2. DEP ´
OSITOS TOB ´
ACEOS: PRINCIPALES MORFOTIPOS
localizaci´
on coincidan con rupturas de pendiente determinadas por fracturas tect´
onicas y/o por el
afloramiento de capas geol´
ogicas resistentes, modeladas por la erosi´
on diferencial. Buena prueba
de ello lo constituyen aquellos ejemplos polic´ıclicos (Band-e Amir, valles del Sistema Ib´
erico, Alto
Guadiana, etc.) donde testigos de diferentes generaciones –sobre todo en forma de antiguos estribos-
se emplazan repetida y estrictamente en los mismos parajes.
Figura 2.7: Perfiles en planta de las principales barre-
ras que retienen las aguas en las Lagunas de Ruidera.
Figura 2.8: Vista de la gran barrera
tob´
acea en el tramo medio del J´
ucar,
en la comarca de La Manchuela (Al-
bacete).
29
LAS TOBAS EN ESPA ˜
NA
No obstante, existen excepciones ya que, a veces, la ruptura del gradiente en el lecho estuvo
motivada por el concurso de otros factores no estructurales. En efecto, la ca´ıda de grandes masas de
bloques, desde los farallones que flanquean el fondo de valle de algunas hoces y gargantas, constitu-
yeron primero un obst´
aculo a los flujos fluviales y, despu´
es, un tramo de notable agitaci´
on para sus
aguas al salvar las notables irregularidades de los escombros gravitatorios. Un ejemplo de este hecho
puede percibirse en el paraje de la Umbr´ıa de Valdenarros, en el Alto Tajo (Gonz´
alez Amuchastegui
y Gonz´
alez, 1993). En otras ocasiones, sobre todo en ambientes semi-´
aridos, la turbulencia pudo
haber sido provocada por el abandono de materiales detr´ıticos heterom´
etricos puestos en marcha
por corrientes ocasionales de muy alta energ´ıa. Casos de esta ´ındole han sido descritos en el ´
area
de Brandfontein, Namibia (Viles et al., 2007) dando lugar a cascadas tob´
aceas as´ı como en el le-
cho actual del r´ıo J´
ucar (Fern´
andez Fern´
andez et al., 1996 y 2000), donde los clastos estimulan el
crecimiento y progreso de los carbonatos tob´
aceos (Fig. 2.9).
Figura 2.9: Precipitaci´
on de carbonatos y fases de formaci´
on de riffles tob´
aceos estimulada por las irregularidades
del lecho vinculadas a sedimentos detr´ıticos acumulados previamente en evento de alta energ´ıa. En: Fern´
andez et
al., 2000.
Otro elemento a tener en cuenta en este morfotipo es su enorme fragilidad lo que motiva que
procesos de rotura parcial (Fig. 2.10), o de colapso total de sus paramentos, puedan provocar
graves riesgos como los de avulsi´
on (Pentecost, 1993). De nuevo, las barreras que retienen los lagos
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2. DEP ´
OSITOS TOB ´
ACEOS: PRINCIPALES MORFOTIPOS
de Band-e-Amir suministran un buen ejemplo ya que repetidamente fueron sometidas a procesos
de edificaci´
on - destrucci´
on y reconstrucci´
on (Jux and Kempf, 1971). Este posible desplome puede
acontecer por diversos motivos: se´ısmos, fallos de fundaci´
on en sustratos karstificables, procesos de
sifonamiento a trav´
es de las permeables estructuras tob´
aceas, grandes riadas, etc. Bien conocidos
son los efectos degradatorios y/o destructivos en coronaciones y paramentos desencadenados no
s´
olo durante eventos epis´
odicos de alta energ´ıa (Grande et al., 1997; Viles et al., 2007); de igual
modo las crecidas estacionales pueden ocasionar tambi´
en efectos erosivos en los edificios (Nicod,
1986b) o inhibir parcialmente la precipitaci´
on de calcita hasta un 50 % (Lorah and Hermaan, 1988).
Figura 2.10: Rotura de la coronaci´
on de una peque˜
na barrera tob´
acea en un cauce del Sistema Ib´
erico. Fotograf´ıa:
Juan V´
azquez Navarro.
Una vez m´
as, las barreras emplazadas en el sistema fluvio-lacustre de Ruidera pueden suminis-
trar n´ıtidas evidencias de la vulnerabilidad en las represas tob´
aceas. Aqu´ı, el suceso m´
as espectacular
aconteci´
o en la enorme represa que cierra la Laguna del Rey que, en el siglo XVI (1545), ocasion´
o
el parcial derrumbe de su tramo suroccidental dando aparici´
on a una profunda vaguada -paraje
hoy denominado el Hundimiento- de varios hect´
ometros de longitud y con direcci´
on paralela a su
coronaci´
on (Jim´
enez Ram´ırez y Chaparro, 1994; Gonz´
alez Mart´ın et al., 2004; Fidalgo y Gonz´
alez,
2013). De igual modo, notables procesos erosivos, en coronaciones y paramentos de aguas abajo
han sufrido sus represas durante las violentas riadas de 1946, 1997 (Grande et al., 1997) y 2011.
Recientemente, se ha considerado y evaluado, aunque con opiniones no convergentes (Albarrac´ın
et al., 2012; Navarro et al., 2012), los posibles riesgos de rotura en una de sus barreras tob´
aceas,
concretamente la que cierra la Laguna de Santos Morcillo. Otros colapsos, ahora con posible origen
en un se´ısmo, fueron advertidos en una gran represa pleistocena edificada en una cuenca fluvial
atl´
antica, con el consiguiente desag¨
ue catastr´
ofico de su lago adyacente (Pareyn et Salimeh, 1989).
2.2.
TERRAZAS TOB ´
ACEAS
Conforman una serie de complejos conjuntos sedimentarios que se adosan a las vertientes de los
valle y en su seno se acoplan, con diverso volumen, tanto elementos detr´ıticos como estructuras de
naturaleza tob´
acea. Las denominamos terrazas porque cumplen las exigencias geomorfol´
ogicas que
se atribuyen a estas formaciones superficiales: cuerpos con techos m´
as o menos planos, colgados
sobre los cauces de los r´ıos (Fig. 2.11) y constituidos por sedimentos aluviales acumulados en un
pret´
erito fondo de valle. El escalonamiento que ofrecen en los corredores fluviales, as´ı como las
afinidades de facies y secuencias estratigr´
aficas, sugieren una reincidencia de los factores gen´
eticos
y ambientales que presidieron el desarrollo de estos dispositivos aluviales. Entre sus caracter´ısticas
destacan:
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