3. LAS ACUMULACIONES TOB ´
ACEAS: EXIGENCIAS GEOAMBIENTALES Y
DISTRIBUCI ´
ON ESPACIO-TEMPORAL
acentuadas pendientes en etapas morfodin´
amicas de gran inestabilidad. As´ı y en casi todas las
latitudes, las monta˜
nas, con su personalidad azonal, han sido la sede donde se han desarrollado
numerosas acumulaciones en sus diferentes pisos bioclim´
aticos y, casi siempre, durante las etapas
de bondad clim´
atica sucedidas tras la retirada de las lenguas de hielo y la atenuaci´
on de los rigores
periglaciares; por ello, en su mayor´ıa pertenecen al Holoceno (Herrmann, 1957; Huckriede, 1975;
Jerz and Mangelsdorf, 1989; Krois et al., 1993; Pentecost, 1995b, Andrews et al., 1997; Boch et al.,
2005. . . ).
Dada la edad alpina de numerosas monta˜
nas es muy frecuente que acumulaciones tob´
aceas y
travert´ınicas de origen termal, coexisten en sus vertientes a consecuencia de los numerosos ma-
nantiales que expiden aguas de naturaleza profunda y alto contenido hidroqu´ımico. No obstante,
existen algunas excepciones donde los travertinos son relativamente raros (Boch et al., 2005).
Entre las monta˜
nas del continente europeo que disponen de acumulaciones tob´
aceas sobresalen:
- La cordillera Pirenaica tanto en su vertiente septentrional (Dandurand et al., 1982; Ambert
et al., 1995; Lagasquie, 1986) como meridional (Ek, 1973);
- El Jura (Sbai, 1997);
- Los Alpes donde su presencia fue advertida hace muchas d´
ecadas (Fliche, 1904; Macfayden,
1928) y con testigos siempre pertenecientes a los tiempos holocenos, sin olvidar los carbonatos que
amalgaman los sedimentos detr´ıticos alojados en las orillas de ciertos lagos alpinos (Schenider et
al., 1983). Su estudio se ha dirigido, esencialmente, en dos direcciones evolutivas: una morfogen´
etica
(Bakalowicz, 1990; Chardon, 1986 y 1992; Sp¨
otl et al., 2002; Boch et al., 2005; Ollivier et al., 2006)
y otra biogeogr´
afica (Ali et al., 2002, 2003a, 2003b, 2003c y 2004; Engelhardt et al., 2011). M´
as
recientemente, se procedi´
o a analizar la se˜
nal isot´
opica de algunas de sus manifestaciones tob´
aceas
(Andrews, 2006; Sanders et al., 2011). A destacar dentro de esta l´ınea geomorfol´
ogica el examen
de las peque˜
nas tobas, situadas a notable altitud (2000-2200 m) en los valles de l
´Aigue, Aguelle y
Peynin (Adam et al., 2003).
- En los Abruzzos italianos, tobas y travertinos termales abundan en sus vertientes con edades
muy dispares comprendidas entre el Villafranquiense y el Holoceno (Demangeot, 1992).
- En las monta˜
nas hercinianas, los C´
arpatos Occidentales disponen de m´
as de 500 parajes con
tobas de dimensiones muy variables (>25 m de espesor), sobre todo en el valle de Stare-Hory
(Mitter, 1981). A a˜
nadir los dep´
ositos (>15 m) del Macizo de Bohemia que yacen sobre terrazas
fluvioglaciares origin´
andose en los inicios del Holoceno (9.500 BP) (Zak et al., 2002).
- En otros dominios monta˜
nosos no europeos, las formaciones tob´
aceas tambi´
en se localizan en
posiciones altim´
etricas muy elevadas como acontece en los grandes relieves centroasi´
aticas. Es el
caso de la Meseta del Tibet (Sweeting et al., 1991; Zentmyer et al., 2008) donde residen junto a
travertinos y donde su car´
acter relicto se vincula a etapas de intensidad monz´
onica, puesto que el
clima seco y fr´ıo actual s´
olo es capaz de originar un pobr´ısimo recubrimiento vegetal y unos suelos
esquel´
eticos incapaces de suministrar CO
2
a los flujos de agua. En el Himalaya min´
usculos dep´
ositos
han sido estudiados (Fort, 1981), a m´
as de 4000 m y en ambientes periglaciares, en el alto valle
de Buri (Samdo), al pie del Macizo de Manaslu (8156 m): muchas de estas tobas recientes recu-
bren coluviones criocl´
asticos (Waltham, 1996). Mayor importancia tienen los conjuntos -tob´
aceos y
termales- emplazados ahora en el borde oriental del la Meseta del Tibet, concretamente en Sichuan
(Lu et al., 2000; Yoshimura et al., 2004) o en el borde noroccidental de ´
aquella, donde barreras y
lagunas jalonan el curso del r´ıo Huanlong, a una altitud de 3100-3500 m (Liu et al., 1995), no lejos
del l´ımite de las nieves persistentes, aunque semejantes al paradigma de lagos tob´
aceos de Plitvice
(Ford and Pedley, 1996). Por su atractivo tur´ıstico citar las denominadas “terrazas blancas” de
las monta˜
nas de Shisanjiao, en la regi´
on de Yunnan: se disponen a unos 2400 m de altura y tras
una inicial interpretaci´
on, vinculada a aguas k´
arsticas, ´
esta se ha modificado contemplando una
procedencia end´
ogena a causa del abundante CO
2
disuelto en sus aguas (Liu et al., 2003).
