Dioses y ritos Vudú



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LA ENRAMADA

La casa de vivienda y la casa de los misterios, esta última independiente o anexa a la primera, son construidas de modo que quede un amplio espacio a través del cual se comunican orgánicamente, como si integrasen un mismo conjunto. En ese espacio se levanta una construcción hecha en ocasión de

la realización de los manyé-luá o ceremonias de cumplimientos dedicadas a los luases. Como es lógico, hay variaciones en la manera de levantarlas o de

disponerlas, pero aun en los centros de culto voduista ubicados en áreas urbanas, éste es el lugar donde se desarrolla la parte fundamental del culto público del vodú: los toques e invocaciones destinadas a llamar a los "santos", las danzas y la mayoría de los sacrificios rituales.

No necesariamente, la enramada o peristilo tiene que situarse anexa al hounfó, ni en ella se desarrollan todas las ceremonias vodú. Sí está muy cerca de él pero, generalmente, más bien anexa a la casa de vivienda principal. Se trata de un espacio rectangular techado con pencas de coco o de palma y abierto completamente por todos los lados. Según hemos podido verificar, no se emplean medidas precisas en ella ni tampoco existe una cantidad fija de hileras de palos para sostener la techumbre ni de los palos más finos que se entrecruzan para conformar ésta. En la generalidad de los casos, una vez concluidas las fiestas, se procede a desarmar la enramada, aunque conocemos casos en que el peristilo permanece en pie todo el año.

EL POSTE CENTRAL O POTEAU-MITÁN (POTÓ-MITÁN)

Es invariable que en el centro de la enramada se levante el poste central, "camino de los espíritus", y, como tal, objeto eminentemente sagrado. A su alrededor, en la tierra, se trazan los vévés, dibujos que simbolizan a los luases y que sirven para invocarlos. Según las creencias de los voduistas, es a través de este palo que descienden los luases para hacer posesión de sus caballos en el transcurso de los cultos en que se les invoca mediante cantos y toques de tambores.

En su parte superior se coloca el vaso preparado en el rito del "amarre de los cuatro caminos" y, un poco más abajo, las banderas con los colores simbólicos de las divinidades cuya presencia se reclama y, en ocasiones, los pañuelos que les identifican. También suelen recostarse a él los instrumentos musicales de una determinada batería —radá o petró—, el recipiente con los materiales empleados para trazar los vévés, calderos con centavos quemados o jícaras con otros ingredientes, todos estos, objetos que intervienen en el culto. Encima del dibujo simbólico trazado alrededor de su base depositan los animales que se sacrifican en las ceremonias, como parte de las ofrendas destinadas a los loas o espíritus.


OTROS LUGARES DE CULTO

Determinadas divinidades exigen que su manyé se les realice en el monte. Son los luases o espíritus que comen al pie del árbol en que ellos viven y allí se les realizan los ritos, que incluyen las invocaciones y depósitos de las ofrendas. Aunque están en medio del bosque, esos árboles, en ocasiones, conservan las evidencias de lugares de culto por los restos de alimentos o de

las velas que se colocan entre las raíces o en su base. Por último, cabe mencionar las porterías, las encrucijadas o "cuatro caminos", el buá-la-famí y las corrientes de agua como lugares en los que se realizan actos mágico-religiosos.

El culto a los Masa, Marassá, Gemelos o Mellizos

Los haitianos no tienen un sólido cuadro esquematizado del mundo sobrenatural. Es por ello que no establecen separaciones ni categorías rígidas para los seres que habitan. Eso lo ilustran fehacientemente los Marassá, Mellizos o Gemelos: se trata de una categoría especial de divinidades, en cierto modo, "aparte de los otros espíritus".

Los gemelos (Marassá), vivientes y muertos, son investidos de un poder sobrenatural que hace de ellos seres de excepción. En el panteón vodú, un lugar privilegiado les está reservado al lado de los grandes misterios.

