209
77
Sobre el contexto y las implicaciones sociales del epicureismo, véase A. Long, «Pleasure and social
utility: the virtues of being Epicurean», en Reverdin y Grange,
Aspects, pp. 283-316.
78
A. Erskine, The Hellenistic Stoa: Political Thought and Action (Londres, 1990), pp. 9-15.
79
La tradución Loeb trata de transmitir el lenguaje intrincado y alusivo del original con sus largas
palabras compuestas e inventadas. Se puede encontrar una versión en prosa en Walbank, HW, p. 168.
[También a la versión castellana de Poesía helenística menor (Madrid, 1994), trad. de José A. Martín
García, revisada por José Luis Calvo, se le puede aplicar el mismo comentario del autor respecto a la
versión inglesa, n. del t.]
80
J. L. López Cruces, Les Méliambes de Cercidas de Mégalopolis: politique et tradition littéraire
(Amsterdam, 1995).
81
La educación de los hijos = Moralia, 1 a-14 e. Véase J. U. Powell, Collectanea Alexandrina:
reliquiae minores poetarum Graecorum aetatis Ptolemaicae 323-146 AC epicorum, elegiacorum,
lyricorum, ethicorum (Oxford, 1925), p. 238, Sotades, frag. 1.
82
Como hacen Tarn y Griffith, p. 327: «en los muelles rodios atrajo a los marineros en masa» va más
allá del testimonio.
83
Sigo a Erskine, Hellenistic Stoa, cap. 1.
84
Ibid. p. 33.
85
Ibid. cap. 4, que contradice la idea de que Zenón y Antígono II Gónatas estuvieran estrechamente
vinculados.
86
Sobre estos puntos véase ibid. pp. 98-99, 205-210 (cita, p. 210).
87
Listado entre las ciudades existentes en Atos por Plinio, HNA. 10. 37 (nunc sunt Uranopolis,
Palaeokorium, Tkyssus, Cleonae, Apollonia).
88
J. Ferguson, The Heritage of Hellenism (Londres, 1973), pp. 59-63; id., Utopias of the Classical
World (Londres, 1975), pp. 108-110; W R. Connor, «Historical writings in the fourth century BC and
in the hellenistic period», CHCL, cap. 13. 4 (pp. 458-471), en p. 463.
89
M. Grant, From Alexander to Cleopatra: The Hellenistic World (Londres, 1982), p. 256.
90
L. Robert y J. Robert, Claros, i: Décrets hellénistiques (París, 1989), pp. 11-62 («Décret Pour
Polémaios»), en p. 13: col. ii, líneas 31-51 (esp. 37), con un comentario en pp. 36-8. El honorando,
Polémaios, recibe el agradecimiento de los colofonenses por sus esfuerzos diplomáticos con los
romanos, que detuvieron las incursiones en el territorio de la ciudad «en Esclavópolis». Los editores
vinculan esto a la sublevación de Aristónico. (Le agradezco a Fergus Millar esta referencia.)
91
Cf. R. M. Errington, «Aristonicus (1)», OCDI p. 163; C. Habicht, «The Seleucids and rivals»,
CAH1 viii, cap. 10 (pp. 324-387), en pp. 378-380.
92
J. Ferguson, Utopias of the Classical World (Londres, 1975).
93
Tam y Griffith, p. 327.
94
Ibid. p. 327; A. A. Long, «Post-Aristotelian philosophy», CHCL, cap. 19 (pp. 622-641); M. Grant,
The Hellenistic Greeks: From Alexander to Cleopatra (la cita es el título de Cap. 4).
95
Habicht, Athens, pp. 105-111; cita, p. 106. La embajada de los filósofos: ibid. p. 266.
210
6. EL EGIPTO PTOLEMAICO
En los cuatro capítulos siguientes nos trasladaremos fuera de Grecia y
examinaremos cómo los griegos y los macedonios se impusieron en los países
vecinos, y cómo conceptuaron su nueva relación con el mundo a través de sus
actividades culturales. Primero abordaremos uno de los dos reinos más extensos.
Una vez esbozados el paisaje y la sociedad preexistente de Egipto, y el
carácter distintivo de los vestigios ptolemaicos, examinaremos la historia de la
dinastía desde sus días de ostensible gloria bajo los dos primeros reyes hasta el
aparente caos de los siglos II y I a.C, en que sólo el hecho ocasionalmente
documentado alivia la confusa secuencia de los escándalos dinásticos. Sin embargo,
incluso la historia de los monarcas puede servir para ilustrar procesos más vastos.
Las visiones más generales de la sociedad griega en Egipto, las relaciones entre los
griegos y los nativos egipcios, y el carácter de la administración económica
ptolemaica se rastrean evaluando los posibles efectos a largo plazo de la dominación
ptolemaica. No obstante, debe aplicarse la cautela cuando se intenta asignar la
responsabilidad por la decadencia, o incluso identificar sus síntomas; el reino
subsistió mucho más tiempo que sus rivales, y hay signos de buen gobierno incluso
en las últimas décadas de los Ptolomeos.
EL PAÍS Y SUS HABITANTES
Como con respecto a otras áreas del mundo helenístico, es importante ser
consciente de la naturaleza del territorio conquistado por Alejandro.
1
El antiguo
Egipto ocupaba un área no muy diferente en su forma a la del actual estado de
Egipto, que abarca una masa de territorio de unos 1.000 kilómetros cuadrados,
aunque es posible que, como otros estados antiguos, el país probablemente no tuviera
las fronteras claramente definidas y custodiadas. Como el Egipto actual, el territorio