En los elevados relieves afghanos del Hindu-Kush, a unos 3000 m de altitud, fueron estudiados,
de modo pionero en la d´
ecada de los a˜
nos sesenta (Lapparent, 1966) y setenta (Jux and Kempf,
1971; Bouyx et Pias, 1971), los seis lagos de Band-e-Amir, hoy incluidos en el Patrimonio Mundial
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LAS TOBAS EN ESPA ˜
NA
de la Unesco (Bedunah et al., 2010). Constituyen un magn´ıfico ejemplo de humedales con aguas de
deshielo retenidas por barreras tob´
aceas (Lang and Lucas, 1970; Bourrouilh-Le Jan et al., 2007),
semejantes a las de Plitvice aunque en un marco donde las cubiertas vegetales est´
an muy enrarecidas
a consecuencia de la sequedad ambiental.
Manifestaciones carbon´
aticas, generalmente recientes (finipleistocenas y holocenas) y de origen
termal o mete´
orico, se encuentran en las elevadas cuencas lacustres modeladas en las monta˜
nas
de Am´
erica del Sur. Concretamente, en el altiplano de Atacama (Grosjean, 1994; Grosjean et al.,
1995; Valero Garc´
es et al., 1999) as´ı como en alguna de sus formaciones pleistocenas -Complejo
Tilomonte- (Betancourt et al., 2000). Sedimentos carbon´
aticos similares han sido estudiados en las
cubetas de Las Peladas, San Francisco y El Peinado en el sector sur del Altiplano andino, en el
noroeste argentino (Valero et al., 2001).
Tabla 3.4: Localizaci´
on de las acumulaciones tob´
aceas en el dominio de monta˜
na.
Monta˜
nas del continente europeo
Cordillera Pirenaica
Ambert et al., 1995; Dandurand et al., 1982; Ek, 1973; Lagasquie, 1986
Jura
Sbai, 1997
Cordillera de los Alpes
Adam et al., 2003; Ali et al., 2002, 2003a, 2003b, 2003c y 2004;
Bakalowicz, 1990; Boch et al., 2005; Chardon, 1986 y 1992; Engelhardt
et al., 2011; Fliche, 1904; Macfayden, 1928; Sp¨
otl et al., 2002; Ollivier
et al., 2006, Sanders et al., 2011; Schneider et al., 1983
Abruzzos
Demangeot, 1992
C´
arpatos Occidentales
Mitter, 1981
Macizo de Bohemia,
Zak et al., 2002
Monta˜
nas Centro asi´
aticas
(Himalaya, Tibet e
Hindu-Kush. . .
Bedunah, et al., 2010; Bourrouilh-Le Jan et al., 2007; Bouyx et Pias,
1971; Fort, 1981; Freytet et Ford, 1980; Jux and Kempf, 1971; Lang
and Lucas, 1970; Liu et al., 1995 y 2003; Lu et al., 2000; Sweeting et
al., 1991; Waltham, 1996; Yoshimura et al., 2004; Waltham, 1996
Monta˜
nas de Am´
erica del Sur
Altiplano de Atacama
Grosjean, 1994; Grosjean et al., 1995; Valero Garc´
es et al., 1999
Complejo Tilomonte
Betancourt et al., 2000
Cubetas lacustres
Altiplano andino.
Valero et al., 2001
CONSIDERACIONES FINALES
Las acumulaciones tob´
aceas constituyen magn´ıficos indicadores paleoclim´
aticos al haberse desa-
rrollado, generalmente, bajo unas precisas condiciones ambientales favorecedoras de la continuidad
de los flujos de agua y de unos paisajes biot´
asicos. Este hecho motiva por un lado, la extraordinaria
difusi´
on azonal de las tobas por los paisajes k´
arsticos continentales y su emplazamiento en distin-
tos ambientes morfoclim´
aticos -tropicales, monz´
onicos, templados, templado-fr´ıos. . . -, en ocasiones
adversos para la precipitaci´
on de sus carbonatos; por otro, su identificaci´
on entre los estratos de
diferentes ´
epocas geol´
ogicas precuaternarias.
La aplicaci´
on de criterios actualistas y las posibilidades de dataci´
on que ofrecen las tobas ha
permitido identificar las principales etapas cuaternarias en las que progresaron sus acumulaciones.
As´ı, en el centro del continente europeo, la mayor parte de los conjuntos tob´
aceos se correlacionan
con los MIS impares o benignos sobresaliendo los que se encuentran incluidos en el lapso de tiempo
cubierto, o en el l´ımite, por el m´
etodo U/Th: MIS-9, MIS-7, MIS-5 y MIS-1. Entre ellos sobresale la
eficacia que adquiri´
o la precipitaci´
on de carbonatos tob´
aceos durante el MIS-5 o interglaciar Riss-
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