La indeterminación de la realidad: ¿escepticismo o dogmatismo



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14 Enesidemo fue sin duda el gran reconstructor del escepticismo de Pirrón. Da consistencia a los materiales confusos y dispersos de Pirrón y contrapone el pirronismo a las escuelas dogmáticas y a la academia platónica. Son cinco las obras atribuidas a Enesidemo en las que reconstruyó y convirtió en argumentos las ideas de Pirrón, cf. Sexto, M., VIII, 215; D.L., IX, 78 y 106; Focio, Bibliot., 212, 169b 19-20; Eusebio, Praeparatio. Evangelica., XIV, 18, 11 y 16 en adelante Praep. Evang.). Un amplio estudio sobre esta cuestión se encuentra en Román Alcalá, R., “Enesidemo: la recuperación de la tradición escéptica griega”, Pensamiento, 52, 204, pp. 386-38. Otro problema es la exacta cronología de su vida, cf. la extensa nota dedicada a este autor en Román Alcalá, R., Op. Cit., p. 43, nota 64.

15 Hay un texto muy indicativo de Aulio Gelio (aprox. 150) que distingue ya claramente entre dos tipos de escepticismo el pirrónico y el académico, dice así: “Es una cuestión antigua tratada por numerosos autores griegos, qué separa y en qué medida a los filósofos pirrónicos de los filósofos académicos. Unos y otros llevan el título de skeptikoí, ephektikoí, aporetikoí puesto que unos y otros no afirman nada y piensan que nada puede ser comprendido…” GELIO, Noct. Att., XI, V; el texto completo que comienza con el siguiente epígrafe: “"Algunas observaciones, someras, sobre los filósofos pirrónicos de una parte, y sobre los académicos de otra, así como sobre lo que les distingue” no tiene desperdicio.

16 El propio Sexto dice que denominamos pirrónica a esta tradición “por el hecho de que nos parece que Pirrón ha llegado a encarnar la escéptica con más ahinco y de modo más manifiesto que sus predecesores”, H.P. I, 7. Para Sexto Pirrón aparece como cabeza de un grupo de autores que han contribuido históricamente a la filosofía escéptica. Según Decleva Caizzi los términos phaínesthai y epiphanésteron del texto no aluden tanto a la fama de Pirrón como maestro o creador de una escuela, sino más bien a lo que conocemos de su vida y de su pensamiento, al “fenómeno” relativo a él, cf. “Prolegomeni ad una raccolta delle fonti relative a Pirrone di Elide”, en Lo scetticismo antico, p. 126

17 Alan Bailey reconoce esta orientación a todo el escepticismo, ver su introducción “Scepticism and Rationally Justified belief” en su libro Sextus Empiricus and Pyrrhonean Scepticism, New York, 2002, pp. 1-20, si bien define más bien la filosofía de Pirrón como una suerte de nihilismo epistemológico, idea justificada, en mi opinión, con el testimonio de Aristocles, pero difícil de ampliar a los testimonios de Diógenes Laercio como veremos.

18 “Entre los filósofos, algunos fueron dogmáticos, otros efécticos; dogmáticos aquellos que consideran que las cosas son aprehensibles; efécticos en cuanto que se abstienen de juzgar sobre ellas por inaprehensibles. Y algunos dejaron escritos, otros no escribieron en absoluto, como, entre algunos, Sócrates, Estilpón, Filipo, Menedemo, Pirrón, Teodoro, Carnéades y Brisón”, D.L., I, 16. Marcel Conche va ás allá cuando observa que esta actitud de Pirrón no fue casual sino más bien meditada ya que el sabio si quiere conseguir la ataraxía no puede ser a la vez un autor, cf. Pyrrhon ou l'apparence. La mort et l'apparence, Villers-sur-Mer, 1973, p.27.

