hecho cargo de hacerla prosperar. de lo contrario hubiera sido absurdo quitarle su libertad-, si
por ello se perjudica, ¿quién tiene la culpa? Al inmiscuirse para ponderar el equilibrio comercial,
por el juego de las tarifas, se ha hecho cargo de hacer florecer el comercio: y si lejos de
florecer, muere, ¿quién tiene la culpa?
Al recordar a los fabricantes nacionales su protección -a cambio de su libertad- se ha hecho
cargo de hacer lucrativo el negocio; y si resulta oneroso, ¿quién tiene la culpa?
Así, no hay un solo deber en la nación del cual el Gobierno no se haya hecho responsable de
su propia iniciativa. ¿Habrá razón para sorprendemos de que cada sufrimiento sea causa de
revolución?
¿Y cuál es el remedio que se propone? Pues el de ensanchar indefinidamente el ámbito de la
ley, es decir, aumentar la responsabilidad del Gobierno.
Pero si el Gobierno toma a su cargo la elevación y regulación de los salarios, y resulta que no
puede hacerlo: si se encarga de prestar asistencia a todos los infortunios y no puede hacerlo; si
se encarga de asegurar la jubilación a todos los trabajadores y no puede hacerlo: si se encarga
de suministrar instrumentos de trabajo a todos los obreros y no puede hacerlo; si se encarga de
abrir a todos los ávidos de empréstitos un crédito gratuito, y no puede hacerlo: si, según las
palabras que con sentimiento hemos visto brotar de la pluma de Lamartine. "El Estado toma
para sí la misión de iluminar, desarrollar, engrandecer, fortificar, espiritualizar y santificar el
alma de los pueblos" y en ello fracasa, ¿acaso no se advierte que al final de cada decepción,
¡ay! más que probable, está una revolución no menos inevitable?
POLITICA Y ECONOMIA
Retomo a mi tesis para decir: inmediatamente después de la ciencia económica y en el dintel
de la política se presenta una interrogación dominante. Es la siguiente:
¿Qué es la ley? ¿Qué debe ser?
¿Cuál es su ámbito? ¿Cuáles son su límites? ¿Dónde se detienen, en consecuencia las
atribuciones del legislador?
No vacilo en responder: La Ley es la fuerza común organizada para obstaculizar la
injusticia; y para abreviar, la ley es la justicia.
LEGITIMA FUNCION DE LA LEGISLACION
No es verdad que el legislador tenga sobre nuestras personas y propiedad un poder absoluto,
ya que aquellas son preexistentes y que la tarea de la ley es proveerlas de garantías.
No es verdad que la ley tenga por misión regir nuestra conciencia, nuestras ideas, voluntades,
instrucción, sentimiento, trabajos, intercambios, informaciones y satisfacciones.
Su misión está en impedir que en ninguno de esos puntos, el derecho de uno quede usurpado
por el de otro.
La ley, debido a que tiene la fuerza como sanción necesaria, no puede tener otro ámbito
legítimo que el legítimo ámbito de la fuerza, es decir: la justicia.
Y como todo individuo sólo tiene derecho a recurrir a 1a fuerza en el caso de legítima defensa,
la fuerza colectiva, que no es sino la reunión de las fuerzas individuales, no podría se aplicada
racionalmente para otra finalidad.
La ley es pues únicamente la organización de preexistente derecho individual de legítima
defensa: La ley es la justicia.
LEY Y CARIDAD NO ES LO MISMO
El objeto de la ley no es servir para oprimir a las personas o expoliar la propiedad, aun con
fines filantrópicos, cuanto que es su misión proteger la persona y la propiedad.
Y que no se diga que puede por lo menos ser filantrópica con tal que se abstenga de toda
opresión y de toda expoliación; eso es contradictorio. La ley no puede dejar de actuar sobre las
personas o los bienes; si no os garantiza, los viola por el solo hecho de actuar, por el solo
hecho de existir.
La ley, es la justicia; algo claro, sencillo, perfectamente definido y delimitado, accesible a toda
inteligencia y visible para todos los ojos, porque la justicia es determinable, inmutable,
inalterable, que no puede ser admitida en más ni en menos.
