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reflejo de la gloria de los nuevos descubrimientos y de una asociación con los dioses
sanadores.
Como la medicina, incluso más que otras ciencias, tenía un aspecto práctico,
también estaba en un contexto cultural y político. Esto no es negar el humanismo de
sus practicantes, ejemplificado quizá en el famoso juramento hipocrático. De fecha
incierta, se supone por lo general que perteneció al período clásico tardío o al
helenístico inicial. No era probablemente una declaración universal de los doctores,
sino de un grupo específico, pues además de los requerimientos normales de no
administrar veneno, ni usar un pesario para causar abortos, e incluso (al parecer)
respetar las confidencias, comprendía la promesa de no operar agresivamente («No
haré uso del bisturí, ni aun con los que sufran con la piedra»), algo que muchos
doctores ciertamente hacían. Su requerimiento de respetar al propio maestro y
transmitir el propio conocimiento, por lo menos, concuerdan con la estructura
general de la medicina de los siglos IV y III.
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Una de las antiguas obras médicas más famosas es el tratado del siglo IV,
Sobre los aires, aguas y lugares, atribuido a Hipócrates.
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Se aconseja al doctor
tomar en cuenta los vientos del país y el clima y de ese modo anticipar los tipos de
enfermedades que es probable que encuentre en una región determinada, y clasificar
las naciones diversas según su inteligencia, carácter político y espíritu militar. Se
cree que el clima templado de Asia es la causa de la indolencia mental y física de sus
habitantes (cap. 16), mientras que las condiciones variables y cambiantes de Europa
han hecho a sus habitantes belicosos, valientes y deseosos de arriesgar —aunque el
autor explícitamente también asigna un papel prominente a las tradiciones culturales
(cap. 23).
Un desarrollo de la misma estructura aparece en la Política de Aristóteles:
Los [pueblos] que habitan en lugares fríos y en Europa están
llenos de coraje, pero faltos de inteligencia y de técnica, por lo que viven
más bien libres, pero sin organización política o incapacitados de mandar
a sus vecinos. Los de Asia, en cambio, son inteligentes y de espíritu
técnico, pero sin coraje, por lo que llevan una vida de sometimiento y
esclavitud. En cuanto a la raza helénica, de igual forma que ocupa un
lugar intermedio así participa de las características de ambos grupos, pues
es a la vez valiente e inteligente. Por ello vive libre y es la mejor
gobernada y la más capacitada para gobernar a todos si alcanzara la
unidad política.
(Arist. Pol. 9. 7. 1327 b 23-1328 a 33)
La idea reaparece en el autor estoico Posidonio (c. 135 -c, 55 a.C), quien es la
probable fuente de un pasaje del Tetrabiblos escrito por el escritor astrónomo del
siglo II, Claudio Ptolomeo, llamado por lo común Ptolomeo. La región civilizada
ahora se había expandido para incluir a los egipcios y los caldeos. Un extracto vale
por todo el pasaje:
Sin embargo, los habitantes de la región entre los trópicos y las
Osas, como el sol no está directamente sobre sus cabezas ni demasiado
lejos en sus tránsitos del mediodía, participan de la templada temperatura
de los aires, que varía, de seguro, pero no tiene cambios violentos del
calor al frío. Por tanto son de color mediano, de estatura moderada y de
naturaleza ecuánime, viven muy juntos y son civilizados en sus hábitos.
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Los más meridionales [los egipcios y los caldeos] son en general más
sagaces e ingeniosos, y mejor versados en el conocimiento de las cosas
divinas porque su cénit está cerca del zodíaco y los planetas que giran en
torno a él.
(Tetrabiblos, 2. 2. 55-58)
A finales del siglo I a.C. la idea helenística fue reelaborada por Vitrubio; en
su esquema, sin embargo, son los itálicos los que ocupan la zona climática más
favorable y por tanto tienen dotes superiores:
así las gentes en Italia son aptísimas para entrambos ministerios, de valor
en su cuerpos, y de agudeza en el ánimo ... del modo mismo la Italia, sita
entre septentrión y mediodía, tiene la preeminencia de que con la mezcla
de ambos temperamentos goza constitución templada, así que con el
consejo rebate la fuerza de los bárbaros, y con el valor la fuerza de los
meridionales. En efecto, colocó Dios la capital del pueblo romano en
región tan templada y excelente, para que fuera dueña y señora del
mundo.
(Vitrub. 6. 1. 11)
Las teorías de los escritores médicos, aunque con frecuencia contradictorias,
revelan presupuestos sociales y culturales. Vitrubio pudo transformar la idea para sus
propios propósitos propagandísticos, y halagar a los lectores romanos al transferir la
alabanza que hizo Aristóteles de las características griegas a ellos, porque la ciencia
helenística podía plantear una conexión entre paisaje o clima y la naturaleza de los
organismos en él.
LA ESPECULACIÓN MATEMÁTICA
La astronomía y la astrología
La astronomía griega tradicional se remonta al uso de las estrellas y planetas
para marcar los puntos del calendario vistos en Homero y Hesiodo. En los inicios del
siglo VI, se decía que Tales de Mileto había pronosticado un eclipse, aunque esto no
puede haber sido posible antes de que Metón de Atenas, a finales del siglo V,
descubriera el ciclo de diecinueve años que vincula los movimientos del sol y la luna.
Los cosmólogos y filósofos del siglo V planteaban que la tierra era esférica, y que los
eclipses se originaban al pasar la luna por delante el sol (aunque esta idea
posiblemente no era muy popular), pero no se habían pronunciado sobre el número y
los nombres de los planetas. Sólo en el siglo IV Platón o Eudoxo de Cnido (que era
geómetra y astrónomo) teorizó que los movimientos de los cuerpos celestes deberían