19 “Es posible tener una visión completa de su trayectoria por los tratados conservados. El mismo Pirrón, en verdad, no escribió nada, pero sí sus seguidores Timón y Enesidemo, Numenio y Nausífanes y otros como ellos”; D.L., IX, 102, según este texto la actitud de Pirrón de no dejar huella escrita estaba fundamentada.

20 Defendido por Bailey, A., Op. Cit., p. 25 y ss.

21 Por ejemplo, Jenófanes, Protágoras, Demócrito, etc., cf. Román, R., Op. Cit., cap. III, “Antecedentes del escepticismo en la filosofía prehelenística”, pp. 101-167.

22 Para algunos, Aristocles está intentando desde una posición aristotélica resolver un problema gnoseológico, de ahí que sea importante reconocer en el capítulo G 3-7 de la metafísica de Aristóteles el punto de referencia esencial de esta discusión. Conche, M., Op. Cit., p. 35, había afirmado que Pirrón tenía cierto conocimiento de Aristóteles, Reale, G., reconoce la importancia de esta hipótesis en el artículo citado en la nota 9, pero Trabucco, F., en “La polemica di Aristocle di Messene contro lo scetticismo e Aristipo e i cirenaici”, Rivista critica di storia della Filosofía, Milano, 1960, XV, p. 117, advierte que Aristóteles se está refiriendo a Protágoras y sus seguidores. De todas formas si Pirrón está, como he demostrado, en esta línea las dos propuestas no están muy alejadas.

23 Cf. Eusebio, Praep. Evang., XIV, 18, 1-4.

24 Aristocles está reafirmando algo que ya había dicho Aristóteles y que se opone a la idea de que los hombres no puedan conocer por naturaleza, “todos los hombres desean por naturaleza saber”, Aristóteles, Metaf., I, 980 a. De ahí que teneiendo esta idea como principio cuestione Aristocles el escepticismo nihilista de Pirrón.

25 Recordemos que Aristocles criticaba tres actitudes contrarias al criterio aristotélico de conocimiento: primero se refiere a los que se guían sólo por la razón, los que se guían sólo por los sentidos y los que anulan los dos. Entre los primeros nombra a Jenófanes y Parménides que dice “eliminan los sentidos”, a éstos se refiere en el capítulo inmediatamente anterior al de Pirrón, debemos suponer que todas estas críticas tienen como referencia explícita los escritos dejados por los discípulos de Pirrón (principalmente Timón) y no a Pirrón mismo que no dejó nada escrito, ya que para éste la suspensión escéptica es consecuencia de una vida sin creencias y no un a priori cognoscitivo, ver Eusebio, Praep. Evang., XIV, 17.

26 Loc. Cit., 18

27 "Pirrón primero pintor, se convirtió luego en filósofo y tenía como objetivo eliminar toda la realidad (pa/nta a)nairei=n ta\ o)/nta)”, Schol. in Luciano, Bis acc., 25 (ver la edición de los textos de Pirrón Decleva Caizzi, F., Pirrone Testimonianze, Napoli, 1981, D.C., 5).

28 Sedley, D., en “The motivation of Greek Skepticism”, pp. 9-29, en The Skeptical Tradition, ed. Myles Burnyeat, Berkeley, Los Angeles, London, 1983, afirma que al declarar simplemente que el mundo es indeterminado Pirrón no puede seguir y queda atrapado en su declaración.

29 Caujolle-Zaslawsky, F., "La méthode des sceptiques grecs", Revue philosophique de la France et de l'étranger, 1982, 107, pp. 372-375 mantiene la derivación democrítea de este concepto, aunque lo define, en mi opinión, con un sesgo excesivamente gnoseológico, ya que para Pirrón la acción humana se desarrolla en un mundo en el que las cosas quedan indeterminadas, por lo que la realidad queda traducida a opiniones que no son ni verdaderas ni falsas. Por eso las cosas no son más esto que eso.

30 "Buscando la verdad y no encontrándola dudaba en torno a todas las cosas", Galeno, Subfig. emp., 62, 18.