Saliéndose de ahí, haciendo a la ley religiosa, fraternalizadora, igualizadora, filantrópico,
industrial, literaria, artística, pronto se está en lo infinito, en lo desconocido, en la utopía
impuesta, o lo que es peor, en la multitud de las utopías luchando por apoderarse de la ley y
por imponerla-, porque la fraternidad y la filantropía no tienen límites fijos como la justicia.
¿Dónde detenerse? ¿Quién habrá de detener a la ley?
CAMINO DIRECTO HACIA EL COMUNISMO
Alguno, como Saint-Cricq, no habrá de extender su filantropía sino hasta algunas clases de
industriales y pedirá a la ley que disponga de los consumidores en favor de los productores.
Otro, como Considerant, se hará cargo de la causa de los trabajadores y reclamará de la ley
para ellos un ingreso mínimo asegurado, vestido, alojamiento, alimentación y todas las cosas
necesarias para el mantenimiento de la vida. Un tercero, Louis Blanc, dirá con razón que no
hay ahí sino un esbozo de paternalismo y que la ley debe darle a todos instrumentos de trabajo
e instrucción. Otra persona hará observar que tal arreglo deja aún sitio para la desigualdad y
que la ley debe hacer penetrar en las aldeas más remotas, el lujo, la literatura y las artes. Se
nos llevará así hasta el comunismo, o más bien la legislación será... lo que ya es: un campo
de batalla de todos los sueños y de todos los inmoderados apetitos.
BASE DEL GOBIERNO ESTABLE
Dentro de este círculo, se concibe un gobierno sencillo e inconmovible. Y desafío a que se me
diga de dónde podría salir la Idea de una revolución, Insurrección o de un simple motín,
contra una fuerza pública limitada a reprimir la injusticia. Bajo tal régimen habría más
bienestar y éste estaría más justamente repartido, y en cuanto a los sufrimientos, que son
inseparables de la humanidad, a ninguno se le ocurriría culpar al gobierno, que sería tan
extraño a ellos como lo es a las variaciones de temperatura. ¿Se ha visto alguna vez al pueblo
insurreccionarse contra la corte de casación o irrumpir en el pretorio del juez de paz para
reclamar salarios mínimos, crédito gratuito, instrumentos de trabajo, el subsidio de las tarifas o
el taller socializado? Bien sabe que tales combinaciones están fuera del poder del juez y del
mismo modo podría aprender que están fuera del poder de la ley.
Pero, que se dicte la ley basándose en el principio de la fraternidad, proclamando que de la ley
emanan bienes y males, que es responsable por toda desigualdad social, y se abrirá la puerta
a una interminable serie de quejas, odios, trastornos y revoluciones.
JUSTICIA SIGNIFICA IGUALDAD DE DERECHOS
La ley es la justicia. ¡Y bien extraño sería que pudiera equitativamente ser otra cosa!
¿Acaso la justicia no es el derecho?
¿Acaso todos los derechos no son iguales? ¿Cómo pues podría intervenir la ley para
someterme a los planes sociales de Mimerel, Melun, Thiers y Louis Blanc, en lugar de
someter a esos señores a mis planes? ¿Se cree que no he recibido de la naturaleza la
suficiente imaginación para inventar también una utopía? ¿Acaso le corresponde a la ley la
elección entre tantas quimeras, poniendo la fuerza pública al servicio de una de ellas?
La ley es la justicia. Y que no se diga, como continuamente ocurre, que concebida así la ley
atea, individualista y sin entrañas, resultaría transformando a la humanidad a su imagen y
semejanza. Es esa una deducción absurda, muy digna del entusiasmo por todo lo que venga
del Gobierno que lleva a la humanidad a creer en la omnipotencia de la ley.
¡Cómo! ¿Del hecho de que seamos libres tiene que resultar que dejemos de actuar? ¿De que
no recibamos la impulsión de la ley, debe resultar que quedemos desprovistos de toda
impulsión? De que la ley se limite a garantizar el libre ejercicio de nuestras facultades, ¿ha de
resultar que nuestras facultades sean atacadas de inercia? Del hecho de que la ley no nos
imponga formas religiosas, modos de asociación, métodos de. enseñanza, procedimientos de
trabajo, restricciones al comercio, planes de caridad, ¿ha de resultar que nos apresuremos a
hundirnos en el ateísmo, el aislamiento, la ignorancia, la miseria y el egoísmo? ¿Es resultado
obligado que no sepamos ya reconocer el poder y la bondad de Dios, ni asociarnos, ni
prestarnos ayuda mutua, ni amor y socorros a nuestros hermanos en desgracia, ni estudiar los
secretos de la naturaleza, ni aspirar al perfeccionamiento de nuestro ser?
