-
ción (Facetti
et al., 2003).
Es importante mencionar que el Paraguay cuenta con la Ley N° 5.045/13, “Que modifica los Artículos 2°
y 3° de la Ley N° 2.524/04, “De prohibición en la Región Oriental de las actividades de transformación y
conversión de superficies con cobertura de bosques”, modificada por la Ley N° 3.139/06 y ampliada por
la Ley N° 3.663/08, la misma estará vigente hasta el año 2018. Esta Ley, como su nombre lo indica, prohíbe
realizar actividades de conversión o transformación de superficies con cobertura de bosques a superficies
destinadas al aprovechamiento agropecuarias en cualquiera de sus modalidades o a superficies destinadas a
asentamientos humanos. Si bien esta ley permitió la reducción en la Región Oriental de aproximadamente
un 80% de la tasa de deforestación que para el año 2002, era de 110.000 hectáreas/año (FAO, 2003), lo que
equivale a un promedio de 9.200 hectáreas/mes, no ha logrado evitar la deforestación a “cero” para lo cual
fue creada, WWF (2014), sus detractores arguyen que solo ha desplazado la deforestación al Chaco, pero
de ninguna manera ha solucionado el problema de cambio de uso de suelo. De hecho, en el informe de Eva-
luación de los Recursos Forestales Mundiales (FRA por sus siglas en Inglés:
Forest Resources Assessment),