31 Es muy interesante, en este sentido, el pormenorizado desarrollo que Richard Bett realiza en su libro Pyrrho his antecedents and his legacy, New York, 2000, ver principalmente capítulo I, pp. 14-59, de este fragmento de Timón, después de analizar minuciosamente los diferentes significados que tiene cada uno de los elementos aquí estudiados, Bett define la tesis de la indiferenciación de la realidad como la de un “filósofo no-escéptico”, manera elegante y cordial de decir “dogmático”, que continúa tratando los clásicos problemas sobre la physis de la filosofía prehelenística, y yo estoy de acuerdo en ello, pero afirmo que a partir de esta tesis que en sí misma no es escéptica, su actitud atenua cierto dogmatismo filosófico y lo sustituye por un escepticismo vital limitado.

32 Ya Séneca intuyó esta misma paradoja con relación al relativismo de Protágoras, ya que si la igualdad de razones me impide elegir me quedo en la inacción, Séneca, Epist., 88, 43; un pormenorizado desarrollo de esta cuestión se encuentra en mi artículo Román, R., “Logos and antilogos in Protagoras: The inexhaustibility of the truth field”, en The Philosophy of Logos, ed. K. Boudouris, vols. I y II, Athens, 1996, pp. 188-195

33 “Es feliz el que vive sin perturbación y, como decía Timón, en un estado de quietud y de calma: «Pues por todas partes reinaba la calma» Y «Cómo lo reconocí en la calma sin viento»”. Sexto, M. XI, 141. Estos versos de Timón presentados por Sexto que para alguno están inspirados en Homero, Odisea, 391-392, cf. Goedeckemeyer A., Die Geschichte des griechischen Skeptizis­mus, Leizpig, 1905 pp. VIII, 337; II ed. 1968, p. 8, nota 8; y para otros ver Decleva Caizzi, Op. Cit., p. 247 tienen su antecedente conceptual más claro en Demócrito, ver D.L., IX, 45 y Plutarco De tranqu. An., 465 c, apuntan no tanto al carácter epistemológico de la actitud de Pirrón, sino al matiz práctico, vital que asume la filosofía del escéptico.

34 “Oh viejo Pirrón, ¿cómo y por dónde encontraste salida, de la esclavitud de las opiniones y de la vacía sabiduría de los sofistas y desataste las ligaduras de todo persuasivo engaño?”, D.L. IX, 65. El propio Diógenes Laercio muestra cierta tendencia a la admiración y el respeto por la filosofía de Pirrón, cosa que contrasta con la crítica ácida que destila contra Arcesilao, por ejemplo, o Carnéades, dos representantes de la línea académica del escepticismo, Barnes, J., estudia las relaciones entre el pirronismo y Diógenes en su artículo “Diogene Laerzio e il pirronismo”, Elenchos, 7, (1986), pp. 385-427.

35 “Solía decir [Nausífanes] que Epicuro, el cual admiraba el modo de vivir de Pirrón, le pedía frecuentemente noticias acerca de él”. D.L., IX, 64. Este interés por parte de uno de los más encarnizados enemigos filosóficos de Pirrón denota la influencia que su modelo de acción vital tenía sobre sus coetáneos.

36 “Se comportaba de un modo consecuente también en la vida, no rehusando nada (mhde\n e)ktrepo/menoj), ni precaviéndose de nada (mhde\ fulatto/menoj), haciendo frente a todo, si llegaba el caso, a carros, precipicios, perros y cualquier cosa, sin conceder nada a los sentidos; sino que, ciertamente, según cuanto cuenta Antígono de Caristos, los amigos que lo acompañaban le salvaban de todo peligro”, D.L. IX, 62.