EL CAMINO HACIA LA DIGNIDAD Y EL PROGRESO
La ley es la justicia. Y bajo la ley de justicia, bajo el régimen de derecho, bajo la influencia de la
libertad, de la seguridad, la estabilidad y la responsabilidad, es como todo hombre habrá de
llegar a su pleno valor, a toda la dignidad de su ser, como la humanidad regresará el progreso
que está en su destino, con orden y calma -con lentitud sin duda-, pero con certeza.
Me parece que tengo a mi favor la teoría; porque cualquiera que sea el asunto que someta al
razonamiento, ya sea religioso, filosófico, político o económico: ya se trate de bienestar, de
moralidad, de igualdad, de derecho, de justicia, de progreso, de responsabilidad, de
solidaridad, de propiedad, de trabajo, de intercambio, de capital, de salarlos, de impuestos, de
población, de créditos o de gobiernos; en cualquier parte del horizonte científico en que se
coloque el punto de partida de mis investigaciones, invariablemente siempre llego a la
siguiente: la solución del problema social está en la libertad.
IDEA PUESTA A PRUEBA
¿Acaso no tengo también a mi favor la experiencia? Tended la mirada sobre el globo.¿Cuáles
son los pueblos más felices, más morales y más apacibles? Son aquellos en que menos
interviene la ley en la actividad privada, donde menos se hace sentir el gobierno; donde
la Individualidad tiene más Iniciativa y la opinión pública más influencia; .donde los
rodajes administrativos son menos numerosos y complicados; los Impuestos menos
pesados y menos desiguales; los descontentos populares menos excitados y en menor
grado justificables; donde la responsabilidad de los individuos y de las clases es más
efectiva, y donde, en consecuencia, si no son perfectas las costumbres, tienen tendencia
invencible a rectificar; donde las transacciones, los convenios y las asociaciones se ven
menos trabadas; donde trabajo, capitales y población sufren menores desplazamientos
artificiales; donde la humanidad obedece más a su propia inclinación; donde el
pensamiento de Dios prevalece más sobre las invenciones humanas; aquellos, en una
palabra, que más se acercan a la siguiente solución: dentro de los límites del derecho,
todo debe hacerse por la libre y perfectible espontaneidad del hombre; nada por medio
de la ley o la fuerza, sino por la justicia universal.
LA PASION DEL MANDO
Hay que decirlo: hay en el mundo exceso de "grandes" hombres; hay demasiados legisladores,
organizadores, instituyentes de sociedades, conductores de pueblos, padres de las naciones,
etc. Demasiada gente que se coloca por encima de la humanidad para regentarla, demasiada
gente que hace oficio de ocuparse de la humanidad.
Se me dirá: Usted que habla, bastante se ocupa de ella. Cierto es. Pero habrá de convenirse
que lo hago en un sentido y desde un punto de vista muy diferente y que si me entrometo con
los reformadores, es únicamente con el propósito de que dejen en paz a la gente.
Me ocupo, no como Vaucanson de su autómata, sino como fisiólogo del organismo humano;
para estudiarlo y admirarlo.
Me ocupo, con el espíritu que animaba al célebre viajero: Llegó a una tribu salvaje. Acababa de
nacer un niño y una turba de adivinos, brujos y empíricos lo rodeaban, armados de anillos,
ganchos y ataduras. Decía uno: este niño no sentirá jamás el perfume de una pipa, si no le
alargo las narices. Otro: quedará privado del sentido del oído, si no hago que sus orejas le
cuelguen hasta los hombros. Un tercero: no verá la luz del sol si no doy a sus ojos una
dirección oblicua. El cuarto; jamás podrá tenerse en pie si no le encorvo las piernas. El quinto:
no podrá pensar, si no comprimo su cerebro: ¡Atrás!, dijo el viajero, Dios hace bien sus obras;
no pretendáis saber más que El y ya que ha dotado de órganos a esta endeble criatura,
dejad que esos órganos se desarrollen y se fortifiquen por el ejercicio, los ensayos, la
experiencia y la libertad.
