LAS TOBAS EN ESPA ˜
NA
de las aguas y su mayor grado de saturaci´
on, su se˜
nal isot´
opica es diferente a las de las tobas: los
valores de δ
18
O (PDB) fluct´
uan entre -4
y -30 mientras que los de δ
13
C se incluyen entre -2
y +8
(Gand´ın and Capezzuoli, 2008).
Tras la publicaci´
on de aquel trabajo de Pedley (1990) fueron muchos los autores que decidieron
restringir el uso de los vocablos toba y travertino aportando numerosos elementos diferenciales
adem´
as del origen de sus aguas, de su CO
2
y su temperatura (Tabla 1.1). Sin embargo esta diferen-
ciaci´
on no result´
o del todo aceptable ya que en numerosos lugares, los travertinos termales pasaban
lateralmente a acumulaciones tob´
aceas en tramos distales donde la temperatura del agua descien-
de hasta valores coincidentes con los ambientales (Lorah and Herman, 1988). Por su parte, otros
expertos siguieron utilizando la palabra travertino pero a veces acompa˜
nada por un calificativo
(freshwater travertine o travertine–limestone) para identificar el origen de las aguas y su carga de
CO
2
(Dramis et al, 1999; Hammer et al., 2007, etc.). Para finalizar esta cuesti´
on no faltan quienes
hacen uso del t´
ermino toba (tufa) para designar aquellos dep´
ositos carbonatados porosos vincula-
dos a fuentes con aguas termales (entre 50
ºC y 65ºC) sobresaturadas en calcita y sulfato (Bonny
and Jones, 2003), o los que identifican con este nombre, o el de hypogean tufa, a acumulaciones,
ahora de escasa macroporosidad, localizadas a la entrada, o en el interior, de las cavernas y que se
asemejan, en l´
amina delgada, a las tobas estromatol´ıticas (Borsato et al., 2007; Frisia and Borsato,
2010). A destacar tambi´
en el hecho de que recientemente autores espa˜
noles han adoptado el t´
ermino
anglosaj´
on tufa en trabajos publicados en castellano para los carbonatos tob´
aceos detectados en
un valle de Sierra Nevada (Torres et al., 2009).
Tabla 1.1: Principales caracter´ısticas distintivas entre toba y travertino (Modificado de Capezzuoli et al., en
prensa).
PAR ´
AMETRO
TOBA
TRAVERTINO TERMAL
Contenido
HCO-3(mmol/l)
>6
>7
δ
13
C (PDB
)
>0
-1 a +10
Mineralog´
ıa
calcita
Calcita, aragonito
Tasas de precipitaci´
on
bajas (mm-cm/a˜
no)
Alta (cm/a˜
no)
F´
abrica
Principalmente poco estratificada
Principalmente
estratificada-laminadas
Tama˜
no de los cristales
de calcita
Dominantemente cristales
micromicr´ıticos a microespar´ıticos
Macro - micr´ıticos
Porosidad primaria
Generalmente alta (40 %)
Generalmente baja (<30 %)
Contenido biol´
ogico
Muy alto (micr´
ofitos-macrofitos)
Bajo (bacterias y cianofitas)
Morfolog´
ıas
deposicionales
Cuerpos asim´
etricos (cascadas,
barreras. . . )
Cuerpos sim´
etricos (mont´ıculos,
crestas y desniveles)
Principales litofacies
Fitohermos
Recubrimientos y encamisados
Hidrolog´
ıa de los flujos
Variable, dependiente de las aguas de
lluvia y del aporte de los acu´ıferos
Regular, flujos generalmente
permanentes de aguas profundas
Control clim´
atico
Muy dependiente
Poco dependiente
Influencia antr´
opica en
la acumulaci´
on
Muy alta
Escasa
Grado de relaci´
on
tect´
onica
Muy alta o a menudo ausente salvo
algunas excepciones
Siempre controla la ubicaci´
on de
este tipo de dep´
ositos
2.
ANTECEDENTES
En la Antig¨
uedad son numerosos los escritores que mencionan la presencia de tobas cerca de
manantiales y humedales y que tambi´
en hacen referencia a las canteras abiertas de piedra tiburtina
6
1. LAS ACUMULACIONES TOB ´
ACEAS
(Estrab´
on)
5
, en las proximidades de la ciudad de Roma. Plinio
6
y Vitrubio
7
fueron los autores que,
m´
as expl´ıcitamente, mencionaron la existencia de aguas capaces de “conformar piedras”.
Hasta tiempos de la Ilustraci´
on apenas se tiene constancia de nuevas descripciones de este tipo de
fen´
omenos. As´ı, algunos expertos franceses sostienen c´
omo un naturalista de aquel pa´ıs (De Joubert,
1778) fue uno de los pioneros que hizo uso del vocablo tuff para hacer referencia a una caliza con
multitud de petrificaciones vegetales (Blot, 1983 y 1986). En Espa˜
na son numerosos los top´
onimos
donde aparece alguna acepci´
on vinculada a la palabra toba
8
y que deben tener un origen medieval
9
.