Hay quienes pretenden que los Marassá son más poderosos que los luases. Ellos son invocados y saludados al comienzo de una ceremonia; después, en ciertas regiones, notablemente en Léogane, la presiden.

En el servicio vodú cerca de Plaisance, se comprueba lo dicho en el sentido de que en una misma ceremonia son invocados por separado a los luases, a los muertos, a los Marassá y a Dios. En él, después de los preparativos del manyé y del trazado del vévé, los oficiantes dirigen su atención a los Mellizos.

En el norte de Haití no existe un culto independiente para "los muertos" y para los Mellizos, a los cuales en ninguna ceremonia se les puede pasar por alto. "Desde que ambos [tipos de muertos] protegen y persiguen a los miembros de una familia, en correspondencia con el tratamiento que reciban, se ha hecho esencial que les sean dados en su honor elaboradas fiestas nocturnas, ritos funerarios, numerosos toques, misas católicas y ceremonias vodú" .

No obstante, los Gemelos son altamente reverenciados en vida.

A los efectos de poder notar los puntos coincidentes y las diferencias existentes entre el vodú haitiano y el que actualmente se practica en Cuba, es necesario que nos detengamos en la ceremonia. En ella los participantes se ponen sus ropas rituales, trazan el vévé y entonan esta canción:

Haz el vévé para mí, por favor.

La familia que toma sangre,

¿No ves que son inocentes?

El sacerdote se dirige a prepararles la comida a los Gemelos, toma dos o tres cestas cubiertas con paños blancos y mezcla maíz crudo, maní tostado, plátanos no cocinados o fritos, ñames, arencas, pan, confituras, berenjena, cereales, millo, coco, frijoles, mastuerzo de agua, todo tipo de licores y café. Cuando todo está listo, comienza a cantar:

¡La familia reunida!

Dossú, Dossa, Gemelos-Marassá

Si tú crees que he comido ya

¡La miseria caiga sobre ti!

El sacerdote invita a los Mellizos a asistir a la ceremonia y canta otra canción en su honor:

Gemelos, aquí hay bebida y comida

Dossú, Dossa, Gemelos-Marassá

Mi vida está en las manos de Dios.

Un tercer canto a los Mellizos es ofrecido antes de presentarles el manyé:

Gemelos, Gemelos

Dónde ustedes están comiendo.

Mientras los tamboreros tocan un ritmo, el oficiante pone parte de la comida dedicada a los Gemelos en un recipiente de calabaza. La ofrenda se deposita en los árboles, las corrientes de agua, las encrucijadas y en todos los lugares conocidos por ellos.

Hecho esto se canta:

Gemelos, he aquí la comida

que les entregamos.

Los Gemelos tienen la costumbre

cuando a ellos se la da [la comida]

de decir que no han comido.

Después de este responso, se les implora que se retiren y dejen a la familia sola:

Váyanse, Gemelos,

¡Gemelos del bosque, vuelvan a la floresta!

Váyanse, Gemelos

¡Gemelos del agua, vuelvan al agua!

Váyanse, Gemelos

¡Gemelos de casa, quédense en casa!

Váyanse, Gemelos

¡Gemelos de las encrucijadas,

Permanezcan en las entradas!

Cerca de las siete en punto, el hungán consagra los lugares arriba mencionados, que las entidades sobrenaturales gustan visitar, lo hacen con aspersiones de hojas de naranja sumergidas en agua bendita. Luego hace libaciones y lanza maíz al viento. Todo esto sucede al compás de los tambores y sólo recesa al dirigir el sacerdote a los presentes un breve responso, de corte protestante. Ahora él hace sonar la campanita y de inmediato sus asistentes tocan otros instrumentos y baten las banderas ceremoniales, lo cual constituye el saludo a los santos vodú. Siguen canciones, algunas de evidente sesgo católico, y toques, hasta que la ceremonia da paso a la invocación a Legbá, dios muy venerado por su edad y carácter y que debe ser el primero en acudir a ella.

