2. DEP ´
OSITOS TOB ´
ACEOS: PRINCIPALES MORFOTIPOS
ci´
on de t´
ecnicas como G.P.R. (Ground Penetrating Radar ) combinadas con posicionamientos
a partir de G.P.S. (Pedley et al., 2000; Pedley, 2009; Gonz´
alez Mart´ın et al., 2006; P´
erez et
al., 2012), o de naturaleza electromagn´
etica (Pedley et al., 1996; Brusi et al., 1997b). Ocasio-
nalmente, se han realizado sondeos de m´
as de 50 m en algunos sistemas fluviolacustres, como
aconteci´
o en Ruidera (Plata y P´
erez Zabaleta, 1995) o en las cuencas lacustres de Ba˜
nolas
(-67 m) (H¨
obig et al., 2012) o en la de A˜
navieja (Luz´
on et al., 2011).
Dentro de los morfotipos tob´
aceos aluviales destacan los edificios de barreras y otras construc-
ciones carbon´
aticas, las terrazas, las rampas y los dispositivos en manto.
2.1.
EDIFICIOS DE BARRERA
Consisten en fitohermos acompa˜
nados de una compleja asociaci´
on de macrofitos, microfitos y
procariotas (Chafet and Folk, 1984), que se alzan progresivamente sobre los lechos fluviales y termi-
nan por obstruirlos y/o cerrarlos transversalmente. Este morfotipo ofrece, al igual que los conjuntos
de surgencia, una enorme difusi´
on territorial (Tabla 2.1) y ha sido aludido, con distintas denomi-
naciones, en casi todas las clasificaciones aplicadas a las tobas. Consisten en represas edificadas
por carbonatos precipitados en el seno de corrientes fluviales conformando diferentes variedades de
facies, casi siempre propias de geotopos de alta energ´ıa. Su planta puede ofrecer todo tipo de escalas
desde unos escasos cent´ımetros hasta casi media centena de metros, mientras que su altura rara vez
sobrepasa los 40 m. Algunos autores (Manzo et al., 2012; V´
azquez ´
Urbez et al., 2012) han se˜
nalado
los intr´ınsecos v´ınculos que parecen establecerse entre las dimensiones de las represas y el gradiente
ofrecido por el lecho fluvial. Otros sostienen c´
omo el origen de las barreras suscita todav´ıa ciertas
incertidumbres y, por ello, han elaborado un modelo gen´
etico basado en las relaciones lineales entre
la velocidad de los flujos de agua y las tasas de precipitaci´
on de carbonatos (Hammer et al., 2007).
En contextos morfol´
ogicos ciertamente diferentes se podr´ıa incluir aqu´ı, como una variedad
aparte, a los conjuntos de cascada, modelo establecido hace tiempo (Pedley, 1990) y presente
espor´
adicamente en aquellos cursos fluviales con rupturas m´
etricas, o decam´
etricas, en su perfil.
Sin embargo, ofrecen grandes afinidades con los edificios de barrera y de surgencia (Fig. 2.4) en lo
que respecta a los procesos de turbulencia desencadenados en los saltos de agua que se adosan a
sus paramentos y cantiles; de aqu´ı que existan tambi´
en notables analog´ıas en su morfolog´ıa y facies
asociadas.
El paradigma de este morfotipo se identific´
o en los excepcionales lagos de Plitvice (Pevalek,
1935), alojados en el valle del r´ıo Korana y a lo largo de un trecho de casi una decena de kil´
ometros
de longitud que salva un desnivel de 150 m. Este sistema fluviolacustre dispone de m´
as de una
veintena de vistosas barreras cuya g´
enesis es relativamente reciente -15.000-12.000 a˜
nos-. Ofrecen
alturas que, en alg´
un caso, superan los 30 m y retienen magn´ıficos humedales cuyas aguas se
precipitan por espectaculares cascadas (Stoffers, 1975; Roglic, 1977 y 1981; Kempe and Emeis,
1985; Emeis et al., 1987; Chafet et al., 1994; Pentecost, 1995b; Horvatincic et al., 2000, 2003
y 2006; Plenkovic-Moraj et al., 2002). El espl´
endido sistema del r´ıo Krka, tambi´
en en Croacia,
muestra peculiaridades semejantes y en ´
el una de sus barreras fue considerada la mayor del mundo
con 45 m de altura (Ford and Pedley, 1996). En la Pen´ınsula Ib´
erica sobresale el conjunto de
represas de Ruidera en el Alto Guadiana (Ord´
o˜
nez et al., 1986; Gonz´
alez Mart´ın et al., 1987;
Garc´ıa del Cura et al., 1997a; 1997b y 2000); sus humedales, al igual que en Plitvice, nacieron en
fechas pr´
oximas aunque posiblemente algo m´
as tempranas (Pedley et al., 1996; Gonz´
alez Mart´ın et
al., 2004; Ordo˜
nez et al., 1996 y 2005).
Las barreras juegan un papel morfol´
ogico considerable pues no s´
olo contribuyen al crecimiento
y progreso de rupturas de pendiente en el perfil longitudinal de los cauces; tambi´
en, y derivado de
este proceso, propagan la aparici´
on de nuevos ecosistemas como aguazales o lagunas en los fondos
de valle. Estos humedales, cerrados por diques de toba, constituyen ´
ambitos muy sensibles a las
oscilaciones clim´
aticas pret´
eritas como ha demostrado el estudio de los sedimentos alojados en sus
fondos (Valero Garc´
es et al., 2004 y 2008a; Curras et al., 2012).
25
LAS TOBAS EN ESPA ˜
NA
Tabla 2.1: Localizaci´
on y caracter´ısticas de algunos de los sistemas de barreras m´
as conocidos en distintos ´
ambitos
continentales
Pa´
ıs
Regi´
on
Lugar
Longitud
tramo
fluvial
Altura
barre-
ras
Otras Observaciones
Gran
Breta˜
na
(Gales)
Glamorgan
< 3 m
Presencia de casi una treintena (28)
de represas
Croacia
Plitvice Valle del
Korana
12 km
30 m
Existencia de m´
as de veinte represas y
lagos
Croacia
Valle del Krka
10 km
45 m
Lagos de hasta 8 km de longitud
Espa˜
na
Lagunas de Ruidera
18 km
<25 m
Cerca de una veintena de lagunas de
muy diferentes dimensiones
Aghanistan
(Hindu
Kush)
Lagos de
Band-e-Amir
12 km
10 m
Barreras de paramentos muy estrechos
(3 m)
China.
Sichuan
(Borde E.
Meseta
Tibet)
Huanglong
Jiuzhaiguo
40 m
Presencia de m´
as de 200 represas
Marruecos
(Atlas)
Ouzoud
10 m
Madagascar
Les Sept Lacs
5 m
Lagos peque˜
nos de unos 60 m de
longitud y < 5 m de profundidad.
E.E.U.U.
Arizona
Ca˜
n´
on del Havasu
15 km
30 m
Australia
Gregory River
< 5 m
Diferenciaci´
on entre barreras
primarias y secundarias, que s´
olo se
extienden por una margen del lecho,
sin cerrarlo completamente.
Figura 2.4: Frente de un edificio
pleistoceno de cascada desarrollado
en una ruptura decam´
etrica en el an-
tiguo lecho del r´ıo J´
ucar, en Albace-
te.
26