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Benjamin una enumeración material que, de una manera “supers-
ticiosa” le confería a la materialidad casi un poder de iluminación
que, desde su punto de vista, sería prerrogativa sólo de la construc-
ción teórica.
En su respuesta, Benjamin daba razón a Adorno en cuanto a la
escasa transparencia teórica del texto, y proponía para su nueva for-
mulación no la modificación de los procedimientos de exposición
y análisis empleados, sino su explicitación. Benjamin le recordaba a
Adorno que este ensayo era sólo una segunda parte del libro pro-
yectado sobre Baudelaire, y que aquí se recurría sobre todo a una
exposición de tipo “filológico”, pero sometida a crítica mediante
una necesaria construcción histórica: “La filología –escribía– es la
inspección ocular, atenta a los detalles, de un texto, que fija al lector
mágicamente al mismo […] La apariencia de facticidad cerrada que
impregna la investigación filológica y que hechiza al investigador
desaparece en la medida en que el objeto es constituido en la pers-
pectiva histórica. Las líneas de fuga de esta construcción discurren
conjuntas en nuestra propia experiencia histórica”.
5
Así, una lectura atenta de los textos, sumada a un procedi-
miento constructivo que lograra otorgar una perspectiva histórica
a la interpretación, constituiría el objeto interpretado que Benja-
min define aquí como una “mónada”: un objeto en el cual “muta
en vivo” lo que en “estado textual yacía en mítica rigidez”. El ca-
rácter monádico del objeto en su interpretación implicaría, pues, su
vigencia. No sólo se trata de la interpretación de un texto como un
sentido acabado en el momento de su producción histórica, sino
de la posibilidad de que adquiera unidad de sentido (se haga legi-
ble) para la experiencia histórica actual. De acuerdo con Benjamin,
la definición de imagen dialéctica es una definición conexa con la
de mónada. En efecto, ambas inventan una misma temporalidad.
En esta carta Benjamin además le había recordado a Adorno una
serie de conversaciones que habían sostenido en San Remo a fi-
nales de 1937 e inicios de 1938 respecto de la posición teórica de
cada cual sobre el materialismo dialéctico. “Lo que ahí entraba en
juego –dice Benjamin en su respuesta– no era únicamente solida-
ridad con el Instituto ni mera fidelidad al materialismo dialéctico,
sino solidaridad con las experiencias que hemos hecho todos en los
últimos quince años”.
6
Con esto afirmaba la exigencia de vincular
el trabajo de la crítica con la experiencia histórico-política de su
tiempo. Experiencia que como es sabido fue la del ascenso de la de-
recha radical en Europa y del nazismo en Alemania, que Benjamin
intentó combatir con todos los medios del pensamiento posibles,
y de la cual fueron víctimas tanto él como Adorno, pero sólo éste
lograría sobrevivirla.
arte reproducible (véase
ibid., pp. 136-137). De acuerdo con la interpretación
de Susan Buck-Morss, lo que Adorno cuestionaba a Benjamin era haber situado
la dialéctica exclusivamente dentro de las fuerzas objetivas de la superestructu-
ra; es decir, al interior de las tecnologías mecánicas de la producción artística y
sostener que habían logrado por sí mismas la transformación dialéctica del arte
(véase Susan Buck-Morss,
Origen de la dialéctica negativa. Theodor W. Adorno,
Walter Benjamin y el Instituto de Frankfurt, Buenos Aires, Eterna Cadencia, 2011,
p. 349). Y tres décadas más tarde, en las notas para un proyectado artículo que
escribió Adorno para responder a la polémica que Hannah Arendt y Helmut
Heissenbüttel promovieron en contra de su interpretación del pensamiento de
Benjamin, decía respeto a su materialismo: “hay que decir que el conocimiento y
la comprensión que W. B. tenía de Marx eran extraordinariamente limitadas. […]
Por otra parte, a W. B. sólo mediante la docta ignorantia in re Marx le era posible
rescatar su tipo de experiencia para su materialismo, con los más graves anta-
gonismos. El punto de inmediatez del pensamiento de W. B., en contraposición
con el postulado de Lenin de que había que incluir en el pensamiento todas las
intermediaciones” (véase Theodor W. Adorno,
Sobre Walter Benjamin, Madrid,
Cátedra, 1995, pp. 96-97).