Otro tipo de celebración muy diferente a la anterior, es la siguiente: la familia que tiene gemelos, vivos o muertos, deberá ofrecerles un manye- marassá una vez al año, el Día de Reyes, el Sábado Santo o en Navidad. El sacrificio es el acostumbrado, con la única singularidad de que debajo del peristilo el número de platos de los Mellizos puede llegar a ser fácilmente cincuenta. Se depositan aquí la sangre de las víctimas y las ofrendas de alimentos. Se sacrifican a los Marassá o Masa un chivo de pelo pardusco y gallina pintas. La distribución de la cena debe ser muy exquisita, porque, de cometerse algún desliz en ello, levantaría la furia de alguno de los miembros de esta grey tan susceptible. Algunos comen en un plato. Otros prefieren que la comida descanse sobre una hoja de plátano o sobre una estera. "No pueden sufrir la vista de cuchillos, de tenedores o cucharas".

La comida de los Gemelos se termina con el mismo rito con el que a veces cierra la fiesta para los muertos. Los restos de las ofrendas son mezclados en una calabaza grande o perol de madera. Una hounsi da tres vueltas al peristilo. El recipiente que lleva sobre la cabeza y después de haberles preguntado si estaban contentos, lo deja a su glotonería. Ellos se echan sobre esta pitanza como vuelo de pájaro y se disputan el contenido. Se les ordena, sin embargo, no romper los huesos con los dientes.

Si la comida es preparada para gemelos vivos, éstos son naturalmente los primeros en comer y solamente cuando están saciados, se ofrecen los restos a los invitados: se les aclama y no se cesa de preguntarles si están satisfechos.

A los manyé-masá siempre se comienza con una ceremonia de cumplimiento destinada a los muertos, en especial dedicada al espíritu de algún difunto de la familia. En ella se sigue el formato de una misa espiritista, con la diferencia de que los rezos son realizados en créole y no siempre son los mismos. Pero no se mezclan alimentos algunos.

Los Mellizos haitianos se odian mutuamente, igual que aquellos denominados Géminis en el zodíaco, cuyo símbolo —dos pedazos de madera atados juntos—"es figurativo del irreductible conflicto de procesos mentales contradictorios". Asimismo están investidos de poderes sobrenaturales o excepcionales: se ofrecen numerosos ejemplos de su capacidad para realizar maleficios y encantamientos. En Cuba, a los orichas de origen yoruba conocidos como los Ibeji, y más popularmente como Jimaguas, hijos clandestinos de Ochún y Shangó, se les estima por sus excepcionales poderes mágicos. En este panteón religioso cubano, a las divinidades gemelas se les incluye entre aquellas que han quedado "en un segundo plano de relevancia" y se las caracteriza así: transculturados en San Cosme y San Damián son jimaguas; protegen a los niños, son niños ellos mismos, como hijos de Changó vencen fácilmente. Sus contiendas se desarrollan con artimañas infantiles y aguda picardía. Son glotones, amantes de golosinas y del vino de palma. Cometen travesuras de todo tipo. Obbatalá los consiente mucho. Se visten como su padre Changó, de blanco y rojo.

En los manyé-masá observados, se les ofrece una atención particular a los niños, en los que se ponen de manifiesto las evidentes analogías existentes entre ellos y los mencionados orichas. Las características de éstos se asemejan bastante a las de los Masa. Por último, observamos que, al final de la ceremonia que se va a describir, se lanzan restos del manyé u ofrenda en algunas direcciones del : bosque, con el objetivo de que coman de él los santos vodús, los espíritus ancestrales y demás seres sobrenaturales.

El manyé dedicado a los Masa, como son designados en Cuba los Gemelos, es una de las comidas ceremoniales más atractivas del vodú, tal vez por el lugar jerárquico tan elevado que ocupan estos santos y por la estimación que se les tiene. Esta ceremonia posee rasgos particulares que deben ser destacados.


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