37 Si aceptásemos al pie de la letra la noticia de Antígonos tendríamos que superar una fuerte objeción y sería la incompatibilidad que tendría la filosofía de Pirrón con una vida normal. Frede, M., “The skeptic’s Beliefs”, en Essays in Ancient Philosophy, 1987, pp. 179-200, principalmente, pp. 181-182. Este artículo viene precedido de una famosa polémica entre Frede y Burnyeat a propósito de las creencias en el escepticismo, mientras el primero cree que Pirrón sólo pretende eliminar ciertas creencias en la vida, el segundo estima que el escepticismo pirrónico elimina todas las creencias. Cf. M., F., Burnyeat, «The Sceptic in his place and time» y M., Frede, «The sceptic's two kinds of assent and the question of the possibility of knowledge»in Philosophy in History, eds. R.Rorty, J.B., Schneewind, Q. Skinner, Cambridge, 1984, pp. 225-254 y 255-278. Existe de estos artículos una traducción española de R. Parellada, en la revista Anales del seminario de metafísica, 27, (1993), pp. 273-306 y 248-271.

38 Cf. Conche, M., Op. Cit., pp. 65-66.

39 Unas palabras enigmáticas de Aristóteles podrían interpretarse en esta línea. En un texto en el que se refiere a aquellos que niegan el criterio dice: “¿y no se dirige, recien amanecido, a un pozo o a un precipicio, si llega el caso, sino que se muestra precavido, como que no piensa que caer en ellos es bueno y no bueno por igual?” Aristóteles, Metaf., IV, 1008b 15-18. Como conjetura, por fecha y tema podría ser Pirrón el objetivo de esta crítica. Independientemente que sea o no Pirrón el objeto de esta diatriba, existen relaciones entre Aristóteles y Pirrón, cf. De Lacy, Ph., «Ou mâllon and the Antecedents of Ancient Scepticism», Phronesis, 3, (1958), pp. 59-71; reim. in Essay in Ancient Greek Philosophy, Albany, State University New York Press, 1971, p. 597 y Reale, G., Art. cit., pp. 315 y ss.

40 “Y cuando una vez Anaxarco cayó en un cenagal, él (Pirrón) pasó de largo sin prestarle ayuda, algunos lo reprendieron por esto, pero el mismo Anaxarco le alababa su indiferencia y su imperturbabilidad”, D.L., IX, 63. En estecaso la lección tendría como discípulo a Pirrón mismo.

41 Todos conocemos el caso que cuenta Diógenes Laercio sobre Anaxarco,el cual cuando el Tirano de Chipre Nicocreón, lo castiga por una ofensa a morir machacado con mazos de hierro, Anaxarco retándolo le dice: “Macahaca el cuero que envuelve de Anaxarco pero a Anaxarco no lo machacas”, D.L., IX, 59, ante esto Nicocreón mandó que le cortasen la lengua, pero el propio Anaxarco se la cortó con los dientes y se la escupió a la cara. Piantelli, M., advierte muchos elementos de coincidencia entre esta actitud y algunas prácticas de los gimnosofistas (sabios desnudos) orientales, ver “Possibili elementi indiani nella formazione del pensiero di Pirrone di Elide”, Filosofía, 29, 1978, pp. 135-164, principalmente p. 137.

42 “Conturbado por el asalto de un perro, dijo a quien lo reprendía que era muy difícil despojarse enteramente de lo que es el hombre”, D.L., IX, 66. Otro texto verifica la anécdota: “Antígono de Caristo, que vivió en la misma época y escribió su biografía, dijo que Pirrón, perseguido por un perro, se refugió sobre un árbol, y al burlarse de él los presentes, dijo que es muy difícil despojarse de lo que es el hombre”, EUSEBIO, Praep. Evang., XIV, 18, 26.visto def.