AHORA, A PRUEBA LA LIBERTAD
También ha dotado Dios a la humanidad de todo lo necesario para realizar sus destinos. La ha
provisto de una forma de ser de la misma manera que hay una forma humana. Los órganos
sociales también están constituidos en forma tal que pueden desarrollarse armónicamente al
aire de la libertad. ¡Rechacemos, pues, a los farsantes y organizadores! ¡Atrás con sus anillos,
cadenas, ganchos y pinzas! ¡Afuera su falansterio, su taller socializado, su gubernamentalismo,
su centralismo, sus tarifas aduanales, sus escuelas y universidades gratis, su religión de
Estado, su crédito gratuito y su monopolio bancario, sus regulaciones y restricciones a la vida
económica, su igualación por medio del impuesto y su piadosa moralización.
Y puesto que se han probado en el cuerpo social ya tantos sistemas, que se termine por donde
se debió empezar: que sean rechazados todos ellos y que se ponga finalmente a prueba
la libertad, la libertad que es un acto de fe en Dios y en su obra.
NOTAS DEL EDITOR:
Para esta edición, realizada originalmente por el
Centro de Estudios Económicos-
Sociales
de Guatemal, se han vuelto a revisar las traducciones anteriores al inglés y al
español, y se confrontaron con la versión francesa original; se incluyeron varios párrafos y
notas omitidas. Las notas de Bastiat se incorporaron al texto. Las palabras, expresiones y
párrafos en cursiva vienen del original francés. El énfasis en negrita es del Editor. El original no
tiene subtítulos ni está dividido; éstos fueron agregados por el Dr. Dean Russell, de FEE, para
su versión en inglés. Este autor, que es un experto en la obra de Bastiat y su principal
traductor, escribió sobre él "Frederic Bastiat: Ideas and lnfluence" y "Government and Legal
Plunder". Está también la obra del Dr. George Roche "Frederic Bastiat: A Man Alone". Para
comprender mejor el ambiente y la importancia del debate de la época en que La Ley fue
escrita, ver la obra de F. A. Hayek "The Counter-Revolution of Science", segunda parte.
FREDERIC BASTIAT
(1801-1850)
Frédéric Bastiat vivió en Francia durante la primera mitad del Siglo XIX. Fue aquella una época
convulsionada y divisiva, en la que a la juventud se le exigía involucrarse en las luchas
ideológicas y en las revoluciones que culminaron con la destrucción del antiguo régimen en
Europa. Pero, la alternativa a los Estados Nacionales Monárquicos, a los Emperadores
autócratas, o a las tiranías militares, no estaba clara y el debate habría de durar hasta bien
entrado el Siglo XX. Las opciones del intervencionismo del Estado en la economía mediante los
privilegios fiscales -el proteccionismo-, el radical movimiento comunista y el indefinido
socialismo, eran las corrientes más populares. Ante estas corrientes destructoras del progreso
de los pueblos, Bastiat enarboló la bandera de la libertad, caída tras la degeneración de
principios y las luchas sanguinarias en que culminó Revolución Francesa.
De sus numerosos ensayos, todos ellos escritos con ejemplos claros y argumentos
demoledores de sus opositores, "LA LEY" (1848), es el más conocido. La ley es la justicia; es
la prevalencia del derecho sobre el poder; es, en síntesis, la libertad definida. Pero, también
puede la ley pervertirse y pasar a ser un instrumento de robo legalizado. A ello el autor le llama
"expoliación". Bastiat, en pocas palabras, definió las circunstancias que nos conducen o nos
alejan a lo que hoy se conoce como EL ESTADO DE DERECHO.
Para los países como el nuestro, en que el proteccionismo arancelario, los privilegios fiscales y
los derechos sociales son "la ley", y en donde la corrupción y la "crisis de gobernabilidad" son
los temas de la retórica política, el mensaje de Bastiat es muy iluminador. Ya hemos creado la
forma de ser y de organización de la vida pública que él aborreció: "El Estado es la ficción
mediante la cual todos tratamos de vivir a expensas de los demás". Escuchemos sus
advertencias.
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