M´
as tarde, pas´
o a figurar entre los nombres
10
de ciertas poblaciones y parajes citados en el Catastro
del Marqu´
es de la Ensenada, realizado a mediados del siglo XVIII. Con anterioridad, Ambrosio
Morales, en el siglo XVI
11
constat´
o la existencia de materiales blanquecinos en las proximidades de
Requena (Valencia), precipitados por las aguas de una fuente que corr´ıan por un pradillo lleno de
heno y en cuyas varillas sutiles se formaban piedras muy duras. D´
ecadas despu´
es, en la Submeseta
Sur, fueron identificadas algunas fuentes de digna admiraci´
on porque eran capaces de engendrar
piedra. Fue A. Lim´
on Montero, en 1697, quien hizo alusi´
on a este tipo de manantiales, siguiendo en
muchas ocasiones a Ambrosio Morales y a los m´
edicos de distintas localidades espa˜
nolas. As´ı, en un
cerro del ´
ambito madrile˜
no localiz´
o . . . una fuente de agua dulce que engendra piedra de suerte que
los conductos. . . se cierran y tapan en breve tiempo, cri´
andose en ella unas piedras blanquecinas
que adoptaban la forma de un racimo de piedra muy vistoso. . . .el cual se form´
o sobre las yerbas
delgadas. En otro manantial, ahora cercano a Brihuega, en la Alcarria de Guadalajara, efectu´
o una
descripci´
on precisa de donde se precipitaban carbonatos: . . . en una fuente, en la falda de un risco,
nacen algunos manantiales divididos aunque todos hacen una inundaci´
on que ser´
a del caudal como
de medio cuerpo de un hombre. . . . en los golpeaderos engendran alguna tobilla. Del mismo modo,
y casi una centuria despu´
es, Guillermo Bowles (1775) describi´
o c´
omo en el r´ıo Gallo, no lejos de
Molina de Arag´
on . . . ai una tierra blanca tan fina y desle´ıda por el agua, que incrusta de materia
caliza las tierras y plantas que toca, y sin embargo, el agua es clara y limpia. Por aquella ´
epoca
hay que destacar, tambi´
en, las sagaces observaciones realizadas por Cavanilles (1795-1797) acerca
de la precipitaci´
on de carbonatos en diferentes parajes del antiguo Reino de Valencia, as´ı como
las del real arquitecto -Juan de Villanueva- quien, al proyectar ciertas infraestructuras hidr´
aulicas
en Ruidera, constat´
o la existencia de presas naturales que reten´ıan cada una de sus lagunas con
bancales de piedra caliza (aunque sin mencionar el vocablo toba), constituida por pastas firmes y
duras, pero a veces porosa y semejante a la escoria y d´
ocil al pico (Dur´
an Valsero et al., 2009).
A finales del siglo XIX, las tobas aparecen mencionadas en las memorias geol´
ogicas provinciales,
aunque casi siempre con comentarios muy marginales. Entre ellas, sobresalen las descripciones de
las provincias de Guadalajara (Castel, 1881) y de Soria (Palacios, 1890). En la primera se se˜
nala
el car´
acter de formaci´
on muy reciente que tienen, a la vez que se detallan numerosos parajes
5
Al describir las canteras de piedra tiburtina menciona: “A la vista de Roma se encuentran Tibur, Preneste, y
Tusculo. Tibur cuenta con un santuario de Heracles y con la famosa cascada que forma el Anio, un r´ıo navegable, al
caer desde una gran altura en un profundo barranco, llenos de ´
arboles, que llega hasta la misma ciudad. Desde all´ı,
atraviesa una f´
ertil llanura junto a las canteras de piedra tiburtina y las de Gabios, las de la llamada piedra roja, de
suerte que el traslado de los materiales y su posterior transporte en barco resultan sencillos hasta el punto de que la
mayor´ıa de las obras de Roma est´
an construidas con piedra procedente de all´ı”. Estrabon V.3.1
6
Plinio, Libro 2
º, CVI, (226) (5)
7
Vitrubio, Libro 2
º, cap´ıtulo 7º “Las canteras”.
8
Hay que se˜
nalar que en castellano, la palabra toba hace alusi´
on tambi´
en al Onopordum acanthium; cardo que
puede alcanzar m´
as de 2 m que salpica los secarrales del interior peninsular, por lo que algunos top´
onimos como
“Villatobas” o “El Toboso” en la Mancha toledana, se vinculan a este elemento vegetal.
9
Existen opiniones que sugieren que el t´
ermino latino toba fue exportado a diferentes territorios europeos, como
las Islas Brit´
anicas, Francia y Alemania posiblemente con anterioridad al siglo XII (Pentecost and Viles, 1994).
10
Buen ejemplo son los pueblos alojados en el valle de la Tobalina, en Burgos, como son Tobalinilla, Lozares de
Tobalina u otros emplazados en la misma provincia como Toba (Thoba), Tobar (Tobhar ), o en Soria Fuentetoba y
Ja´
en (Tobaruela).Tambi´
en en las Respuestas del Catastro de Ensenada perteneciente a la localidad conquense de
Beteta se mencionan numerosos parajes con el nombre de Toba y diminutivos de esta voz.
11
Aunque Ambrosio Morales vivi´
o entre 1513-1591, su obra Cr´
onica de la Historia de Espa˜
na, dedicada al Rey
Felipe II, se public´
o a finales del siglo XVIII.
7