43 “Lo admiraban tanto en su patria que fue elegido sumo sacerdote y en homenaje a él, se estableció por decreto que todos los filósofos quedasen exentos de impuestos”. D.L., IX, 64. Pausanias tiene un texto clasificado con el número 12 en la selección de Decleva Caizzi, Op. Cit., que confirma esta admiración de sus conciudadanos; así dice: “Bajo el pórtico hacia la plaza del mercado está la estatua de Pirrón, hijo de Pitócrates, hombre sabio”, Pausanias, VI, 24. Debemos entender que los honores que la comunidad le tributó debieron deberse al papel religioso, social y educador que desempeñó en su comunidad.

44 “Dice que él (Pirrón) filosofaba según la teoría de la suspensión del juicio, no que actuara en cada caso sin precaución”. D.L. IX, 62.

45 “Esto, Pirrón, mi corazón desea oír, cómo es que, siendo hombre, vives con tal serenidad, el único que a la manera de un dios, guías a los hombres”, D.L., IX, 65.

46 Conche, M., Op. Cit., pp. 24-25, afirma que en el caso de Pirrón debe sobrevalorarse la actitud práctica sobre la teórica, nosotros estamos defendiendo más bien que la actitud teórica y la actitud práctica se encuentran en una simbiosis natural en la que es más visible por ser escéptico y no escribir nada, la praxis vital.

47 "Vivía respetuosamente con su hermana, que era partera y nodriza como afirma Eratóstenes en su obra Sobre la riqueza y la pobreza; a veces, él mismo llevaba a vender al mercado, pajarillos, según las circunstancias, o lechoncillos y hacía la limpieza de la casa con indiferencia. Se dice también que con [la misma] indiferencia lavaba un lechón”, D.L. IX, 66. El testimonio de Eratóstenes es importante por dos motivos, la aparición por primera vez del modelo de sabio a)diafo/rwj indiferente e imperturbable, y segundo por ser un testimonio antiguo anterior a los de Antígono de Caristo y que no parece provenir ni tener como fuente a Timón, ni a otro discípulo de Pirrón, por lo que podemos afirmar que pudo servir para la derivación del esquema anecdótico que nosotros hemos discutido con anterioridad, véase para este punto Wilamowitz-Moellendorff, U., Antigonos von Karystos, (Philologische Untersuchungen hrsg. von A. Kiessling und U. von Wilamowitz-Moellendorff, IV Heft), Berlin, 1881 pp. VIII, 356; II ed. 1963, p. 28 y Ferrari, G.A., “Due fonti sullo scetticismo antico (Diog. La. IX 66-108; Eus. Praep. Ev., XIV, 18, 1-20)”, Studi Italiani di Filologia Classica, n.s. 40, (1968), pp. 221-222.

48 “Posidonio cuenta de él lo siguiente: una vez que los que navegaban con él estaban atemorizados por una tempestad, él estando tranquilo de ánimo y mostrando a un lechoncillo que sobre la nave continuaba comiendo, decía que el sabio debe mantenerse en igual estado de imperturbabilidad", D.L., IX, 68. Lo interesante del texto, en mi opinión, es la relación existente entre la imperturbabilidad, la indiferencia y la filosofía, pues ésta es el instrumento para conseguir la felicidad.

49 Cf. D.L. IX, 61.

50 Cf. Sexto, M., XI, 140.

51 Cicerón tiene de Pirrón una consideración demasiado simplista. Él dice “Me parece pues que están en un error todos aquellos que han dicho que el máximo bien es vivir honestamente. Pero unos más que otros: el que más Pirrón, evidentemente, el cual, tras establecer la virtud, no deja nada en absoluto que deba desearse”, De Fin., V, XVI, 43. García Junceda, J.A., en su artículo “Pirrón y el escepticismo griego. Semblanza del apático Pirrón”, Estudios Filosóficos, 17, 1968, p. 115, afirma basándose en Cicerón, que el conjunto de la doctrina de Pirrón era bastante elemental ya que reducía su pensamiento ético a la máxima “vivir honestamente”. En mi opinión ese vivir honestamente no es tan sencillo ni tan simple, como estamos demostrando.

