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En síntesis, caben pocas dudas de la mayor magnitud de los efectos de la crisis
sobre los resultados distributivos en España y de la ampliación, de nuevo, de las
diferencias respecto a los indicadores medios de desigualdad europeos. Siendo algo
menos nítidos los factores explicativos de tales cambios, cabe citar en este proceso
diferencial la magnitud cobrada por el desempleo, que llegó a superar en 2013 el 27%
de la población activa, la reducción de la capacidad amortiguadora que tuvo en crisis
anteriores la distribución del desempleo dentro del hogar –mientras que en crisis
anteriores el desempleo de la persona principal del hogar no llegó a alcanzar el 13% en
2013 superó el 22,5%–, el veloz crecimiento de la desigualdad salarial y la reducción de
la capacidad del sistema de impuestos y prestaciones para combatir el aumento de la
desigualdad de las rentas primarias.
4. CONCLUSIONES
En las últimas cuatro décadas España ha registrado un progresivo proceso de
acercamiento a los principales indicadores macroeconómicos de los países de nuestro
entorno. Si bien la crudeza y la prolongación de la crisis económica provocaron una
cierta inversión de la tendencia hacia la convergencia, quedan pocas dudas de que en
términos de renta per cápita y otros agregados macroeconómicos básicos, España ha ido
avanzando por la senda de la reducción de las diferencias respecto a los principales
países de la Unión Europea. El camino recorrido en el ámbito distributivo ha sido, sin
embargo, más limitado. El retrato que ofrecen las estadísticas comparadas en la
actualidad no es muy distinto del que había hace cuatro décadas y en él domina la
caracterización de España como un país con niveles muy altos de desigualdad en el
contexto europeo.
Esta caracterización, sin embargo, está condicionada por el efecto especialmente
regresivo que ha tenido la crisis sobre la desigualdad en España. Si bien antes de ésta ya
era un país con indicadores sensiblemente superiores a los de la media de la UE-27, el
aumento del desempleo y la profunda caída de las rentas de los hogares situados en la
parte inferior de la distribución de la renta supusieron que pasara a ser uno de los países
con los indicadores más altos de la Unión Europea. En las décadas previas, la expansión
del sistema de prestaciones sociales, aunque menor que en otros países de la Unión
Europea, y de la progresividad de la imposición personal sobre la renta, contribuyeron a
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la traducción del crecimiento de la renta media española en una menor desigualdad. Este
proceso, sin embargo, fue perdiendo fuerza a medida que iba creciendo la desigualdad
en las rentas primarias y mientras la propia capacidad redistributiva del sistema de
impuestos y prestaciones se fue reduciendo.
No es fácil, sin embargo, como se ha señalado, la reconstrucción de los cambios
en la distribución de la renta en el largo plazo. A diferencia de otros países, algunos
incluso con un menor nivel de riqueza que España, no existe una fuente que permita
trazar un retrato homogéneo del comportamiento de la desigualdad en las últimas
décadas. Por el contrario, la posibilidad de abordar tal objetivo está seriamente
restringida por la sucesión de rupturas metodológicas en las fuentes estadísticas, la
desaparición de las encuestas que habían ido sirviendo como referencia y las
dificultades, en general, para comparar las variables de ingresos de las distintas bases de
datos, incluso las elaboradas aparentemente con el mismo formato y objetivo. No
obstante, en las dos últimas décadas se han producido algunos avances importantes,
como la creciente disponibilidad de datos administrativos, el desarrollo de encuestas
armonizadas con el resto de países de la Unión Europea y algunos avances en la
elaboración de bases de datos con información longitudinal sobre los ingresos y las
condiciones de vida de los hogares.
La explotación de ese conjunto de fuentes, principal aportación de este trabajo,
ha servido para poder cuantificar algunas de las realidades que hasta ahora se conocían
de forma parcelada. Del análisis de cuáles han sido las tendencias de la desigualdad en
el largo plazo se desprende un amplio conjunto de resultados. El primero y más general
es que el crecimiento de la renta media de los hogares españoles durante las cuatro
últimas décadas ha tenido un carácter progresivo, si bien lo sucedido en la última etapa,
como se acaba de señalar, con un profundo deterioro de las rentas más bajas, impide
hablar de una mejora distributiva completa en el largo plazo. El segundo resultado más
destacado es que la tendencia a la reducción de la desigualdad se quebró hace ya más de
dos décadas. Las diferencias entre las rentas de los hogares españoles disminuyeron
durante los años setenta, debido al desarrollo tardío de instrumentos básicos de los
sistemas modernos de impuestos y transferencias, y alcanzaron durante los años ochenta
su nivel más bajo, como resultado de la mejora general de las rentas en un contexto
económico expansivo y, sobre todo, por la mayor intensidad del aumento del gasto