característicos de la
locura por causa de Cristo ya están presentes entre los ascetas sirios y egipcios:
el motivo de no reconocer la santidad del asceta hasta su muerte, siendo considerado hasta entonces
como un borracho, fornicador o recaudador de impuestos; las paradojas de la devoción
incondicional, en ocasiones la obediencia excesiva conduce al asceta recién iniciado al pecado;
también están presentes motivos como fingir locura o una falsa vida de pecado.
Los hombres santos de Egipto y Siria alcanzaron su fama por sus extravagantes prácticas
ascéticas, su comportamiento violento y su teatralidad. Ivanov (1999: 62) propone una distinción
entre
saloí pasivos y activos. Estos dos términos corresponderían respectivamente a
saloí sirios y
egipcios. El rasgo distintivo de los
saloí sirios está unido a la noción de
apátheia presente también
en otras prácticas ascéticas sirias, como el estilitismo. Son mudos, sufridores, fingen locura para
buscar su propia salvación en la humildad. El
salós egipcio se muestra provocador, usa la locura
como un medio para influir en la sociedad y practicar la caridad, es bastante teatral. Estos ascetas
solían presentar un espectáculo propio. La teatralidad de la
santa locura es indiscutible y admirable
por la gran repercusión que los elementos teatrales podían tener en la vida (Pančenko 1984: 83),
llegando a constituir un medio alternativo a la Iglesia cristiana para contactar con lo divino.
La primera
vita dedicada íntegramente a un
loco de Cristo es la vida de San Simeón de
Émesa. Fue escrita en el siglo VII por Leoncio, obispo de Nápoles, unos cien años después de la
muerte de Simeón. Esta vida no sólo define el primer paradigma, sino que, como tal, sienta las
bases para el futuro desarrollo bizantino y posteriormente el ruso.
La
santa locura resurge en el Imperio bizantino y encuentra su expresión textual
paradigmática en la vida de San Simeón de Émesa (siglo VII), seguido, tres siglos después, por San
Andrés el Loco (siglo X).
Estas dos
vitae identifican la
locura a causa de Cristo como una forma de ascetismo,
ilustrada en dos grupos de rasgos opuestos, uno interno y otro externo. Los aspectos externos se
basan en la agresividad y el comportamiento irracional, obsceno o blasfemo, que a veces enfada y
otras divierte al público. En numerosas ocasiones el público perseguía al santo y se mofaba de él.
Los aspectos internos sólo son vistos por Dios y guardan estrecha relación con la sabiduría divina
que posee el
loco de Cristo, se trata de los poderes milagrosos y curativos y de las dotes proféticas.
Con el fin de mantener su humildad, el
loco de Cristo sólo reza de noche. Su labor es interpretada
como la de llevar la palabra de Dios a los hombres, haciendo de puente entre lo profano y lo divino.
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La Iglesia bizantina alcanza una fase de gran devoción por los
locos de Cristo, llegando a
canonizar a San Simeón y a otros locos de Cristo como Santa Isidora, San Serapión el Sinodita, San
Besarión el Milagroso, Santo Tomás y San Andrés el Loco. En el siglo VII esta extravagante forma
de ascetismo comienza a verse con recelo por las autoridades eclesiásticas, hasta que en el siglo X
el fenómeno de la
locura por causa de Cristo es prácticamente suprimido. Como hemos señalado
anteriormente, en este siglo se compone la vida de San Andrés el Loco
23
, dando una nueva
oportunidad al fenómeno. Fue escrita por Nicéforo, presbítero de la Iglesia de Santa Sofía de
Constantinopla. Relata la vida de un santo loco ficticio:
“el autor no sólo sitúa a Andrés un siglo antes que el santo al que pretende emular,
Simeón de Émesa (s.VI), sino que él mismo se hace pasar por contemporáneo y
confidente de su propio personaje, a pesar que incurre en numerosos anacronismos
que revelan que vivió varios siglos después”
(Simón 1999:67).
Esta
vita fue uno de los primeros legados religiosos bizantinos que llegó a la Rus’ de Kíev y
tuvo una gran repercusión entre los eslavos. La espiritualidad de la Ortodoxia rusa concedió a la
figura del
loco de Cristo una importancia sin precedentes.
Reconocemos en la Vida de Andrés el Loco ciertos motivos que serán de gran trascendencia
para el paradigma ruso. A continuación señalaremos los principales en un
breve recorrido por la vita
bizantina que tendrá mayor repercusión en la cultura rusa.
San Andrés el Loco es un extranjero, de origen escita. Este hecho ha permitido suponer que
Andrés fuera un eslavo, lo que puede explicar en parte su gran interés por el santo. El
topos del
origen extranjero se repite en futuras emergencias como en la vida de Procopio de Ustjug (MT 3).
En ocasiones los santos locos sorprenden a sus coetáneos por tener alguna habilidad desarrollada
muy por encima de lo normal, por ejemplo, en este caso el santo aprende griego con asombrosa
rapidez. Tras un sueño decide seguir la carrera de
salós. Este motivo que describe una toma de
decisión completamente voluntaria es muy característica de los
jurodivye rusos. Comportándose
como un loco abandona a su amo y comienza a vivir en las calles, duerme en estercoleros, bebe de
los charcos y es rechazado hasta por los perros. Sus acciones blasfemas generan desaprobación y
burla en las demás gentes. Viste con harapos o prácticamente desnudo. Por el día vaga por las calles
23 Texto griego con traducción inglesa en
The Life of St. Andrew the Fool, ed. L. Rydén, Uppsala, 1995, II.
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