5. Theodor W. Adorno y Walter Benjamin, op. cit., pp. 280-281.
6. Idem.
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LA IMAGEN DIALÉCTICA COMO HERRAMIENTA TEÓRICO INTERPRE-
TATIVA
Las imágenes dialécticas benjaminianas fueron uno de estos medios
o estas estrategias del pensamiento y del lenguaje que Benjamin
ensayó para combatir la experiencia del fascismo a la que se refe-
ría indirectamente en su respuesta a Adorno. Su carácter indiciario
puede interpretarse en el contexto de la exigencia que Benjamin le
recordaba a este último: exigencia o, si se prefiere, deber de la crítica
de responder a la crisis histórica del ahora. De ahí el epígrafe de
este texto: la exposición materialista de la historia debería poner el pasado
en una relación tal con el presente que lograra mostrar el estado crítico de
este último (en el doble sentido de su crisis y también de la posibili-
dad de su crítica). Este epígrafe procede de los apuntes y materiales
para el libro de los pasajes, específicamente del legajo N, titulado
“Teoría del conocimiento, teoría del progreso”, constituido en gran
parte por observaciones metodológicas de Benjamin (inseparables,
como se sabe, de las citas y notas que son otros tantos fragmentos
del texto). Su caracterización más extensa de la imagen dialéctica se
formula en este mismo apartado como sigue:
Lo que distingue a las imágenes [Bilder] de las esencias de la fenomeno-
logía es su índice histórico [historischer Index]. (Heidegger busca en vano
salvar la historia para la fenomenología de un modo abstracto, mediante
la “historicidad”). Estas imágenes se han de deslindar por completo de
las categorías de las “ciencias del espíritu”, tales como el hábito, el estilo,
etc. Pues el índice histórico de las imágenes no sólo dice a qué tiempo
determinado pertenecen, dice sobre todo que sólo en un tiempo de-
terminado alcanzan legibilidad [Lesbarkeit]. Y ciertamente, este “alcanzar
legibilidad” constituye un punto crítico determinado en el movimiento
en su interior. Todo presente está determinado por aquellas imágenes
que le son sincrónicas: todo ahora es el ahora de una determinada cog-
noscibilidad [Erkenennbarkeit]. En él, la verdad está cargada de tiempo
hasta estallar. (Un estallar que no es otra cosa que la muerte de la in-
tención, y por tanto coincide con el nacimiento del auténtico tiempo
histórico, el tiempo de la verdad.) No es que lo pasado [Vergangene]
arroje luz sobre lo presente [Gegenwärtige], o lo presente sobre lo pasado,
sino que imagen es aquello donde lo que ha sido [Gewesene] se une
como un relámpago al ahora [Jetzst] en una constelación. En otras pala-
bras: imagen es la dialéctica en reposo. Pues mientras que la relación del
presente con el pasado es puramente temporal, la de lo que ha sido con
el ahora es dialéctica: de naturaleza figurativa [bildlicher], no temporal.
Sólo las imágenes dialécticas son imágenes auténticamente históricas,
esto es, no arcaicas. La imagen leída, o sea, la imagen en el ahora de
la cognoscibilidad, lleva en el más alto grado la marca del momento
crítico y peligroso que subyace a toda lectura.
7
A partir de esta caracterización podemos aislar algunos de los
rasgos específicos del funcionamiento u operación de la imagen
dialéctica: el primero es precisamente su carácter indiciario. Éste se
refiere a la legibilidad de la imagen (la capacidad de darse a la lec-
tura) en un momentodeterminado, además de señalar el tiempo en
que fue producida. El índice relaciona dos tiempos heterogéneos,
pero privilegia el momento de su lectura, que es el ahora. Su fun-
cionamiento puede compararse con el de la filología de Benjamin
tal como la describió en su respuesta a Adorno. Tradicionalmente,
un paradigma hermenéutico indiciario toma por objeto de análi-
sis el detalle, igual que la filología. Pero además, como la filología
benjaminiana, requiere de una corrección histórica: la medida de su
eficacia no reside en la reconstrucción (en el sentido idealista) de un
objeto del pasado, sino en su actualización. Diríamos que el índice
se refiere necesariamente a una relación: la del punto crítico deter-
7. Walter Benjamin, Libro de los pasajes, Madrid, Akal, 2009, p. 465.
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