52 “La verdad es que al escéptico le ocurrió lo que se cuenta del pintor Apeles. Dicen, en efecto, que –estando pintando un caballo y queriendo imitar en la pintura la espuma del caballo- tenía tan poco éxito en ello que desistió del empeño y arrojó contra el cuadro la esponja donde mezclaba los colores del pincel, y que cuando ésta chocó contra el cuadro plasmó, sin pretenderlo, la forma de la espuma del caballo: así, también los escépticos esperaban alcanzar la imperturbabilidad resolviendo la contradicción entre las apariencias y los juicios; pero no pudiendo conseguirlo, suspendieron el juicio; y a quienes habían suspendido el juicio, les llegó al momento, fortuitamente, la imperturbabilidad, tal como la sombra sigue al cuerpo”, Sexto, H.P., I, 28-29

53 “Acerca de todas las expresiones escépticas, debemos saber primero que no aseguramos en absoluto que sean verdaderas, ya que podemos decir en verdad que pueden también ser refutadas por ellas mismas, puesto que están incluidas en las cosas a las que aplican, de la misma manera que los fármacos catárticos no sólo expulsan del cuerpo los humores, sino que también ellos mismos se expelen con los humores”, Sexto, H.P., I, 206.

54 “Y a su vez, así como no es imposible para el hombre que ha ascendido a un lugar elevado mediante una escalera, lanzar la escalera con su pie tras el ascenso, así tampoco es imposible que el escéptico tras haber llegado a la demostración de su tesis por medio del argumento que prueba la no-existencia de la prueba, como si fuera una escalera debería invalidar este mismo argumento", Sexto, M., VIII, 481. Este argumento de la escalera pudo servir de ejemplo al de Wittgenstein sobre las enunciaciones: “Mis enunciaciones son de tal condición que aquél que me comprende termina por considerarlas carentes de sentido, siempre que el que comprenda haya salido a través de ellas fuera de ellas. (Por así decirlo debe tirar la escalera después de haber subido por ella)”, Wittgenstein, L., Tractatus Logicus-Philosophicus, 6.

55 Cf. Epicuro, frag. 219, 221,Us.

56 “Estando encolerizado con uno que insultó a su hermana, que se llamaba Filista, él respondía a quien lo reprendía, que no había de buscar en una mujercilla el testimonio de su indiferencia”, D.L., IX, 66. Brunschwig, J., basándose en los detalles suplementarios que Aristocles cuenta de esta anécdota Aristocles (citada por Eusebio, Praep. Evang. XIV, 18), no ve en esta frase una manifestación de misoginia ordinaria, sino más bien una censura sutilmente irónica a la crítica de su interlocutor, ver nota 6, p. 1103 de la traducción Diogène Laërce, Vies et doctrines des philosophes illustres, La Pochoteque, Varese, 1999, lo cual es más interesante por lo que viene después.

57 Una anécdota referida también como la anterior por Aristocles y que aparece en Diógenes inmediatamente después orienta la intención de Pirrón al reconocer la imposibilidad de vivir “absolutamente” una vida sin creencias: “Turbado un día por el asalto de un perro, a uno que lo reprendía le dijo que era muy difícil despojarse enteramente de lo que es el hombre”, D. L., IX, 66, vid. supra, nota 42.

58 Nussbaum, M., The Therapy of Desire. Theory and Practice in Hellenistic Ethics, 1994, New Jersey, existe traducción castellana: La terapia del deseo. Teoría y práctica en la ética helenística, Barcelona, 2003, p. 393. Observa más adelante (610) que la falta de compromiso con los seres amados, con su país o siquiera con su pasado, con sus gustos o su carácter, le brinda una vida de notable seguridad, pero empobrece el yo y lo hace indigno de confianza para los demás. Sin embargo, esta calificación contrasta con la realidad, ya que nosotros sabemos que los ciudadanos de Elis, consideraron la actitud de Pirrón como depositaria de alabanza y recuerdo.




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